Habitar el mundo a través de la pluma
En vísperas del Día Internacional del Libro y el Día del Periodista, indagamos en las obras y miradas de cuatro autoras latinoamericanas: sus bagajes, los temas que abordan, los territorios y sentimientos que escrutan, y a los que dan vida con sus palabras.
Esta nota la quería escribir hace tiempo. Por distintas razones propiciadas por los astros, las energías y las conexiones, el año pasado, sin pensarlo mucho, me pasé leyendo obras de autoras latinoamericanas. Por recomendación de una amiga querida, mientras disfrutábamos de los primeros días del año en una playa tranquila, comencé el 2023 con dos de mis escritoras favoritas hasta ahora.
Les invito a hacer conmigo este recorrido literario por las palabras femeninas de nuestra región.
Selva Almada
Comenzamos con Selva Almada, escritora argentina considerada una de las voces más destacadas de la literatura contemporánea regional. Nació y se crió en Entre Ríos (Argentina) y, según su biografía, publicada originalmente en la revista Anfibia, lo que más extraña es el río Paraná, que compartimos con Selva y la población del Chaco argentino, y que también nos divide. Conocer su literatura fue para mí uno de los regalos más lindos de 2023.
Empecé con No es un río (2020), libro que sitúa al lector en un ambiente que a los paraguayos nos puede sonar muy familiar. La atmósfera de una Argentina rural es ilustrada con una prosa poética sumamente simple y sutil, sin muchos ornamentos, pero mágica a la vez. No es extenso, pero el contenido y el gusto con el cual se queda uno luego de terminar la lectura permanecen mucho tiempo. Algo importante es que forma parte de una trilogía “de varones”, que empezó con el libro El viento que arrasa (2012), la primera novela de Selva, seguida por Ladrilleros (2013) y No es un río.
Ladrilleros y El viento que arrasa —que, por cierto, fue adaptada al lenguaje cinematográfico y la película tendrá su estreno mundial este mes— son libros increíbles, especialmente el primero, que cuenta, con suma delicadeza, la historia de personajes complejos e idiosincráticos al mismo tiempo.
Un universo masculino, con todos los matices que puede haber en un contexto de personas de escasos recursos en un ambiente rural, donde los conceptos de masculinidad están sumamente reforzados y, sin embargo, entre la tragedia y el goce de lo cotidiano, nace y se desenvuelve un deseo entre varones que rechaza la norma impuesta. Léanla, esa es mi recomendación, no me gustaría spoilear más que eso.
No es un río tiene una particularidad fabulosa. Selva, en su relato, hace saltos en el tiempo y alterna el pasado y el presente de manera que en algún momento el lector siente que está sumergido en un sueño. No hay desperdicios en este libro.
Cristina Peri Rossi
Cristina es una escritora, poeta y activista política uruguaya. Durante la dictadura en su país, en los 70, fue exiliada y desde entonces vive en España. Luego de Juan Carlos Onetti e Ida Vitale, fue la tercera de sus connacionales —y una de las pocas mujeres— en ganar el premio Cervantes, prestigioso galardón de literatura española, en 2021.
Cristina, creo yo, tiene un aura muy mística; antes de leerla ya la conocía porque fue el amor imposible de Julio Cortázar. Algo muy común, creo, es conocer a las autoras no siempre por su trabajo, sino por haber sido musas de alguien más. Ella tiene un cuerpo de obras, un lenguaje y una forma de narrar(se) que me afecta mucho, como denota Suely Rolnik en Esferas de la insurrección: el afectar como una emoción vital, como el verbo que se traduce en tocar, perturbar, sacudir, alcanzar.
Si bien la conocía por su poesía, así como con Selva, leí primero su última obra, La insumisa (2020), una novela autobiográfica que narra con una sinceridad iluminadora pasajes y experiencias de su niñez y juventud en Uruguay. Cristina se comparte de una manera en la que el lector se siente integrado en los paisajes que describe, en sus tragedias y desamores, en sus alegrías y descubrimientos.
Por lo que dura el libro uno puede situarse en ese Uruguay que ella habitó de niña: la ciudad de Montevideo, la casa de sus abuelos donde fue libre y consolidó su amor por la lectura y la escritura, el momento en que conoció a sus primeros amores, las situaciones que la hicieron sentir una extraña, el exilio que (re)configuró su existencia y su forma de relacionarse con el mundo.
Mi copia de La insumisa está marcada por el uso y por múltiples subrayados de pasajes. Leí el capítulo final con personas amadas, en una necesidad imperiosa de compartir la belleza de algo que no podía quedarse solo para mí. Presté el libro a quienes me lo pedían y volvió siempre a mí con nuevas marcas, perspectivas y afectaciones por parte de los amigos lectores.
Leila Guerriero
Leila es una periodista, escritora y editora argentina de vasta trayectoria. Pocas periodistas tienen un cuerpo de obra tan abarcador y tan prominente como el de Leila, quien inició en el oficio de periodista de manera empírica y deseosa, ya que consiguió su primer empleo en el rubro luego de enviar una muestra de su trabajo a Página/30, la revista mensual del medio argentino Página/12.
Algo que caracteriza a Leila es la manera poética e incisiva en que describe situaciones y cuestiones reales, cotidianas, a través del periodismo narrativo. Como periodista yo misma, me parece importante reivindicar la labor que hacemos las mujeres desde nuestros lugares y a través de nuestras más grandes herramientas: las palabras, la visión y la sensibilidad que tenemos para sumergirnos en historias que no nos pertenecen, pero de las que nos volvemos parte de alguna u otra manera.
Zona de obras (2022) es un libro que recoge columnas, conferencias, ensayos y textos de Leila que abarcan e intentan responder por qué, para qué, cómo escribe un periodista y qué le da sentido a su trabajo en el contexto en el que vivimos. Aquí ahonda en lo que le produce el acto de escribir, de indagar e investigar. Esta es una de las descripciones que da del periodismo narrativo: “Es muchas cosas, pero es, ante todo, una mirada —ver, en lo que todos miran, algo que no todos ven— y una certeza: la certeza de creer que no da igual contar la historia de cualquier manera”.
Fernanda Melchor
Nos vamos más hacia el norte con Fernanda Melchor, escritora y traductora mexicana, y la autora más joven de este talentoso grupo de mujeres. Así como Leila, es también periodista y su obra más conocida es la novela Temporada de huracanes (2017), fue adaptada a una película, producida por Netflix y dirigida por la directora mexicana Elisa Miller.
La conocí con su novela Páradais (2021), que explora temáticas como la violencia, la desigualdad y la brecha de clases sociales, e ilustra la realidad con brutal honestidad, sin tapujos ni filtros, pero a la vez describe en detalle cada cuadro, cada vivencia y pensamiento de los personajes de manera vívida y transparente. Aquí —al igual que en Temporada de huracanes—, Fernanda remite mucho a la técnica narrativa de corriente de consciencia, en la cual el autor describe la multitud de pensamientos y sentimientos que pasan por la mente del narrador, lo que indica su destreza para la oralidad.
En Páradais se da una radiografía de lo que puede causar la violencia de género, el machismo, la pobreza y la desigualdad de clases sociales, a través de las vivencias de dos adolescentes sumamente distintos pero que encuentran un punto de convergencia en las frustraciones y el hartazgo con los que ambos lidian.
Un relato que, por la técnica, me transportó a la novela de Gabriel García Márquez El otoño del patriarca (1975), donde se ilustra con un singular estilo de prosas largas e inacabables a un mítico tirano que recrea el prototipo de las dictaduras latinoamericanas del siglo XX. Es una manera compleja de visionar un universo, que Fernanda adopta también en sus obras más reconocidas.
En un contexto cada vez más acelerado y con una economía de la atención muy disputada, es un desafío leer una obra como la plantea la autora, y ahí está también el valor de su propuesta.
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