Nota de tapa

Cancioneras

Voces que resuenan en la intimidad de un escenario

El proyecto Cancioneras vino a instalarse con una misión clara: proporcionar un espacio donde la voz de cada cantautora resuene, a través de la unión de fuerzas y talentos, en la búsqueda de un lugar más equitativo en la industria. Desde la potencia innegable de la colectividad, ellas se abren paso y crean espacios y oportunidades para mujeres y disidencias dedicadas a la música.

Por Nadia Gómez. Dirección de arte y producción: Sandra Flecha. Dirección de producción: Camila Riveros. Fotografía: Javier Valdez.

En pleno centro asunceno, un grupo de mujeres se congregaba alrededor de una mesa redonda. Era la hora de la merienda, y una entrevista, la excusa. Café con leche, palitos y mermelada; mientras compartían anécdotas, se sentía cómo la energía grupal recorría el ambiente. Cada una tenía una historia, un bagaje con el trabajo de la gestión cultural, con hacer música y habitar escenarios, con gestar proyectos, con crear.

Las había visto a todas performar por separado, en sus proyectos solistas, con sus bandas, adueñándose del escenario con sus melodías e historias. Ellas son Cancioneras, un colectivo de cantautoras y compositoras cuyo equipo de coordinación lo conforman María Ríos, Vero Barreto, Paty Latorre, Nat Mendoza, Carmen Díaz y Stefy Ramírez.

Fotografía: Javier Valdez.

Vero Barreto, cantautora y compositora, cuenta que con María se conocen hace tiempo, y ya estaba al tanto de sus ganas de activar el proyecto, que hoy día es Cancioneras. En ese momento, narran las chicas, todas estaban muy metidas, muy involucradas en sus propias movidas. “Como yo también hago gestión de proyectos —todo lo que sea escribir, elaborar, redactar notas, etcétera—, apoyé a María en un principio para meter la solicitud de Declaración de Interés Cultural del proyecto Cancioneras, en agosto. Ella siguió compartiendo sus ganas con más personas, hasta que llegó Paty (Latorre), que encendió la llamita que necesitábamos”, comenta Vero.

En un entorno musical que tradicionalmente privilegia a las bandas, el colectivo Cancioneras emerge como un faro para las cantautoras. Este grupo busca visibilizar y fortalecer el trabajo de mujeres y disidencias que componen y cantan sus propias canciones, un espacio que históricamente ha estado relegado en la escena musical local. Las personas que se encuentran en la coordinación se perciben como cantautoras, más allá de todos los demás títulos, profesiones y proyectos con los que también se identifican.

Fotografía: Javier Valdez.

El proyecto encuentra su inspiración y motivación en el trabajo de colectivos como Las Trovadoras (México) y Las Violeteras (Chile). El movimiento de trovadoras en América Latina es una corriente musical y social significativa que busca visibilizar voces y experiencias femeninas. Se origina en el contexto de la Nueva Canción Latinoamericana, movimiento que surgió en los 60 y 70, caracterizado por letras que abordan temas sociales, políticos y culturales.

Las Violeteras, en Chile, y Las Trovadoras, en México, trabajan para crear espacios donde las mujeres puedan compartir su arte y contar sus historias. Estos grupos no solo promueven la música, sino que también se centran en la sororidad y el apoyo mutuo, y ayudan a las artistas a superar barreras en un ámbito que tradicionalmente ha sido dominado por hombres. Figuras como Mercedes Sosa, Violeta Parra y Chavela Vargas son ejemplos emblemáticos de cantautoras que no solo destacaron por su talento, sino que también usaron su música como plataforma para la denuncia social.

El nombre del proyecto está inspirado en el disco de la chilena Cecilia Concha Laborde, denominado Cancionera. María conoció a Cecilia en un festival de cantautores y cantautoras en Moeda, Brasil, en 2023. Ella forma parte del colectivo Las Violeteras, de quienes se nutren en inspiración y en energías para llevar adelante este proyecto en nuestro país. “En la denominación Cancioneras encontramos nuestra identidad como nunca antes en ningún término”, agrega María.

María Ríos, coordinadora y fundadora del proyecto, es cantautora, profesora de música y de literatura. Fotografía: Javier Valdez.

Los primeros pasos

Cancioneras es un grupo joven, inició oficialmente este año, de la mano del equipo coordinador. María cuenta que el proyecto fue adjudicado con un pequeño fondo, con el cual decidieron crear un espacio específico. “Normalmente hay festivales para bandas, como Reciclarte, Asunciónico, Cosquín. Pero no existe algo así para la cantautora, la que interpreta sus propias canciones. Yo no tenía lugar en esos conciertos, y dije: ‘Quiero eso para mí y para chicas como yo’”, explica María.

En un esfuerzo para mapear y conocer el trabajo de las cantautoras y compositoras del país, lanzaron una convocatoria, que fungió también de diagnóstico de cantidad y diversidad. Eso sirvió como impulso para hacer dos cosas: el primer cancionero paraguayo exclusivamente de letras y músicas hechas por mujeres, y un concierto para ellas, porque no existía uno en el cual la autora sea la protagonista. Con casi 40 artistas involucradas, un material inédito en la historia cultural del Paraguay, las intérpretes se posicionaron como creadoras de narrativas de búsqueda de justicia, igualdad y libertad.

Nat Mendoza es cantautora, artista neurodivergente y docente de música. Fotografía: Javier Valdez.

El proyecto, luego, fue adjudicado con un apoyo del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA), que consistió en el uso del espacio, el escenario, las luces y el sonido. Así nació la que fue la primera edición del festival Cancioneras Paraguayas. A partir de ahí empezaron a autogestionar los demás fondos para ambientar la actividad y para que cada artista tuviese un caché por su participación. “Acordamos también hacer una convocatoria. Para conocernos y ver quiénes se consideran cantautoras. Por mi parte, cuando formé parte de un movimiento de cantautores y cantautoras denominado Dándole cuerda entendí qué es eso realmente”, agrega María. La actividad se llevó a cabo el 14 de agosto, en conjunto con el lanzamiento del libro cancionero.

A partir de ahí, las Cancioneras empezaron a trascender las fronteras del país: llevaron sus proyectos colectivos, sus ganas de aprender y de seguir tejiendo redes a encuentros con otras cantautoras. En setiembre, María y Carmen participaron del VII Encuentro de Cantoras “Ella y yo”, en La Habana, Cuba, donde presentaron el libro ante las trovadoras. También en ese mes, Nat estuvo en Santa Cruz, Bolivia, donde compartió las experiencias del proyecto en la Semana de Mujeres en el Folklore, y luego fue a Panamá para socializar los modelos de asociación y cambio social en el MIM Latam: Mujer, Disidencia, Música y Territorio.

“En la denominación Cancioneras encontramos nuestra identidad como nunca antes en ningún término”

María Ríos

Las chicas de Cancioneras claramente tienen muchos proyectos que ansían cumplir, y su travesía está iniciando, pero se potencia con cada paso que dan. “Nuestros sueños a mediano y largo plazo incluyen la impresión y distribución de más ejemplares, además de agrandar el movimiento y lograr alianzas estratégicas con instituciones del Estado, ya que creemos que es fundamental para promover nuestros objetivos”, agregan.

¿Qué significa ser cantautora?

¿Qué nos viene a la mente cuando imaginamos a una cantautora? Una persona en el escenario, quizás con una guitarra, que canta al público canciones propias. Lo más probable es que sea así, pero culturalmente implica muchas cosas. “Creo que puede haber, entre muchas otras cosas, una diferencia en el formato y el contenido, porque justamente se trata de eso, de que una se acompañe musicalmente con una guitarra u otro instrumento, que esa sea su presentación, sin que eso signifique que su puesta artística sea menos profesional o importante que la de una banda. Es un formato muy tradicional e histórico”, comenta Vero.

Vero Barreto es cantautora y compositora, gestora cultural y de proyectos. Fotografía: Javier Valdez.

Tradicionalmente, los y las cantautoras son conocidas por producir temas con un compromiso social y político bien notorio. “La composición de un cantautor, siento yo, tiene un contenido o es un dispositivo muy pedagógico con contenido social, político o de algo personal que quiere comunicar”, agrega Vero. Algunas exponentes latinoamericanas que han utilizado sus canciones como una plataforma de denuncia social, que abordaron temas como la desigualdad, la violencia, los derechos humanos y la identidad cultural, son Mercedes Sosa (Argentina), Violeta Parra (Chile), Ana Tijoux (Chile), Julieta Venegas (México), Natalia Lafourcade (México), Ely Guerra (México), Lila Downs (México), Fiorella Terenzi (Perú) y muchas otras.

Algo que les caracteriza, también, es la conexión íntima con el público. Por la exposición y la vulnerabilidad latentes en las letras, se puede crear un espacio en el cual el público conecta y se siente identificado. “Para mí, la palabra que yo relaciono con el cantautor es la intimidad, pues como artista te mete en su universo. Hay figuras, por ejemplo, que hablan de salud mental o temas similares, y en ese sentido sí existe un compromiso social, pero lo hacen desde la intimidad, desde lo que le mueve a cada uno. Y es así como dice su nombre, es música de autor, algo muy artesanal, como un plato único”, agrega Paty.

“La composición de un cantautor, siento yo, tiene un contenido o es un dispositivo muy pedagógico con contenido social, político o de algo personal que quiere comunicar»

Vero Barreto

María cuenta que desde chiquita siempre estuvo acompañada por su guitarra: “No me percibo en una banda, y cuando estuve en una, me sentí mal porque la premisa era hacerle sonar más fuerte a los hombres, yo siempre fui relegada, cuando en realidad era yo quien componía las canciones y conseguía los espectáculos, pero ganaba menos que todos mis compañeros”. Ella supo que ese formato no era el suyo, y que de esa manera no podía intimar con las personas. Así fue como empezó a buscar un lugar donde se sintiera cómoda, segura y escuchada.

Una de las razones importantes por las que se animaron a realizar el primer festival para cantautoras, desde Cancioneras, fue por eso, para que las mujeres y disidencias que realizaban e interpretaban sus propias canciones tuvieran un espacio seguro y digno donde presentar su arte, conectar con el público y retroalimentarse de esa energía que solo se genera en el escenario y en las presentaciones en vivo. “Y así fue como pudimos apreciar a todas las que cantaron, las cosas que atraviesan en la vida, qué nos cuentan, porque uno se puede perder entre tanta bulla en los festivales. Bueno, yo tampoco tenía ese espacio, así que dije: ‘Ya que no existe un lugar para nosotras, creemos uno y promovamos ahí nuestras canciones’”, agrega María.

Paty Latorre es cantautora y fotógrafa. También tiene una banda llamada Passiflorx. Fotografía: Javier Valdez.

Para Vero, una de las luchas del colectivo será la de fortalecer y consolidar el concepto de cantautora como algo diferente y grande. “Pienso en esto, ahora que estoy fijando la mirada en un disco de Mercedes Sosa, que tuvo escenarios enormes, acompañantes y bandas, pero sin sacarle su vestimenta de cantautora. A ella no le superaron con la música ni le taparon la voz. Hicieron silencio cuando tenía que cantar, su arte se consolidó. Pienso en nosotras, y digo: ‘Ese es el camino’. La gente tiene que empezar a conocer que existen cantautoras, quiénes son, dónde están y cuáles son sus obras”, explica.

Conectar con el público como parte de un festival puede ser difícil, piensa María. “Yo estoy muy segura de mi voz, me gusta escucharme. Nunca dije nada malo de ella, porque es todo lo que me defendió a mí. Puedo gritar a alguien o puedo ser sublime. Lo que cuento con mi voz, con mis historias, es lo que más me importa”, acota María.

“Para mí, la palabra que yo relaciono con el cantautor es la intimidad, pues como artista te mete en su universo»

Paty Latorre

Y existió ese festival donde las cantautoras tuvieron su lugar desde el respeto y la admiración, y lo crearon desde Cancioneras. Las chicas del equipo aportaron con su trabajo en todas las áreas necesarias: producción, diseño, fotografía, comunicación, gestión cultural, ambientación, conducción, etcétera. “Decidimos ganar todas el mismo monto para que queramos seguir haciendo este trabajo, por más que no todas tuvimos el mismo rol. Porque lo que importa es que entendimos por qué estamos haciendo Cancioneras, porque evidentemente no existe un espacio donde podamos sentirnos apreciadas, queridas y escuchadas como cantautoras”, explica María.

Carmen Díaz es diseñadora, cantautora, percusionista y rescatista de gatos. Fotografía: Javier Valdez.

La fuerza de la colectividad

Históricamente, las mujeres y disidencias sexuales encontraron una posibilidad para el cambio desde la colectividad, al crear espacios seguros para luchar por sus derechos, contra la opresión, la violencia y la desigualdad. Para Cancioneras, la visión colectiva del proyecto no es casualidad. Vero, por ejemplo, sostiene que la idea de lo comunitario y el trabajo en redes tiene un hilo conductor: la solidaridad. “Es un aprendizaje que traigo de mi historia personal, pues me vi crecer en el cuidado y atención de vecinas y amigas, que supieron entender las necesidades, mías y de mis hermanos, ante la ausencia de mi padre y las limitaciones de mi madre que trabajaba el día entero”, agrega.

La importancia de estar en un colectivo es no sentirse sola y saber que hay otras mujeres que enfrentan las mismas batallas y dificultades, cuenta Nat. Para Paty, hay un factor muy importante, que es conocerse entre ellas, saber que no están solas y pueden articular proyectos. “También pienso que es necesario construir plataformas donde más personas puedan obtener herramientas y recursos, intercambiar conocimientos y sentir esa sensación de pertenencia, que es tan importante para la salud mental. Es necesario saber que no estamos locas por querer componer y cantar”, comenta Paty.

El trabajo colectivo, para Vero, es un entrenamiento que permite desarrollar un profundo sentido de empatía, y con él reconocer que el aporte de cada una no tiene que estar alineado siempre con las necesidades individuales, sino también con las de otras personas en el colectivo. Puntualiza: “Uno de los desafíos más apremiantes es mirarnos y reconocernos como comunidad, porque así nos cuidamos todas. Cancioneras es un camino seguro hacia esa mirada y estoy feliz de ser parte”.

Históricamente, las mujeres y disidencias sexuales encontraron una posibilidad para el cambio desde la colectividad, al crear espacios seguros para luchar por sus derechos, contra la opresión, la violencia y la desigualdad.

Fotografía: Javier Valdez.

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