El rock persiste como nunca
Como si tejiera y surfeara al mismo tiempo la historia del rock en Paraguay, llega el documental Sobrevive la música, parte de un proyecto transmedia impulsado por Luis Bogado, con la producción ejecutiva de Esteban Aguirre. Un registro que explora los orígenes del estilo en el país y su presente, y que consiste en un documento valioso e innovador en términos de visión y conservación de la memoria colectiva de este género tan revolucionario.
Por Nadia Gómez. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Bethania Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez. Locación: Rockero.
Para Sergio Ferreira, periodista y autor del libro Tengo un tema, hablar de rock en Paraguay es una manera de resaltar las dificultades que existen en el país, trozado por dictaduras y malos gobiernos, para todo tipo de expresiones artísticas. Hablar de rock, y hacerlo en Paraguay, es la aventura y el desafío más rockero que pueda existir, según Luis Bogado y Esteban Aguirre, productores ejecutivos del documental.
Luis Bogado, quien también funge de director, es productor hace 20 años y hace 10 que lo hace desde Planeador, la empresa productora que abrió y desde donde realiza sus proyectos: “Vengo de una familia en la que se hablaba más de música, de lo que se escuchaba. Al nutrirme de eso investigué y escuché, primero, grupos internacionales; luego, argentinos y, hoy por hoy, rock de todos lados. Creo que de ahí viene la conexión, de que me digan en mi casa que es importante consumir cultura y escuchar las letras”. Luis nació en Resistencia, Chaco (Argentina) y en 2004 vino a Paraguay por casualidad, pero al final se quedó.
Esteban Aguirre, más conocido como Panza, es comunicador de profesión y productor ejecutivo del documental. “Para mí, la música y el cine son de cuna. Con mi hermano, apenas pudimos agarrar una cámara, ya hacíamos cortos”, recuerda. Esteban se sumó al proyecto de la mano de Luis y cuenta que la idea de la cocreación le parece fundamental: “Si hay algo que me gusta es quedarme al final de los créditos y ver los miles de nombres que hicieron realidad un material de dos horas”. Cabe resaltar que ambos venían de haber visto por primera vez Sobrevive la música en una pantalla de cine. La emoción era palpable.
“El rock era lo que más se escuchaba en ese momento. Acá no había mucha información accesible sobre este estilo y me parecía interesante abordar eso; también cumplía con un deseo personal de querer conocer más al respecto, así como darme cuenta de que era una necesidad colectiva, que todo el mundo necesita tener a mano”, dice Luis, quien sentía muchas ganas de hacer de este proyecto una realidad.
Luis había encontrado un libro, de Rudi Elías, Vicente Morales y Óscar Gaona, sobre las orquestas bailables asuncenas que estuvieron activas entre las décadas del 60 y 80. “Es un trabajo muy interesante, pero a partir de ahí, de grupos que hacían temas propios no había mucho más”, comenta. También menciona una publicación escrita por Alcy Rock, pionero del ambiente local, titulada Movimiento rock y orquestal en Paraguay (2003). “Creo que eso me hizo dar cuenta de que había una falta, no existía una tradición marcada que sí hallamos en el folclore o la tradición de las orquestas. El rock no tenía… es decir, sí tiene la tradición, pero no está escrita o plasmada en alguna plataforma”, se extiende Luis.
Llegó a estas investigaciones por ingenuidad, cuenta Luis: “Como trabajo en audiovisual y tengo muchos amigos músicos, pensaba que ahí nomás estaba, que iba a ser fácil quitar un documental, en dos meses”. Luis y Panza se miran como rememorando el trabajo, todo lo que implicó el material, y ríen. Luis cuenta que, al empezar a hablar con los entrevistados, había datos que los llevaban a otras épocas; encontraban a otra persona que no sabían que existía y la conocían, y otra vez eso abría otras puertas. “Llegó un momento en que fue gigante, se convirtió en la punta de todo este proyecto. La investigación era tan grande que era imposible reflejarla en un documental de dos horas. Y ahí colapsé”, y ambos ríen de vuelta.
El trabajo y la mirada de Panza entraron en acción en ese momento, pues se dio cuenta de que un documental no cumplía con la necesidad de la investigación realizada. Juntos se sentaron a hacer un análisis y de ahí salió la posibilidad de un proyecto transmedia, es decir, una idea desarrollada a través de diferentes medios y plataformas de comunicación.
Para ambos era fundamental realizar este material. “Cada país necesita su documental, que verdaderamente sistematice y universalice el tema; en este caso, el rock en Paraguay”, agrega Panza. Cuando se dieron cuenta de que el material superaría las dos horas de duración y que demasiadas cosas quedarían fuera, nació la idea de migrarlo y que también fuera un libro (que luego terminó como Tengo un tema, de Sergio Ferreira).
Aquello que no entrara ni en el documental ni el libro, quedaría en una plataforma web que ya existe: rock.com.py. “Si salís de ver el material y al terminar de leer el libro decís: ‘Quiero hacer algo con la historia de Chester Swann’, bueno, acá está todo lo que nosotros conseguimos, esperamos que consigas más”, agrega Panza.
Vivimos en una época difícil en cuanto a la economía de la atención, y con una sobreestimulación de pantalla y de información constante. “Los niños de hoy, que ya nacieron en internet, no tienen la idea de la localía, pues esta requiere de exposición y que genuinamente les llame la atención. Entonces convertimos esto en un proyecto transmedia, para que se perciba desde distintas plataformas, lugares y en diferentes momentos”, comenta Panza.
Ambos creen, incluso antes de estrenar la película, que ya se empieza a generar una conversación importante desde las entrevistas que hizo Luis, y que cada músico habla de un mismo tema pero desde una memoria selectiva. “Es un rejunte de recuerdos. Entonces, crear un marco de conversación es, creemos, el inicio de una nueva etapa de diálogo sobre una historia en común, que hasta ahora apenas un montón de memorias selectivas”, agrega Panza.
Etapa investigativa
La película tuvo una etapa de investigación dura que comprendió el periodo entre 2016 y 2018. “Un poco antes ya estaba haciendo una investigación un poco más tímida. Creo que después de condensar esos datos, hubo un proceso muy importante de recolección, porque, así como la información está dispersa, también los archivos”, comenta Luis. Las entrevistas que se grabaron estaban pensadas para hacer un teaser para el documental, y fueron 14 jornadas de grabación en las que participaron 39 personas. “Algo para nada recomendable”, dice Luis mientras ríe. Al final, esas entrevistas fueron los insumos directos del documental.
El proceso mismo trajo consigo un montón de hallazgos. “Hay cosas que están en el documental y cosas que no; por ejemplo, conocer la sala donde Jörn Wenger (IODI) digitaliza sus materiales fue algo impresionante. Cuando comencé la investigación conocía IODI, lo tenía en cuenta porque fue algo importante para la época. A través de eso conocí JODI, que fue el primer proyecto de Jörn, que me voló la cabeza”, agrega Luis.
En el documental, que comprende desde los orígenes del rock hasta la actualidad, para Luis hay cosas sorprendentes en todas las épocas. “Durante la dictadura, la movida musical tenía que ver con la resistencia, estaban figuras como Chester Swann y Alcy Rock, o toda la escena que había en Misión de Amistad”, cuenta Luis. Esta era una rama social de la Iglesia Discípulos de Cristo, en cuyo espacio Rudi Torga, poeta paraguayo, era el encargado de la acción comunitaria de la misión en los 70. Sergio Ferreira se refiere en su libro a Misión de Amistad como uno de los centros culturales en los cuales se percibía cierto aire de libertad. “Entender lo que significaba hacer música con actitud, durante una época terrible… Fueron ejemplos, realmente”, acota Luis.
Ya en un periodo más contemporáneo, Luis se refiere también a la envergadura de la carrera de Paiko en los 2000: “Calculaba el otro día que en 2000 o 2001 la banda hacía 100 espectáculos en un año. Eso es equiparable hoy a la agenda de un artista como Pablito Lescano. Eran atletas del escenario”. También está la transformación de Kchiporros, desde sus inicios hasta su internacionalización. Además se refiere a los locales, que para Panza cuentan tanto como un músico más, porque las movidas finalmente se gestaban en estos lugares y gracias a la voluntad de las personas que los manejaban.
Sobrevive la música es un título que Panza entendió a través y en el proceso de lo que fue este documental. “Los veo a todos y sé que tienen en común una historia que ni siquiera saben que está interconectada. Creo que el arte musical inventó el Bluetooth antes de que exista. Los músicos se miran entre sí y ya pillan todo, tienen una conversación con la mirada. Como modo de supervivencia en nuestra escena, lo que sobrevivió fue la música”, agrega Panza. Todo este proceso para él fue como un baño de humildad y se encontró con una causa muy didáctica y, aparte, con temazos. “Mi nueva banda de cabecera es JODI con su disco Pop Espontáneo. Eso fue antes de Depeche Mode, en 1965. Los oigo y pienso: ‘¿Esto estaban haciendo en los 60 acá?’. Esperamos que después de esto existan ciertas explosiones y que se rediman algunos discazos que están para ser escuchados”, comenta Panza.
El (no) lugar del rock paraguayo
En su búsqueda por conocer a profundidad la historia del rock paraguayo, Luis se embarcó en un viaje que empezó en 2016, hace siete años, y que se materializó en este proyecto que el 23 de noviembre tuvo su estreno oficial en las salas de cine del país.
Sin embargo, como decía Sergio Ferreira, hablar de rock en Paraguay es también hablar de las dificultades que enfrenta el rubro musical en el país. “Creo que aquí hay una falencia en la política cultural, pero dentro de eso, el rock tiene más falencias aún”, agrega Luis.
Para él, el rock siempre estuvo relegado. Y lo ejemplifica con una anécdota importante en el marco de la grabación del documental, que tiene que ver con Catunga, guitarrista y fundadora del grupo California Superstar: “Las entrevistas se realizaban en locaciones asociadas con el entrevistado. En el caso de Catunga, era difícil porque los sitios donde ella tocó ya no existen, estamos hablando de su época de auge entre los 70 y 80. Llamé al Teatro Municipal, en 2018, y la directora de ese entonces me respondió que ahí no se permiten ‘ese tipo de cosas’”, comenta Luis. Catunga falleció en febrero de este año, y esa charla, que forma parte del documental, constituye un registro importantísimo de una pionera del estilo a nivel local; si hablamos en términos del lugar del rock como objeto de investigación y también de género, por la reivindicación del lugar que las mujeres merecen en la escena paraguaya.
Persiste la idea de que el rock, más que un género, es una actitud. Contestataria, necesaria. “Era muy importante para donde estamos hoy a nivel cultural. Creemos que debería llegar el momento de que se le glorifique, que se le otorgue su lugar en la lucha luego de haber pasado por tantos años de dictadura”, agrega Panza. Una de las dificultades fue, como muchos proyectos de índole cultural, el financiamiento. Encontraron apoyo mayormente en el ámbito privado, además del sector público también. “Entiendo que buscábamos fondos en el fin del mundo durante la pandemia, hasta a nosotros nos costaba trabajar en esto, ¿pero qué más rock que seguir haciéndolo todo ante la adversidad?”, cuenta Panza.
Cuando iban a presentar el proyecto, ambos coinciden en que siempre había una persona presente con alguna anécdota que lo remontaba a alguna época importante del rock en Paraguay: el Rock en San Ber, algún festival, la vez que vino una banda por primera vez al país. “Todos tenían un viaje a su juventud, y desde ese lugar sentimos que esto toca un nervio popular. La gente se va a identificar con la historia, es universal, pero a mí me parece en general que el fomento del cine es importante, porque si este tipo de cosas no ocurren, la huella de lo que fue el esfuerzo cultural se va borrando”, agrega Panza.
Cultura que vive
La película tuvo tres etapas de edición. En la primera, en 2020, se definió el lenguaje y el formato, con Armando Aquino. Una segunda, que duró entre ocho a 10 meses, con Aníbal Ríos, fue de compaginación de entrevistas, separación de temas y selección de músicas. Luego, la tercera, de montaje, con Andrea Gandolfo, con quien miraron la película con una visión macro, y fueron contando los tiempos y las cadencias.
Para Panza, tener tres editores es increíble, pues cada uno aplicó su impronta a la narrativa de la película. Esta particular historia se cuenta en torno a la mirada y al trabajo de dirección de Luis, y con ayuda de estas tres intervenciones. Uno de los hilos conductores es que las letras de las canciones están en coherencia con los temas de los que se habla en cada momento.
La película estará disponible en 100 salas en 23 cines de todo el país a partir del 23 de noviembre. La permanencia en cartelera depende de cómo le va, y en general, para las pelis nacionales suele ser una duración de tres a cinco semanas. “Nuestra idea es que esto esté disponible la mayor cantidad de tiempo posible; luego tenemos una etapa de recorrido por festivales. Hicimos una ruta de eventos exclusivos de música”, comenta Luis.
Están también tras la posibilidad de tener un visionado en algún canal de aire a nivel país, para que sea accesible a una mayor cantidad de personas. “Esta es una experiencia para el cine. Queremos que una gran cantidad de personas experimente en la gran pantalla esto”, agrega Panza. Existen festivales de documentales de rock exclusivamente, y el objetivo es que Sobrevive la música vaya de gira y tenga un impacto, no solo a nivel país sino también mundial. “No descubrimos la pólvora, pero estamos dispuestos a utilizarla”, puntualiza Panza con una sonrisa.
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