“Paraguay ya es parte de mi vida”
En esta íntima entrevista, te traemos las reflexiones de uno de los embajadores más queridos por los paraguayos. Ramin Navai habla de los paralelismos entre Paraguay y Reino Unido, la cultura, el rol protagónico de la juventud, el desarrollo económico y el cuidado del ambiente para un crecimiento armónico.
Por Leticia Ferro Cartes. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Camila Riveros. Producción: Sandra Flecha y Anabel Velázquez Artaza. Fotografía: Javier Valdez. Locación: Aurelia Brew Pub. Agradecimientos: Gabriela Ferro.
Ramin Navai nació y creció en Londres. Luego se dirigió al norte del país para realizar sus estudios en Ciencias Políticas en la Universidad de Leeds. Sus padres provienen de Irán, por eso siempre tuvo el ojo puesto fuera, hacia las relaciones exteriores.
Combinó esa pasión con su interés por viajar e ingresó al servicio público. En parte también porque, en su casa, siempre se hablaba de política y sobre Medio Oriente. Habla tres idiomas: inglés, español y farsi, que es la lengua de sus padres.
Con solo 24 años ingresó al Ministerio de Asuntos Exteriores, Mancomunidad y Desarrollo del Reino Unido, donde se desempeñó como director de Comunicaciones y en el área de Política Económica. Gran parte de su carrera estuvo abocada a la seguridad, en lugares como Bogotá (Colombia) y Chicago (EE. UU.).
Habló con Pausa sobre sus perspectivas luego de cuatro años como embajador del Reino Unido en Paraguay, durante un encuentro ameno en su pub favorito de Asunción, con la gran calidez que le caracteriza.
Te destacaste en tu labor por mostrar un estilo nuevo, diferente, más humano de hacer diplomacia. Y creo que la gente en Paraguay te sintió muy cercano a sus afectos y a su cultura. Me gustaría saber cómo fue tu proceso de adaptación.
– Bueno, el proceso fue muy orgánico. Es decir, no tuve demasiadas expectativas antes de venir: como muchos extranjeros, no contaba con tanta información sobre Paraguay. Lo que conocí fueron cosas de historia, fútbol y lo poco que había leído, pero nunca pensé que iba a adaptarme y disfrutarlo tanto. Diría que la gente acá es tan amable que sentí algo diferente a los otros países a los que he viajado.
Estuviste trabajando en varios sitios…
– En Colombia, Estados Unidos, Medio Oriente… Pero aquí hay una hospitalidad realmente excepcional, y también una historia poco conocida, que dice un poco lo que es Paraguay hoy. El dicho que me gusta de Paraguay es que es una isla sin mar.
Sí, la isla rodeada de tierra.
– Eso, la isla rodeada de tierra. Y bueno, yo vengo de una isla también.
Algo que me impactó fue que hay mucho más en común entre nuestros países de lo que uno pensaría. Y bueno, Inglaterra tuvo otro camino, un papel muy conocido en el mundo; Paraguay no, pero al mismo tiempo hay vínculos especiales, como lo digo, un cariño hacia la cultura, la música británica y todo eso.
Pero para contestar tu pregunta, al hacer mi adaptación, no sabía que la cultura paraguaya tenía tanta riqueza: la música, el idioma guaraní, la historia, el baile, todo es muy distinto aquí. Porque había viajado por la región, pero hasta que llegué, no había visto esta parte del continente, y me enamoré de lo que vi, me enamoré de la gente y así fue muy fácil para mí adaptarme porque me dio un gusto personal.
Encima, creo que funcionó para mi trabajo. Como diplomático, al tomar decisiones para fortalecer las relaciones, lo hago desde la perspectiva de que hay que entender bien el lugar donde uno está. A veces es fácil leer informes, hablar con otros políticos, con el Gobierno, sin entrar en la sociedad. Creo que así uno pierde un poco de su entendimiento del país.
Entonces, entré en un camino que me dio mucho a nivel personal, pero en especial profesionalmente creo que me ayudó entender la historia, la cultura, y hasta pude meterme en los diferentes sectores de la sociedad. Esa es una base importante para hacer lo más posible en mi cargo. En este caso, las redes sociales me ayudaron. Fue una herramienta que los embajadores hace 20 años no tuvieron, pero es una forma de tener conexiones directas con el pueblo.
«Lo digo siempre: prefiero ver un partido de fútbol aquí en vivo. La calidad es distinta, pero voy por el ambiente, un ambiente así no existe en la Premier League hoy”
Dijiste que tu integración a la sociedad paraguaya fue orgánica. Por ejemplo, te hiciste muy conocido por ir a la cancha, la gente te conoce mucho por eso. ¿Cómo fue para vos ese proceso, esas pequeñas cosas que sucedían durante tu estadía?
– Siempre hago el chiste de que me encantan la carne, la cerveza y el fútbol, así que fue fácil para mí vivir en Paraguay. Y es cierto, porque tenemos eso en común. Lo que vi acá fue como mi propia vida en Londres al crecer. O sea, uno trabaja, después toma unas cervezas con sus amigos, ve un partido de fútbol y después escucha rock británico, que es muy conocido acá. Siempre hay un toque de música de mi país.
Y bueno, así de lejos tampoco pensé que me iba a sentir como en casa, la verdad. Y lo que he mencionado, el fútbol, por ejemplo: acá la pasión es más grande que allá. Puede que la calidad del juego en mi país sea mejor, porque tenemos los mejores jugadores del mundo, ¡pagamos una fortuna! [Risas]
Tienen más recursos.
– Más recursos, los estadios son lindos, pero lo digo siempre: prefiero ver un partido de fútbol aquí en vivo. La calidad es distinta, pero voy por el ambiente, un ambiente así no existe en la Premier League hoy. Yo uso eso como ejemplo, pero en muchos sentidos Paraguay tiene una pasión por las cosas que nosotros hemos perdido. Creo que viene un poco con el desarrollo.
Londres es una megaciudad. La velocidad de vida es muy alta y Paraguay, por suerte, todavía tiene algo que no tenemos: paciencia. Bueno, a veces las cosas pasan lentas acá y eso me frustra [risas]. En la parte cultural muestra mucho cómo es la gente. En general, es relajada, amable; le gusta tomar, la farra.
«Paraguay tiene su propio camino y es muy distinto a los países vecinos. La gente está orgullosa de eso”
Compartir con sus amistades…
– Mira, no hay pubs en cada esquina, como allá, pero uno entra a casas acá, como no es posible allá. Ya nadie te invita a su casa. Bueno, una de las razones es lo que dije: yo vivo a una hora de Londres y cuando termino de trabajar, no puedo tomarme otra hora para volver a mi casa. Por eso los pubs existen. La palabra pub es una abreviatura de public house [en español, casa pública].
Habías dicho también que veías paralelismos.
– Bueno, la puntualidad no es uno de ellos [risas].
El carácter británico es más flemático.
– Sí, nosotros somos un poco más… yo no, personalmente, pero, en general, estamos un poco más cerrados. Y al mismo tiempo, nos encanta compartir y estar con amigos. Son sociedades muy sociables, la paraguaya y la británica. Es un poco más difícil en Londres, pero en nuestra cultura la cerveza significa algo, ¿no? Es para compartir. No hay mucha gente que tome sola. Hay, pero no es recomendable.
Volviendo al punto de la isla: en muchos sentidos muestra su historia y esa parte está vinculada con eventos importantes de los últimos siglos. Paraguay tiene su propio camino y es muy distinto a los países vecinos. La gente está orgullosa de eso. Ese es otro punto que mi país comparte también. Reconozco cosas que hicimos mal en el pasado, sin perder el orgullo.
“Acá no tienen que inventar nada porque hay una identidad fuerte y eso necesita dos cosas para mostrarse más: una es la confianza y la otra es que el Gobierno invierta en eso”
¿No te parece que los paraguayos tenemos una visión de túnel, que no somos conscientes denuestra capacidad?
– Estoy 100 % de acuerdo. Tienen todo lo necesario, el sentimiento, pero no la confianza para proyectarlo. Nosotros sí, y esa es una diferencia, pues sin miedo vamos al exterior. Ustedes tienen el talento y la habilidad. Y es lo que hace al paraguayo único. Está listo para exportar. Eso creo que falta un poco: confianza.
Es algo en lo que trabaja mucho tu Gobierno, las industrias creativas.
– Sí, totalmente. Y es necesario. Creo que el presidente hoy entiende ese punto y apoya a los paraguayos que están en el exterior. Todos ellos son embajadores.
Es algo que Estados Unidos hizo muy bien. Hollywood, a principios del siglo XX, usó películas como una política de Estado, invirtieron en las cowboy movies para inventar una identidad que realmente no había. Acá no tienen que inventar nada porque hay una identidad fuerte y eso necesita dos cosas para mostrarse más: una es la confianza y la otra es que el Gobierno invierta en eso.
Me llamó la atención lo interesante que fue el festival de cine de la British Week, me comentaste que fuiste el curador. Contame un poco sobre tu amor al cine.
– Es una de mis grandes pasiones. El único trabajo que tuve antes de ser diplomático fue en un videoclub, siempre ha sido un gran hobbie, mi gusto personal. Entonces, cuando estoy celebrando la cultura británica, es una oportunidad para elegir películas que tal vez la gente no ha visto y que muestran fuertemente lo que es mi país. Nuestro cine ha tenido un impacto en el mundo.
Elegí pelis que muestran otro lado de la sociedad. Hace dos años fue Trainspotting,¡que es pesada! La primera pregunta que alguien me hizo fue “¿por qué escogiste esa película para mostrar el Reino Unido?, no entiendo”. Es más, es una historia que también tiene cada ciudad en el mundo. No hay que esconder los problemas sociales, somos responsables de toda la sociedad.
Sí, es una película muy representativa de cierta época, de culto.
– Es muy popular. Un poco como la música que viene del mismo lugar, en el sentido de que no todo está bien. Yo nunca voy a decir que todo es perfecto en mi país. Obviamente no. Y mira, The Beatles vienen de una situación de pobreza. Muchas personas me preguntan cómo es que una isla chiquita puede tener tanto impacto musical. Y no viene por la inversión, sino por la libertad de expresión.
Y la creatividad.
– Así es. La sociedad debe dejar a los jóvenes expresar lo que pasa en sus vidas. Los Beatles crecieron en la posguerra en sitios difíciles, había polémica con esa banda.
Y hay varios polos importantes para la música, como Sheffield, donde hubo mucho heavy metal y punk, después todo el movimiento britpop y britrock.
– Pulp en Sheffield. ¡Y Arctic Monkeys!
Vienen de raíces obreras, trabajadoras…
-Y acá lo digo porque tienen una población joven muy alta, su voz es importante y deben contar con espacio para crecer y sentir sus libertades. El arte, la creatividad, son fundamentales. Es un lujo tener esa población joven. Allá no hay eso hoy. Mira, la música nuestra no es como lo que era hace 20 o 25 años. Entonces, yo soy optimista con Paraguay, en parte por la juventud, pero para cambiar el país deben estar más involucrados en el desarrollo, sentir oportunidades, libertad y creatividad.
«Cada generación debe tomar el control. Si una queda al mando, significa que no lo han logrado. El éxito del liderazgo, para mí, es dejar los espacios para las próximas generaciones y que así puedan superar lo que las anteriores hicieron.»
¿Te parece que falta más protagonismo o liderazgo de la juventud hoy?
– Hay liderazgo, sí. Y un gran trabajo de la Embajada es empoderar a la juventud. Estuve en el Congreso justo hablando con un grupo de líderes por la acción climática con 50 jóvenes de todo el país, de 18, 20, 21 años. Mucho más preparados que yo, realmente. Yo [en mis 20] estaba en el videoclub mirando películas y ellos hablaban del COP29 en Bakú.
[Los jóvenes] deben tener la confianza para cambiar su país. Cada generación debe tomar el control. Si una queda al mando, significa que no lo han logrado. El éxito del liderazgo, para mí, es dejar los espacios para las próximas generaciones y que así puedan superar lo que las anteriores hicieron.
Yo veo, en mi país, sin entrar en el debate del Brexit, que muchos jóvenes no votaron. Aunque acá quizás sientan que el voto no cuenta, hay que ejercerlo, pueden votar por nadie, pero hay que ir. Es una forma pacífica de involucrarse en la sociedad. Y sí, se relaciona con la creatividad, el arte y la cultura.
Otra cosa sobre la cultura es que ¡no es fija! The Beatles eran una gran polémica y mira ahora, son parte de la hegemonía. Entonces, solemos olvidar, como ciudadanos, que se pueden mantener las tradiciones, pero con toques modernos.
Al mirar la coronación de la reina Isabel II y la de Ricardo III, uno ve la misma abadía y la misma procesión. Había mil hombres blancos viejos en 1953, con una mujer sentada. Hoy, el color de la ropa y de las personas es totalmente diferente. Siempre hay que tener espacio para la creatividad. Si a la población le gusta algo, las tradiciones evolucionan.
Algo que Gran Bretaña tiene es la habilidad para reinventarse. Mira, yo estoy aquí, primera generación de inmigrantes, mis papás y mi hermana nacieron en otro lugar, no tengo ascendencia de “sangre” británica, pero es el país que me dio todo. Nací y crecí allí, pero hace 100 años, hace 50 años, esto no hubiera sido posible.
Es un cambio de modelo de política.
– Y es una muestra, creo, de que la posición del Reino Unido en el mundo quizás haya bajado a nivel de poder económico, pero seguimos relevantes porque tenemos esa capacidad de reinventarnos, con respeto a las tradiciones. La serie The Crown salió y fue un éxito mundial, que muestra los cambios de generaciones, pero seguimos con la familia real. Es bien distinta a lo que era al inicio de la serie, ¿no?
Claro. Y que la gente, a través de un producto cultural, pueda conocer más también de la historia.
– Yo quiero ver más Marilina.
¡Más ficción!
– Siete cajas es una maravilla, una de las mejores películas.
Ver nuestras historias en la pantalla es crucial.
– En la pantalla, sí, y el cine acá es fuerte. ¡Tienen un talento increíble! Siete cajas, para mí, es increíble.
¿Es tu película favorita de Paraguay?
– Sí, porque soy fan de la aventura, pero también me encantan las pelis de Marcelo Martinessi. Un filme que es un poco más light, pero me gustó, es No entres. Es muy paraguayo y el terror es mi género favorito. Tiene éxito acá, pero ¿por qué no en el exterior? Bueno, yo sé, es un tema de recursos, pero también de ambición.
¿Tenemos un techo y nos quedamos ahí?
– El talento artístico en mi país no siente techo. Creo que eso va a cambiar acá, pero los jóvenes tienen que aprovechar su época, porque siempre viene de una edad…
Ese ímpetu.
– ¡Sí! Y el tema es igual para el cambio climático. Los gobiernos firman compromisos, pero ustedes, los jóvenes, deben asegurar que los compromisos se hagan realidad.
Tenemos que ser los contralores de los estados.
– Contralores del Estado y mi gestión también, porque estoy en un cargo público. Lo que sale de mi Gobierno, la gente debe preguntármelo.
En este proceso de dejar tu misión como diplomático en Paraguay, ¿qué desafíos ves para el país en los próximos años?
– Infraestructura. Yo diría tres cosas que están vinculadas: transporte público, salud y educación. En los tres hay un rol importante de la comunidad internacional para invertir y no puedo negar que en mi país el vínculo internacional fue importante en el desarrollo. Hasta la gente del Caribe vino a trabajar en el metro de Londres. La inmigración fue tan importante en nuestro crecimiento. Acá no necesitan tanto en este punto porque tienen población joven.
El transporte público es clave porque ahora Asunción es medio tranquila. Yo sé que la gente se queja del tráfico, pero mira a Lima, Bogotá, San Pablo… La capital de acá no va a llegar a ese nivel de población.
«Paraguay puede ser un líder mundial en crecimiento verde. A veces la gente acá dice: “Ah, no tenemos la minería de Chile, el litio de Bolivia, el petróleo de Argentina”. ¡Ustedes tienen agua! Y con la sequía, todavía existen ríos por todos lados.»
Aparte, Asunción se está internacionalizando.
– Sí.
Y la falta de transporte público es una barrera para que sea una ciudad más cosmopolita.
– He hablado con empresas británicas para ver en qué pueden apoyar. Entonces, como digo, no me quejo del Gobierno acá. Es una solución en la que todos tenemos que trabajar. En ninguna ciudad del mundo alguien debe manejar su propio vehículo para trabajar. No, olvídate. ¡No tiene sentido!
¿Por qué los ricos en Londres no manejan?
– Porque se demora más tiempo, y el tiempo es la riqueza más importante que tenemos. Y si el auto demora más que un bus, la gente va en el bus, pero no en un bus como los que tienen acá [risas].
Un bus de calidad.
– Sí. O un metro. Paraguay puede ser un líder mundial en crecimiento verde. A veces la gente acá dice: “Ah, no tenemos la minería de Chile, el litio de Bolivia, el petróleo de Argentina”. ¡Ustedes tienen agua! Y con la sequía, todavía existen ríos por todos lados. Hay países que no poseen ríos como acá. Lo verde viene del agua y del sol, Paraguay tiene ambas cosas, con el potencial de mostrar al mundo un desarrollo verde, si crecen bien.
Estamos en un punto de inflexión ahora, porque podemos crecer mal también.
– Sí, claro. Pueden crecer mal. Hay que impulsar la reforestación, la conservación, especialmente el Pantanal. Es un área que tiene un impacto muy importante. Para que haya lluvia acá realmente, debe haber lluvia allá. Y los incendios van a ser peores si no los controlamos.
Es una situación compleja…
– Pero es una emergencia. Entonces, son prioridades del Gobierno: luchar contra el cambio climático, empoderar a los jóvenes, transporte público. Y la educación, obviamente, a largo plazo, como en todo país, es una prioridad. También la salud.
No hago mi análisis en estas áreas, pero con la tierra que tiene Paraguay, la riqueza, una macroeconomía estable y los jóvenes, sigo siendo optimista del futuro. Y el lado cultural puede tener un papel mucho más importante. Yo sé que el presidente entiende ese punto —y no todos los políticos comprenden el poder de la cultura—. El presidente sí, he hablado con él justo sobre ese tema. Él hace un gran trabajo en esta área, pero necesita también que el talento tenga ambición.
Que la sociedad diga: “Esto es lo que somos y lo mostramos”. Hay que tener libertad… Obviamente, no todo lo que salga va a ser lindo, pero hay que experimentar y la sociedad debe apoyar.
«Mi última reflexión es que quiero seguir involucrado con el país y yo sé que eso va a pasar. Voy a volver con los amigos que tengo acá. Paraguay ya es parte de mi vida. No lo voy a dejar fuera de mi futuro”
De lo que fue tu estadía en Paraguay, de tu trabajo, lo que hiciste, ¿hay algo en particular que te gustaría destacar?
– Voy a terminar mi misión como embajador, pero quiero seguir haciendo todo para Paraguay. Siento que casi tengo la responsabilidad de continuar hablando del país, y no porque alguien me esté pagando, mi Gobierno no me va a pagar por eso [risas], pero siento que es justo para este país. En el sentido de que es como tener un amigo con mucho talento y querer mostrarlo a un técnico de fútbol: “Mira, tienes que ir a ver a este chico jugar, porque va a ser una estrella”.
¿Te da la impresión de que Paraguay va a ser una estrella en algún momento?
– El mundo siempre es complejo, pero sí puede ser.
El potencial es muy alto.
– Sí, eso es.
¿Y no te da un poco de rabia ver que tenemos algo parecido a un síndrome del impostor?
– Sí, sí, también, pero por eso digo que soy optimista, las cosas pueden ir a otro lado. No hay mucha justicia en el mundo.
Los contextos cambian y nada es permanente. Con más razón, hay que luchar por lo que uno siente. Dado todo eso, tampoco quiero que Paraguay cambie tanto, ¿no? Entonces, es un equilibrio muy difícil: proyectarse mejor en el mundo, pero mantener una velocidad de vida tranquila. Es un balance complejo.
Mi última reflexión es que quiero seguir involucrado con el país y yo sé que eso va a pasar. Voy a volver con los amigos que tengo acá. Paraguay ya es parte de mi vida. No lo voy a dejar fuera de mi futuro.
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