Un mundo de tradición ribereña
Solo 24 kilómetros es la distancia entre la capital del país y el puente Remanso donde, como ya muchos saben, el comercio del pescado es una de las principales actividades de los habitantes. Aprovechamos la llegada de Semana Santa para mostrarte todo lo que propone la zona, así podés visitar este rincón en la ribera del río Paraguay.
Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Bethania Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli.
El río es, para nuestro país, más que un simple elemento geográfico. Es parte de nuestra identidad, historia y, durante mucho tiempo, sustento. Desde tiempos ancestrales, la vida de quienes han habitado este territorio estuvo entrelazada con las aguas. Sin embargo, a medida que avanzamos en la modernidad, la relación con uno de nuestros afluentes más importantes experimentó cambios significativos. Aun así, las comunidades ribereñas preservan esta relación con el cuerpo hídrico.
Un gran mito que rodea a nuestro país está en su mismo nombre, Paraguay. Hay quienes dicen que vendría a ser como: “para”, traducido como mar; “gua”, como «originario de», y la palabra “y” como agua. Por lo tanto, «agua que viene del mar». Esa acepción, por más romántica que sea, fue rebatida por el historiador Jorge Rubiani, aunque si vemos la relación que tenemos con el agua, no está muy lejos de la realidad.
En una entrevista de Pausa con Milda Rivarola de noviembre de 2023, la investigadora e historiadora afirmó que el vínculo de los habitantes del país con el agua siempre fue muy estrecho. Los ríos eran rutas de transporte rápido, fuentes de trabajo y alimento, y a sus orillas nacieron las grandes ciudades. Pero en un punto, esta relación cambió. La capital, que en principio dio la espalda a la corriente, ahora busca reconciliarse.
Uno de esos barrios que nacieron del río es Remanso, en Mariano Roque Alonso. Algunos lo conocen porque la visita es una tradición dominical familiar, el centro comercial obligado de quienes aman el pescado y muchos descubrieron ese paraíso gastronómico hace muy poco. Pero hay algo en común: todos quedan maravillados con el lugar.
Decidimos enfocarnos en la labor de quienes vivieron toda su vida “en el río”, como dice don Nicolás, cuya entrevista relatamos más adelante. La historia empezó con los pescadores (y las pescadoras, no nos olvidemos de ellas) y conquistó cada paso del circuito: las vendedoras y, luego, a pedido del público, los restaurantes. Se trata de todo un barrio en la ribera que vive de y gracias al curso del río Paraguay.
Hacia allá nos dirigimos a encontrarnos con ña Perla, de la Asociación de Pescadoras y Vendedoras de Pescado de Remanso; también, conocimos distintos comedores. La primera parada culinaria —obligatoria— fue Las Delicias, pero también fuimos a El Buen Sabor, el Shopping del Pescado y El Dorado. En esta nota traemos la guía imprescindible para una visita que seguro vas a disfrutar tanto de leer como nosotros al crearla.
Pese al poco apoyo de parte del municipio, el mal estado de las calles y la falta de explotación de este paseo del pescado como el lugar turístico que es, Remanso es un espacio que florece y cada año recibe a miles de personas. Como iniciamos la Semana Santa y sabemos que las tradiciones son importantes, el equipo de Pausa
se trasladó hasta ahí con un solo fin: traerte una guía con toda la información necesaria para aprovechar el feriado nacional con una visita que no tiene desperdicio.
Acompañanos, el sabor está asegurado.
Parada obligatoria
Iniciamos este viaje por orden cronológico y de importancia. Antes de la construcción del puente Remanso, en 1978, la zona ya era un lugar de paso obligado para quienes se dirigían al Chaco. Numerosas familias se dedicaban a eso, eran paseros que trasladaban a la gente y sus enseres de una orilla a otra, en balsas y canoas.
Como toda comunidad que nace a la orilla del río, una de las principales actividades siempre fue la pesca. Según Perla Oviedo, de la Asociación de Pescadoras y Vendedoras de Pescado de Remanso, últimamente esta actividad decayó. “Sobre todo cuando se trata de pescados grandes, los más chicos son los que se sacan acá”, aclara.
Perla forma parte de la asociación hace unos 20 años, pero conoce “esto del pescado desde que estaba en la panza de mi mamá”. La profesión la heredó de su abuelo, que pescaba, y de su abuela, que vendía. Y esa es la historia que se repite con cada una de las vendedoras de Remanso.
Este tenía que haber sido ya un lugar turístico, porque es el único en todo el Paraguay que tiene tres cosas que podés hacer: pesca, compra de pescado y restaurantes. Por eso es importante que nuestras autoridades le den un poco más de importancia, que arreglen las calles, que se abran los caminos y se invierta en seguridad
Perla Oviedo
“Yo soy de acá de Remanso, nacida, criada y malcriada en el agua”, dice mientras nos muestra un gran dorado de más de cinco kilos, su tesoro. Empezó a ayudar a su mamá a los seis años: cargaba las bolsas de los clientes, asistía con la limpieza y, de a poco, se adentró en el oficio, oficio que le permitió mantener a sus hijos como madre soltera y que también les enseñó.
Como ella, son varias las madres solteras que se dedican a la venta de pescado. Pero no solo a eso, sino también a la pesca, que muchas veces es una actividad ligada a lo masculino. Ellas forman parte de todo el proceso: sacan las piezas, las limpian, las venden y algunas hasta trabajan en la cocina de los comedores. En la asociación participan unas 32 mujeres de forma activa, tienen un grupo consolidado que día a día llega antes de las 6.00 de la mañana a Remanso para recibir a los pescadores.
“Acá nacimos, crecimos y siempre vivimos del agua”
Nicolás Insfrán
Cada uno de los peces tiene su época y su lugar. Dorado, salmón del río y surubí grande son las especialidades de la zona. Los pescados más grandes se suelen traer de Pilar, Ayolas, Concepción o incluso la zona de Itapúa, porque al área ya no llegan. Una de las razones puede ser el represado de riachos y afluentes del río Paraguay en el Chaco y en la región Oriental, hábitat ideal para especies más pequeñas, las carnadas. También influye la sobreexplotación y la falta de un acompañamiento de parte del Estado.
Según ña Perla, el más pedido es el surubí, que “se usa todo”. Su precio oscila entre los G. 50.000 y 60.000 el kilo, con cabeza, y el lomo limpio, G. 90.000. Pero en la lista también entra el carimbatá, una opción más económica: G. 20.000 el kilo. El dorado nunca falla y se suele cocinar a la parrilla. Un ejemplar como el que nos muestra en la foto cuesta alrededor de G 260.000 y tiene un peso que supera los cinco kilos.
“Este tenía que haber sido ya un lugar turístico, porque es el único en todo el Paraguay que tiene tres cosas que podés hacer: pesca, compra de pescado y restaurantes. Por eso es importante que nuestras autoridades le den un poco más de importancia, que arreglen las calles, que se abran los caminos y se invierta en seguridad”, afirma Perla.
Primera parada: Las Delicias
Es imposible hablar de Remanso sin mencionar al primer comedor, que nació a partir de las vendedoras. Para eso, conversamos con ña Delia Gómez, que nos contó la historia desde el principio. Ella trabaja en la venta de pescado hace más de 35 años, oficio que heredó de su madre, como Perla.
“Los clientes venían hasta acá para comprar el pescado y nos empezaron a pedir algo cocinado, entonces nos juntamos con varias primas y pusimos una carpa”, comienza. Así, a pedido del público, nació el primer comedor.
Las Delicias, antes de ser el espacio que hoy es, estaba en una cancha de vóley que las vendedoras utilizaban para recrearse cuando no había clientes. De a poco y con pequeñas inversiones fueron mejorando el lugar para crear el comedorcito. Primero bajo una carpa, después con un par de mesones y luego con una pequeña casilla: así le dieron forma al espacio que hoy tienen, fruto de mucho sacrificio.
Las pioneras fueron descubriendo recetas. “Un día vino un capitán y nos pidió romanitas; nosotras no sabíamos qué eran. Una cliente nos explicó y le preparamos casi 77 kilos porque tenía un evento”, cuenta Delia. Descubrieron el arrollado, relleno con carne o verduras, que preparan con filetes. “Esta es la primera escuela de cocina. Muchas cocineras que hoy trabajan en otros comedores antes estaban acá”, comparte. Pero aclara que los secretos están bien guardados: “No cualquiera sabe los condimentos”.
Las Delicias tiene una clientela formada, que aumenta sobre todo los fines de semana y feriados. Para Semana Santa ya empezaron a prepararse hace bastante tiempo, aunque con cautela, dice Delia. Siempre es bueno cuidar el presupuesto. Atienden desde las 7.00 de la mañana todos los días.
En cuanto al menú, las milanesas son una recomendación indudable y también se pueden pedir para fritar. Pero la especialidad, definitivamente, son las romanitas de surubí, que se sirven acompañadas de mandioca frita, limón y salsa golf. El precio de un plato de caldo es de G. 20.000, el soyo de piraña está G. 22.000 y los demás van desde los G. 45.000. Tienen la opción de medio plato, con costos más accesibles.
Segunda parada: El Buen Sabor
Una de las características más destacadas de El Buen Sabor es su privilegiada ubicación, que ofrece unas vistas impresionantes del río Paraguay. Sentarse en su acogedora terraza y disfrutar de la brisa fresca mientras se saborea una exquisita comida es una experiencia verdaderamente inolvidable.
En cuanto al menú, ofrecen una amplia variedad de opciones que satisfacen todos los gustos y preferencias. Desde platos de pescado fresco hasta suculentas carnes a la parrilla, cada elección es una invitación a un festín de sabores. Sin embargo, la especialidad indiscutible es el frito de surubí, preparado con maestría y servido con guarniciones frescas y deliciosas. El precio de la porción es de G. 45.000. Otro que deleita los sentidos es el surubí al roquefort (G. 50.000). Se nos hace agua la boca de solo pensarlo. Pero no se queda allí, para quienes visitan el lugar con niños o personas que no son fanáticas del pescado, también hay milanesas de carne y pollo.
En El Buen Sabor, la pasión por la buena comida se combina con la belleza natural de su entorno para crear una experiencia verdaderamente memorable junto al río Paraguay.
Tercera parada: Shopping del Pescado
Ahora nos dirigimos hacia el otro lado. Si venimos por la Avenida de los Pescadores, en dirección a la ruta que nos lleva al puente, debemos doblar a la mano derecha en la primera cuadra. Al finalizar esta bajada empinada no se encuentran los comedores más tradicionales, pero hay dos joyas con historia propia que no podemos dejar de mencionar. Una de ellas es el Shopping del Pescado, de Evelio Fabio Galeano.
El proyecto empezó hace unos 25 años y Evelio primero fue pescador. Durante un buen tiempo se dedicó al rubro y su familia vivía de la venta. Su madre era quien vendía, junto con las demás mujeres de la zona. “Antes se traían los peces en jaulas, vivos, pero ahora ya no se puede tener más así porque se roba mucho”, recuerda.
Tiempo después decidió estudiar. Se inscribió en una prestigiosa escuela gastronómica, donde estuvo por dos años y, de a poco, hizo crecer su emprendimiento. Ahora ya no pesca, recibe a los pescadores que vienen de Pilar y Ayolas, que traen sus productos.
En el Shopping del Pescado hay para la venta, un área gerenciada por el hijo de Evelio, Fabián. “Como él estudia Administración, entonces ya empezó a ver esa parte”, cuenta. Y agrega, mientras nos muestra áreas en construcción: “Yo ya estoy cansado, este lugar construí desde cero y hasta ahora seguimos mejorando de a poco”. El restaurante, con capacidad para 150 personas, fue construido ladrillo a ladrillo por su propio dueño.
La especialidad de la casa es la parrilla, sobre todo pacú y dorado, a G. 55.000 el plato. Pero en la carta resaltan el grillé, las empanadas y croquetas de pescado; estas últimas tienen un precio de G. 7.000. Y una mención especial a las brochetas, delicias que solo se consiguen aquí. Y claro que las romanitas, el chupín y las cazuelas son opciones infaltables. Los precios son variados y tienen la opción de medio plato.
Cuarta parada: El Dorado
Este restaurante está muy lejos de ser la ciudad del tesoro que tanto buscaron los españoles y muy cerca de ser uno de nuestros restaurantes preferidos.
Tuvimos la oportunidad de conocer a don Nicolás Insfrán, el dueño que inició el proyecto, quien nos contó los inicios del local. Originalmente empezó con uno de sus hermanos y luego tomó la posta junto a su esposa, hace unos 10 años. “Siempre fue propiedad familiar. Acá nacimos, crecimos y siempre vivimos del agua”, cuenta.
Hoy la encargada es Sonia, su hija. A las 8.00 de la mañana abre el local, recibe las mercaderías y está hasta las 16.00. Los días que tiene más gente son los domingos y feriados, y Semana Santa se vuelve una fiesta, con clientes que vienen de todos lados.
Con respecto al menú, la oferta es muy variada. “Tenemos muchos clientes que vienen por la cazuela, porque dicen que en otro lado no se prepara así”, cuenta Sonia. Las milanesas son muy pedidas y no faltan el caldo de surubí ni el soyo de piraña en la carta.
Además de comer pescado, allí también se puede comprar. El más solicitado siempre es el surubí, entero o en rodajas; en segundo lugar, el pacú y el dorado, que son especiales para cocinar a la parrilla. Para la sopa generalmente se llevan el mandi’i y el solalinde, cuenta la encargada del local.
“La mejor comida de la zona e inclusive de Asunción vas a encontrar acá. Por eso el que conoce vuelve sí o sí”, afirma don Nicolás. Desde esta redacción no podemos disentir luego de probar su recomendación: la cazuela de surubí
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