Mitos y leyendas sobre nuestra fauna
En un impulso por encontrar sentido a los sucesos de la naturaleza y justificar hechos y actitudes humanas, muchos mitos y leyendas empezaron por observaciones de la naturaleza. El mecanismo es una sencilla idea: la de que ciertas cualidades pueden asimilarse o transmitirse, como veremos a continuación.
Por Luis José Recalde (@drunken_forestpy), ingeniero agrónomo y consultor ambiental.
Las personas sentimos un impulso intrínseco a darle sentido al mundo que nos rodea. Al mismo tiempo, también tenemos una gran facilidad para contar (y escuchar) historias. Los mitos se generan ante un fenómeno que no podemos explicar, pues buscamos correlaciones y generamos historias que nos ayudan a entender nuestro lugar en el mundo y cómo las cosas funcionan alrededor.
La suerte del kavure’i
¿Por qué se relaciona a este animal con la suerte? El kavure’i es el búho más pequeño de Paraguay y uno de los más chicos del mundo. Cuando canta —o simplemente con su presencia en una rama—, suele atraer a otras especies de aves, muchas de las cuales son sus presas frecuentes.
Estas aves forman un grupo muy agresivo que rodea y molesta insistentemente al depredador (en inglés se llama mobbing, un sinónimo de acoso). El ataque grupal busca, y casi siempre consigue, expulsar al cazador del territorio. Algunas veces el kavure’i ataca a alguna de ellas y puede tener éxito.
Los indígenas guaraníes y criollos paraguayos, muy observadores de la naturaleza y sus fenómenos, vieron este comportamiento y lo interpretaron así: el canto del kavure’i tiene un embrujo (payé) que atrae a sus presas.
Los indígenas guaraníes y criollos paraguayos, muy observadores de la naturaleza y sus fenómenos, vieron este comportamiento y lo interpretaron así: el canto del kavure’i tiene un embrujo (payé) que atrae a sus presas. Por asimilación, se entiende que al apoderarse de su cuerpo como amuleto, uno también “atraería a su presa”, pero en este caso se relaciona con la atracción de otras personas.
Esta suerte no acompaña al kavure’i porque, con frecuencia, fue y todavía es asesinado para hacer amuletos con su cuerpo. De más está decir que es una mejor idea dejar en paz a este simpático búho y ser atractivo con una conversación interesante.
La orina del sapo
De varios animales que veremos, el sapo común o kururu (Rhinella schneideri) tal vez sea la especie que sufre la ira de las personas más frecuentemente. Todo tipo de maltratos se le infligen a esta especie de forma totalmente injustificada, ya que es absolutamente inofensivo para las personas.
Un mito muy extendido es que su orina provoca verrugas, lo cual, obviamente, no es cierto; simplemente es otra presunción de afinidad, ya que al ser su piel arrugada, se asume que estas cualidades podrían ser transmitidas. En realidad, para los sapos, el acto de orinar es simplemente una respuesta al estrés que sufren cuando son manipulados. Es una forma de defenderse de las mordidas de sus depredadores, ya que poseen glándulas en su piel que liberan una sustancia lechosa con toxinas que, para hacer efecto en un organismo, deben ser ingeridas. Eso sucede, a veces, cuando las mascotas los muerden.
El kururu y otros anfibios son realmente grandes aliados del control de varias especies de insectos y también estratégicos “centinelas” ambientales, por su sensibilidad a la contaminación. De hecho, uno de los principales motivos por los que cada vez es más raro verlos es la extensión de la degradación ambiental, que también afecta a las personas, por supuesto.
La temida “ura”
En Paraguay hay un mito muy extendido que asocia a una especie de polilla nocturna (Ascalapha odorata) con la aparición de gusanos parásitos en la piel del ganado y, a veces, en personas. La realidad en este caso es incluso más compleja que la ficción.
Estos gusanos son las larvas de una gran mosca parásita (Dermatobia hominis). Pero, ¿por qué no la vemos depositar sus huevos en la piel del ganado o las personas? Porque recurre a una estrategia sutil: no desova directamente, sino que captura a las moscas comunes (Musca domestica y otras especies) y deposita sus huevos en la superficie de su abdomen, como si esta segunda mosca fuera su “delivery”.
Cuando las moscas comunes se posan sobre un mamífero, el calor de su cuerpo hace eclosionar los huevos de la Dermatobia hominis, que caen sobre la piel y se incrustan debajo de su superficie, donde empiezan a desarrollarse.
¿Y qué pasa con la mariposa conocida como “ura”? Es totalmente inofensiva. Sus larvas se alimentan de las hojas de varias especies de árboles y los adultos consumen néctar y frutas. En ningún momento de su ciclo de vida son parásitos.
Las serpientes
Si hay animales que generan temor en las personas son, sin dudas, las serpientes en general. Si bien hay especies cuya mordedura puede ser peligrosa para el ser humano, este temor se origina en el instinto y la tradición. El nivel del prejuicio difiere según el origen étnico de la gente, lo que nos señala que mayormente este miedo es aprendido y transmitido culturalmente.
El mejor antídoto para el temor es el conocimiento. Mucha gente que tenía un gran miedo a las serpientes puede fácilmente moderar esta reacción con unos minutos de educación de calidad, ya que la enorme mayoría no son peligrosas para las personas. Además, todas ellas, incluso las venenosas, cumplen un enorme papel en el equilibrio de los ecosistemas.
El aguara guasu
Al caminar en la oscuridad con sus patas largas y su pose desgarbada, es muy probable que el aguara guasu haya causado una gran impresión entre los conquistadores españoles cuando llegaron a Sudamérica. Este canino, el de mayor tamaño de la región, no solamente no es peligroso para las personas, sino que ni siquiera ataca al ganado, ya que prefiere consumir presas de menor tamaño que él mismo.
Podría sorprender a algunos, pero la mayor parte de la dieta del aguara guasu está formada por roedores y frutas; es un gran consumidor y dispersor de semillas de varios árboles y arbustos. Al mismo tiempo, al encontrar un canino silvestre tan grande, los europeos lo asociaron a un mito que ya trajeron con ellos: el del hombre lobo o licántropo, que se paraguayizó para formar el mito del luisón o lobizón.
Lastimosamente, esta asociación no resultó en buena fama para el aguara guasu, que muchas veces es perseguido, atacado y muerto por su aspecto. Hoy es una especie en peligro de extinción y todo nuestro esfuerzo debe enfocarse en preservar a este curioso habitante de los pastizales naturales.
Las tarántulas
¡Escalofriante! Esa es la idea que muchas personas tienen de estas grandes arañas. Otra noción muy extendida es que pican a las personas a la menor provocación y que su mordedura puede ser muy peligrosa.
Todos estos prejuicios son desacertados. Las tarántulas impresionan por su tamaño, pero su defensa principal es huir cuando son molestadas, y cuando sufren mucho estrés frotan sus patas traseras contra su abdomen para liberar unos pelos que en caso de entrar en contacto con los ojos o la nariz de un depredador (por ejemplo, un zorro o coatí que intente comerlas) pueden ser urticantes.
El ataque es su última línea de defensa y, prácticamente, son desconocidas las mordidas a personas, pues se dan en el contexto de manipulación de ejemplares atrapados con las manos. Incluso así, solamente producen picazón y dolor localizado y pasajero.
Habitantes de las sombras
Un amplio grupo que genera miedo entre las personas son las aves nocturnas. ¿Por qué? Los humanos descendemos de primates diurnos y, en general, nos sentimos incómodos y vulnerables al estar expuestos durante las horas de oscuridad.
Este miedo a la noche se extiende a la fauna que está más activa durante estas horas. Las aves nocturnas y los murciélagos son dos grupos de fauna que pueden generar susto, y se les asocia con varias supersticiones.
A esta desconfi anza general se suma el hecho de que muchas aves nocturnas tienen cantos y llamados que, especialmente cuando se escuchan en un bosque por la noche, pueden generar temor. Personalmente, la primera vez que oí el canto del urutaú (Nyctibius griseus) me vino a la mente el grito angustiado de una persona.
Con el tiempo y la experiencia, me tocó aprender a distinguir varios de estos sonidos nocturnos y ahora son algo que en vez de generarme miedo, me despiertan interés y ganas de ver, escuchar y conocer mejor a nuestra fauna nocturna.
Los atajacaminos, búhos, urutaús y murciélagos han sufrido por culpa de estos prejuicios. La verdad es que son inofensivos en general, sumamente interesantes y con una enorme importancia en el funcionamiento de nuestros ecosistemas.
Nuestros bosques tal como los conocemos no podrían existir sin ellos porque, por ejemplo, muchos de los árboles y plantas son dispersados por murciélagos. Con el tiempo y la experiencia, me tocó aprender a distinguir varios de estos sonidos nocturnos y ahora son algo que en vez de generarme miedo, me despiertan interés y ganas de ver, escuchar y conocer mejor a nuestra fauna nocturna.
A través de estas experiencias, crece mi deseo de compartir mi interés con las personas para que podamos acercarnos a ellos con la admiración y el respeto que le debemos al mundo natural, incluidos sus habitantes nocturnos.
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