El placer de compartir delicias solidarias
Esta redacción empezó la degustación de pan dulce hace más de un mes. Desfilaron por las mesas porciones de este panificado en versiones tradicionales y también más disruptivas. Los dulces fueron acompañados con cafés y tés de distintos tipos. Pero hay algunos que se ganan el podio por su ingrediente secreto: la solidaridad.
Por Laura Ruiz Díaz. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli.
La solidaridad tiene sabor a pan dulce. En esta época del año, distintas iniciativas en Paraguay convierten el espíritu navideño en acciones concretas que transforman vidas. Desde Amigos de Cardiología, apoyan a pacientes pediátricos con cardiopatías. Los proyectos como Panaco o Del Pueblo, para el Pueblo apuestan al trabajo colectivo en condiciones justas.
Con panetones cargados de significado, estas historias de compromiso invitan no solo a disfrutar de tradiciones, sino a ser parte activa de soluciones que impactan profundamente en nuestras comunidades. Aquí podés conocerlas y, por qué no, probarlas.
Dulce para el corazón
El primer caso que hoy presentamos es una iniciativa llevada adelante por Amigos de Cardiología, una organización integrada por padres, amigos y los trabajadores médicos del sector de Cardiología del Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu que, ante la falta de insumos suficientes, a lo largo del año realizan una serie de actividades de financiamiento para solventar las carencias críticas.
“El objetivo es que este déficit no caiga en el bolsillo del paciente”, plantea la doctora Liza Mereles Castillo, médica pediatra, residente y subespecialista de cardiología pediátrica. Por encontrarnos en la etapa final del año existe una carencia crítica y, debido a la alta demanda del servicio, las necesidades se intensifican.
La idea de vender este panificado tradicional para solventar gastos nació en una merienda con pan dulce y la iniciativa empezó con una donación. La comunidad recibió el esfuerzo con los brazos abiertos.
Los médicos residentes expresaron que han recibido mucho apoyo, tanto de quienes acuden al servicio como de personas ajenas al mismo, pero que se solidarizan con la situación. “Recibimos pedidos de todo el departamento Central. Hasta nos escribieron del interior para colaborar con la compra y ofrecieron en su entorno. Incluso recibimos donaciones de más pandulces”, cuenta la médica. “Hay mucho amor detrás de cada ayuda que recibimos, y eso se siente”, agrega.
Amigos de Cardiología es un grupo de padres y amigos del que también forma parte el personal médico y administrativo. Preocupados por carencias puntuales, se ven en la necesidad de realizar estas actividades de financiamiento para cubrir las necesidades de pacientes. Ofrecen, venden, ayudan a preparar las cajas y la presentación.
“Necesitamos empatía con los pacientes y sus necesidades de mayor inversión en salud pública para contar con las herramientas adecuadas para salvar sus vidas.
Dra. Nancy Garay
El personal de salud, además de su trabajo diario, se encuentra en la posición de tener que realizar actividades de autofinanciamiento. Mientras, con la falta de sensibilidad y empatía que les caracteriza, un selecto grupo en la cámara de representantes que tiene el privilegio de legislar para todas y todos los paraguayos votó por un autoaumento salarial que supera ampliamente el presupuesto necesario para esta área.
“Necesitamos empatía con los pacientes y sus necesidades de mayor inversión en salud pública para contar con las herramientas adecuadas para salvar sus vidas. Así se reconoce el trabajo inconmensurable de los profesionales y podemos ofrecer un lugar de trabajo adecuado, con pagos justos y cuidado de la salud mental de todos”, reivindica la doctora Nancy Garay, jefa del Servicio de Cardiología del Hospital General Pediátrico Niños de Acosta Ñu.
Del Pueblo, para el Pueblo
La panadería Del pueblo, para el Pueblo nació en plena pandemia como iniciativa de la Asociación Callescuela y la Coordinación Nacional de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores (CONNATs), como alternativa laboral para los menores de edad que se desempeñan en el sector informal que quedaron sin fuentes de empleo y con extremas necesidades económicas. El proyecto fue denominado Tekopora Covid Rire y obtuvo el apoyo de la agencia de cooperación BICE (Oficina Católica para la Infancia).
Con el tiempo, se convirtió en un refugio y una alternativa de labor en condiciones justas y respetuosas. “Significa, por sobre todo, protección y dignidad”, expresa Basílica Espínola, coordinadora del proyecto. La iniciativa representa una oportunidad para la capacitación técnica y la creación de nuevas perspectivas laborales.
En la cooperativa de trabajo se practica una economía solidaria, donde la producción, los precios y las ventas benefician a todos los involucrados. Si hay sobreproducción y no se logra vender todo, se destina al consumo familiar de quienes son parte del emprendimiento. Además, hay una demanda directa y asegurada desde Callescuela, ya que los panificados se comen en los programas de alimentación complementaria.
Este año, la Obra Social Don Bosco Róga y Callescuela, dos organizaciones que trabajaron juntas por la defensa de los derechos de los niños, niñas y adolescentes históricamente, inauguraron un nuevo vínculo. Ahora, Don Bosco Róga ofrece la infraestructura necesaria para la panadería y, por su parte, Callescuela aporta equipamiento, experiencia y trabajadores capacitados. “El propósito de esta alianza es unir fuerzas y fortalecer el proceso de economía solidaria con adolescentes”, expresa Basílica.
“Creemos que el trabajo en alianza entre instituciones con objetivos compartidos, como el respeto irrestricto a los derechos de los niños, niñas y adolescentes, constituye una fuerza en sí misma”, agrega. Así, buscan transmitir el valor de la solidaridad, la dignidad, el trabajo digno, el respeto entre compañeros y compañeras, y, sobre todo, la importancia de la formación técnica y la proyección en la vida.
Los panaderos en formación se desempeñan bajo la modalidad de trabajo no dependiente, conforme a las leyes que permiten el empleo protegido de adolescentes a partir de los 14 años, con un máximo de cuatro horas diarias y 24 semanales (ley n.° 1680/2001, art. 58). Los padres o tutores firman una autorización para su ingreso. Tienen el apoyo de educadores, una maestra y madres que acompañan el proceso.
El circuito de producción y venta se define de manera participativa con los adolescentes, quienes también deciden la metodología y la distribución equitativa de las ganancias. Todos los insumos son provistos por el proyecto.
“Existe una deuda histórica de parte del Estado paraguayo en garantizar el trabajo digno, en condiciones seguras y protegidas para niños y adolescentes”, reivindica Basílica Espínola. “No existe política pública para dar oportunidades a los adolescentes y jóvenes, en especial de los sectores más empobrecidos, que les permita una proyección laboral digna. Muchos tienen su presente y futuro condicionados por la economía informal, sin seguro social, sin reconocimiento, ni protección”, expresa.
En este mes de diciembre, su oferta principal es el pan dulce navideño. Los precios actuales por kilo son: tradicional, a G. 20.000; con chocolate, a G. 25.000; el especial, con nueces y almendras, a G. 30.000. Además, ofrecen otros productos de panadería como rosquitas, coquitos, panes, galletas, y de confitería como alfajores, medialunas y pastafrolas. Para pedidos, el contacto es con la educadora acompañante Noelia Lugo, al teléfono (0984) 165-720.
Panaco
La panadería comunitaria Panaco nació de un curso de panadería realizado en un asentamiento urbano. Allí, una de las asistentes al espacio formativo compartió con los asistentes un pan dulce verdaderamente exquisito, que carecía de marca y canales de distribución.
La experiencia inspiró la creación de una marca que busca dar visibilidad y valor al trabajo de los panaderos de la comunidad. Es el testimonio de las lideresas del proyecto, Fátima Portillo y Camila Qüense, quienes han fortalecido la iniciativa desde 2021 y trabajan junto a tres panaderas clave: Sully Cantero, Carmen Acosta y Macarena Escobar.
Cada panadera opera desde su comunidad y utiliza sus propios recursos, mientras que otro equipo se encarga de la logística, se asegura de que los productos cumplan con los estándares de calidad y gestiona las relaciones con los clientes. “Generamos ingresos justos y dignos, lo que mejora la estabilidad económica de las familias involucradas”, indica Camila. Además, comparte que, al participar de la experiencia, las panaderas adquieren confianza en sí mismas, habilidades de emprendedurismo y, sobre todo, una red de apoyo que fomenta su empoderamiento personal y social.
“Soñamos con crecer y continuar visibilizando que las personas que viven en asentamientos poseen un enorme talento, una gran capacidad de trabajo y un fuerte deseo de superarse. Una de nuestras metas principales es contar con un local, con mejor acceso y más cercano a los clientes, donde se comercialicen y se realice la producción. Además, que este espacio siga integrando a personas que desean ser panaderas pero no cuentan con los equipos o materiales necesarios”, exponen Fátima y Camila.
Panaco ofrece una deliciosa variedad de productos para las fiestas, incluyendo pan dulce tradicional, con chips de chocolate, opciones rellenas, budines y galletitas glaseadas, así como canastas y cajas navideñas. “En Panaco no solo hacemos panes; construimos oportunidades. Hoy el proyecto está abierto a trabajar no solo con personas que viven en asentamientos, sino con cualquiera que esté en alguna situación de vulnerabilidad. Cada compra es una contribución directa al cambio social y estamos profundamente agradecidos por el apoyo de quienes creen en nuestro proyecto y en nosotros”, afirman.
Para más información sobre Panaco, podés ingresar a la cuenta de Instagram (@panaco_py) o contactar al teléfono (0981) 776-079.
Estas iniciativas demuestran que el verdadero espíritu de la Navidad se encuentra en la solidaridad y el apoyo mutuo: así, los Amigos de Cardiología ponen el corazón por cada paciente, los jóvenes de CONNATs trabajan de manera cooperativa y Panaco busca ofrecer nuevas oportunidades. Cada pan dulce, cada aporte y cada esfuerzo conjunto representan un paso hacia un futuro más justo y humano para quienes más lo necesitan. Participar y apoyar estos proyectos no solo endulza las mesas de fin de año, sino también los corazones de quienes construyen y reciben este valioso gesto de cambio social.
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