Nota de tapa

El Cántaro

Testimonio vivo del poder transformador de la cultura

Este lugar es más que un lugar, es un concepto y la manifestación de una filosofía. También es un sueño proyectado por Joe Giménez desde pequeña y materializado en su adultez. Seguramente ya conocés El Cántaro BioEscuela Popular, un gran faro de esperanza comunitaria en la histórica Areguá.

Por Patricia Luján Arévalos. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Si la cultura es el sello de cada civilización y tomamos la metáfora en su sentido más literal, El Cántaro es el papel donde se estampa con la tinta de sus gestores y la comunidad entera. Los primeros pasos se dieron en 2007, como un proyecto comunitario en Areguá, y la idea partió de la tesis de Joe Giménez, quien estudió Mediación Cultural en París (Francia).

Al regresar a su país, sintió la necesidad de crear un espacio que ofreciera oportunidades de aprendizaje diferentes para los jóvenes, con el arte como herramienta de transformación social. “Cuando inicié la bioescuela popular, hace 17 años, lo único que hice fue cerrar los ojos e imaginar todo a lo que hubiéramos querido acceder una generación de jóvenes como yo, que crecimos sin saber lo que era una biblioteca, que no podíamos tocar un instrumento, que nunca pisamos un teatro, que pensábamos que acceder a la cultura era un privilegio y no un derecho, un derecho que hubiera sido una herramienta transformadora para nosotros”, cuenta.

“En El Cántaro creemos que la transformación social comienza con el acceso inclusivo y permanente a la educación y al arte”, dice Joe, que hoy dirige la escuela junto con Gustavo Díaz, quien aportó nuevos enfoques, especialmente en lo relacionado con la bioconstrucción, que forma parte fundamental de su identidad.

Fotografía: Fernando Franceschelli.

Su historia también está escrita con las manos de la comunidad, que una y otra vez se unió bajo la bandera de la cultura. El proyecto empezó a tomar forma, inicialmente, en espacios públicos como la plaza, la avenida, la vieja estación del ferrocarril y patios prestados, donde realizaban talleres y ciclos de cine al aire libre. Al ocupar estos lugares y generar momentos de formación sin costo, se popularizó rápidamente.

El nombre fue elegido por su simbolismo. “Un cántaro es un recipiente que se utiliza para llevar agua, un recurso vital. De manera similar, El Cántaro BioEscuela Popular busca ser un espacio que nutra a la comunidad con conocimientos, arte, creatividad y cultura, que lleve bienes esenciales para el desarrollo personal y colectivo”, explica Joe. Gustavo agrega: “El concepto ‘bioescuela popular’ refleja su compromiso con la sostenibilidad, la bioconstrucción y la educación comunitaria, con un enfoque en el bienestar común y el cuidado del medioambiente”.

Un cántaro es un recipiente que se utiliza para llevar agua, un recurso vital. De manera similar, El Cántaro BioEscuela Popular busca ser un espacio que nutra a la comunidad.

Joe Giménez, fundadora y directora de El Cántaro.

Una línea de tiempo en tres actos

Los espacios públicos fueron el primer hogar de este sueño. Comenzó su recorrido en lugares emblemáticos de Areguá. En esa primera etapa, los talleres de arte, música y las funciones de cine al aire libre se volvieron un punto de encuentro donde no importaba la edad y donde la idea de que la calle es un espacio para todos se fortaleció. “Este enfoque sentó las bases de nuestra filosofía de dar y recibir; cada persona puede participar libremente, compartiendo y recibiendo lo que la escuela ofrece”, aseguran.

“Más adelante, la necesidad de un lugar propio nos llevó a alquilar una casa abandonada en Areguá y dejar la calle. La comunidad entera se unió para restaurar y convertir ese sitio en una escuela vibrante: pintamos murales, plantamos árboles y creamos un espacio de aprendizaje conjunto”, recuerda. Lastimosamente, después de los arreglos y las refacciones hechas por El Cántaro, el propietario decidió subir el alquiler a un monto que les hizo imposible continuar allí.

Joe Giménez estudió Mediación Cultural en Francia y puso sus conocimientos en práctica cuando creó El Cántaro en 2007. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Joe confiesa que este revés fue sumamente desalentador, pero, optimista como es y con el apoyo de sus propios vecinos, quienes también se benefician de (y celebran) la existencia de un lugar como este, encontró la motivación para buscar un terreno propio. En 2012 lo hizo posible.

“Así comenzó la bioconstrucción colectiva de la bioescuela, un proceso que no solo fortaleció nuestro sentido de pertenencia, sino que también incorporó valores como la responsabilidad y la conciencia ambiental”, asegura. Con madera, pasto, barro y cientos de manos, el sueño tomó un nuevo rumbo.

Fotografía: Fernando Franceschelli.

Este espacio también alberga la primera biblioteca comunitaria de Areguá. La construcción en forma de domo es un espacio que mucha gente asocia con un tatakua gigante y que “simboliza el lugar donde se ‘cocina’ el conocimiento”, acota.

“Además, los talleres abiertos comunitarios han sido una parte esencial de nuestra historia”, menciona Gustavo y detalla: “Allí, cualquier persona puede ofrecer una clase, una charla o proponer una actividad que beneficie a la comunidad, reforzando la filosofía de que en El Cántaro todos tienen algo que dar y algo que recibir”.

Además, los talleres abiertos comunitarios han sido una parte esencial de nuestra historia. Allí, cualquier persona puede ofrecer una clase, una charla o proponer una actividad que beneficie a la comunidad, reforzando la filosofía de que en El Cántaro todos tienen algo que dar y algo que recibir.

Gustavo Díaz, director de El Cántaro.

Escribiendo la historia en tiempo real

El futuro se está escribiendo ahora mismo. “Lo que proyectamos para El Cántaro incluye grandes desafíos y oportunidades, tanto a nivel local como nacional. Seguimos trabajando para fortalecer nuestra infraestructura y expandir nuestras actividades, lo que incluye la adquisición y desarrollo del nuevo terreno para El Bosquecito de El Cántaro. Este espacio se convertirá en un centro de aprendizaje y expresión, enfocado en la educación ambiental, las múltiples disciplinas artísticas y el bienestar comunitario”, cuenta Joe.

La gestora cuenta que, a nivel nacional, El Cántaro desempeña un rol importante en la articulación de la red de Culturas Vivas Comunitarias en Paraguay: “A través de los Intercambios de saberes para la gestión comunitaria hemos unido a decenas de organizaciones culturales de todo el país, y fomentamos la cooperación y el aprendizaje mutuo. Además, trabajamos activamente con la Secretaría Nacional de Cultura para reactivar el programa Puntos de Cultura, que busca visibilizar y fortalecer este sector”.

Fotografía: Fernando Franceschelli.

“Nuestro enfoque en la educación, el arte y la participación comunitaria nos guía en todos los proyectos, y estamos comprometidos con seguir construyendo un futuro donde la cultura y la comunidad sean motores de cambio social en Paraguay”, puntualiza.

El Bosquecito de El Cántaro es un proyecto que refleja su compromiso con el ambiente y la comunidad. “Estamos en proceso de adquirir terrenos que serán transformados en un espacio verde comunitario, donde las personas puedan reconectarse con la naturaleza y aprender sobre prácticas sostenibles. Esta campaña busca no solo recaudar fondos para la compra de las parcelas, sino también involucrar a la comunidad en la creación de un lugar que será tanto un refugio como un centro educativo. Es un esfuerzo colectivo que busca dejar un legado de conciencia y respeto a la tierra”, cuenta Joe.

Voluntarios y obreros trabajan en la construcción del nuevo espacio multiuso. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Ese espacio contará con un auditorio al aire libre, salas de ensayo y espacios de similar relevancia para la comunidad. “Esta expansión es esencial para continuar acogiendo a más personas y seguir creciendo como un centro de referencia cultural y educativo en la región”, subraya Joe.

“Actualmente, estamos en la fase final de construcción de un nuevo espacio multiuso, que ha sido posible gracias a un fondo del Instituto Paraguayo de Artesanía (IPA). Este salón estilo culata jovái fue hecho con barro, paja, takuara y aberturas recicladas, con botellas”, explica Gustavo Díaz y agrega: “Lo más inspirador de este proyecto ha sido la participación de cientos de personas que se acercaron para aportar su granito de arena, y aprendimos juntos y de manera creativa técnicas de bioconstrucción. La arquitecta a cargo, Roxana Saguier, tiene la visión de establecer una escuela de bioconstrucción en Paraguay, y este proyecto es un paso significativo hacia ese objetivo”.

Roxana Saguier es la arquitecta que dirige la construcción del nuevo espacio de El Cántaro. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Transformación social

Aquí se realiza una amplia variedad de actividades centradas en arte, cultura y sostenibilidad, los pilares de la misión de El Cántaro. Los talleres abarcan disciplinas como música, manualidades artísticas, teatro comunitario, artes marciales y bioconstrucción. Existe una fuerte orientación hacia la educación ambiental, con acciones que promueven el reciclaje, el cultivo de una huerta comunitaria y la construcción ecológica.

También se llevan a cabo encuentros y eventos comunitarios: ciclos de cine, conciertos, espectáculos de títeres y ferias, pensados para fomentar la participación activa de la comunidad. El Cántaro es inclusivo y accesible. “Los talleres están abiertos a todos, independientemente de su situación económica, social o edad. Lo único que pedimos es tener ganas y compromiso de aprender y contribuir a la comunidad. Eso asegura que cualquier persona pueda participar de una educación inclusiva y equitativa”, dicen.

Así se ve el interior de la biblioteca comunitaria gestionada por Joe y Gustavo. Fotografía: Fernando Franceschelli.

“El arte es nuestro lenguaje principal para abrir mentes y transformar realidades. A través de la creatividad, la exploración y la expresión, buscamos generar espacios de encuentro donde las personas puedan conocerse y vincularse, en un entorno donde se valora la solidaridad, la empatía y la reciprocidad. En cada taller, actividad o encuentro, el objetivo es fortalecer estos vínculos, que son la base para una comunidad más cohesionada y transformadora”, asegura Joe con una pasión palpable en su voz, sus gestos y su mirada decidida hacia un futuro diferente para su comunidad.

Sus actividades tuvieron y tienen un impacto profundo en la ciudad de Areguá. “A través de nuestros talleres, hemos fomentado la participación activa de niños, jóvenes y adultos y fortalecido el tejido social de la comunidad. Vimos cómo el arte y la educación pueden ser herramientas valiosas para empoderar a las personas, al crear espacios donde la creatividad y la colaboración florecen. La filosofía de dar y recibir ha generado un sentido de pertenencia y solidaridad, lo que llevó a la comunidad a ser más resiliente y unida frente a desafíos sociales y económicos”, describe Gustavo.

Nuestro rol es el de ser catalizadores de cambio, promover la participación, la educación alternativa y el desarrollo cultural. A través de nuestras actividades, seguimos abriendo mentes y transformando realidades, con el arte como un lenguaje para el diálogo y la construcción de una sociedad más equitativa y solidaria.

Ambos reconocen que, hoy día, El Cántaro es un referente cultural comunitario y educativo en Areguá y mucho más allá de los confines de la ciudad. Más que un espacio físico, estamos hablando de un punto de encuentro donde la gente puede expresarse, aprender y crecer: “Nuestro rol es el de ser catalizadores de cambio, promover la participación, la educación alternativa y el desarrollo cultural. A través de nuestras actividades, seguimos abriendo mentes y transformando realidades, con el arte como un lenguaje para el diálogo y la construcción de una sociedad más equitativa y solidaria”.

El corazón de la escuela

Entonces, ¿qué significa para Joe Giménez y Gustavo Díaz que la comunidad se involucre en las actividades propuestas por su escuela?: “La participación comunitaria es el corazón de El Cántaro. Sin ella, nuestra labor no tendría sentido. Creemos firmemente que cada persona tiene algo valioso que aportar, y por eso fomentamos un ambiente donde todos pueden compartir sus habilidades y conocimientos. Este enfoque crea un círculo virtuoso de aprendizaje y crecimiento, donde los lazos entre las personas se fortalecen a través de valores como la solidaridad, la empatía y la reciprocidad. Para nosotros, la participación comunitaria es la clave para construir una sociedad más justa y colaborativa”.

Joe Giménez y Gustavo Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Nos explican que cuentan con comisiones de madres y padres, quienes desempeñan un papel vital en sus actividades porque no solamente colaboran con la organización de desayunos y meriendas para los niños en su comedor comunitario, sino que también son claves en actividades de recaudación de fondos, organización de paseos educativos y la realización del Seminario Musical, que este año cumple su tercera edición.

El centro de estudiantes es un espacio de participación diseñado específicamente para que los jóvenes tengan voz y protagonismo en la toma de decisiones de la escuela. Si bien la mayoría de las instituciones educativas cuentan con un órgano similar, este enfoque es innovador en el contexto del sistema educativo de Paraguay, donde la participación activa de los alumnos no es común. “En El Cántaro valoramos sus opiniones y los animamos a liderar proyectos y propuestas, lo que les permite desarrollar habilidades de liderazgo y responsabilidad desde una edad temprana”, dice Joe.

En El Cántaro valoramos sus opiniones y los animamos [a los estudiantes] a liderar proyectos y propuestas, lo que les permite desarrollar habilidades de liderazgo y responsabilidad desde una edad temprana.

Joe Giménez.

Actores y beneficiarios, al mismo tiempo

A lo largo de los años, miles de personas han pasado por sus puertas. “Se benefician no solo de nuestros talleres y eventos, sino también del entorno enriquecedor que hemos creado. Además de los participantes directos, sus familias y la comunidad en general se ven impactadas positivamente por las experiencias compartidas y el fortalecimiento del tejido social. Nuestros programas han sido claves en empoderar a jóvenes al darles herramientas valiosas para su desarrollo personal y profesional”, explica Gustavo.

Cada año, unas 400 personas participan directamente en los talleres, que no solo proporcionan habilidades concretas, sino que también promueven la cohesión social al reunir a individuos de diferentes orígenes en un espacio de aprendizaje compartido. “Esta significativa participación es precisamente lo que nos impulsa a expandirnos a un nuevo terreno, lo que nos permitirá acoger a más personas y seguir creciendo como un centro de referencia cultural y educativo en la región”, agrega.

Los lectores de Pausa pueden apoyar a El Cántaro de varias maneras. Una de las formas más impactantes es contribuir con su campaña de recaudación de fondos para la construcción de El Bosquecito. Esta iniciativa también es para asegurar los terrenos que ya han comenzado a pagar. Por ello buscan el apoyo de todo el país para seguir agrandando el sueño. Encontrá toda la información en este enlace: givebutter.com/bosquecitodelcantaro

También invitamos a empresas, individuos y fundaciones a financiar proyectos específicos, como la construcción de baños, el escenario, la cocina campesina y las aulas de ensayo. Cualquier tipo de apoyo, sea material, financiero o en forma de tiempo, es invaluable para continuar con nuestra misión de promover el buen vivir y el aprendizaje integral en nuestra comunidad.

Además de las donaciones monetarias, las personas pueden apoyar como voluntarias en las actividades de bioconstrucción, en la huerta comunitaria o en la organización de eventos y talleres. “También invitamos a empresas, individuos y fundaciones a financiar proyectos específicos, como la construcción de baños, el escenario, la cocina campesina y las aulas de ensayo. Cualquier tipo de apoyo, sea material, financiero o en forma de tiempo, es invaluable para continuar con nuestra misión de promover el buen vivir y el aprendizaje integral en nuestra comunidad”, aseguran los directores de El Cántaro.

Ponete en contacto con Joe Giménez y Gustavo Díaz a través del teléfono (0985) 659-711 y el correo direccion@el-cantaro.com. Todas las novedades sobre sus nuevas campañas y próximas actividades están en su página de Facebook El Cántaro Bioescuela Popular y en el enlace linktr.ee/cantarobioescuela.

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