Nota de tapa

Hugo Cataldo Barudi

Desde su expresión más auténtica

Es uno de los mayores exponentes de las artes visuales contemporáneas en Paraguay, y ya transitó fluidamente del dibujo a la pintura y el audiovisual durante su prolífica carrera. Con la excusa de su más reciente muestra, El revés de los sudarios, nos sentamos a conversar sobre sus orígenes, motivaciones y todo aquello que hace a la persona de Hugo Cataldo Barudi.

Por Patricia Luján Arévalos. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Camila Riveros. Asistente de producción: Pamela Pistilli. Fotografía: Javier Valdez. Agradecimientos: Fábrica Galería de Arte.

El dibujo siempre fue su medio de expresión preferido. “Podía perderme horas dibujando e imaginando mundos”, empieza Hugo Cataldo Barudi sobre su relación con la predilecta de todas las disciplinas creativas en las que incursionó en sus décadas de carrera artística, una que se convirtió en protagonista de su última exhibición.

Pero antes de llegar a estos sudarios, vayamos un poco más atrás en el tiempo.

¿Cuál es tu primer recuerdo con el arte?

Uno de mis primeros recuerdos con el arte son los libros de impresionismo que tenía mi madre, Elvira Barudi. En especial me encantaban los bocetos de las bailarinas de Edgar Degas. Mi mamá fue la persona que más influyó en mi forma de observar y trazar la línea. Desde que me acuerdo, dibujo los bodegones que ella nos armaba a mí y a mi hermana, Jazmín.

Fotografía: Javier Valdez.

Entre esas horas en que te perdías dibujando cuando eras niño, ¿cuáles eran los temas más recurrentes? ¿De qué forma se expresaba tu imaginación?

El cuerpo humano era mi fascinación. En especial, me encantaba mirar a los impresionistas. Pintaba y dibujaba sirenas y bailarinas en acuarela sobre las obras de Botero y Rubén. Los maestros siempre fueron mi lugar de investigación y copia para aprender. A los 11 años descubrí un libro de pintura latinoamericana y a Frida Kahlo, que hasta ahora me fascina.

Naciste rodeado de artistas y expresiones creativas, ¿considerás que eso fue determinante para tu
futuro?

Creo que sí. La creatividad empieza con el ejemplo que tenemos en casa. A mamá le gustaba pintar y dibujar, y eso me hizo notar y desarrollar mi curiosidad hacia las artes plásticas. Pasa lo mismo con los padres músicos o que tienen una pasión creativa. 

¿Cómo se dio ir a estudiar fuera del país?

Mi madre estudió afuera y siempre nos dijo que ahorraba para que accediéramos a la posibilidad de salir y aprender también. Mi hermana y yo tuvimos esa meta. Ella fue becada en la universidad de Miami gracias al deporte y yo fui a Inglaterra porque quería continuar hablando en inglés y sacar provecho de Europa.

De tu experiencia formativa en Paraguay, ¿cuáles son tus mejores recuerdos?

Las clases de dibujo con mi mamá y las de Artes Plásticas en el colegio, con la profe Mavi Servín, siempre están en mi corazón. 

Fotografía: Javier Valdez.

¿Hubo algún momento en particular de tu educación en el exterior que te haya acercado más al arte?

Me encantó todo. Me dediqué mucho a perfeccionarme como dibujante para ser un buen animador 2D, y eso me ayudó a desarrollar la observación a través del dibujo vivo, que practico desde los 11 años. 

¿Creés que serías el artista que sos hoy si no hubieras pasado por la experiencia de vivir afuera?

Creo que hubiera tenido las mismas preguntas, pero que capaz la forma en la cual llegaba a plasmarlas en mis obras sería diferente. Igual pienso que salir y volver da una perspectiva de percepción nueva y eso puede ser positivo. 

Muchas de tus obras plásticas comparten un fuerte componente ilustrativo. ¿Dirías que sos ilustrador en primer lugar?

Un ilustrador es el que trabaja la imagen y el texto para un libro o un cómic, yo tengo una base académica sobre el dibujo y creo que soy más dibujante. Mis referencias plásticas oscilan entre dibujos técnicos de botánica y anatomía —con el uso de la línea—, y van hasta lo más gráfico y colorido con abstracciones de formas, características del superflat y el pop de estilo vectorial. En ese extremo puedo llegar a la ilustración y, de hecho, lo hice para revistas y campañas gráficas. 

De las revistas y campañas gráficas con las que colaboraste en el pasado, ¿hay alguna que se te haya quedado grabada?

Trabajé como director artístico de varias campañas en las que me encantó participar. Puedo mencionar una, muy hermosa, para la make-up artist Sabrina Ayala, y otra para Uptitude en Areguá, que ganó un premio Tatakua de Plata.

Con el tiempo, ¿cambió tu forma de acercarte a una obra? ¿En qué sentido?

Siempre trato de acercarme a cada obra con una mirada fresca. Si por alguna razón tengo algún prejuicio, trato de abrirme a ser afectado por esa obra. El tiempo ayuda a volver a ver la pieza de una nueva forma.

¿Dirías que descubrís cosas nuevas en tu propio trabajo, en retrospectiva?

Sí, todo el tiempo. Creo que al mirar atrás a las obras se puede apreciar la cristalización de un momento tuyo. Es una cápsula del tiempo que te toca diferente [según cuándo la visites]. Pasa con los libros, las películas, la música, el teatro y el baile también. Ahora, cuando miro la forma de resolver una manzana en crayola sobre papel, hecha en mi infancia, veo la mano de mi mamá en la composición del bodegón. Eso me enternece cada vez que observo esos dibujos.

¿Te parece que un artista —o persona cualquiera— puede estar completamente libre de prejuicios?

Creo que es difícil juzgar. Lo que veo en otros trabajos es la capacidad de captar valentía y vulnera bilidad en la obra misma. Hay un tributo de sinceridad que se debe pagar en cada obra. 

¿Cómo influyen los prejuicios en el quehacer de un artista? ¿Son buenos o malos?

Es difícil no caer en prejuzgar a las personas. A veces, podemos tratar de señalar lo que no nos gusta de la forma en que otras personas son tratadas y defenderlas cuando alguien hace o dice algo que lastima, que es violento. Igualmente, es parte de la supervivencia humana ser cauto y desconfiar, estar alerta en presencia del otro. Yo trato de buscar empatía y, desde ahí, evaluar cómo acciono.

Dibujo que forma parte de la exposición El revés de los sudarios.

Eso se traslada a la forma en la cual mis tabúes se manifiestan al dibujar el cuerpo masculino. Para alguien de mi época, de los 90, ser abiertamente gay era motivo de mucha violencia social. Traté de ocultarme y camuflarme en la masa, en esa época solo dibujaba cuerpos femeninos que copiaba de los maestros y me costaba mirar lo que me gustaba, que eran las formas masculinas. Cuando me liberé mentalmente de mi programación negativa y mi homofobia internalizada, me animé a más.

¿Cómo informa tu identidad queer tu producción artística?

Cada vez más. Creo que hubo un gran cambio en mi arte desde que salí del clóset. Parte de lo que me gusta contar tiene que ver con lo que me inquieta y me fascina. 

¿Qué te gustaría que el público reciba de tus obras?

Un reflejo de su psiquis, descubrirse en lo que ven. Sentir algo.

Al mirar alrededor, ¿qué opinión te merece el arte en Paraguay hoy día?

Veo mucha fuerza en muchos grupos y artistas. Hay jóvenes que están haciendo trabajos maravillosos. Hasta que la gente que maneja el dinero no empiece a apoyar realmente a la cultura, vamos a vivir en una ignorancia bastante miserable; pero los artistas seguirán trabajando con o sin apoyo, porque esa es su obsesión vital.  

Dibujo que forma parte de la exposición El revés de los sudarios.

¿Podrías mencionar a algunos artistas jóvenes o emergentes a los que te parece que hay que prestar más atención?

Me encanta el dibujo de Arian Carrillo, todo su trabajo tan honesto; sus dibujos con carbonilla sobre entretela me emocionan. También la pintura de Fidel Fernández; su obra es monumental y su forma de sátira social es deliciosamente mordaz. 

Si mirás a tu interior, ¿te queda algo por explorar?

Mucho. Creo que todos somos un universo infinito hacia dentro y eso es lo que podemos plasmar, como una pequeña huella de arena en el mar.

¿Qué cosas te inquietan?

El estado del mundo. La indiferencia al dolor de la gente que maneja todo el dinero.

¿Te gustaría explorar otros tipos de expresión artística?

Todo tipo de colaboración artística me es importante cuando se da la posibilidad de trabajar con gente que uno admira. 

¿Concebís una realidad sin arte en tu vida?

No. 

Fotografía: Javier Valdez.

Inspiración constante

Quien conoce el nombre de Hugo Cataldo Barudi también lo reconoce en el contexto cinematográfico. La película que le llevó al reconocimiento nacional fue Semana capital (2010), una mirada voyeurística e incómoda a siete historias íntimas inspiradas en lospecados capitales. En ella exploró los aspectos más feos y hermosos de las relaciones humanas, contados a través de las parejas que transitan distintos momentos de una relación amorosa.

Durante su paso por la New York Film Academy creó cinco cortometrajes. Una vez en Paraguay, realizó la película El regalo de Sofía en colaboración con Leticia Coronel.

En 2015 se sumergió en el mundo de la comedia romántica con La chiperita, la historia de una joven que vende chipas con su madre y su amiga, y trata de descifrar cómo confesarle su amor a Walter, otro vendedor que trabaja con ella. Recibió el Premio del Público a Mejor Largometraje Internacional en el 25 Festival de Cine de Madrid.

Temprano en tu carrera descubriste un interés por la animación y el cine. ¿Qué lugar ocupan estas artes en tu vida actual?

Desde niño y hasta hoy, el cine y la animación son partes fundamentales de mi vida. Me inspiran todo el tiempo. 

Fotografía: Javier Valdez.

¿Cuáles son tus películas animadas favoritas? ¿Hay alguna que haya marcado tu vida de alguna manera?

La sirenita me marcó porque fue la primera vez que veía una película de Disney contemporánea en el cine. Yo me identifiqué con Ariel, ella quería algo diferente. Y tenía miedo de confesarle a su familia, especialmente a su papá, que le gustaba un chico.

Ya pasaron unos 10 años desde tu última película, ¿te planteás regresar al séptimo arte? ¿Tenés algún proyecto relacionado?

Sí, me planteo todo el tiempo volver a hacer cine. Desde La chiperita tengo otros guiones que estoy desarrollando, pero muchas veces me encuentro en callejones sin salida y tengo que replantearme los proyectos. En este momento me siento entusiasmado con una idea que se desprende de mi exposición Mariquita, que surgió a partir de reencontrarme con mi carpeta de papeles que coleccionaba desde los siete años. Así empecé a contar la historia de un niño amanerado que vivió en la violencia de los 90.

Hay cartas de esa época que son confesiones y también existen fotos. Todo fue intervenido con la figura del bichito mariquita [vaquita de San Antonio o catarina] para representar ese vuelo por encima del insulto. 

Como artista plástico sos una persona muy prolífica. Periódicamente vemos producción nueva firmada por Hugo Cataldo Barudi. ¿Cuál es el motor de un artista? 

Depende de lo que a cada quien le moviliza el espíritu. El arte conecta con el subconsciente y hace que nos hagamos preguntas. Creo que es algo que se siente. En lo particular, me mueve el proceso artesanal. Se vuelve una rutina, una obsesión acompañada siempre por la certeza de lo que quiero decir para poder plasmarlo.

Fotografía: Javier Valdez.

Anversos

En febrero, Hugo estrenó su más reciente muestra, que tituló El revés de los sudarios, en Fábrica Galería de Arte, con la curaduría de Osvaldo Salerno. Se trató de una colección de dibujos en gran formato que nos permitieron apreciar con gran detalle la habilidad del artista para el dibujo, una virtud que viene puliendo desde su infancia. 

En el texto de sala que acompaña las obras, Ticio Escobar elaboró: “El dibujo se empodera del campo visual; se presenta desnudo, doblemente desnudo, en su intrincado engranaje de puro armazón. No habrá ya pintura; las líneas asumen el control del espacio de la representación y dejan los valores del óleo como memoria o promesa de otra escena”.

Las piezas le sirvieron para explorar el gran interés que mencionó al principio sobre los cuerpos humanos, y especialmente los masculinos, rodeados de figuras botánicas que aportan un contexto de ternura, tan ajeno a la visión heteronormativa del varón.

¿Qué significa tu más reciente exposición, El revés de los sudarios, en tu carrera?

Para mí fue muy importante hacer esta exposición y así seguir colaborando con diferentes exponentes de la comunidad artística. Fue una experiencia maravillosa. 

Es una hermosa colaboración con Osvaldo Salerno y con el texto de Ticio Escobar. Mostrar mis dibujos sobre lienzo con obras de otros artistas de Paraguay, que tocan el desnudo masculino sobre tela, habla de cómo este soporte puede convertirse en una metáfora para hablar sobre la vida y la pulsión vital, y su opuesto. 

Recientemente conversábamos sobre los ataques que recibís cuando publicás tus desnudos masculinos, mientras que los femeninos —que venís haciendo desde hace años— tienen una recepción más bien positiva. ¿A qué creés que se debe?

El arte es tan poderoso que a muchas personas les hace tomar acciones sobre lo que ven en esa obra, lo que les lleva a ser violentos o sacar su lado agresivo. Creo que eso dice más de ellos que de mí. 

Fotografía: Javier Valdez.

Fuga

Fuga es un proyecto liderado por Hugo Cataldo Barudi para la promoción a través de espacios artísticos, que nació a finales de 2019. Su gran foco está en la producción de los artistas contemporáneos, pero periódicamente también se realizan muestras retrospectivas de los grandes maestros del arte paraguayo.

Más adelante, Bettina Brizuela se sumó al proyecto y, desde entonces, Fuga funciona en dos ubicaciones: Fuga Centro te espera en Mariscal López 892 entre Tacuary y EE. UU., mientras que Fuga Villa Morra se halla en Alfredo Seiferheld entre Cruz del Chaco y Charles De Gaulle. Se puede agendar visitas a través de sus cuentas oficiales de Instagram: @fuga.centro y @fuga.morra

Por sus paredes han pasado los principales nombres de la escena nacional y funcionan como un mercado que pone al talento local en destaque. Los sábados ofrecen una feria de arte en Villa Morra.

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