A finales del mes de febrero, Estados Unidos anunció una investigación sobre lo que denominaron long covid o covid largo, en referencia a los síntomas que no desaparecen luego del paso del virus. Para comprender mejor esta condición, conversamos con un equipo multidisciplinario que trata directamente con las secuelas de la enfermedad. Ellos son el doctor Andrés Villasboa, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva y médico clínico en el sanatorio Santa Julia de Asunción; el doctor David Morínigo García, especialista en Medicina Interna y Neurología Clínica, y el licenciado Raúl Villar Cáceres, fisioterapeuta con experiencia en la rehabilitación de pacientes de covid y parte del staff de la clínica de Fundación San Rafael.
Por Patricia Luján Arévalos
El panorama para los contagiados del covid-19 parece no mejorar nunca. Entre el permanente incremento de casos, la falta de medicamentos y la saturación de camas para internación, poco se había discutido (hasta ahora) acerca de una condición que fue ganando notoriedad en los últimos meses.
Hablamos del denominado covid largo o PASC (postacute sequelae of SARS-CoV-2), una serie de secuelas que permanece incluso después de las típicas dos semanas que dura el proceso natural del virus y que, en algunos casos, dura hasta nueve meses. Hasta el momento, la mayoría de los estudios se habían centrado en varios frentes como el modo de contagio, el desarrollo de vacunas, qué antiviral o droga conocida podía frenar la replicación del virus, el manejo clínico de los cuadros que se complican y cómo evitar un desenlace fatal. Pero no se profundizó aún en aquellas personas que se recuperaron −en apariencia−, pero pasaron a formar parte de estadísticas relegadas a un segundo plano en el cual, inadvertidamente, continuaron con secuelas.
Y es que entre celebrar el alta médica y atender la siguiente crisis, la comunidad médica no tuvo tiempo, hasta ahora, de dar seguimiento a estas señales que requieren un monitoreo a corto, media no y largo plazo de los recuperados para certificar y concluir que las secuelas son efectivamente por covid-19 y no por otra causa. En el contexto local, el doctor Andrés Villasboa, jefe de la Unidad de Terapia Intensiva y médico clínico en el sanatorio Santa Julia, de Asunción, nos habla del covid largo: “Se trata de las consecuencias posteriores que puede dejar el virus (por semanas, meses), especialmente a nivel pulmonar, cardiovascular y cerebral. Están asociadas a un aumento de los riesgos de salud a largo plazo”.
El médico intensivista comenta que los efectos principales de esta condición son la fatiga, la falta de aire al respirar, la tos y los dolores en las articulaciones y en el pecho. Acota que se pueden dar, además, molestias en los músculos y la cabeza, y latidos rápidos o fuertes del corazón. “A los pacientes de UTI debemos cuidar especialmente de esos síntomas; estadísticamente serían aproximadamente el 10% de los casos”, puntualiza.
Al principio de la pandemia se consideraba que, en condiciones normales, los pacientes se recuperaban a las dos semanas del contagio. Pero, ¿qué tan cierto es eso hoy día? “En la mayoría de los casos leves, eso se cumple”, dice el doctor Andrés Villasboa y agrega: “En los moderados y graves, los tiempos se prolongan. Todavía queda mucho por estudiar e ir valorando las investigaciones científicas sobre este nuevo síndrome”.
“Casi no observamos secuelas en los casos leves, pero en los moderados y graves principalmente se observa fatiga, falta de aire y taquicardia, que mejoran con el tiempo y con los cuidados necesarios, especialmente fisioterapia respiratoria”
Dr. Andrés Villasboa.
El médico hace hincapié en algo que hemos oído cientos de veces y que no podemos ignorar: que la evolución de cada paciente depende mucho de la edad, el estado físico previo y los antecedentes patológicos personales, tales como obesidad, hipertensión arterial, diabetes o enfermedad pulmonar crónica, por citar algunos ejemplos. Además, aquí entra a jugar el grado de afectación de los pulmones o de otros sistemas claves.
“Casi no observamos secuelas en los casos leves, pero en los moderados y graves principalmente se observa fatiga, falta de aire y taquicardia, que mejoran con el tiempo y con los cuidados necesarios, especialmente fisioterapia respiratoria”, agrega el profesional. La evolución se monitorea a través de importantes controles clínicos y de imágenes (TAC, tomografía de tórax, ecocardiografía y análisis clínicos).
Las señales invisibles
En primera instancia, es importante recordar que, al principio, el covid-19 es similar a otras enfermedades respiratorias virales. La principal diferencia se encuentra en la evolución y el desenlace, debido a la gran cantidad de pacientes que requieren oxigenoterapia y asistencia respiratoria, además del considerable porcentaje de fallecimientos.
Aunque todos reconocemos la pérdida del gusto y el olfato como señales del contagio, existen otros signos y complicaciones neurológicas asociados a este virus. Para comprender el amplio espectro de manifestaciones de corto y largo plazo, nos pusimos en contacto con el doctor David Morínigo García, médico especialista en Medicina Interna y en Neurología Clínica. El profesional comenta que, muchas veces, los pacientes con sospecha o confirmación de contagio no realizan consulta neurológica porque ya se entiende que están dentro del contexto del covid-19.
Las complicaciones que requieren la presencia de un especialista incluyen el ACV (accidente cerebrovascular isquémico), que se presenta hasta en un 25% de los casos más complejos, pero no es la única. “El virus tiene la capacidad de inducir fenómenos protrombóticos, que incluyen los infartos cerebrales. También se presenta encefalitis, una inflamación del tejido cerebral”, explica
El galeno refiere que ya manejan el concepto de síndrome poscovid. “Muchos pacientes que estuvieron en terapia intensiva salen con secuelas cognitivas y motoras relacionadas más bien con una estancia hospitalaria muy prolongada. Una de ellas es la polineuropatía-miopatía del paciente crítico”, explica. Esta condición consiste en una degeneración de las fibras motrices y musculares debido a la ventilación mecánica (respirador).
«Muchos pacientes que estuvieron en terapia intensiva salen con secuelas cognitivas y motoras relacionadas más bien con una estancia hospitalaria muy prolongada. Una de ellas es la polineuropatía-miopatía del paciente crítico”.
Dr. David Morínigo García
Lo más común es encontrar ausencia o lenta recuperación del gusto y el olfato en los pacientes que cursaron una forma leve o moderada de la enfermedad. En los que pasaron por terapia intensiva se encuentra un abanico mucho más amplio de secuelas. Algunas de estas son la atrofia muscular y la debilidad en las extremidades (brazos y piernas), reversibles en la mayoría de los casos, si son solo por la estancia prolongada en UTI.
“La rehabilitación de un paciente con covid depende de cuál de las manifestaciones tuvo. El olfato y gusto pueden recuperarse en semanas o meses. En el caso de la polineuropatía-miopatía del paciente crítico y de la presencia de un accidente cardiovascular, hablamos de una rehabilitación de varios meses”, dice el médico especialista y agrega con una nota de esperanza: “Hay casos de recuperación total del aspecto neurológico. Cuando el paciente tuvo una afectación moderada del covid o por el tiempo de internación el pronóstico es excelente, pero si presentó infartos cerebrales o encefalitis, es menos optimista, y depende, por supuesto, de la gravedad y extensión de la complicación”, dice.
Para realizar un pronóstico, hay que considerar ciertas variables; la principal es el estado general previo a la enfermedad: “Si es un paciente cuya funcionalidad cerebral era buena, no contaba con patologías de base importantes, entonces su pronóstico es mejor; así también es con los jóvenes, cuya capacidad de recuperación, su neuroplasticidad, es mayor”. No obstante, el doctor Morínigo recalca que aunque a menor edad, mayores son las probabilidades de recuperarse, este no es el único factor en juego.
Los jóvenes con problemas de obesidad, sedentarismo, diabetes o hipertensión mal controladas llevan puntos en contra cuando se los compara con pacientes mayores deportistas, de complexión delgada, no tabaquistas, ni consumidores de alcohol. “El principio general es que la edad influye mucho, pero inciden otras circunstancias”, detalla.
Existe otro término que se ha acuñado para agrupar una serie de efectos neurológicos poscovid: niebla mental. Este síndrome incluye uno o varios de los siguientes: fatiga, pérdida de memoria confusión, mareos y dificultad para la comprensión, atención y concentración. Esto se ha traducido también en un problema grave para quienes deben incorporarse rápidamente a sus puestos de trabajo, aunque sea de manera remota, pues dificulta procesos cognitivos necesarios para desempeñar tareas rutinarias. Es decir, la vuelta a la “normalidad” se convirtió más en mito que en realidad para los considerados pacientes recuperados de covid-19.
Los jóvenes con problemas de obesidad, sedentarismo, diabetes o hipertensión mal controladas llevan puntos en contra cuando se los compara con pacientes mayores deportistas, de complexión delgada, no tabaquistas, ni consumidores de alcohol.
La agencia de noticias Reuters reportó el mes pasado que uno de cada tres sobrevivientes de covid-19 fue diagnosticado con un desorden psiquiátrico o neurológico en los seis meses siguientes a su alta. Estos fueron los resultados encontrados por investigadores de la Universidad de Oxford que evaluaron a más de 230.000 personas. Aunque aseguran que se requiere de mayores datos para analizar adecuadamente los efectos del coronavirus, sí se puede decir que sirve como indicador de las secuelas que la enfermedad tiene en la salud mental.
El estudio descubrió un alarmante número de personas con ansiedad y depresión; fueron los dos diagnósticos más comunes entre los observados, pero todavía no pudieron establecer la relación biológica o psicológica entre estos y el covid-19. Otra investigación del mismo equipo encontró a finales de 2020 que el 20% de los pacientes recuperados consultados para el estudio fueron diagnosticados con algún problema psiquiátrico dentro de los tres primeros meses posteriores a la infección inicial.
Aunque la medicina todavía no lo puede asegurar al 100%, todo parece indicar que la salud mental será una de las más afectadas por el covid largo. Es pronto para saberlo, pero existe la esperanza de que al encontrar la relación biológica entre el coronavirus y estos efectos, también se halle una solución para mejorar la calidad de vida de la población mundial.
¿Qué hace la ciencia al respecto?
En Estados Unidos, el doctor Anthony Fauci, experto en enfermedades infecciosas del Instituto Nacional de Salud de ese país, lleva adelante un estudio que puede durar hasta cuatro años y busca determinar los efectos del covid largo en la población norteamericana, para estimar qué porcentaje de los pacientes desarrollaron esta condición. Durante el anuncio de este nuevo esfuerzo científico, Fauci mencionó un estudio desarrollado por la Universidad de Washington en el cual se menciona que el 30% de las personas consultadas manifiestan secuelas hasta nueve meses después de la enfermedad inicial. ¿El síntoma más común? Fatiga.
Otras cuestiones sobre las que este estudio pretende arrojar cierta claridad son: el número de personas que desarrollarán nuevos síntomas que no tenían como parte de su infección inicial y si es que el covid-19 puede desencadenar cambios fisiológicos que aumenten el riesgo de desórdenes cardio vasculares o cerebrales con el correr del tiempo.
Con miras a la rehabilitación
Un factor que muy poco todavía se ha discutido en los mayores canales de información es la recuperación integral de los pacientes, especialmente quienes pasaron por una experiencia de internación o aquellos más graves que requirieron de UTI. Tanto así que es casi imposible encontrar información estadística relacionada con la necesidad de rehabilitación física de estas personas en Paraguay. “La rehabilitación en pacientes poscovid es una experiencia nueva en todos los sentidos. Cuando tratamos con algo nuevo, siempre tendremos un poco de miedo, no sabremos cómo afecta a cada persona y hasta qué punto llega la debilidad física, mental o espiritual del paciente”, dice Raúl Villar Cáceres, licenciado en Kinesiología y Fisioterapia, fisioterapeuta de la clínica Divina Providencia, de cuidados paliativos de la Fundación San Rafael y docente universitario.
El profesional reconoce que la pandemia por covid-19 tuvo un efecto inesperado en la rehabilitación y se hizo fundamental la intervención de profesionales de la kinesiología. La experiencia del licenciado Villar se centra en adultos mayores y asegura que las secuelas son muy complejas. “Muchos pacientes salen de terapia o salas de internación luego de 15 a 22 días de tratamiento. Tienen debilidad muscular, pérdida de equilibrio, coordinación,
disminución de sus actividades de vida diaria (AVD) y, sobre todo, dificultad de volver a la función pulmonar normal y estable”, explica.
“La rehabilitación en pacientes poscovid es una experiencia nueva en todos los sentidos. Cuando tratamos con algo nuevo, siempre tendremos un poco de miedo, no sabremos cómo afecta a cada persona y hasta qué punto llega la debilidad física, mental o espiritual del paciente”.
Lic. Raúl Villar Cáceres
Recalca que cada paciente es diferente. Su enfoque terapéutico se inicia con las evaluaciones funcionales luego de que la persona haya recibido el alta del hospital y a partir de ahí puede decidir el camino a tomar: “Evaluamos todo: la fuerza muscular, el grado de movimientos articulares, los reflejos y la evolución de la función respiratoria”.
Las condiciones físicas que se deben tratar desde la práctica fisioterapéutica son: debilidad total, pérdida de fuerza, disminución de la capacidad de atención, de los rasgos de movimientos, del ciclo de marcha, dificultad respiratoria y, como es de esperar, dolores musculares de diversa intensidad. El tiempo de atención varía entre 40 y 60 minutos, según el estado clínico del paciente. En muchos casos, la recuperación física puede llevar de dos a tres meses, considerando el historial clínico único de cada individuo.
Hay dos grandes factores que inciden en este proceso. El primero es el apoyo familiar y del entorno, el segundo es la capacidad financiera de la familia. Es particularmente relevante la mención del nivel monetario, especialmente cuando estamos insertos en un sistema de salud deficiente y, hoy por hoy, saturado. Esto se traduce en que después de semanas de angustia y gastos excesivos para el tratamiento de los contagiados de covid, las familias deben considerar la necesaria inversión en terapias a cargo de profesionales independientes como el licenciado Villar, quienes son los pilares de la rehabilitación de los adultos mayores.
En cuanto al aspecto clínico, explica que es importante que el paciente sea consciente de sus limitaciones y de su estado general. Al igual que otros profesionales de la salud, los fisioterapeutas consideran la hipertensión, la diabetes y otras patologías de base que influyen en la recuperación. “Siempre se habla de que la edad es un factor determinante, pero tengo pacientes jóvenes con mucha debilidad y otros de edad con mejor adaptación física”, comenta el profesional y acota que “influye mucho cómo el covid afecta a cada persona individualmente. A partir de ahí recién se puede hacer un esquema de rehabilitación”.
Expectativas de recuperación
El doctor Andrés Villasboa dice que todavía es muy prematuro hablar de la recuperación total de los pacientes y esto se debe al corto historial de la enfermedad. “Estamos pendientes de las investigaciones y de la evolución de nuestros pacientes”, asegura y acota: “El cuidado multidisciplinario, el apoyo familiar y la buena predisposición ante todos los controles y tratamientos son muy importantes para la mejoría”.
Mientras no sepamos cuáles son los factores biológicos que hacen a algunas personas más propensas a desarrollar covid largo que otras, ni cómo encarar efectivamente las secuelas, la única manera de afrontar esta nueva arista de la enfermedad es la misma que nos han enseñado desde el principio: cuidarnos entre todos
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