Una caótica aventura
El ex hechicero supremo de Marvel regresa a una cinta propia seis años después de su primera aparición y de la mano de un veterano director que intenta (y a veces logra) establecer un tono totalmente distinto a lo visto hasta el momento en el Universo Cinematográfico de Marvel (MCU, por sus siglas en inglés).
Horrores alternativos
Aunque el personaje interpretado por Benedict Cumberbatch (Sherlock, The Hobbit) no tuvo película propia desde 2016, su influencia en las demás cintas del MCU es inmensa.
Fue Doctor Strange quien, luego de visualizar millones de realidades posibles, encontró el camino para lograr la derrota del villano Thanos (Josh Brolin) en las dos últimas películas de Avengers (Infinity War y Endgame) y quien en la reciente Spider-Man: No Way Home ayudó a Peter Parker (Tom Holland) a solucionar otro problema multiversal. Pero su involucramiento en estos sucesos ahora le pasa factura.
La teoría del multiverso, que asegura que existen universos alternativos con distintas versiones de nuestro mundo y sus habitantes, es un concepto que Marvel viene desarrollando desde la primera Doctor Strange, pero en esta nueva fase la exprimen más.
En esta ocasión, la historia se centra no solo en Strange, sino también en América Chávez (Xochitl Gómez), una misteriosa joven con el poder de viajar entre universos, que está siendo perseguida por alguien que ya conocemos.
Para intentar ayudarla, Strange busca el apoyo de Wanda Maximoff (Elizabeth Olsen), quien luego de los eventos de la serie de Disney+ WandaVision tiene mayor control de sus poderes como la Bruja Escarlata, pero está en un estado emocional aún más frágil.
Extraña mezcla
La dirección esta vez quedó a cargo del legendario Sam Raimi (Evil Dead, trilogía original de Spider-Man), a quien —como a Chloé Zhao (Eternals)— Marvel le permitió poner su sello particular. Raimi trae su característica mezcla de terror y comedia a la película, aunque algo diluida, para una audiencia más amplia. El director juega tanto con su elenco como con el espacio alrededor de estos para traer visuales sorprendentes que ponen al límite las capacidades de los efectos especiales.
Pero el problema de la película está en el sobrecargado guión de Michael Waldron (Loki). El multiverso de la locura intenta explicar y mostrar demasiadas cosas con escenas de exposición que se sienten poco fluidas y algo forzadas a pesar del excelente trabajo del elenco. Olsen, como siempre, es fantástica como Wanda, aunque a estas alturas el sufrimiento al que es sujeto su personaje se siente innecesariamente cruel.
Los fans más acérrimos de Marvel estarán contentos con muchas de las sorpresas y guiños que esconde la película, pero el argumento simplemente no puede sostenerse por el peso de todo lo que intenta ser.
De cualquier manera, es una buena señal que Marvel continúe apostando por visiones más arriesgadas y menos cuadradas para contar las historias de esta fase del MCU.
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