Arte

Fotografía analógica en la era hiperdigitalizada

Una reivindicación del proceso y la búsqueda personal

En un esfuerzo por explorar caminos distintos de búsqueda creativa por fuera de lo digital, nos remitimos a la
fotografía analógica, que puede ser un espacio de descubrimiento, de ejercicio de la paciencia y la distancia,
y de conexión con el proceso.

Por Nadia Gómez. Fotografía: Gentileza de Fede Sanz y Javier Medina Verdolini.

Como buena millennial, existe en mí una nostalgia más que simbólica por la tecnología analógica. Nuestra generación presenció una transición importante en términos de transformación, digitalización y exposición que nos llevó a habitar una cultura extasiada de inmediatez, pero también de lo efímero.

Crecí mirando álbumes familiares, tomando fotografías con la cámara familiar y luego ansiando ver las fotos impresas —al cabo de algún tiempo, porque no siempre había presupuesto para revelar e imprimir todas—. El momento de la develación del nuevo rollo era un ritual: el paso de mano en mano, el mirar las imágenes detenidamente, el duelo por las que no salieron bien ya sea porque se quemaron o no había suficiente luz, las risas, el revivir momentos que ya eran relativamente lejanos.

Hoy la fotografía analógica no perdió vigencia ante las facilidades y evolución de lo digital. Si bien sabemos que las tendencias son cíclicas y estamos constantemente redescubriendo cosas que tuvieron su auge en el pasado, no me parece una coincidencia, en el contexto en el que vivimos actualmente, en el que la economía, la sociedad y lo político están profundamente enraizados en la inmediatez. Lo artesanal y lo procesual hoy pueden considerarse un lujo, pero también un respiro y una manera de permitirse desacelerar e insertarse en otros ritmos más ralentizados.

Para hacer un marco general e introductorio, y también una invitación, a este tema, conversamos con Federico Sanz, técnico de cine y laboratorista fotográfico, y con Javier Medina Verdolini, abogado, docente y un reconocido fotógrafo y artista que utiliza la fotografía analógica como soporte.

Es importante analizar el contexto para entender por qué suceden ciertos fenómenos. Años atrás, en medio de la pandemia, reflexionamos sobre la fotografía analógica como medio de expresión, experimentación y también sobre lo que se obtiene al salirse un poco de lo digital, con Javier y otros artistas. Fue un momento propicio para la introspección y para la búsqueda de formatos que nos conectaran más con un proceso, una práctica y sus consecuentes descubrimientos.

En ese momento se vivió una vuelta a lo analógico en muchos sentidos, a pesar de que ya habitábamos la era de la posfotografía, en la que se expande el espectro, con su masificación, posproducción y generación ininterrumpida de imágenes. Hoy, con la popularización de las herramientas de inteligencia artificial, estamos en un contexto en el que ya no es necesaria una cámara para hacer una fotografía. La generación de imágenes está tomando terreno y acelera de vuelta todos los procesos artísticos.

Fotografía analógica, una decisión estética y sensorial

La fotografía analógica, también llamada tradicional o química, se refiere a un proceso que utiliza técnicas no digitales para producir fotos. Se basa en una reacción físico-química que involucra el uso de un material fotosensible activo, que se aplica sobre placas de vidrio o sobre una película flexible de material translúcido, para la obtención y el manejo de imágenes.

La fotografía analógica engloba varios conocimientos y conceptos, como el manejo de grados de sensibilidad de películas y papeles, de tipos de lentes y cámaras, el empleo de la luz, las concentraciones y los tiempos de uso de líquidos reveladores y fijadores. Todo esto habla no solo de una ciencia y una metodología, sino de un oficio centenario; así habla Fede cuando habla de su trabajo como laboratorista, que ejerce desde Espectro Labo, un proyecto de laboratorio comunitario desde donde brinda servicios de revelado de películas a color y en blanco y negro, digitalizaciones y talleres.

Algunos consejos esenciales para iniciar el viaje hacia la fotografía analógica:

  1. Invertir en conocimiento: para Javier, es importante llegar con el manejo de nociones básicas de fotografía, saber cómo funciona la luz, el ejercicio de la mirada y, por supuesto, entender mínimamente el funcionamiento de la cámara de elección. Para esto, recomienda tomar un taller introductorio o consultar con alguien que conozca sobre el tema; Fede aconseja hacer uso de un recurso infinito: YouTube.
  2. Elección del equipo: si todavía no agarraste la cámara que estaba guardada y en desuso en la casa de tus padres, para iniciar, existen artefactos accesibles como los de lomografía, movimiento fotográfico caracterizado por el uso de tecnología sencilla y económica para crear imágenes con efectos artísticos. Si bien tienen lente de plástico y limitaciones, son una manera lúdica y experimental de entrar a este campo.
  3. Investigar sobre los tipos de rollos: actualmente se consiguen rollos en tiendas masivas como Tupi y Nissei, además de sitios más especializados sobre fotografía.
  4. Tamaño de la película: el más común y popular es el de 35 mm, accesible, fácil de transportar y compatible con la mayoría de las cámaras disponibles en el mercado.
  5. Cantidad de fotos: los rollos de 35 mm por lo general cuentan con 36 fotografías, y algunos, 24.
  6. Tipos de ISO: mientras más bajo el número de ISO, 100 por ejemplo, menos compatible para fotografiar en ambientes con poca iluminación o de noche. Si te toca un rollo con ISO 100, mejor utilizalo de día. Con uno de 400, el rango se amplía más y podés aventurarte a usarlo en situaciones nocturnas con ayuda de iluminación artificial.
  7. Tipo de rollo: a color, blanco y negro, y de cine. Los rollos de cine tienen la característica de que originalmente son emulsiones pensadas para la pantalla grande.
  8. Cuidado de rollos: para los que no se usaron aún, se pueden colocar en una bolsa hermética y guardarlos en la heladera, para evitar que el calor les afecte. Y para los rollos vencidos también: el frío lo que hace es detener su deterioro.
  9. Experimentar y documentar: para iniciar, es importante concentrarse en hacer una práctica metódica: anotar lo que uno prueba, los rollos que usa, las condiciones en las que hizo las fotografías. Esto ayuda a que, si en algún momento soltás o descontinuás este proceso y lo querés retomar, ya tenés una base sobre la cual iniciar de vuelta.
  10. No volverse loco o loca: un consejo sincero de Fede, enunciado entre risas. Iniciar un proceso mínimamente desconocido o nuevo puede ser frustrante, más aún con lo acostumbrados que estamos a las facilidades que ofrece lo digital.
  11. Construir un buen registro: organizar un archivo para los negativos es importante. “Siempre está bueno tener una carpeta con folios en un lugar alejado de la humedad y del sol directo, donde sistematizar los negativos de alguna manera”, acota Fede.

La fotografía es comunidad

Si bien el acto de sacar una foto puede ser una práctica individual, lo que engloba este concepto viene de la mano con la idea de comunidad. “La fotografía analógica nunca fue individual. Los grandes fotógrafos de la época trabajaban muy de cerca con su laboratorista, con quien realizaba las reproducciones de las capturas”, comenta Fede.

Para Javier, una parte importante de iniciarse en esta área tiene que ver con la socialización del proceso. “Es un rubro en el que, si bien hay mucha información online, a veces confunde, puede no ser precisa o está hecha de una manera en que no te llega. Por eso creo que, a veces, es más importante hablar o acercarse a alguien que tiene experiencia. Lo que hay que evitar es la frustración, a veces quizá no sale el resultado esperado, pero no hay que frustrarse, sino preguntar por qué pasó eso”, agrega.

Una de las bondades de lo analógico también tiene que ver con la consciencia. En lo digital los recursos son prácticamente infinitos y muchas veces tomamos una cantidad innecesaria de imágenes solo porque podemos, porque tenemos esa posibilidad al alcance del dedo. “La fotografía en sí requiere de paciencia. No es que salís a sacar fotos a la calle y ya te encontrás con la toma perfecta. Quizás no halles nada interesante. Entonces eso hay que cultivar, y con lo analógico ni hablar. No podés tirar rollos en cualquier cosa. Eso te enseña a tener una paciencia que te sirve para cualquier tipo de fotos”, menciona Javier, quien enfatiza que esta práctica te vuelve más restrictivo, te agudiza el criterio y eso también se traslada a la práctica digital.

Para conocer más, podés encontrar a estos dos fotógrafos en Instagram como espectro.labo, laboratorio fotográfico colaborativo de Fede, y fotospace09x, laboratorio analógico de Javier, donde realiza revelados, impresiones digitales y workshops.

Recomendados

Sin Comentarios

    Dejar un comentario