La velocidad como metáfora
El joven paraguayo Joshua Duerksen, que compite en certámenes motor desde los 11 años, es una de las más grandes promesas de la Fórmula 4. Su sueño es alcanzar la élite y llegar a la F1. Aprovechamos su visita al país para recorrer su historia en el primer auto que le regaló su padre.
De chico jugaba con autitos. Cuando creció, con su hermano comenzaron a pedirle a su padre que les comprara un cuaciclón. Pero Ronald Duerksen no estaba tan convencido de que fuera lo más seguro para niños tan pequeños. Un día, Joshua le pidió a su papá un karting y lo convenció. “Con eso me libraba de comprarle un cuaciclón o algún bicho raro porque eran jóvenes. Yo sabía que no manejarían precisamente despacio”, recuerda Duerksen padre en el documental sobre Joshua, Sin límites.
“Me acuerdo superbien de ese momento. Mi papá me llamó y me dijo que me compraría el karting, incluso consiguió bajarle un poco más el precio. Yo me emocioné, solté algunas lagrimitas. La sensación de subirme por primera vez, percibir el olor, manejar, no se puede describir”, dice Joshua. En ese entonces tenía 11 años, “pero ya es tarde, normalmente los pilotos comienzan a los cinco años”, observa con autoexigencia. Hace poco se pudo reunir nuevamente con su primer karting, que estaba guardado en el box de su mecánico en Paraguay.
Antes de hacer carrera en Alemania, Joshua vivía con su papá, su mamá y su hermano en Asunción. Iba al colegio y entrenaba en el Karting Club. “Siempre fue un niño amoroso, tímido, disciplinado y ordenado. Se sentía seguro en su entorno, especialmente con su hermano. Cuando empezó a correr, lo más difícil fue llevarlo y traerlo de las prácticas, no sabíamos dónde comprar el traje. Los primeros guantes y el casco los conseguimos de una ferretería”, rememora su madre, Romy Dyck de Duerksen, en el documental.
Corrió su primera carrera en noviembre de 2014 y salió tercero. “Tiene una percepción ese mita’i que es impresionante”, agrega su preparador, Adolfo Faracco. Según cuenta, en una carrera en Formosa diluviaba y Joshua nunca practicó en otras condiciones que no fueran el calor y la sequía. Estaba asustado, pero a partir de la quinta o sexta vuelta empezó a hacer récord de pista en práctica. Pronto saltó de la categoría Cadete al campeonato nacional de karting Rotax 20, en el que alcanzó el tercer puesto.
En 2017, fue vicecampeón del campeonato nacional y, ese mismo año, clasificó al mundial Rotax Max Challenge, en Portimao, Portugal, donde se convirtió en el primer paraguayo en clasificar a la final. Pese a que no pudo terminar la carrera, fue seleccionado para participar de unas pruebas en la Winfield Racing School, en el circuito Paul Ricard, a bordo de un monoplaza de Fórmula 4. En los tests impresionó con buenos tiempos y quedó 2.° entre los pilotos debutantes, detrás del francés Théo Pourchaire.
En enero de 2019, Duerksen debutó en F4, de la mano del equipo Mücke Motorsport, basado en Alemania. Ese año vivió siete meses en dicho país. Esa transición tuvo momentos difíciles, pero un punto a favor fue el idioma, porque en su casa se hablaba una mezcla de alemán y español, además de asistir al colegio bilingüe Concordia. “Mi bisabuelo de parte de mi papá y mi abuelo de parte de mi mamá eran de allá”, cuenta.
Tras superar varios desafíos, como falta de patrocinios, la crisis del covid-19 y la incertidumbre sobre las competencias internacionales, Duerksen retornó en 2020 para una segunda temporada en la F4 alemana e italiana con el mismo equipo que lo vio debutar, Mücke Motorsport. “Tuve carreras buenas en 2020. Las últimas fueron de los campeo natos Alemán e Italiano. Corrí en el itálico para tener un poco más de kilometraje y experiencia. Logré resultados positivos y mucho aprendizaje. Lo más importante es que me pude divertir”, reflexionó.
Aunque cuando pensamos en volar nos imaginamos aviones en el cielo, existen personas como Joshua Duerksen viajan a más de 200 km/h y se ven como un relámpago en la pista. “A mí me gusta verlos enfadados. Una vez, uno estaba tan enojado conmigo por un error que él cometió que empezó a gritarme delante de todo el mundo”, cuenta el piloto divertido. La página oficial de la Fórmula 4 destaca el desempeño de Duerksen en la Carrera 3 de la segunda fecha del Campeonato Alemán, que se desarrolló en Nürburgring. Esa victoria mantiene vivas las aspiraciones de Joshua en un año marcado por la pandemia, que retrasó la temporada de F4.
¿Cómo fue para que terminaras compitiendo en Alemania?
Después del karting, normalmente se suele hacer un paso por la Fórmula 4, si tu sueño es llegar a la F-1 y seguir con carreras en asfalto. Si querés hacer rally, es más fácil porque acá hay para eso. Pero yo deseo llegar a la F1; entonces, mi papá habló con un amigo que vive en Europa, que contactó con un estudio, me hicieron varios test que salieron bien y ahí firmamos contrato y empezó el sueño de llegar a esa meta.
¿Estás cursando las clases a distancia?
Si, sigo estudiando a distancia, por suerte en mi colegio apoyan mucho a los deportistas. Por la cuarentena todo era online, así que de mucho no me perdí tampoco. Entraba a clases cuando tenía tiempo y trataba de seguir lo más rápido posible todo lo que estaban haciendo. Me faltan dos años más y después ya me puedo concentrar únicamente en el automovilismo.
¿Dirías que es difícil esta vida de las competencias F4, los viajes, la distancia, la adrenalina?
Es un sacrificio tremendo, tenés que dejar tu casa, tu familia, tus amigos, y estar ahí dedicándote en un continente diferente. Los extrañé mucho y cuesta dejar todo esto, pero te vas adaptando y de a poco se hace menos difícil despedirte. Si fuera por mí, no dejaría Paraguay, pero para cumplir mi sueño tengo que hacer ese esfuerzo.
¿Cómo se valora como positiva una carrera?
Depende de la circunstancia. Si tuviste que ir atrás por una penalización o algún problema y después remontaste, llegaste a una quinta ubicación o algo así, se considera un buen resultado. También si corrés en un circuito en el que solamente tuviste un día de práctica, cuando los demás hicieron cuatro o más, y que estés en los tiempos de punta o en el top 5, está bien.
¿Cuál es el régimen de práctica de la Fórmula 4?
La dedicación es muy grande, tengo que entrenar todos los días sí o sí, dos horas, por las exigencias físicas que requiere el auto. Aunque no lo creas, cansa mucho esto, y por eso debo practicar constantemente para mejorar mi rendimiento durante la carrera también.
¿Qué es lo que más cansa?
Entrenar todos los días cansa, pero durante el manejo todo el cuerpo se desgasta, en especial la cabeza, por la concentración: vas al límite y no podés cometer un error. Eso es obviamente muy complicado. El cuello, el tronco superior, los brazos, el pecho, los abdominales; todo eso se trabaja por la fuerza que genera el auto, el agarre que genera. El volante también es muy pesado, porque no tiene dirección asistida; lo mismo con las piernas, ya que el freno no es suave como un vehículo de calle, sino que es como pisar una pared. Tenemos que hacer una fuerza de alrededor de 90 kilos para llegar al tope, eso sucede cada vez que queremos frenar.
¿Con qué deporte lo compararías?
Es muy similar al ajedrez: por un lado, mental mente te cansa mucho por la concentración, pero también por la adrenalina y la presión de los otros. Tenés que estar atento a sus movimientos, siempre alerta; si ocurre un accidente delante tuyo, sobre los 200 km/h, o algún imprevisto, hay que reaccionar rápidamente y evitar una tragedia. Fuera de la carrera y de la pista también es muy exigente, tenés que entrenar constantemente, cuidarte, comer bien, dar entrevistas y tener reuniones.
¿En qué pensás cuando manejás?
En lo personal, me concentro tanto que pienso que estamos solos yo, el auto y la pista. Simplemente manejo al límite y trato de entender el vehículo. El cinturón aprieta hasta el punto que siento cada movimiento, sobre todo en las curvas y la aceleración. Por eso es importante comunicarle todo a un ingeniero en el proceso de prácticas, para que ajuste los detalles, de modo a tenerle más confianza al auto.
¿Cuál es el desafío más grande de conducir Fórmula 4?
Nunca llegás conociendo el circuito, siempre vas por primera vez. Para eso es la práctica, donde te adaptás a la pista y al auto también, incluso ese tiempo está para cometer errores. Hay días de tests, que suelen ser dos, y en esos podés ensayar. Luego, cuando es la carrera, vas al circuito y ahí hay una o dos prácticas más, después ya es la clasificación y la carrera.
¿Qué es lo más difícil de manejar este tipo de automóvil?
Todos los elementos deben funcionar, pero lo más difícil es el manejo, y de eso se tratan estas carreras, de ser el más rápido. Vos pensás que el auto no va a hacer lo que querés, o sentís que en una determina da curva no puede ir más rápido, pero con algunas técnicas, ajustes y confianza en uno mismo, ves que en lugar de dar un 100, llega al 110%.
¿Competís con pilotos de tu edad?
Hay pilotos de mi edad, más jóvenes y más viejos también. Normalmente en la F4 se puede participar desde los 15 años. Suele haber de 15, 16 y 17, y luego pasan de categoría. La F4 es la más pequeña, luego se asciende. Es como el fútbol acá: tenés la tercera división, la segunda y la primera. Los autos homologados en la categoría tienen el mismo neumático y motor.
¿Dónde viviste este último tiempo?
Viví el año pasado en las afueras de Berlín, en el taller de mi equipo, donde tienen las herramientas, hacen las reparaciones y chequeos. Me armaron una piecita de siete por siete. Ahí tenía mi dormitorio, mi cocina, mi sala de estar; era apretado, no necesariamente lujoso. El baño estaba fuera de mi pieza; el lavarropas, en otra punta del taller, ahí me cruzaba con los mecánicos. Primero estuve solo, después me acompañó mi mamá por dos meses; luego vino mi papá y se quedó hasta fi n de año. Mi hermano también, pero por dos semanas, para visitarme. Estuvimos ahí en esa pequeña pieza.
¿Cambiaron los protocolos con la llegada del covid?
La temporada tendría que haber comenzado en abril y empezó en agosto. Había reglas muy estrictas con respecto al covid. El fin de semana antes de cada competencia, tenías que hacerte el test y el resultado tenía que dar negativo para ingresar al circuito. Era obligatorio el uso de tapabocas, lavarse las manos y te chequean la temperatura.
¿Se comunican entre competidores?
Con mis rivales no nos hablamos mucho, todos quieren dar la impresión de agresivos, que no tienen miedo. Hay algunos que son amigos y corrieron durante años, pero otros no, solo se saludan y nada más. Además, no pude relacionarme mucho porque estuve en el taller, y ahí solo viven mecánicos de Rusia que tienen alrededor de 35 años. Cuando vas a la primera reunión de pilotos —que es donde te muestran las reglas para el fin de semana— ya ves: te transformás. Los otros pilotos te miran mal, entonces vos también tenés que hacerlo, son como códigos.
¿Cómo te sentiste en Alemania?
La cultura, el ambiente, todo es diferente y nuevo. Europa es muy linda para irse de vacaciones o quedarse unos dos meses. A mí, personalmente, vivir seis meses ahí no es que me agrade del todo, especialmente si es invierno. Prefi ero la libertad que hay acá y el calorcito que hace en Paraguay. Me harté del frío porque desde octubre que estaba siempre nublado, lluvia, viento, dos grados afuera y vos tenés que ir a entrenar o correr así. Me congelaba dentro del auto y te vas 220 km/h encima. Después de algunas carreras, me costaba mucho flexionar los dedos de tan fríos que estaban. Ya quería volver, sudar, no me importaban los 45 °C.
¿Cuándo fue la primera vez que experimentaste miedo al volante?
En mi primera carrera de F4, no sabía qué hacer. Era algo totalmente nuevo para mí. Fue antes de que comenzara la competición, hicimos la vuelta de calentamiento y nos pusimos en la grilla: ahí me dio miedo. Pero luego, cuando se apagaron los semáforos, se me pasó y entré en modo concentración. Es algo increíble cómo el cuerpo reacciona a eso: pasás del miedo a la concentración cuando se apagan los semáforos.
Joshua se acuerda con cariño de un festejo sorpresa que le hicieron el 27 de octubre en Alemania: “Tenía un test en un circuito y los mecánicos me sorprendieron. Todo el box estaba lleno de globos, de confeti, incluso mi auto. En la trompa pusieron el globo con el número 17. Luego me mandaron a la pista para hacer una vuelta con el vehículo así como estaba. Fue algo muy lindo, los globos salieron volando”.
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