Más allá del tiempo
Con su primera exposición se inauguró el arte moderno en Paraguay, pero el legado de esta artista va más allá de su obra e impacta en la educación y el pensamiento crítico. A través de la muestra-ensayo que le rinde homenaje por sus 100 años exploramos, en conversación con Ticio Escobar, las múltiples dimensiones de Olga Blinder.
Por Jazmín Ruiz Díaz Figueredo. Fotografías de Fernando Franceschelli y Departamento de Documentación e Investigaciones del CAV/Museo del Barro.
Cada año, el Centro de Artes Visuales/Museo del Barro presenta una exposición dedicada a personajes centrales de la cultura y el arte de Paraguay. El escritor Augusto Roa Bastos, el lingüista y antropólogo jesuita Bartomeu Meliá, y los artistas Carlos Colombino y Ricardo Migliorisi han sido ejes centrales de esas muestras en ediciones anteriores y, como aclara el curador, crítico cultural y director del museo Ticio Escobar: “No se trata solamente de una exposición de arte, por ello las llamamos muestras ensayo, ya que son ensayos en el sentido de un estudio teórico también acerca de estas grandes figuras”.
Fue así que se empezó a concebir El legado: 100 años de Olga Blinder, en la búsqueda de hacer un recorrido que abarque no solo la obra de una de las artistas más importantes del país, sino también la complejidad de esta figura en varias dimensiones. Escobar está a cargo de la curaduría de la muestra y Osvaldo Salerno, de la expografía; es decir, de la idea curatorial y de cómo la misma se lleva al espacio, respectivamente. Lía Colombino y Damián Cabrera acompañan con el trabajo de documentación.
La educadora
Para abarcar las múltiples facetas de la mujer que cambió la historia del arte paraguayo, Escobar desde la curaduría y Salerno en la expografía concibieron una muestra con tres ejes transversales. El primero tiene que ver con la creación de instituciones relativas al arte. “Olga era una persona fundamentalmente instituyente. Creaba espacios, abría muchas puertas, tanto que en algún momento me arrepentí de no haber llamado a esta exhibición Las puertas”, comenta Escobar.
Justamente fueron la artista y Carlos Colombino los responsables de crear la Colección circulante en 1972, que devino en germen fundacional del Museo Paraguayo de Arte Contemporáneo (MPAC), hoy parte del CAV/Museo del Barro. “Olga previó con lucidez que la gran carencia en nuestro país es la institucionalidad, problema que continúa hasta hoy. La falta de una institucionalidad firme es una carencia que priva a Paraguay de la construcción de una democracia de alta calidad”, sentencia Escobar. Cuenta además que la improvisación y la mediocridad eran dos grandes monstruos que Blinder (1921-2008) combatía. De allí su afán de establecer sistemas e instituciones que sostengan, promuevan, desarrollen y acompañen el momento de la creación del arte.
Por eso, para ella la enseñanza era fundamental. En este carácter de pedagoga fundó, junto con Augusto Rodríguez, la Escolinha de Arte de Asunción, dependiente de la Misión Cultural Brasileña, así como el Taller de Expresión Infantil (TEI), el Instituto para el Desarrollo Armónico de la Personalidad (IDAP) y el Instituto de Arte (IDEA). A estos se suma el Instituto Superior de Arte (ISA), el cual hoy lleva su nombre y es dependiente de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción. En todos estos espacios, a través de la metodología de la educación por el arte de Herbert Read, promovía “la reflexión crítica y el acto de crear en el sentido de inventar el mundo, de hallar colores y formas para decir cómo se ve y cómo puede ser mejor”.
Este primer momento relativo a la enseñanza del arte se destaca en una de las paredes del museo, donde se visualiza un enorme mural realizado por los niños del Instituto Municipal de Arte, que hace “una interpretación fresca, desenfadada y completamente natural de esa obra terrible que es el Guernica de Picasso”. El mural está rodeado de obras llenas de color y de fuerza que pertenecen a chicos que pasaron por el TEI. Para Escobar, estas piezas reflejan “eso que veía Olga del arte infantil, que está más allá de todo canon y esquema organizativo, con una libertad de creación que es lo que intenta apuntalar el espíritu de la educación por el arte”.
La defensora de la memoria
El segundo aspecto transversal aborda la posición crítica de Blinder y las consecuencias que tuvo esa postura durante la dictadura estronista. “El arte es siempre crítico en el sentido de que interroga no solamente acerca de lo que es, sino también de lo que podría ser”, reflexiona Escobar. Explica que, aunque ella no militaba a nivel partidario, había una simpatía hacia las causas democratizadoras, lo que la llevó a ser considerada subversiva durante el régimen dictatorial. “A ella le van cerrando puertas, pero como su finalidad también era vencer las adversidades que se le iban presentando, a medida que le cierran las puertas, ella abría tres”, comenta el curador de la muestra en referencia al año 1976, cuando se la destituye de la dirección de la Escolinha de Arte y, a raíz de eso, Olga funda el TEI, el IDAP e IDEA. Su testimonio se puede escuchar en su propia voz dentro de la exposición, a través de fragmentos que se recuperan del documental Esperanza, de los franceses Sylvie Moreau y Enrique Carballido, que rescata la resistencia de artistas de esa época.
Cuenta Escobar que para Blinder la memoria era un tema crucial. “Todo el tiempo insistía en registrar, escribir, documentar”. Así, su legado también quedó registrado en libros de los que fue autora y coautora, como Arte actual en el Paraguay (1900-1995), La educación paraguaya (1945-1991) y En la frontera de un arte nuevo guaraní (1987-1988). “Como yo fui discípulo de Olga, es posible que mi trabajo Una interpretación de las artes visuales en el Paraguay (1982), que intenta recoger la práctica desde sus comienzos hasta cuando lo terminé de escribir en los 80, haya estado evidentemente influenciado por esa necesidad”. El director del museo reflexiona también sobre el miedo a perder y cómo este impulsa la necesidad de transformación continua. “A diferencia de la historia, la memoria está cruzada por el deseo, los sueños, expectativas, miedos; entonces se va transformando en miradas o apelaciones que se le hacen a ella en distintos momentos y tiempos”.
En Paraguay, la falta de memoria sigue nutriendo la impunidad mientras erosiona los imaginarios sobre los horrores de la dictadura. Ante estas ausencias, el arte cumple un rol fundamental. En ese sentido, Escobar se refiere a la labor de Blinder como una “militancia desde la imagen”. Hoy, si buscamos una obra producida en los 70 que aborde la dictadura, sobresale necesariamente Los torturados, de Olga Blinder (1970), y la de Carlos Colombino, “que fueron las únicas que directamente enfrentaron, nombraron y le pusieron imagen a ese momento”.
La creadora
En 1952, Olga Blinder expuso en el Centro Cultural Paraguayo Americano. Este evento constituyó un hecho fundacional en la historia del arte paraguayo. Los textos del catálogo fueron escritos por Josefina Plá y João Rossi, y son conocidos como el manifiesto del arte moderno nacional. Años más tarde, junto con Plá, Lilí del Mónico y José Laterza Parodi, conformó el Grupo Arte Nuevo, en 1954, el cual suponía un esfuerzo de actualización en las prácticas plásticas locales. Este marcó un punto de inflexión en la creación hecha en Paraguay, pues significó “la ruptura con lo académico, las bellas artes canónicas y regresivas. El Grupo Arte Nuevo reivindicaba la entrada de la corriente moderna y la obsolescencia de formas anteriores que eran naturalistas, realistas, costumbristas, paisajísticas”, explica el crítico de arte.
Es por eso que el tercer momento o eje de la muestra-ensayo se dedica a la creación misma: “En ese antecedente fundacional de la escena de la modernidad paraguaya aparece la figura de Olga Blinder de una manera simbólica. Una exposición suya es la que desencadena ese proceso”. La exhibición, además de la obra misma de Blinder, incluye fotografías y documentos de la época. Aparecen también creaciones de distintos artistas, algunos que se formaron con ella y otros que, sin haber pasado por sus escuelas, se sintieron identificados en algún punto de su carrera por su aporte y eso les permitió desarrollarse. “Por ejemplo, Alfredo Quiroz no pasó por su taller, pero se sintió conmovido por esa mirada de Olga sobre la pintura infantil y sus posibilidades. Esa mirada asombrada y asombrosa del niño ante el mundo, que es lo que se traduce en una de sus obras”.
“Como la expografía está hecha por Osvaldo Salerno, es una instalación. No solamente se trabaja en clave de mostrar documentación, sino de hacerlo a través de un montaje que puede ser considerado en sí una obra”. La museografía de Salerno encara cierta apertura, como un work in progress. “No está totalmente clausurada, entonces se van agregando cosas y crece”. Escobar comenta que al encarar espacios virtuales para la exposición se generan lugares paralelos donde nacen conversaciones que ayudan al crecimiento de la muestra, “desde el debate, la conversación y la mirada en torno a la exposición. Hasta la noche anterior al cierre, queda resonando. Sobre todo cuando son figuras tan fuertes como Olga Blinder”.
La mirada de la mujer
Como una prolífica creadora, a Blinder se la puede leer de diferentes maneras, en diferentes momentos, experimentando con diferentes técnicas y estilos pictóricos. Sin embargo, un tema recurrente es el protagonismo femenino. “La mujer aparece ya en sus primeras obras de representación en los 50. Ella primero trabajó en cuestiones más formales, porque le interesaba cierta síntesis entre el cubismo y el expresionismo en el arte paraguayo, pero en seguida, cuando aparece la representación humana, es el tema de la mujer el que sigue hasta el final”.
“[El filósofo francés Jacques] Rancière dice que lo político de una obra es mostrar los invisibilizados”, reflexiona Escobar. Entonces, la decisión de poner a la mujer en primer plano se interpreta como acto político que la visibiliza como creadora y transmite un mensaje de protagonismo en la historia. “Ella no lo dice textualmente, sino con imágenes: la representa desde el grabado, la pintura, técnicas mixtas, de muchas formas”.
“¿Cómo imaginamos los desafíos a los que se enfrentaría Olga Blinder, hoy?”, le consulto a Escobar, curador, pero también amigo y discípulo de la artista, para culminar la entrevista. A lo que responde: “Olga murió en 2008, casi a los 80, cuando se anunciaba un tiempo especial o diferente, y siempre estaba en primera línea de la historia. Su vitalidad hacía olvidar los años que acumulaba… Ella no tenía discursos políticos ni hacía arengas; pero como muchos otros artistas, lo político se expresaba en un sentido más amplio, como polis, como preocupación por lo que pasa en la sociedad en ese momento, como aporte a un mejoramiento. En ese sentido, ella estaba siempre atenta y seguiría estándolo. Estoy seguro de que Olga seguiría haciendo eso, como lo hizo hasta el último día”.
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