El amor que deviene en arte
El artista presentó su nueva colección de obras, que nace de un amor latente e incisivo por la pintura y la libertad que esta le otorga para convertir su vulnerabilidad y su pasión en arte.
Por Nadia Gómez. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli. Locación: Auto Estación (@autoestacionpy / www.autoestacion.com.py). Imágenes de las obras: cortesía de BGN/Arte.
Nos encontramos con Rolo el día de la apertura de Amateur, una tarde que devino en una atmósfera acuosa; las nubes ansiosas traían consigo una lluvia inesperada. Llegó y vio por primera vez aquellas 12 obras suyas montadas en la galería BGN/Arte. Una sonrisa se esbozó desde la comisura de sus labios, pero en su mirada estaba la esencia de esa palabra con la que nombró a su colección, la del amateur, o “el que ama”.
Rolo rescata la etimología de esta palabra, que proviene del francés y se utiliza frecuentemente para describir a una persona aficionada a algo en particular. Amateur sustituye a la palabra amaor, que deriva del latín amator, referido a “el que ama”. Finalmente, por ahí va su camino recorrido, uno guiado por la pasión y el inmenso amor que siente hacia el arte de pintar. De hecho, cuenta que crea desde que tiene uso de razón. A los 12 años tomó su primer curso de dibujo, y de ahí en adelante su formación tuvo un enfoque artístico. En la secundaria optó por un Bachillerato Técnico en Diseño Gráfico y Publicidad, y luego se recibió de profesor superior en Artes Plásticas, en el Instituto Superior de Bellas Artes.
Allá por el 2007 se encontraba en una etapa en la que no se sentía a gusto con el diseño gráfico y tampoco con lo artesanal del mundo de las bellas artes. Fue entonces cuando se embarcó en la ilustración digital, una forma de expresión en la cual convergen las herramientas virtuales y el dibujo. Parte de su carrera la dedicó a la ilustración editorial: trabajó en libros infantiles y enciclopedias, y diseñó libros y revistas.
En ese momento también pintaba cuadros, pero sin dedicarse de manera completa a ellos porque se consideraba mejor en el arte de la ilustración. “Nunca forcé nada dentro de mi carrera. Siempre digo que no sé cómo llegué hasta acá. Para mí, pintar y dibujar fue lo natural, y una cosa llevó a la otra, entonces como que nunca presioné para que se diera algo”, explica.
En 2009, a través de conocidos y amigos del rubro del diseño y el arte, se encontró con el grafiti. “Comencé un fin de semana y me explotó la cabeza. Nunca más lo dejé”, agrega.
Coincidentemente, la empresa en la que trabajaba en ese entonces, al cabo de unos meses de que empezara a hacer grafiti, se cerró. Rolo vio esto como una oportunidad de acudir al llamado del montón de muros que esperaban ser pintados. Empezaron a gestarse proyectos enfocados en esta expresión artística que se estaba popularizando en Asunción. “Había toda una industria publicitaria deseosa de artistas nacionales que terminó adoptándonos. Teníamos un mercado con mucha necesidad y estábamos con muchas ganas de hacer cosas. Hasta hoy me mantengo económicamente con eso. Soy muralista, pinto murales”, detalla.
Sin embargo, hace tres años que la vida de Rolo cambió por completo, pues se convirtió en papá. Anteriormente sus días eran completamente suyos y los dedicaba a hacer lo que ama: pintar. “Cuando nació mi hijo, mi mundo cambió. Frené bastante el crear de manera frenética. Ahora siento que tengo muchos más temas por día; por ejemplo, ver crecer a mi hijo, disfrutar de ese proceso. Todo eso afecta mi arte. Ya tengo otra visión, otra perspectiva”, comenta. El artista cree que actualmente los temas que explora tienen una sensibilidad extra y que realmente no puede separar sus dos facetas, el trabajo y la familia. “Tengo el privilegio de hacer algo que me permite mezclar todo el tiempo esos mundos, que me deja hablar de mí, de mi mundo y de las cosas que me pasan diariamente”.
Ser un niño, en un taller
De alguna u otra manera, Rolo es consciente de que siempre deseó trabajar con imágenes. Tuvo una búsqueda constante para encontrar de qué manera, cómo hacerlo, y gracias a eso navegó por distintos formatos: diseñó, ilustró, pintó muros, cuadros, ilustró letras, etcétera, todo esto gracias a la gran fascinación que tenía por la plástica: “Seguro tuve dudas, pero para mí estaba claro. Me dije: ‘No sé hacer otra cosa, esto es a lo que tengo que dedicarme, con todo’. Creo que no me permití dudar de mi capacidad o de lo que quería de mi vida, y eso me trajo hasta acá”.
Su entorno familiar fue una influencia importante para su formación como artista. Rolo creció rodeado de un ambiente creativo y transformador. Su padre se dedicaba a la metalurgia y tenía un taller en el cual se fabricaban colectivos. “No me había dado cuenta, hasta hace poco, de lo que implicó esto en mi formación. En mi patio trasero se hacían los buses. Venía un pedazo de hierro y salía un micro. Y para mí eso siempre fue normal”. Por eso, cuando hablamos de un ambiente “creativo”, nos referimos a uno en donde se crean, se hacen las cosas. De su papá no recibió ningún tipo de limitaciones; al contrario, lo instaba a trabajar y a esforzarse por dedicarse a esto que hoy es su vida.
Haber crecido en un taller, rodeado de herramientas y materiales, le dotó de una mirada orientada a la imaginación y a lo posible. “No era el típico niño que tenía los juguetes que quería, pero sí había un taller entero para hacer esos juguetes. Me construía autos, y todas las cosas que me regalaban, las transformaba al ponerles rayas, al pintarlas y cambiarlas. Creo que a los 10 años era el único chico que podía manejar herramientas”, cuenta mientras sonríe. Era un niño, pero también una persona más trabajando y creando en aquel taller, que aprendía y observaba todo desde pequeño. Rolo cree que gracias a esas vivencias, hoy él puede hacer todo lo que se proponga.
Ser niño y crear como un niño. Eso es algo que buscó recrear a través de esta nueva colección de obras, el sentimiento de libertad que evoca una creación a partir de un deseo suyo, el “quiero que se vea así”, y que simplemente ese sea el fin, el objetivo: “Porque cuando era chico siempre fue así. ¿No me gusta el color? Lo cambio. ¿Y si le pongo esta rueda? Ahora sigo con esa mentalidad, que es la que me condujo hasta acá”.
El muralismo es arte
Rolo establece una diferencia importante entre el muralismo y pintar cuadros, dos de sus medios de expresión más importantes. “Cuando uno pinta un mural, lo ve todo el mundo básicamente, todas las personas que pasan por la calle y la gente que va en limosinas; el arte está ahí para todos. En cambio, cuando hago cuadros, los hago para mí”, diferencia. Los murales están pensados desde otra perspectiva, como quién puede llegar a verlos, dónde van a estar pintados y cómo se van a ver.
Siempre que va a pintar un mural se detiene a pensar en factores como quiénes son los vecinos. Existe una cuestión fundamental a la hora de considerar y concebir uno: inevitablemente pasará a formar parte de la visual cotidiana del lugar y ocupará un lugar en la memoria de los transeúntes y de los habitantes. “Hay un factor social definitivamente. No es lo mismo pintar dentro de un barrio como la Chacarita que en otra zona. Y no hago diferencias, sino que no pondría en ese lugar temas que no van a funcionar, sé que tienen su propia cultura y la idea es hacer algo acorde a la comunidad”, se explaya. En combinación con ese factor, está también la posibilidad de dejar su impronta artística, y para él, ahí radica el condimento de hacer murales.
Dedicarse a este rubro, en Paraguay, conlleva los mismos desafíos que en la mayor parte del campo cultural. En el caso de Rolo, a pesar de las dificultades que existen, logró tener un buen vivir por medio de su trabajo y gracias a que estableció límites que fueron formando a su clientela, que actualmente recurre a él para acceder a su visión de las cosas. “Igual cuesta un montón, porque el muralismo se sigue tratando como un factor decorativo, no como una expresión. Creo que ese es el desafío más grande que hay”, agrega.
El auge del muralismo en el país se dio en principio gracias a la industria publicitaria, pues en una época muchos artistas empezaron a dedicarse y vivir netamente de eso. “Yo agradezco mucho que las agencias hayan utilizado este arte como una herramienta de transmisión, y adoptaron a muchos muralistas para hacer eso. Va cambiando de a poco, cuatro o cinco años atrás todo era más orientado a la publicidad, pero ahora se está convirtiendo un poco más en expresión”, piensa. Hace hincapié en que la idea de que el muralismo vaya ocupando ese lugar más artístico es algo que también depende del artista, de sus propuestas a la hora de trabajar, ya sea con marcas, entes privados u organizaciones.
Desde ese inicio hasta la actualidad, Rolo ve una diferencia y un crecimiento enormes, tanto en la cantidad de personas que empezaron a incursionar en el muralismo, pasando por la diferencia de calidad en los materiales que se utilizan, hasta la manera en la que el público percibe a este arte. “Hay más lugares para pintar, más necesidad y más exigencia, lo que también está bueno. Las personas tienen su artista preferido, por ejemplo, y esa competencia es sana para el mercado. La gente comienza a comparar y eso es nutritivo”, explica. Si bien el rubro del muralismo, así como el del arte en general, tiene aún muchas carencias, el crecimiento y el progreso son notorios.
En cuanto a temas abordados, más bien se deja guiar por el instinto. En 2018 lanzó su colección Real, y en el libro que reúne imágenes de las obras, explica en detalle qué significa para él pintar por instinto básico. En realidad, lo considera un misterio, pero sabe que disfruta al hacerlo: el crear una escena ideal, pensar en los colores, explorar ángulos, hasta finalmente saborear el resultado e ilusionarse con el próximo reto. Cuenta que se lanza a trazar y a elegir tonalidades gracias a la confianza que tiene en ese misterioso instinto. “Todo está a la vista, esperando a ser descubierto”, escribe y se reafirma en que las imágenes del cotidiano, los gestos y los recuerdos pueden ser alimentos y generadores de imágenes.
Entonces, el tema no viene a ser el centro o el inicio de una obra para Rolo, sino la manera en que decide encarar cada tema que trabaja: “Si hay algo que diferencia a mis obras es que son enigmáticas. Cada persona puede percibirla de una manera distinta. Creo que está más bien ahí lo mío, no tanto en el concepto, sino en cómo lo encaro”. Sin embargo, existe una variedad significativa en las cuestiones que aborda, que pueden estar basadas en la cotidianeidad, contener una carga fantasiosa o, por el contrario, ser muy realistas.
Amateur
En 2018, Rolo se volvió a encontrar con el mundo de los cuadros, en un contexto totalmente distinto a lo que es su día a día trabajando con murales. “Fue mucho más personal porque no tenía que cumplir con nadie, con ningún tiempo. Me había olvidado de cómo era trabajar sin presión”, recuerda. Las posibilidades que trae el desenvolverse solo y sin tiempo límite fue algo que le cautivó.
Su mundo está dividido en dos; cuando pinta cuadros se siente como una persona amateur, alguien que crearía obras aunque no recibiera nada a cambio. “Y tengo por suerte el mundo del muralismo, que me conoce y que es rentable, puedo vivir bien y tranquilo de eso. Entonces, cuando pinto cuadros soy más bien un amateur, y cuando hago murales, soy un profesional”. Esta sería su quinta muestra individual, pero él considera que es la segunda con mayor peso, luego de Real. Con esta colección, la necesidad que está detrás es simplemente la de pintar y expresarse, sin que exista un fin económico o las ganas de dar explicaciones a alguien. “Expongo algo que nadie me pidió, es una idea absolutamente mía y eso te pone bajo presión, quieras o no. Pero está bueno, porque cuando uno pasa por ese proceso queda más fuerte, con mayor seguridad”, precisa.
Esta serie comenzó a gestarse el año pasado. Luego de un viaje al interior del país, Rolo volvió inspirado y listo para embarcarse en su próxima búsqueda. “Algunas obras llevan un día, pero a lo largo de un año. Me gusta tomarme ese tiempo, corregir, no corregir. Me agrada trabajarlas. Pueden ser tres días a lo largo de un mes, o en tres horas, pero también a lo largo de un mes, de a 15 minutos cada vez”, explica. La posibilidad de revisitar la obra, de mirarla desde otro lugar, desde el paso del tiempo, es uno de los regalos que ofrece este proceso que lleva a cabo.
Amateur está dividido en tres capítulos, y cada uno consta de cuatro obras. Pasó así luego de que Rolo haya pintado cuatro cuadros de seguido, y en una semana ya tenía lo que sería una minicolección. Quiso aplicar la misma fórmula para crear más, pero no resultó: “Me di cuenta de que quería seguir con esto, pero necesitaba cambiar ciertas reglas. Comencé a crear de nuevo y, coincidentemente, volví a hacer otras cuatro que quedaron juntas. Así nacieron los primeros dos capítulos”.
El primer capítulo, Amor de verano, se refiere a una relación desenfrenada en medio del verano de 2022. Podemos ver la imagen de una misma persona en distintas etapas de su vida, en diferentes estaciones, pero con la misma postura, “casi como una obsesión estival”, agrega. La segunda se titula Coqueteando con la fotografía, y aquí Rolo explica que sintió la necesidad de contar con referencias visuales más fuertes. Así, decidió sacar sus propias fotos y trabajar a partir de ellas. “Cuando capto una imagen, quiero tener el control sobre las cosas reales, pero no puedo. En cambio, cuando pinto, estoy en control. Y el capítulo se llama así porque tenemos una especie de coqueteo, de risas, pero no termina de ser formalmente un trabajo sobre capturas”, detalla.
El último capítulo, Dicen que, es para Rolo el cierre de esta colección. El que le permite despojarse de los prejuicios existentes a la hora de crear. “Se llama así por eso, y es un poco para romper las barreras, para saltar las reglas, mis propias reglas. Quizás me proyecto más hacia ese lugar, donde yo mismo violo mis propias leyes”, comenta. Las 12 obras se encuentran disponibles en la galería BGN/Arte, ubicada en el Paseo La Peregrina, sobre Augusto Roa Bastos casi España.
El proceso de crear esta colección se asemejó a enfrentarse a una tormenta, para Rolo. Hay un momento en el que visualizó nubes hermosas, y se sintió cierta belleza en el aire, pero la realidad era que la lluvia y los rayos se estaban acercando. El vendaval se desató en el momento en que comenzaron los desafíos, los cuestionamientos, las búsquedas interiores. “El proceso estuvo lleno de preguntas personales, de cuestiones técnicas. Me gustan esas dos cosas, lo metodológico y lo espiritual que tiene la obra. ¿Cómo logro eso? Con una pincelada más, un punto, un brillo en el ojo de la persona. Eso puede cambiar toda la obra”, dice.
Rolo siempre encuentra sorpresas en ese proceso, y el hecho de exponer su creación es un paso importante. Sin embargo, la etapa más difícil ya la atravesó, aquella en la que se enfrenta a sus cuadros luego de pintarlos y visualizarlos, así como él quería que se vieran. La analogía de la tormenta para él fue una forma de nombrar su proceso desde una perspectiva poética, y no fue coincidencia que el día de la apertura, también, las nubes y el agua hayan estado presentes, una vez más.
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