Las mujeres del Grupo Aerotáctico
Tras 100 años de historia tradicionalmente masculina, la aviación militar paraguaya celebra su aniversario este 22 de febrero con una creciente inclusión de mujeres entre sus filas. Cintia Orué, Yennifer Pedrozo, Lorenza Ojeda, Mariela Osorio y Norma Torres son algunas de las profesionales que trabajan codo a codo con sus pares en esta alta barrera de la defensa nacional.
Texto y fotos de Fernando Franceschelli.
Este reportaje aborda la historia de las mujeres que están marcando un hito, y quien escribe disfrutó en persona del torrente de adrenalina producido por volar a varios cientos de kilómetros por hora junto a esas valientes, a bordo de un avión de combate.
Cintia Orué tiene 30 años y es teniente 1.ª piloto aviadora militar (PAM) del Grupo Aerotáctico (GAT), una auténtica guerrera del aire. Ella se prepara para concluir sus estudios en los confiables aviones AT 27 Tucano, las naves de combate que tiene nuestro país y que son capaces de volar a más de 400 km por hora, lo que haría infartar a más de uno. Con el timón entre sus manos, pueden elevarse a más de 25.000 pies de altura, es decir, a casi ocho kilómetros del suelo, con lanzacohetes, ametralladoras y bombas en sus alas. Una capacidad de fuego más que respetable.
La función de esta mujer —y de todos los integrantes del GAT— en tiempos de paz es, entre otras cosas, custodiar y defender el espacio aéreo nacional, además de formar a nuevos pilotos de combate. Para ello se preparan, estudian y entrenan permanentemente, primero en la escuela militar y, después, específicamente como pilotos de caza en sus propias instalaciones ubicadas en la ciudad de Luque.
No es fácil para Cintia poner en simples palabras lo que significa para ella ser capaz de volar estas aeronaves, pero lo resume con que se siente “muy poderosa y realizada cuando está al mando” de alguno de los Tucanos: “Se trata de una emoción muy fuerte e inexplicable”. Y aclara que el día que consiguió volar sola por primera vez fue uno de los más felices de su vida. Desde chica se sintió atraída por la aviación y con el impulso de su padre se animó a ingresar.
En febrero de este año, Cintia Orué se convirtió en la primera militar becada al extranjero para formarse como piloto de combate del nuevo Embraer EMB 314 Super Tucano, también llamado ALX o At-29.
La primera piloto de combate del país
La historia de Cintia es emocionante, pero no es la única.
Como si se tratara de una especie de Amelia Earhart —la primera mujer en cruzar el Atlántico al mando de un avión, en 1932— o de Valentina Tereshkova —la primera en llegar al espacio exterior en 1963—, la mayor piloto aviadora militar (PAM) Yennifer Pedrozo, de 39 años, fue pionera en las FF. AA. paraguayas.
Yennifer Pedrozo es la primera mujer piloto de combate de la Fuerza Aérea Paraguaya. Desde pequeña sintió interés por los aviones y hoy cuenta con más de 210 horas de vuelo —tal como se contabiliza la experiencia en aviación— en los turbohélices Tucano de origen brasilero, además de mucho tiempo al mando de otro tipo de aeronaves. También es madre de una niña de ocho y un niño de 12 años, y es consciente de que el apoyo de su familia fue fundamental para convertirse en piloto de combate.
Ella nunca experimentó el tan conocido miedo a volar, en parte porque el nivel de exigencia de las FF. AA. las prepara para un sinfín de situaciones posiblemente desfavorables. De manera similar a lo que le sucede a su compañera Cintia, se le hace difícil encontrar las palabras para explicar lo que significa estar, literalmente, entre las nubes: “Es una emoción que hace que una se sienta muy orgullosa de poder ayudar y también es un shock de adrenalina, por el amor y la pasión que una tiene. Es algo difícil de describir ese sentimiento que te llena cada vez que te preparás para cumplir una misión”.
Cintia y Yennifer insisten en que otras mujeres a las que les interese la aviación militar se animen a probarse a sí mismas. Si bien es un trabajo pesado, el cielo es el límite.
Además de pilotos, mecánicas
El trabajo de las y los pilotos de combate no sería posible sin el apoyo técnico de quienes mantienen en funcionamiento, reparan y arman las aeronaves, que deben estar listas para salir rumbo al cielo de forma inmediata ante cualquier eventualidad.
Para cumplir con esa misión existe un pequeño ejército de hombres y mujeres, como la sargento ayudante técnica Lorenza Ojeda (30), responsable de armamento; la sargento 1.ª técnica Mariela Osorio (26), responsable del armamento y del equipo de vuelo, y la sargento ayudante técnica Norma Torres (30), responsable de abastecimiento.
Ellas afirman con seguridad y casi al unísono que aman lo que hacen. Son responsables del buen funcionamiento del sistema operativo del GAT, es decir, de que los aviones y sus pilotos puedan despegar cuando es necesario. También son pioneras en lo que hacen, puesto que pertenecen a la reciente primera remesa de mujeres técnicas de aviación militar del Paraguay.
En el trabajo, lidian con los controles técnicos periódicos de los aviones, que se realizan al cumplir la cantidad de horas de vuelo especificadas por el fabricante. Igualmente se ocupan del armamento y los repuestos, entre otras actividades de soporte. En sus hogares, Lorenza y Norma también cumplen el rol de madres y sienten el necesario apoyo de sus seres queridos para dedicarse al 100 % a su pasión por la aviación.
Las mecánicas reafirman su vocación con orgullo, especialmente desde que esta institución militar ya acepta tanto a mujeres como a hombres y la inclusión femenina se va normalizando. Las tres sostienen, con mirada y sonrisa cómplices, que hay que superar los prejuicios y que si a otras les gusta este mundo de verdad, de corazón, deben animarse. La institución las recibirá.
La seguridad como base
Todas las actividades en esta unidad de élite de la Fuerza Aérea Paraguaya están estudiadas, practicadas, ensayadas y programadas. La seguridad es una premisa fundamental en las actividades y, cada día, sin excepción, se organizan reuniones o briefings entre los pilotos, instructores y estudiantes, en los que se planifican las actividades del día, los vuelos (si los habrá), con qué características, el estado del clima, la temperatura del aire, la velocidad del viento, etcétera. Es inmensa la lista de elementos a tener en cuenta a fin de lograr los objetivos planteados para la jornada.
Lo mismo sucede entre los técnicos, quienes analizan el estado de las aeronaves, las reparaciones que les están haciendo y sus condiciones de uso cada día. Absolutamente todo está organizado y meticulosamente orquestado, como si de una gran sinfonía se tratara. Para formar parte de esta orquesta, dice el teniente coronel Fabio Candia, comandante de la unidad, que “aquí llegan solo los mejores en cada una de las áreas del trabajo”. Por eso no hay distinción de género, sino únicamente de capacidades.
A criterio del teniente coronel, las FF. AA. paraguayas son comparables con las de cualquier parte del mundo, ya que se desempeñan con los mismos criterios y sistemas, aunque sí existe una diferencia en cuanto al armamento. Con optimismo, comenta que existe un plan de radarización, que permitirá el apoyo del GAT en la intercepción de aeronaves del narcotráfico.
Por ahora, el objetivo principal es la formación permanente de nuevos integrantes, para que se vayan renovando las filas de pilotos y técnicos necesarios para el sostenimiento de esta estructura de defensa aérea.
Así, muchas otras seguirán el camino marcado por Yennifer, Cintia, Lorenza, Mariela y Norma para integrar las filas de esta institución, que desde hace 100 años custodia los cielos. Va en aumento la cantidad de mujeres que llegan a espacios tradicionalmente ocupados por hombres, de una manera no tan veloz como los aviones que pilotean, quizás, pero con una perspectiva de largo alcance y gran altura.
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