Una vida dedicada a la fotografía popular
En Caacupé, son tradiciones la visita a la Virgen, al ykua, la obligada degustación de chipa y la foto con los caballitos, costumbre que permanece desde hace más de 30 años. En esta nota, entrevistamos a quienes acompañan esta tarea desde el principio.
Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.
Nunca antes la sociedad estuvo tan cerca de la tecnología como ahora. Cada vez más personas acceden a capturar imágenes de calidad con un solo objeto que cabe en el bolsillo. Aun así, la fotografía popular persiste. Hay algo en la cámara, el disparo, lo tangible que impone su permanencia. Se captura el momento preciso; quiérase o no, se establece un registro.
Caacupé tiene tradiciones que no pueden faltar: la chipa con cocido, el olor a la butifarra cuando se acerca el mediodía y la postal tradicional: la foto con los caballitos.
La basílica tiene un equipo de fotógrafos autorizados que se encargan de eternizar los momentos en una foto, que luego entregan en un díptico con motivos de la Virgen de Caacupé. La de los caballitos es la preferida.
Cada uno de ellos tiene un motivo y un mensaje distinto; trabajan con una imprenta que se encarga del diseño y la impresión. Los 10 fotógrafos tradicionales —así se identifican— están todos los días del año, en turnos de cinco, día de por medio. Al finalizar la misa central, empiezan su labor diaria de sacar fotos, y llegadas las 17.30, se retiran.
Tradicionales
Al acercarnos a José María Leite (62), nos recibió con una sonrisa y una broma. Él es fotógrafo tradicional desde hace 40 años. Empezó muy joven, en sus 20. «En esa época no había mucho trabajo, andaba changueando por ahí no más y no pasaba nada», nos contó. Un amigo suyo lo guió en el proceso y básicamente fue responsable de su iniciación. «En esa época ya existían las fotos Polaroid, me dijo que venga con un señor, que él vendía el aparato y hacía un curso rápido», expresó. «Y con ese ya empezamos».
Su práctica lo apuntaló: «Me hice profesional así no más, trabajando». Se dedicó también a cubrir acontecimientos, pero siempre con la fotografía.
En sus palabras, este año recién nos estamos recuperando de los estragos de la pandemia. «La cuarentena fue una pausa demasiado grande y el año pasado prácticamente no hubo nada, ahora sí vemos muchísimo movimiento», sostuvo. «La gente está viniendo; a lo mejor los que no acudieron el año pasado, ahora sí», analizó.
Don Pedro Estigarribia es fotógrafo tradicional desde hace muchos años: «(Si estuviera en la Iglesia) ya sería obispo», bromeó; no quiso revelar su edad, pero la experiencia que transmite es innegable. «Empecé hace tantos años ya», siguió: «Soy fotero exclusivo de la Basílica de Caacupé». Muchos de sus compañeros, según dijo, se dedican a la fotografía social y cubren casamientos, cumpleaños, etcétera. No es su caso.
«Creo que estamos empezando la temporada después de la pandemia, de a poco», explicó con respecto a la situación actual. «Hay esperanza. Por suerte, los foteros tenemos trabajo diariamente. Si la gente viene todos los días, iporãme; sino…», la oración se completa sola y el contexto es el recuerdo de la difícil situación que se vivió a raíz del covid.
Según nos comentó, la afluencia de gente continúa: después de la festividad de la Virgen viene Navidad, luego Año Nuevo, y enero; hasta que comienzan las clases.
Rubén Flores (69) se dedica a la fotografía tradicional —así la llama— de forma exclusiva desde hace más de 30 años. Para hacerlo, se necesita una habilitación de la Iglesia, permiso concedido por el monseñor y el rector.
«Para mí que está pintando bien, porque la gente tiene sed de participar de esta hermosa fiesta de la Virgen que, con ayuda de Dios, se va a normalizar después de mucho tiempo», manifestó.
Ya pasaron más de 35 años desde el momento en el que Eusebio Martínez (69) decidió dedicarse a la fotografía. Esperó paciente su turno para ser entrevistado y, cuando llegó su momento, la timidez le superó. Según él, se nota una diferencia en el trabajo, marcada por el covid. «Después de la pandemia, nosotros seguimos trabajando; no tanto, pero continuamos», relató: «Hay esperanza este año de recuperarnos».
Para el recuerdo: memoria y foto
La relación entre memoria y fotografía es muy estrecha. Más aún cuando hablamos de lo popular. Como bien lo dice la antropóloga Carmen Ortiz García en su texto Fotos de familia. Los álbumes y las fotografías domésticas como forma de arte popular, una de las funciones más importantes de esta es la de conservar el tiempo pasado. Las imágenes son archivo; son, como dice Bourdieu, recuerdos tangibles de sucesos que merecen ser conservados.
Los foteros de la Virgen son los encargados históricos de registrar a cientos de niños y adultos en un evento social de gran importancia: la visita a Caacupé.
Un retrato emotivo
Don Flores se acercó a narrarnos la experiencia que más lo conmovió en estos años de labor: encontró a un recién nacido hace más de 18 años. «Estaba en el banco, dentro de la iglesia, solito», relató emocionado y detalló: «Era un bebé de días, estaba envuelto en un pañal. Le llevé con el padre modesto Martínez, que me ayudó. Ahora el muchacho está muy cerca y ya es mozo». Para él, fue una emoción muy grande, pues pudo marcar una diferencia. Y concluyó: «Nadie sabe en qué situación se encontraba la madre; yo creo que hizo bien en dejarle acá».
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