Nota de tapa

Cuestión de pelo

Conversaciones aesthetic con tres visionarios de la peluquería paraguaya

Derlis Zeballos, Dayanara Os y Tote Pascual conforman un line-up heterogéneo de profesionales de la belleza, cada uno con sus especialidades y criterios propios, pero con un punto en común muy especial: a los tres les nació esta particular pasión en el seno familiar, donde aprendieron sobre peluquería de las manos de sus propios padres. Hoy brillan con su estrella propia gracias al reconocimiento que la trayectoria, el trabajo duro y el buen gusto traen consigo.

Por Patricia Luján Arévalos. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.

Cada 25 de agosto se celebra en el mundo el Día del Peluquero y del Estilista, y nos pusimos como excusa la fecha especial para traer esta temática a nuestras páginas. En Asunción y alrededores existe una gran cantidad de profesionales que dejan la profesión en alto, y ni qué hablar del país entero. Así que la tarea de elegir a tres personas para protagonizar esta edición fue particularmente difícil.

Rubios magníficos

Nuestra primera parada fue el salón de Derlis Zeballos, que se destaca por su enfoque integral de la belleza. Una conversación con él va más allá de un simple corte de pelo o cambio de color, porque su interés es asesorar a la persona con la que trabaja para que alcance el aspecto que mejor la represente. La peluquería es su primer y único amor.

Sin embargo, se podría decir que Derlis es notorio por la calidad de sus rubios, un estándar que alcanzó a través de “mucha capacitación y educación, esa es la fórmula que logró reconocimiento, porque siempre trabajamos con honestidad. Escuchamos y asesoramos a la clienta, y aplicamos las mejores técnicas […]. Buscamos el punto exacto en que pueda llevar un cabello sano, sea el color que sea, respaldado por un equipo que sigue la misma línea de trabajo”.

El color es algo que siempre amé. Uno de mis objetivos era ser colorista y un referente en el área.

Derlis Zeballos.

“El color es algo que siempre amé. Uno de mis objetivos era ser colorista y un referente en el área”, nos comenta. Su romance con la colorimetría comenzó en 2014, en la academia L’Oréal, y al año siguiente realizó capacitaciones en Río de Janeiro. 

En ese momento, las mechas creativas se fueron posicionando como deseo para toda una generación, y el desafío de los peluqueros fue ponerse a la altura del reto. “Vi el interés de muchas clientas —actuales y futuras— en mi trabajo. ¡No me imaginé que viajar a capacitarme en mechas tendría tanta repercusión!”, agrega. El desenlace natural fue la creación de un segundo salón de belleza en 2016: “Con Derlis Zeballos Studio Color by Tina comencé una nueva historia, junto con el apoyo de mi madre y mi compañero, Sergio Ferreira. Juntos, él y yo, tomamos un desafío más grande: ir a estudiar y trabajar en un salón en la ciudad de Belo Horizonte, con un referente de Brasil. El objetivo fue traer un nuevo concepto de salón e innovar en Paraguay”.

DZ encontró su lugar en el corazón de sus clientas, quienes llegaban gracias al boca en boca (“la mejor publicidad”, asegura). Con este proyecto buscaron asesorar, guiar y cuidar al cliente en todos los aspectos de salud, belleza e inversión. En sus propias palabras, el proceso fue un poco lento, pero para 2019 ya comenzó una nueva etapa. De un establecimiento con ocho tocadores y cuatro piletas, pasaron a uno con 40 tocadores y 15 piletas en el barrio Ykua Sati, y un rebranding completo de la marca DZ Salón.

Colorcom vio en él un potencial particular y ese mismo año fue seleccionado por Wella Professional para representar a Paraguay ante Latinoamérica. 

Su mayor inspiración se encuentra en su madre, Tina Galeano. Es indudable que Derlis Zeballos tiene una gran capacidad estética y una comprensión muy real de las necesidades de los clientes, y esto quizás tiene mucho que ver con su infancia: “Mi vida siempre estuvo rodeada de cabello. Mi mamá estudiaba peluquería y siempre sentí pasión y felicidad al ir con ella al Instituto Carolina, un pionero en capacitación. Recuerdo que cada vez que íbamos, yo esperaba en uno de los tocadores a que ella terminara de practicar. Mientras tanto, yo peinaba y trenzaba una muñeca de peluquería”. 

Mi mamá me enseñó a luchar y seguir el camino correcto. También [me inspiran] todas las personas que me rodean y están a mi lado luchando, día a día, para dar lo mejor; quienes confían en mí y se sumaron a este proyecto de muchos sueños.

Derlis Zeballos.

Estos recuerdos datan del 2002; para el 2008, cuando Derlis tenía solo 15 años de edad, comenzó a estudiar lo mismo para ayudar a su mamá en el salón y “tener una profesión antes de terminar el colegio y poder costear los gastos universitarios”. 

“Mi mamá me enseñó a luchar y seguir el camino correcto. También [me inspiran] todas las personas que me rodean y están a mi lado luchando, día a día, para dar lo mejor; quienes confían en mí y se sumaron a este proyecto de muchos sueños”, agrega. Hay cierta nobleza detrás de su trabajo, pues su satisfacción viene de sus clientes contentos y la posibilidad de brindar trabajo y educación a su staff. Uno de sus mayores objetivos es concretar la creación de una fundación que solidifique su legado y continúe preparando profesionales de la belleza, “para apoyar a las mujeres que buscan sacar adelante a sus familias a través de una profesión noble y sana”.

Tendencias con tijeras

Es imposible hablar de la industria de la belleza en Paraguay sin mencionar a un hombre que dejó su estampa en la historia de esta profesión: Tote Pascual. “Mi relación con la pelu empezó el día uno de mi vida, una vida que se desarrolló entre secadores y sprays de pelo”, recuerda.

Tote es hijo de la señora Rosi, creadora de Rosi Coiffure, salón donde pasó los primeros años de su carrera como estilista y se hizo de nombre propio en este rubro tan competitivo. Irónicamente, aunque siempre convivió con secadores y tintes, no fue hasta que cumplió 20 años que comenzó a sentir atracción por esta profesión. Sus primeras clientas fueron sus “amigos más aventureras, como siempre sucede”.

Era mi hobby y se me descontroló al punto de transformarse en mi profesión.

Tote Pascual.

Sin saberlo, estas amigas aventureras fueron los cimientos sobre los cuales Tote construyó su reputación como uno de los principales especialistas a nivel nacional. El corte “se fue desarrollando”, explica él: “Era mi hobby y se me descontroló al punto de transformarse en mi profesión”. Ríe al admitir, igualmente, que siente un cariño enorme por el tinte y el color. 

Seis días a la semana, las tijeras ocupan su lugar entre los dedos de Tote, mientras revisa la apretada agenda que Raio Bemba Peluquería tiene reservada para él. Este salón, donde sirve como director creativo, tiene mucho de ese color que lo apasiona y la diversidad justa de clientela para mantener entretenida a su mente inquieta. “Cortar pelos es la rutina menos rutinaria que existe”, declara el peluquero que, bajo sus propias confesiones, disfruta enormemente de las charlas que mantiene con la gente que llega a su silla, donde los espera, cual terapeuta con su diván, listo para otra jornada de 10 horas de cambios y conversaciones.

“Raio Bemba creo que nació como respuesta al aburrimiento que sentía. Cuando decidí dedicarme a este ámbito, sospeché que si trabajaba en una pelu tradicional no iba a aguantar mucho tiempo. Yo me crié en una peluquería tradicional, sabía de qué hablaba”, dijo en una entrevista con el diario Última Hora en enero de este año, en honor a la primera década de vida de esta empresa que más que negocio, es su alter ego.

Entre las paredes púrpura y los muebles turquesa de Raio Bemba se desarrolla una comunidad de personas que manejan un lenguaje estético en común, un refugio para quienes se identifican con la propuesta de la firma y que, a su vez, retroalimenta la imagen de la peluquería.

La capacitación es la base del rubro, la manera de resetear los conocimientos o reafirmarlos.

Tote Pascual.

Y el equipo de la pelu refleja la misión de Tote, pues marca una tendencia muy clara dentro del paisaje local. Para mantener esta posición privilegiada en la vida de sus clientes, la educación es clave. “La capacitación es la base del rubro, la manera de resetear los conocimientos o reafirmarlos. ¿Por qué? Porque el consumo de estética muta exponencialmente. Antes había dos canales de actualización: viajes y materiales impresos que te llegaban a las manos. Hoy solo basta con tener un smartphone”, explica.

¿Y cómo ve su futuro este veterano de las tijeras? “En la cabeza de la gente, quizás haciendo sombreros… ¡Chan!”. Lo seguro es que sus clientes lo seguirán allá a donde vaya, tan confiados como siempre en el infalible criterio de Tote.

Maestra del arcoíris

Betty y Miguel Panttana fueron artífices de la creatividad de su hija, quien estuvo envuelta en este universo desde muy pequeña. “Crecí en una peluquería, pues tanto mi mamá como mi papá se dedican a este rubro, por lo que es una profesión con la que estoy bien familiarizada”, narra la colorista, mejor conocida como Dayanara Os, un nombre referenciado en todas las conversaciones sobre colores fantasía.

“Si hablamos de peinados, probablemente desde el momento en que agarré un peine”, dice Dayanara sobre sus primeras experimentaciones con el cabello, y agrega: “Pero lo que más me atrajo, siempre, fue el color en todas sus facetas, por lo que considero que la primera vez que teñí fue la más importante”.

Lo que más me atrajo, siempre, fue el color en todas sus facetas.

Dayanara Os.

Tenía 13 años de edad cuando una amiga suya accedió a ser su primer intento en color: “Le teñí de violeta, pero no fue hasta mucho después que empecé oficialmente”.

Su trabajo con el tinte también se desprende de sus aptitudes artísticas, un interés que surgió de niña, cuando empezó a pintar. Los primeros “clientes” durante los años de práctica de Dayanara fueron sus hermanos y amistades, “que no le temían a nada, al parecer, porque en mi caso siempre busqué realizar colores fantasía”.

Pero el dominio de esta especialidad tiene que ver con su propio imaginario y aquella estética que siempre llamó su atención desde muy joven. “Realmente quería tener el cabello azul. A falta de opciones, decidí enfocarme en obtener aquellos colores que llamaran mi atención. En lo personal, aparte de trabajar en esta profesión, realmente me gusta jugar con diferentes tonos en mi propio cabello, incluso mis cejas. Llevo conmigo [la profesión] también a través de cómo me maquillo y me visto”, dice Dayanara y quienes la seguimos en Instagram sabemos que es así.

Como artista del cabello, extrae inspiración de todas partes: la naturaleza, las drag queens, Dolly Parton, su familia y la misma cotidianidad que observa en las calles. “Siento que son el combustible de mi creatividad”, comenta, pues lo que más disfruta de su día a día es crear desde cero, partir con una idea y verla luego hecha realidad.

“El color es una constante en mi vida, desde la pintura hasta mis clientes, así como mi vestimenta y mi hogar. Por el tinte siento amor, respeto y hasta temor, porque si bien la mayoría de las personas ven el aspecto estético, los que realizamos color debemos entender la química de los productos que utilizamos, porque, al fin y al cabo, todo tiene su proceso y cuidado, ya que trabajamos en personas”, comenta la especialista.

Siento que gracias al empeño que le ponemos, los clientes pueden proyectar quienes son a través del color.

Dayanara Os.

Dayanara Os es consciente de que uno nunca termina de estudiar si se dedica al tinte, pues la tecnología evoluciona constantemente y la capacitación es la manera de actualizarse en lo que se genera en el escenario internacional: “Admiro la versatilidad con que la industria se transforma, es una de las cosas que amo más de mi profesión. Todos los días surgen nuevas tendencias. Ese interés me mantiene al tanto de lo nuevo”.

Este interés es uno de los pilares de su trabajo, ya que hace posible que trabaje con fórmulas creadas por ella misma: “Siento que gracias al empeño que le ponemos, los clientes pueden proyectar quienes son a través del color. Estoy inmensamente agradecida de que haya personas que me acompañen y elijan esas fórmulas para su día a día”.

Dayanara sabe que se debe a sus clientes y que su trabajo incluso guía las tendencias de nuestro mercado: “Significa que hay personas que comparten conmigo el gusto por los colores, los contrastes y la aceptación de uno mismo. Entiendo que no a todos les va a gustar el estilo de mi trabajo, pero eso es lo extraordinario en esta industria: por cada tendencia, existe un profesional al cual le apasiona realizarla. Por eso, cada colorista y su clientela son como familia”.

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