Nota de tapa

Hackers del apetito

Sobre las drogas para la pérdida de peso y el control de la diabetes

Este domingo nos adentramos en la evidencia y el contexto de los medicamentos agonistas del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1), indicados para controlar la diabetes mellitus tipo 2 y que se utilizan, incidentalmente, también para tratar el sobrepeso y la obesidad. ¿Tenés dudas al respecto? En esta nota te traemos voces científicas que aclaran el panorama del fenómeno mundial que ya aterrizó en Paraguay.

La obesidad se caracteriza por el exceso de grasa y, generalmente, se define a través del índice de masa corporal (IMC) de 30 o más. Es un trastorno complejo, crónico y prevalente, que se asocia con problemas cardiovasculares, apnea obstructiva del sueño y, por supuesto, diabetes mellitus tipo 2.

La cuestión con el descenso de peso es que no se trata solo de comer menos, sino de comer menos para siempre.

La ¿errada? cultura de la dieta

La cuestión con el descenso de peso es que no se trata solo de comer menos, sino de comer menos para siempre.

Las dietas, por sí solas, no son la solución. Un artículo publicado por Memon et al. (2020), del Instituto de Neurociencias del Comportamiento y Psicología de California (EE. UU.), analiza una serie de estudios publicados recientemente sobre la efectividad de estas prácticas para frenar la epidemia de la obesidad.

El material, titulado ¿Nuestros intentos de frenar la obesidad han hecho más daño que bien?, concluye que “los estudios han demostrado que la restricción alimentaria es un mecanismo deficiente para la pérdida de peso y, en cambio, puede contribuir a su aumento. Hacer dieta también puede conducir al desarrollo de trastornos alimentarios, que pueden ser mucho más perjudiciales para la salud que la obesidad”.

Pero si la restricción alimentaria no funciona, seguramente es por el componente genético, ¿verdad? Bueno, tampoco es tanto así.

“Los estudios han demostrado que la restricción alimentaria es un mecanismo deficiente para la pérdida de peso y, en cambio, puede contribuir a su aumento. Hacer dieta también puede conducir al desarrollo de trastornos alimentarios, que pueden ser mucho más perjudiciales para la salud que la obesidad”

¿Nuestros intentos de frenar la obesidad han hecho más daño que bien? Memon et al. (2020).

Una investigación en Finlandia de 2012, que incluyó a 4129 gemelos (publicada por Pietiläinen, K., Saarni, S., Kaprio, J. et al.), buscó determinar si el aumento de peso asociado con las dietas está más relacionado con una propensión genética que con los episodios de adelgazamiento en sí.

El estudio concluyó que las restricciones alimentarias reflejan una susceptibilidad a subir de peso: “Lo que hace que quienes hacen dieta sean propensos a un aumento de peso futuro. Los resultados […] para las dietas frecuentes sugieren que la dieta en sí misma puede inducir un pequeño aumento de peso posterior, independientemente de factores genéticos”.

Podemos inferir que el método de las dietas es agua bajo el puente y que el panorama actual es mucho más optimista para quienes buscan un cambio en sus vidas en pos de un mayor bienestar. Por mucho tiempo, las empresas farmacéuticas buscaron una respuesta a este dilema y la ciencia, al fin, es capaz de ofrecer una alternativa.

El sueño hegemónico

Todos escuchamos hablar de las maravillas de las drogas para la diabetes que ayudaron a miles de personas a bajar de peso. Los primeros rumores alrededor de estos productos iniciaron, por supuesto, en los medios de prensa de chismes y celebridades más o menos en 2022.

Rápidamente pasó a TikTok, donde los creadores de contenido debatían sobre la última celebridad en bajar de talle, y los médicos y profesionales de la salud corrieron a las redes sociales para debatir con el público la ciencia detrás.

En los últimos años, cualquier cambio brusco de imagen en Hollywood fue atribuido a estos medicamentos. Desde Katy Perry y Adele hasta las Kardashian, especialmente Khloé, quien respondió a los alegatos indignada porque el público estaba “desacreditando” sus años de ejercicio. “Me levanto cinco días a la semana a las 6.00 de la mañana a entrenar. Por favor, dejen de hacer suposiciones”, declaró en su momento.

De igual manera, algunos famosos sí se animaron a confirmar que recurrieron a la droga. Elon Musk publicó una foto suya en Navidad con el texto “Ozempic Santa”, la actriz Kathy Bates compartió que usó este producto como parte de su tratamiento para la diabetes, la comediante Rebel Wilson bajó más de 35 kg en cuatro años con él y Kelly Osbourne celebró su existencia como alternativa a las formas más “aburridas” de bajar tallas.

Algunas celebs también confirmaron haber tomado la medicación, pero con resultados menos positivos. El anfitrión de tevé James Corden, la actriz Amy Schumer y la comediante Chelsea Handler aseguran que no es para ellos.
La popularidad estalló y hasta generó la escasez de estas drogas para el público al que originalmente estaban dirigidas: los pacientes con diabetes.

Si bien es cierto que lo que se considera hegemónico cambia cada cierto tiempo, también es evidente que el canon desde hace más de un siglo sigue estático. La delgadez ha sido sinónimo de belleza y salud desde que cualquiera que esté vivo para leer estas líneas hoy haya dado sus primeros pasos.

También es cierto que, en paralelo, el sobrepeso y la obesidad han ido ganando terreno, impulsados por el estilo de vida capitalista salvaje y el resultante sedentarismo. Cuando sumamos a la mezcla la amplia disponibilidad de los alimentos ultraprocesados, el cóctel se vuelve cada vez más peligroso.

Hablar de pérdida de peso no puede ser una conversación sin sesgo, cuando la sociedad empuja a las personas, especialmente a las mujeres (aunque los varones tampoco están exentos) a medir todos los cuerpos con una misma vara. Tampoco es posible juzgarnos y condenarnos por desear la hegemonía. Después de todo, las personas buscamos lo mismo: ser aceptadas, amadas y hasta admiradas.

Pero quizás es momento de llevar la conversación lejos de lo que es lindo y enfocar el tema del descenso de peso desde una perspectiva funcional. ¿Es capaz mi cuerpo de hacer las cosas que me gustan, de funcionar correctamente para enfrentar mi rutina diaria? ¿Hay cosas que me gustaría lograr, pero mi estado físico actual me lo impide? ¿Puedo vivir mi vida del modo que querría?

¿Es capaz mi cuerpo de hacer las cosas que me gustan, de funcionar correctamente para enfrentar mi rutina diaria? ¿Hay cosas que me gustaría lograr, pero mi estado físico actual me lo impide? ¿Puedo vivir mi vida del modo que querría?

La revolución

Cuando la semaglutida fue aprobada por la Food and Drug Administration (FDA) de EE. UU. para tratar la diabetes en 2017, el resultado inesperado fue el descenso de peso. Muchas personas empezaron a reportar mayor saciedad con porciones cada vez más pequeñas.

Una versión de la misma droga fue aprobada en 2021 específicamente para la pérdida de peso y comenzó a comercializarse bajo otra marca. La popularidad estalló y hasta generó su escasez para el público al que originalmente estaba dirigida. Fue el catalizador para la creación de medicamentos nuevos y eficientes para tratar una de las mayores preocupaciones globales: la epidemia de la obesidad.

Las farmacéuticas empezaron a desarrollar productos cada vez más especializados, como la tirzepatida. Un estudio realizado en la Universidad de Yale y publicado en la Revista de Medicina de Nueva Inglaterra (NEJM por sus siglas en inglés), realizado por Jastreboff A. M. et al, presentó un ensayo clínico con 2539 participantes con obesidad, de los cuales 1032 también presentaban prediabetes, a quienes se les administró tirzepatida en una dosis semanal de 5 mg, 10 mg, 15 mg o placebo. El análisis duró un total de 176 semanas, seguidas de un periodo de 17 semanas sin tratamiento.

Los resultados fueron más que optimistas. “Tres años de tratamiento con tirzepatida en personas con obesidad y prediabetes resultaron en una reducción de peso sustancial y sostenida, y un riesgo significativamente menor de progresión a diabetes tipo 2 que con placebo”, aseguran los autores.

Cómo funciona

Para entender el mecanismo de estas sustancias, consultamos con la Mg. Dra. Maura Arce, especialista en endocrinología, metabolismo y diabetes, especialista en medicina interna y docente de posgrado del Servicio de Endocrinología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

La endocrinología estudia a las hormonas que se secretan directamente a la sangre. Abarca muchas glándulas, como la tiroides, los ovarios y los testículos, por ejemplo, incluyendo el páncreas. “El páncreas también produce y segrega hormonas que van directamente al torrente sanguíneo, como la insulina, por lo tanto la diabetes es parte de la endocrinología”, comenta la médica.

“Las hormonas son una parte muy importante en la regulación del apetito y la saciedad. Por ejemplo, tenemos a la grelina (hormona secretada por el estómago), que aumenta el apetito; el polipéptido inhibidor gástrico (GIP) y la GLP-1 (secretados por el intestino), que producen saciedad y disminuyen el apetito. Otra implicada en la regulación de saciedad y el apetito es la leptina (secretada por el tejido graso), que regula el gasto energético y el apetito”

Mg. Dra. Maura Arce, especialista en endocrinología, metabolismo y diabetes, especialista en medicina interna y docente de posgrado del Servicio de Endocrinología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

Se sabe que no solo la secreción y la acción de la insulina están implicadas en la diabetes, “sino también la producción y liberación del glucagón, que es producido por el páncreas y es la hormona contrarreguladora”.

Tirzepatida y semaglutida son dos ejemplos de una línea de medicamentos agonistas que simulan la acción del péptido similar al glucagón tipo 1 (GLP-1). Su función es la de imitar la acción de la hormona GLP-1, que se libera naturalmente en el cuerpo en respuesta a la ingesta de alimentos.

El polipéptido inhibidor gástrico (GIP) y la GLP-1 existen en nuestro organismo, pero duran muy poco, explica la médica: “Lo que consiguió la industria es modificarlos farmacológicamente para que estén más tiempo, inclusive hasta una semana”.

[La tirzepatida es] “como una hormona inteligente capaz de reaccionar a altos niveles de glucosa para hacerlos descender, pero así también es muy noble al no producir bajones de glicemia —azúcar— y mantenerla en un nivel adecuado”.

Mg. Dra. Maura Arce, especialista en endocrinología, metabolismo y diabetes, especialista en medicina interna y docente de posgrado del Servicio de Endocrinología de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción.

Entonces, estas drogas estimulan la secreción de insulina y contribuyen así de forma significativa a la disminución de la glucosa en la sangre, ya que los niveles empiezan a subir después de comer y no pueden ser controlados eficazmente en el caso de que el paciente tenga diabetes o prediabetes.

“Las hormonas son una parte muy importante en la regulación del apetito y la saciedad. Por ejemplo, tenemos a la grelina (hormona secretada por el estómago), que aumenta el apetito; el polipéptido inhibidor gástrico (GIP) y la GLP-1 (secretados por el intestino), que producen saciedad y disminuyen el apetito. Otra implicada en la regulación de saciedad y el apetito es la leptina (secretada por el tejido graso), que regula el gasto energético y el apetito”, enfatiza la especialista. En ese sentido, la Dra. Arce describe la tirzepatida “como una hormona inteligente capaz de reaccionar a altos niveles de glucosa para hacerlos descender, pero así también es muy noble al no producir bajones de glicemia —azúcar— y mantenerla en un nivel adecuado”.

Como especialista, Arce reconoce que los pilares fundamentales para el tratamiento de la diabetes son el plan de alimentación y la actividad física. “Y es allí donde es de mucha utilidad la tirzepatida, pues inhibe los centros de apetito y los atracones, además de otras múltiples acciones sobre muchos órganos. Uno de sus principales efectos es reducir la distensión del estómago, por lo cual el paciente come mucho menos, siente saciedad y disminuye la ansiedad por el picoteo de comidas”.

La situación epidemiológica en Paraguay

La diabetes mellitus es una de las mayores preocupaciones para la salud pública. De acuerdo con datos arrojados por la Segunda encuesta nacional sobre factores de riesgo de enfermedades no transmisibles en población general – Paraguay (2023), su prevalencia es del 10,6 % en adultos desde los 18 hasta los 69 años de edad.

Según el Boletín suplemento especial diabetes 2023, de la Dirección de Enfermedades No Transmisibles del Ministerio de Salud Pública, el 67 % de los afectados son mujeres, principalmente del rango de 60 a 69 años de edad. A la vez, la gran mayoría se concentra en Asunción y Capital.

Es por eso que el descenso de peso tiene tan buenos efectos en el control de la diabetes y en las enfermedades asociadas, como las cardiovasculares. “La tirzepatida imita el efecto de dos hormonas que se encargan de regular el apetito, aumenta la saciedad y disminuye el hambre, con la consecuente reducción de la ingesta de calorías. Esto se traduce en beneficios para la obesidad sola y también asociada a la diabetes”, explica el Dr. Federico Fariña Mendieta, médico especialista en diabetología y experto en el tratamiento y seguimiento de pacientes con obesidad en Paraguay.

“El principal factor que ayuda en el control de la diabetes es el adelgazamiento que se obtiene con la medicación, pues más del 80 % de los pacientes tienen algún grado de exceso de peso. Los estudios demuestran que reducir el 5 % o más del peso corporal logra beneficios en este grupo de pacientes”

Dr. Federico Fariña Mendieta, médico especialista en diabetología y experto en el tratamiento y seguimiento de pacientes con obesidad en Paraguay.

El Dr. Fariña menciona que “el principal factor que ayuda en el control de la diabetes es el adelgazamiento que se obtiene con la medicación, pues más del 80 % de los pacientes tienen algún grado de exceso de peso”. Pero eso no es todo: “Los estudios demuestran que reducir el 5 % o más del peso corporal logra beneficios en este grupo de pacientes”.

En 2023, el Sistema de Vigilancia Alimentaria y Nutricional del Ministerio de Salud Pública informó que el 34,6 % de los niños y adolescentes censados en la encuesta presentaban exceso de peso. Es decir, uno de cada tres. La población adulta duplica esta tasa, con un 69,3 %.

El mismo documento menciona que los adultos paraguayos apenas consumen frutas y verduras en la cantidad recomendada (3,9 %) y reportan inactividad física (36,6 %). Más de la mitad manifiesta un consumo nocivo de alcohol (57,7 %).

Estas estadísticas revelan la necesidad de medicación específica, comprobada y respaldada internacionalmente para el descenso de peso. “Es un gran avance para nuestro país contar con una nueva herramienta en el arsenal terapéutico para el tratamiento de la obesidad y la diabetes, condiciones que han ido en crecimiento. Se estima que seguirán aumentando en los siguientes años. Es un fármaco que llega a sumar al tratamiento junto con los otros pilares que son fundamentales: la alimentación saludable y la actividad física”, analiza Fariña.

A considerar

La mayor parte de esta clase de medicación se administra de manera periódica, generalmente semanal, mediante una inyección. Los resultados no son instantáneos y para asegurarlos se debe generar adherencia al tratamiento por al menos unos años, así que representa también un compromiso económico.

Como cualquier medicamento, también puede producir algunos efectos secundarios. Entre los más comunes están las náuseas, los vómitos y la diarrea. No se recomienda la combinación con cualquier producto que reduzca el nivel de azúcar en la sangre, como la insulina, porque podría ocasionar hipoglucemia (un nivel bajo de glucosa).

La pérdida de peso puede variar según el medicamento y su dosis. Es clave el acompañamiento médico especializado para determinar qué droga es la correcta para vos, si estás considerando tomar esta ruta.

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