15 años hasta la cima
Desde 2006, Kchiporros fue ganando terreno como una de las bandas más populares del país. De estilo camaleónico y esencia única, este grupo no puede ser encasillado porque siempre se reinventa. En primera persona, nos cuentan todo acerca de su ascenso en la escena nacional e internacional, su inevitable metamorfosis creativa, las giras que atravesaron fronteras con su sonido y, por supuesto, las curiosidades de su nuevo disco, que incluye todo lo vivido hasta ahora.
Por Katherine Meza.
Dirección de arte: Alejandra Núñez Pereira. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía y retoque digital: Javier Valdez. Agradecimientos: Guada Báez.
Corría el verano de 2006 cuando unos jóvenes estudiantes universitarios (en su mayoría de la carrera de Derecho) se reunían en un barrio de Asunción todos los viernes, como una sesión regular de terapia para hacer catarsis en grupo. La música era, para ellos, un pasatiempo, ayudaba a liberar tensiones y desahogar experiencias a su manera.
Al principio se consideraban una antibanda: pese a su evidente inquietud creativa, no tenían intención de dedicarse a la música. Pero los planes del destino eran otros y sus vidas no tardaron en cambiar por completo.
Lo que los hizo famosos de la noche a la mañana fue la controvertida Bandida, uno de los tantos temas con los que simplemente buscaban expresar un puñado de emociones y luego grabarlas de una manera muy casera, con una computadora. Con esta primera canción no tenían ninguna intención de trascender de la manera en que lo hicieron; era, más bien, una especie de parodia para compartirla con amigos a través de backtones, pero era tan explosiva y pegadiza que comenzó a correr rápidamente en una especie de boca en boca, de manera inesperada para los —en aquel entonces— improvisados músicos.
Muy pronto, Bandida era coreada en todo el país y llegó a la radio. En noviembre de ese año fueron llamados para tocar en vivo por primera vez en la disco El Santo. Los Kchis, como se los dice regularmente, reconocen ese avance en su carrera como “una fantasía irreal, un proceso totalmente inverso. ¡Fue empezar a tocar con un hit sonando!”. Ese fue el puntapié que los introdujo a un ambiente que desconocían hasta ese momento y que marcó el punto de partida de una aventura llena de aprendizajes.
¿Una curiosidad detrás del nombre “Kchiporros”? Su significado es bastante peculiar, algo que caracteriza al grupo mismo. “Hasta hoy, como pasa en la historia, el nombre se vuelve importante a través de la obra y trayecto de la banda. Sigue sin significar nada en particular, pero sabemos que cuando lo pronuncian, solamente puede nombrarnos a nosotros”, nos confiesan. ¿Quién podría contradecirlos?
Ingenuos, divertidos, con muchas derrotas y victorias. Así describen, en retrospectiva y con nada menos que 15 años de trayectoria sumada, sus inicios los Kchis en un medio bastante competitivo como lo es la música. En realidad, la perspectiva era totalmente opuesta a una disputa por el éxito con otros grupos; en giras nacionales e internacionales absorbieron y experimentaron todo tipo de influencias; y eso, sin lugar a dudas, los catapultó como una banda movida y camaleónica que siempre sorprende.
Su sonido fue transmutando a través de los años y así nos lo confirman: “Creemos que el estilo que nos caracterizó siempre viene del desprejuicio hacia todos los géneros de la música. Ese fue el parteaguas de la banda y lo que nos dio contenido y ritmo”. Eso les valió grandes colaboraciones con artistas locales como Berta Rojas, Édgar Camarasa y Tierra Adentro, y les ganó el cariño tanto de Asunción como del interior del país.
Ese sonido radical y sin prejuicios también fue captado por el público extranjero tras su primera aparición internacional en Madrid (España). Pronto se encontraron en medio de grandes artistas latinoamericanos como Los Auténticos Decadentes, No te va Gustar, Árbol, Los Caligaris, Molotov y más. Su música los llevó a cruzar las fronteras de Argentina, Brasil, Uruguay, Colombia, Costa Rica, Estados Unidos y México, países donde ya tienen un nicho bastante establecido hace años.
Se veía venir la consolidación de su éxito tras la gran aceptación de sus canciones y conciertos cada vez más multitudinarios, pero ¿cuál fue el elemento clave para llegar a la vida de paraguayos y extranjeros? “Nos parece que tiene mucho que ver con la energía que transmitimos; con las melodías y letras de las canciones con las que la gente se puede identificar de una manera accesible, simple, pero a veces profunda”, explican.
Su madurez musical llegó con el tiempo, un cambio generado por sus constantes transformaciones. Bandida, Por un beso y Yacaré, de su primer disco Guaraní Cool, pusieron a Paraguay en el mapa; de su segundo álbum homónimo se desprendió el icónico Noche de soltero; del tercero, Kchiporros 3D, Ruta 1 y ruta 2. Señor Pombero, La lamparita y Cada día, de Sr. Pombero, no faltaban en fiestas de 2012; con El metal, El Sistema Solar y Ana Lucía, de su quinta placa, Siente el Movimiento, se posicionaron como la banda más popular del Paraguay. Fue en 2020, con Parte de Crecer, que mostraron su lado más humano y vulnerable hasta hoy.
Estos 15 años significaron una constante metamorfosis incluso dentro del grupo, con salidas e incorporaciones de nuevos integrantes. Hoy, Roberto Chirola Ruiz Díaz (voz), Julio Troche (guitarra), Fernando Peyrat (batería), Édgar Aquino (bajo), Rodrigo Yuka Ojeda (guitarra) y Diego el Perro Mieres (teclado) nos aseguran que todas las giras y experiencias son compartidas, buenas y malas. Aprendieron una lección muy importante que hasta hoy atesoran: “Tanto caídas como alegrías nos enseñaron a comunicarnos y entendernos, pero sobre todo a valorarnos y confiar el uno en el otro”.
“Con eso nos construimos. El mayor privilegio es seguir proponiendo música y salir de la zona de confort, tomar riesgos”, aseguran. Y es que lo que más conocen es el cambio, porque los lleva a otro nivel creativo.
A través de la adversidad
Algo que nos frenó a todos (también a ellos) fue la pandemia, que los obligó a cesar el ritmo frenético con el que estaban acostumbrados a trabajar desde sus inicios. Cuentan que, para ellos, no hacer conciertos y estar en contacto con su público fue terrible, pero al mismo tiempo encontraron inspiración en la angustia y ansiedad.
Juntos supieron encontrar la forma de superarlo. “Esta situación mundial nos ayudó a reagruparnos, a construir un nuevo álbum y proyectarnos para el futuro”, expresan. ¿El resultado? Su nuevo disco Hasta Arriba, un trabajo bastante significativo por dos motivos: primero porque celebra sus 15 años en la industria; y segundo, representa lo poderoso de comenzar de nuevo. Este capítulo en su vida retrata la luz después de la oscuridad.
Catalogado por ellos como un álbum “pospandémico”, es el séptimo título que suman a su discografía y no pretenden parar en un futuro cercano.
Ante nuestra curiosidad, nos cuentan que su proceso creativo es caótico y diferente con cada álbum: “Hasta Arriba es muy particular porque tuvimos que sortear un montón de obstáculos tradicionales para producirlo, como los ensayos presenciales con los productores, la fluidez de intercambio de mezclas y demás. Eso hizo que adquiera carácter”, afirman. Todos los malos ratos que implicó la pandemia llevaron a la idea de elevarse, salir del pozo; de ahí el nombre elegido para nuevo material.
Cuando la creatividad los divide y surgen diferencias creativas, tienen un secreto infalible: acuden al coach Pablo Duglio, quien los ayuda con la comunicación para entender que todas las ideas son importantes, para juntos analizar las opciones. Democráticamente eligen la que sea mejor.
Otro punto importante para ellos es el equilibrio entre producir algo que les guste como músicos y también al público. “Creemos fundamental que nos agrade a nosotros primero, que sea lo más sincero posible, para luego conectar con los demás”, dicen.
Hasta arriba
¿Otra curiosidad del nuevo álbum? Tiene varios productores, por lo que presenta una historia diferente entre track y track. Los profesionales que le dieron carácter a las canciones fueron Nico Cotton, Rafa Arcaute, El Chávez, Audioiko, Ariel y Marcelo Soler. Es diverso en colaboraciones; no solamente en feats, sino también en grabaciones instrumentales: participaron diferentes amigos de los Kchis, lo que hace al disco más amplio en espectro y energía. La masterización por Javier Fracchia fue otro de los obstáculos superados, debido al gran trabajo que supuso la necesidad de hacer que los temas sean sonoramente homogéneos.
El corte de difusión se llama Los símbolos y cuenta con la participación de las chicas de Milk Shake, otras buenas amigas. Esta decisión, nos cuentan, tardó mucho tiempo en ser tomada debido a la emoción de escoger la canción correcta que invitara a todos a escuchar el nuevo disco. Finalmente, el ganador fue este track que relata el amor emocional y físico entre dos personas y cómo representan una dualidad. Fue presentado tras mucha expectativa con un video oficial dirigido por la artista nacional Xime Barba y ya superó las 300.000 reproducciones en YouTube.
Mientras sueñan con una gira para celebrar los 15 años, por ahora Kchiporros promociona su nuevo disco por medio de encuentros con medios de prensa, y esperan que la gente escuche y comparta su música. También que, así como en sus inicios, Hasta Arriba corra de boca en boca.
De todas maneras, es inevitable extrañar el cariño de la gente en sus conciertos y esperan pronto volver a sentir esa mezcla de vértigo y gratitud que implica vivir sus canciones sobre un escenario. Solo que, esta vez, incorporarán los ocho temas del reciente lanzamiento: Los símbolos, La cima, Bebo de la vida, Ni santo ni hechicero, Nunca estuve tan vivo, Lo que guardamos, Cuando salga el sol y La cima (Audioiko remix).
Lejos de buscar despertar añoranza, quieren reavivar los buenos momentos juntos sobre un escenario. Les preguntamos qué recitales volverían a vivir si tuvieran la posibilidad de viajar en el tiempo. “Volveríamos al Vive Latino 2013, al Palacio de los Deportes en 2015, al cierre de Los Ojos Rojos Tour en la Costanera en 2016 y al Cosquín Rock Córdoba de 2020”, contestan sin dudar y con todas las ansias de cosechar más de estos recitales que por siempre vivirán en sus memorias.
Tanto tiempo frente a los reflectores deja, indudablemente, duras lecciones y grandes momentos. Pero en vez de hurgar en sus recuerdos, nos lo cuentan fieles a su estilo, con la lírica de una de sus canciones; más precisamente, La cima, porque todo lo que experimentan lo plasman y proyectan en su trabajo: “Me gusta pensar que aprendo todavía de las caídas, las heridas, de esta ironía que llaman vida. Todas las derrotas afrontadas y las pruebas sorteadas nos enseñaron demasiadas cosas, solidificó nuestra unidad y nos convirtió en lo que somos hoy”.
¿Qué tienen planeado para el futuro? “Grabar los videoclips de los siguientes cortes”, dicen y agregan: “Tenemos una alianza con Guyra Paraguay, que tiene que ver con el arte de tapa, para amplificar un fuerte mensaje ecológico y cuidar las especies en extinción del Paraguay”. Los integrantes de Kchiporros están muy más conscientes de su repercusión y del poder que conlleva su éxito. En la portada de Hasta Arriba vuela un guacamayo amarillo, un ave de colores diversos que refleja perfectamente el espíritu de este álbum y lo que hoy es la banda, que surfea sin esfuerzo diversos géneros musicales, sin tabúes, rompiendo todos los paradigmas y luciendo su talento mientras lo hacen.
Su travesía hasta la cumbre todavía no termina, porque este grupo que colocó a Paraguay en el ojo del mundo aún tiene muchos sueños que vivir a través de sus canciones, su introspección creativa y sus letras, con las que miles se sienten identificados. Siempre abiertos a nuevos aprendizajes, su meta actual es enfocarse en el presente y disfrutar de cada faceta del lanzamiento. “El sueño es el ahora”, concluyen.
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