Planear el embarazo
Existen métodos seguros y disponibles para quienes no se encuentran listas aún para ser madres. Gracias a la ciencia y a una mayor conciencia sobre nuestros propios cuerpos, hoy es posible tomar con calma una de las decisiones más importantes de la vida.
Ninguna mujer debería sentir prisa o presión externa, generalmente impuesta por la sociedad, para ser madre o enfocarse completamente en la maternidad, y dejar en segundo plano sueños y objetivos personales para responder al statu quo. Los tiempos han cambiado y, con ellos, los requerimientos, como el de ser mamá antes de los 30 años de edad.
Hoy por hoy, los estándares toman otra forma y la planificación pasa a jugar un papel central en la vida femenina. En Paraguay, uno de los métodos que más apuesta tiene por parte de la población de cierto privilegio financiero es la congelación de óvulos.
Este es un método que posibilita el conocimiento previo de la calidad y cantidad de los propios óvulos disponibles, es decir, tomar conocimiento del estado de la salud fértil. “Hoy día son muchas las mujeres que postergan la maternidad. Muchas de ellas conscientemente, y otras sin saber que la edad juega en contra”, explica Roger Molinas, especialista en medicina de la reproducción y director de la Clínica Neolife.
Considerado este factor, la congelación de óvulos es más eficaz a edad temprana, ya que resulta favorable a largo plazo y permite programar la maternidad. Si bien existen varios otros métodos para hacerlo, para este tratamiento generalmente solo se necesita la aprobación de la paciente, a diferencia de la fecundación in vitro (FIV). “El precio que se tiene que pagar [por postergar la maternidad] va a ser diferente de acuerdo con las características de cada persona”, menciona el doctor.
Perfiles de las candidatas
Desde el punto de vista reproductivo, las mujeres se clasifican en tres franjas etarias: las que tienen menos de 35 años, las de entre 35 y 40, y las de más de 40. En cada grupo varía la cantidad y calidad de óvulos que pueden producir; cada reserva ovárica es muy diferente y el número se mantiene constante hasta los 35. Luego comienza a descender, progresivamente, a partir de esa edad hasta los 40, y baja drásticamente después de la cuarta década. Lo mismo que ocurre con el volumen, sucede con la calidad. “Debido a esto, la posibilidad de conseguir un embarazo de manera natural o con la técnica de reproducción asistida se ve severamente afectado”, indica Molinas.
Asimismo, asegura que los resultados en pacientes jóvenes son mucho más alentadores en comparación con las mujeres maduras que acuden al centro. “Además de todo esto ocurre otra cosa: la calidad de los embriones que producen esas mujeres también se ven afectados”, añade el especialista sobre las alteraciones cromosómicas. En este punto explica que, a diferencia de la curva que responde a la cantidad y calidad de los óvulos, la probabilidad de que haya un problema es muy baja al comienzo. Sin embargo, con el correr de los años, esta curva sube drásticamente, después de los 40. Un ejemplo claro, pero no muy común en el entorno clínico, es el síndrome de Down, dado que las mujeres que tienen 35 años o más, cuando quedan embarazadas, elevan las probabilidades de tener un embarazo afectado: “Este no es el más común de los ejemplos, pero probablemente sea el que más se conoce dentro de la población general, porque hay otras alteraciones cromosómicas que se detectan que ni siquiera llegan a término. Esos embarazos, muchas veces, terminan en un aborto [espontáneo]”.
Es necesario realizar estudios para detectar anomalías que vayan contra el resultado buscado. Entre los casos concretos que se dan durante la consulta se encuentra la menopausia precoz, conocida técnicamente como insuficiencia ovárica prematura, donde el riesgo de que la mujer ya no pueda menstruar representa un punto clave para el tratamiento, ya que el proceso comúnmente se inicia el primer día del ciclo menstrual.
Mismo objetivo, distintos escenarios
Cuando la consulta tiene como objetivo la fertilidad para un embarazo futuro, lo que se toma en cuenta es la cantidad y la calidad de los óvulos. Para ello, se realiza un diagnóstico del potencial reproductivo de la paciente, luego se hace una ecografía y un análisis de sangre para medir la hormona antimulleriana, que es el marcador más sensible y específico de la reserva ovárica. Esto dará como resultado dos indicadores que definirán el pronóstico: si la mujer tiene buena reserva y cómo se dará el tratamiento. Dichos estudios y resultados están en el día mismo del análisis.
Si todo está en orden, comienza la estimulación para producir varios óvulos por ciclo, en lugar de uno, como es usual. El tratamiento dura entre 10 y 12 días, se realiza por medio de inyecciones hormonales y se debe iniciar el primer día del periodo menstrual. En ese lapso, se controla la respuesta de los ovarios mediante ecografías.
Una vez que la mujer está a punto de ovular, se pasa a la segunda fase: la aspiración folicular, un procedimiento que se realiza en quirófano bajo sedación, dura unos 15 minutos y consiste en la introducción de una aguja para pinchar el ovario y aspirar los óvulos generados con el tratamiento. Ya en la tercera fase, los óvulos extraídos se introducen en unos contenedores a cargo del laboratorio. En cada envase se pueden almacenar varios, en un refrigerador especial a -193 °C. Pueden durar, así, muchos años.
Este mismo procedimiento se realiza en una fecundación in vitro: todo comienza con la estimulación ovárica, luego se realiza la aspiración folicular y el tercer paso —en lugar de congelarlos— consiste en la fertilización de los óvulos.
Otro punto que se tendrá en cuenta es el escenario específico de cada caso; si es una mujer joven que busca atrasar la maternidad o si es alguien de edad avanzada, quien postergó la maternidad en el pasado pero que, en la actualidad, busca opciones para dar con el embarazo deseado. En este último caso, el panorama es distinto, ya que el procedimiento se dará de otra manera: congelando los tejidos ováricos.
La congelación, entonces, es un método para conservar el potencial reproductivo de las mujeres para el futuro. Los óvulos que se extraen se congelan sin fecundar y se conservan para su uso en unos años en el futuro. Un óvulo congelado puede descongelarse, combinarse con un espermatozoide en un laboratorio e implantarse en el útero.
En general, la medicina reproductiva considera suficiente una reserva de 10 óvulos, pero el número final dependerá de la edad de cada paciente y la calidad de su reserva ovárica. Cuanto más temprana sea la decisión de congelar los óvulos, mejores chances habrá de que el embarazo sea un éxito, pues antes de los 35, normalmente, todavía existe la reserva necesaria para hacer la extracción.
Los óvulos congelados se pueden utilizar en el momento de la extracción, como también hasta 30 años después de esta. Ahí radica su importancia, pues se pueden utilizar cuando una desee vivir la maternidad.
Acompañamiento
Graduado en Medicina y Cirugía por la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (UNA) en 1991, el doctor Roger Molinas hizo la especialidad durante tres años en Medicina Rural. Luego, realizó una residencia en la carrera de Ginecología en la UNA y pasó ocho años en Bélgica, donde finalizó una maestría, un doctorado y un posdoctorado en Medicina y en Cirugía Reproductiva.
A su vuelta a Asunción, Roger trabajó durante un periodo de tiempo en el Centro Médico La Costa, en el área de Cirugía Reproductiva y con la técnica de reproducción asistida de baja complejidad. “Como necesitaba un espacio para procesos de alta complejidad con congelamiento de óvulos y demás, ahí surgió la idea de fundar Neolife”, cierra.
Neolife es una clínica de fertilidad especializada en el diagnóstico y tratamiento de la fertilidad. Dentro de este centro se puede comenzar el proceso a partir de la consulta inicial, en la cual el médico le explica a la paciente todas las herramientas que existen, de manera a conseguir el embarazo en el menor tiempo posible. El plantel está conformado por profesionales del área de psicología, ginecología, nutrición, endocrinología y laboratorio. “Todos los departamentos son claves para saber qué debemos hacer y qué no. Cada caso se discute de manera multidisciplinaria para ofrecer a la paciente sus mejores chances”, refiere Molinas. Están habilitadas las vías de contacto para acceder a una cita a través del número (021) 729-9090, al e-mail info@neolife.com.py y la página web neolife.com.py.
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