Desafiar el tabú de la psicología deportiva
Los deportistas de élite descubren los límites de su cuerpo y mente frente a la presión, las competencias y las altas exigencias. Competidores de distintas disciplinas abrieron el debate al afi rmar que el profesionalismo no es sinónimo de silencio. En esta oportunidad, Natalia Dancuart Allende, psicóloga del deporte y la actividad física, nos explica el tabú de la salud mental en ese ambiente, por qué no debemos separar a la persona del atleta y cómo la psique también debe entrenarse.
Por Katherine Meza. Retrato: Fernando Franceschelli. Agradecimientos: Secretaría Nacional de Deportes.
La salud mental en el deporte se expuso nuevamente cuando el mundo quedó atónito ante la retirada de Simone Biles de algunas competencias en Tokyo 2020. La gimnasta más laureada de todos los tiempos renunció no tras una lesión física, sino por el problema de ansiedad que arrastraba desde el abuso de Larry Nassar, exmédico del equipo nacional de EE. UU.
Una historia similar tiene la tenista Naomi Osaka, que se retiró del Roland Garros 2021 —y, temporalmente, del deporte— por la inmensa ansiedad que le causan las conferencias de prensa, obligatorias tras cada partido.
Un pionero que visibilizó este problema fue Kevin Love, basquetbolista de los Cleveland Cavaliers. En una carta publicada en The Players Tribune anunció sus problemas y sorprendió a la NBA. Contó que en medio de un partido experimentó un ataque de pánico: “Vino de la nada, ni siquiera sabía si eran reales. Pero lo son, tanto como una fractura de Los deportistas de élite descubren los límites de su cuerpo y mano o un tobillo lesionado”. La confesión de Michael Phelps vino después. El atleta que se colgó 28 medallas olímpicas dijo que, a pesar de sus logros, sufrió depresión en lo alto de su carrera y que, de hecho, aún lucha contra ella.
Este 2021 los casos de suicidio sacudieron al fútbol regional. “No somos robots, nos pasan cosas y eso hace que el rendimiento en el campo no sea óptimo”, dijo Morro García, jugador de Godoy Cruz, que sufría una severa depresión y que, fi nalmente, tuvo el peor desenlace. Semanas después, lo mismo sucedió con las vidas de Williams Martínez y Emiliano Cabrera.
En nuestro país, los casos de Santiago Arzamendia y Luis Fariña salieron a la luz. El primero habló en una conferencia de prensa sobre la presión que sintió en Cerro Porteño, que lo llevó a disfrutar cada vez menos del fútbol. El segundo volvió recientemente al campo tras más de un año de pausar su carrera por ansiedad y depresión. “Al principio no sabía de qué se trataba. No me aguantaba en mi propio cuerpo. Quería desaparecer», detalló en una entrevista con el medio argentino Olé.
Estas son algunas de las historias que dejaron ver el lado más humano de los atletas y destaparon un tema poco conversado en la cultura deportiva: la salud mental. Mostrarse vulnerables podría acabar con esa imagen del superdeportista de espíritu inquebrantable que alcanza la gloria como sea. Un fenómeno que afecta a los atletas de élite cuando se los ubica en un podio tan alto es la posibilidad de ser deshumanizados, valorados solo por sus triunfos y derrotas; esto imposibilita ver el costo físico y emocional que conlleva el trabajo de las personas que dedican su vida al deporte.
“Solo quienes tienen problemas van a terapia”, “no estoy loco” y “hay que callarse y aguantar” son los mayores tabúes acerca de la psicología que escuchó alguna vez Natalia Dancuart Allende. Justamente, su curiosidad por esta especialidad despertó por lo poco que se habla del tema. Con 34 años, está próxima a cumplir una década como psicóloga deportiva y de la actividad física, y es el fútbol su mayor campo de actuación. Hoy acompaña a equipos y a deportistas individuales de todas las disciplinas.
Dancuart es la representante de Paraguay en la Sociedad Latinoamericana y del Caribe de Psicología de la Actividad Física y del Deporte, lo que la convierte en la más capacitada para responder la interrogante de dónde radica la importancia de esta ciencia dentro del deporte: “Su relevancia tiene que ver con la prevención y el cuidado de la salud mental, ya que todas las personas, incluidas las del ambiente deportivo, lidian con el estrés, la presión y las exigencias. También existe un aspecto orientado a buscar el bienestar mediante el autoconocimiento, para desarrollar recursos personales que apunten a fortalecer a los atletas”.
Existen procesos mentales que juegan roles fundamentales dentro del campo de juego. La motivación, la confianza, la gestión de las emociones y la concentración son imprescindibles para el rendimiento en los deportes. Así, los programas de entrenamiento se enfocan en estrategias y técnicas para enseñar a las deportistas a integrar habilidades como gestión de emociones en momentos críticos, a construir su motivación y a mantener o volver al foco de la atención. El objetivo de la psicología deportiva es finalmente la autorregulación de los atletas, que entrenan muchas horas más de las que compiten. Esta práctica mental se realiza antes, durante y después de las competencias, y prepara al deportista para lidiar con cualquier escenario. Ese trabajo responde a las demandas del entrenador y apoya al atleta. El desempeño activo de la psicóloga dentro del cuerpo técnico es fundamental, pues su asesoramiento mejora una serie de aspectos que facilitan las relaciones personales con los demás y con uno mismo, y mejoran cualidades que hacen al desempeño deportivo.
El superatleta
Pero la salud mental no es una simple cuestión de rendimiento. Los atletas, como todo ser humano de carne y hueso, necesitan asesorarse para gestionar el estrés y disfrutar de la rutina diaria fuera del campo. Desde esta perspectiva, cuando hablamos de la vida saludable que llevan los deportistas de élite lo primero que viene a la cabeza es la alimentación balanceada, las horas de ejercicio y el buen descanso, pero hay algo que agregar: acompañamiento psicológico. Bien lo dijo el neurocientífico Joe Dispenza: “No somos solo un cuerpo con mente sino una mente que se vale de un cuerpo para expresar distintos estados mentales”.
“No debemos separar a la persona del deportista”, afirma Dancuart. En la cultura deportiva está bastante arraigada la imagen del superatleta; y a todos nos encanta saber más y más de los esfuerzos titánicos que realizan para alcanzar el éxito sin importar el costo. ¿Pero qué sucede cuando bajan del podio o los reflectores del campo se apagan y deben lidiar con las consecuencias? “Todos queremos creer en superhéroes; existe una ilusión generalizada de cómo es la vida de los atletas de élite, siempre expuestos, pero solo se percibe una parte. Entonces nos enfocamos en su rendimiento, su condición física y habilidades; es decir, en lo que se ve. Así es fácil caer en esa imagen. Todo esto colabora con que ese pensamiento perdure: superar cualquier obstáculo ya sea emocional o físico”, comenta.
“La cultura deportiva en general, no solo en nuestro país, es resultadista, exitista y machista, lo que no favorece la vulnerabilidad del deportista, sino que busca llevarlo siempre al límite para conseguir un resultado sin priorizar su estado”, continúa. Viejas costumbres, como educar atletas con el silencio —“no llores”, “no tengas miedo” y “no te rindas”—, son sinónimos de “fortaleza mental”, así como vimos en la historia del tenista americano Mardy Fish, algo que afectó profundamente su vida profesional y personal y que le pasó factura mental en la cúspide de su carrera.
Se cree que el profesionalismo es sinónimo de silencio, que el deportista, pese a las señales que le envía su mente, debe seguir como sea, pero la realidad es otra. Dancuart nos cuenta que la fortaleza no viene de creer en mandatos que anulan sentimientos; de hecho, es imposible exigirles que los eliminen, pues son parte de todas las personas. Entonces no hay que pedirles bloquear emociones como el miedo, la tristeza o la frustración, sino más bien ayudarles a autorregularlas con ayuda profesional.
¿Cómo el silencio puede afectar al deportista? “Primero que nada, el no buscar ayuda impide iniciar un tratamiento, intentar ocultar o callar trae consigo un gran desgaste de energía, desenfoque y nivel de motivación, que puede afectar a la persona en todas las dimensiones de su vida y sus relaciones: cambio de ritmos de sueño, apetito, intensidad; por ende, esto repercute también en su rendimiento en entrenamientos y competencias, pero sobre todo en su forma de disfrutar su profesión”, confirma.
Los deportes siempre han tenido muchas emociones, entonces, ¿de dónde proviene esta idea de que es un simple entretenimiento y que todo se arruina si los protagonistas hablan de salud mental? “Al deportista lo rodean con la fantasía de que tiene una vida perfecta y sin problemas, que gana dinero ‘solo’ entrenando y compitiendo, sin tener en cuenta el costo físico y emocional que conlleva su trabajo. Que hablen de salud mental o de sus problemas quiebra ese ideal del atleta robot que debe mirar adelante y anular emociones, que pueden ser desagradables, pero también necesarias y útiles, porque cada una tiene su función”, remarca.
Límites sobrehumanos
Una actividad en la que se nota perfectamente el cambio que sufrió con los años es el fútbol, que ha pasado de deporte a entretenimiento, y ahora es un espectáculo y un negocio. La nueva visión de esta y muchas otras disciplinas exige muchos más resultados a los deportistas, según lo aclara Dancuart: “Esto crea un contexto donde el jugador vive bajo constantes extremos; un día es alabado y al otro es el villano. Están bajo la lupa y todas las vivencias son magnificadas: el ser suplente, un mal partido, un mal pase que queda clavado por días en la cabeza. Estas situaciones traen fuertes cargas emocionales, picos de alegría y tristeza más intensos que en otras personas. Por esto es importante el acompañamiento psicológico, para que sepan gestionar estas fuertes emociones”, comenta.
La psicóloga deportiva y de la actividad física conoce en primera persona los beneficios del entrenamiento mental, pues acompaña a cientos de atletas de élite y en camino a serlo en Centro Activa, donde trabaja de forma independiente como directora. Confiesa que lo que la mantiene en este campo luego de casi 10 años en el rubro son los deportistas a los que conoce; sus historias y sueños son su mayor inspiración. Dos pacientes, a los que llamaremos Deportista 1 y Deportista 2, nos dan su testimonio acerca de cómo el acompañamiento cambió su manera de entrenar.
Deportista 1 tiene 15 años y su disciplina es la natación. Por sugerencia de su entrenador decidió consultar con Dancuart. Las señales que le alentaron a acudir a una profesional fueron los nervios excesivos que experimentaba antes de cada competencia. A través del acompañamiento psicológico aprendió a conocerse, escucharse y cambiar hábitos que no le favorecían. Deportista 2, por su parte, tiene 26 años y juega al fútbol. Acudió a Dancuart porque estaba desmotivado, frustrado y bloqueado en sus partidos. Tras su tratamiento comenzó a vivir más el presente y aprendió a manejar su ansiedad mucho mejor. A los atletas que dudan de acudir a tratarse, les dice: “Sé que es difícil pedir ayuda, pero no esperen al último momento, es importante contar con alguien que te oriente”.
Para Dancuart, la atención psicológica en el deporte está avanzando, pero cree que aún le falta ganar espacio en nuestro país: “La salud mental de los deportistas no es una preocupación mayor lastimosamente, tanto para la mayoría de los clubes como para las instituciones reguladoras. Esto se refleja en el presupuesto destinado estructuralmente a la contratación de profesionales que no son especialistas o no tienen experiencia en el campo, en la sustitución de la figura de la psicología por el coaching (dos roles distintos) y también en la falta de programas que traten tanto la salud como la enfermedad mental”, sentencia.
Para esta profesional en el tema, los mayores retos de la psicología deportiva en la próxima década serán normalizar al psicólogo como un miembro más del cuerpo técnico, romper con los modelos tradicionales de formación en el deporte, generar una cultura de prevención y educación sobre la salud mental, respetar los tiempos y los procesos de cada deportista y poner la confianza en cuerpos técnicos que no repitan el modelo “competitivo” tradicional de la búsqueda del resultado por encima de todo, para fomentar así una cultura menos machista, exitista y resultadista en los deportes.
Aún queda mucho por avanzar, pero es importante, por sobre todas las cosas, volver a humanizar a los deportistas y no verlos como simples medios de entretenimiento. Tomemos de ejemplo a Simone Biles, Naomi Osaka, Kevin Love, Michael Phelps, Santiago Arzamendia y Luis Fariña, quienes rompieron la cadena del silencio y abrieron el debate del estigma de la salud mental en los deportes. “Es clave visibilizar y sensibilizar sobre estos problemas en el contexto deportivo y progresivamente introducir políticas de salud mental para cuidar a los atletas. Ignorar el tema, no hablar de ello o mirar hacia otro lado solo perpetúan el tabú, el aislamiento, el silencio y sus consecuencias”, finaliza Dancuart.
Si sos deportista o una persona a la que le agrada practicar cualquier actividad física, y te gustaría conocer nuevas herramientas para mejorar la relación contigo mismo y tu disciplina, podés acercarte a Centro Activa. Para agendar tu cita, contactá al (0972) 441-500 o visitá su cuenta de Instagram @centroactiva_py.
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