Nota de tapa

La robótica educativa en Paraguay

De las aulas a las competencias mundiales

¿Sabías que en nuestro país la robótica educativa llegó hace 18 años? Una entidad privada abrió el camino al preparar un plan académico para que los colegios la pudiesen incluir, pero también habilitó clases particulares. Hoy hay más de 150 docentes capacitados en todo el territorio nacional, más institutos que la difunden y un número cada vez mayor de adolescentes que participan anualmente en la competencia que los envía como representantes de Paraguay al mundo.

Por Jazmín Gómez Fleitas (@jazzgomezf). Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Camila Riveros. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.

Si nunca escuchaste sobre ello, primero te contaremos qué es: la robótica educativa es un enfoque pedagógico que utiliza la construcción y programación de robots como una herramienta de aprendizaje interdisciplinaria. ¿El objetivo? A través de la experimentación y resolución de problemas se impulsa el desarrollo de habilidades en la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas (STEM), además de potenciar el pensamiento crítico, la creatividad y el trabajo en equipo.

Este método puede implementarse en diferentes niveles, desde la formación inicial hasta la universitaria, mediante distintas plataformas. En nuestro país, la pionera son los sets de LEGO Education, que son parte de nuestras aulas hace 16 años y también se utilizan en la competencia de robótica educativa más grande del mundo, la First LEGO League, que en Paraguay se realiza desde el 2019. Pero antes de adelantarnos tanto en la cronología, vamos al principio: cómo llegó al país.

La chispa de una idea

“En 2007, mi madre, Gabriela Gómez Pasquali, me presentó la idea de abrir un instituto de robótica. Ella viajaba mucho porque estaba en un cargo directivo académico y veía que en otros países —Japón, Estados Unidos y en Europa— ya estaba inserta en la educación escolar. Así nació Espacios de Ser, con una comisión directiva familiar conformada por ella, mi hermana y yo”, explica Giampaolo Ficorilli Gómez, director de proyectos y de sólida trayectoria en ingeniería informática.

Espacios de Ser fue el semillero para que los docentes, que hoy enseñan en el país, descubrieran la disciplina. En 2008 ya existía una propuesta académica terminada y empezaron las clases. En 2009 propusieron el plan desarrollado a los colegios; el Liberty School de Asunción fue el primero en adoptarlo.

“Fue un boom. Llegamos a tener sedes en el interior, en Villarrica, Encarnación y Ciudad del Este. El auge fue en 2009, ya no dábamos abasto con los colegios que nos solicitaban ir a dar clases. La modalidad era llevar el laboratorio, los sets de robótica y nuestros docentes a cada colegio que lo solicitaba. A partir de 2017 nos volvimos importadores y distribuidores de LEGO Education y, de esa manera, las instituciones empezaron a desarrollar las clases en sus laboratorios, con sus propios equipos y con un plantel docente permanente”, detalla Giampaolo.

Giampaolo Ficorilli Gómez, ingeniero en Informática y director de proyectos en Espacios de Ser. Fotografía: Fernando Franceschelli.

Robótica 101: ¿Cómo es una clase?

La clase dura dos horas cátedra y tiene cuatro partes: la introducción al tema del día, el desafío a resolver, el momento de jugar y en los últimos 10 minutos se desarma todo y se guardan las piezas en sus cajas. El espacio que disponen es de mesas de un metro cuadrado o piso suficiente para poner a prueba sus construcciones.

Por lo general, la cantidad de estudiantes en aula en los colegios paraguayos ronda las 30 personas y se usan 10 plataformas de robótica. Se recomienda que un set sea usado por no más de tres alumnos.

Una plataforma es una caja con motores, sensores, baterías y las partes estructurales (piezas de construcción) necesarias para realizar las actividades que se proponen en clase. Mientras más cantidad de piezas estructurales haya, mayor libertad en lo que se va a construir hay. A eso se le añade una tableta, notebook o PC para la programación.

Fotografía: Javier Valdez.

Como ejemplo, el desarrollo de una clase sería así: en la introducción se presenta el tema de engranajes de velocidad. A continuación se enseña qué tipos de ruedas cuentan con mayor tracción. “Eso tiene que ver con el rozamiento y ahí deben ver si hacen 4×4, 4×2, si usan ruedas finas y altas o bajas y anchas, ya que todo eso influye. Ellos van experimentando con conceptos físicos y matemáticos. Todo eso que aprendíamos en el colegio con las fórmulas, ellos lo experimentan sin poner en riesgo nada: no se van a electrocutar, quemar ni cortar”, resalta Giampaolo.

Se dividen en equipos para poner en práctica el desafío. En este caso, armar un vehículo con la tracción elegida. Así, ellos deben crear, imaginar, buscar una solución, usar todas sus habilidades blandas y duras para resolver un problema. Es en torno a eso que se basa la propuesta pedagógica.

“No solo desarrollan la capacidad de experimentar, de usar su imaginación, de no temer a cometer errores, sino también adquieren habilidades blandas: comunicarse, coordinar, cooperar, ceder. No siempre se va a hacer lo que ellos quieren porque son un equipo de al menos tres personas. Tendrán que aprender a liderar y a seguir, y el docente se encarga de que vayan rotando esos roles. Y no se quedan con un mismo grupo todo el año; se estudia cuál es el comportamiento y las características de cada uno de los participantes y se hacen las combinaciones necesarias para que todos adquieran esas mismas aptitudes”, comparte Giampaolo.

“No solo desarrollan la capacidad de experimentar, de usar su imaginación, de no temer a cometer errores, sino también adquieren habilidades blandas: comunicarse, coordinar, cooperar, ceder. No siempre se va a hacer lo que ellos quieren porque son un equipo de al menos tres personas. Tendrán que aprender a liderar y a seguir, y el docente se encarga de que vayan rotando esos roles”

Giampaolo Ficorilli Gómez, ingeniero en Informática y director de proyectos en Espacios de Ser.

En la tercera parte de la clase se juega. Por ejemplo, si fueron engranajes de velocidad, compiten los diferentes vehículos, pero no sin que antes cada grupo haya expuesto cómo resolvieron los problemas que enfrentaron, por qué decidieron diseñar de tal o cual manera, etcétera, para que todos aprendan juntos.

“En este momento muchas veces se matan de risa al comprobar que algunas soluciones eran muy simples versus otras que fueron más complejas. O algunos vehículos son muy artísticos y otros son más ‘ingenieros’. Lo principal es que todos salgan con el sentimiento de haber logrado el éxito, de haber cumplido la meta. Por eso es tan importante que los objetivos sean graduales en dificultad. También se cuenta con desafíos adicionales para que los que hayan terminado antes no se aburran ni estén sin algo que hacer. Y, por otro lado, que hasta los más distraídos o los que menos ganas tenían de trabajar cumplan el primer desafío, que nadie se vaya del aula sin sentirse exitoso por haber aprendido algo y resuelto un problema”, reflexiona. La dinámica termina cuando todos ayudan a desarmar y volver a poner cada parte en su lugar, de manera que en la siguiente clase pueda usarse todo sin perder tiempo.

Fotografía: Javier Valdez.

Sin miedo a equivocarse: La tolerancia a la frustración y la relación con el éxito

Una de las características más innovadoras de esta propuesta pedagógica —dejando a un lado la tecnología de punta, claro— es que el error no se castiga como en la educación formal, sino que se entiende como parte fundamental del proceso de resolución de un problema, lo que quizás muchas veces comprendemos tarde en la vida adulta, cuando el área profesional nos pone a prueba y no aprendimos que las fallas no son focos de frustración, sino un paso necesario para dar con la respuesta.

“Lo importante es que ellos aprendan a aprender. Hasta un punto los docentes les podemos dar contenido, luego tienen que adquirirlo por cuenta propia. Los conocimientos se logran experimentando y en ese proceso se cometen errores. Y si uno tiene miedo a fallar o no se anima a experimentar, es muy difícil que la primera vez que experimente con algo nuevo lo haga todo bien”, expone Giampaolo.

Fotografía: Javier Valdez.

Y agrega: “Tener un espacio en aula donde a los alumnos se les dé la libertad de experimentar y aprender cometiendo errores, abrazando el error como un eslabón más en el proceso natural de aprendizaje, vale oro. Es una de las pocas clases en las que los estudiantes están despiertos, activos e interesados. Los colegios que enseñan robótica nos lo dicen todo el tiempo”.

La profesora de Robótica Educativa Coral González (27) descubrió la posibilidad de dedicarse a ello mientras estudiaba en la universidad, gracias a una compañera. Ahora, como terapeuta ocupacional, dedica la mayor parte de su vida profesional a esta área. Señala que lo que más le gusta es la propuesta pedagógica y el desafío de encarar la enseñanza desde un ángulo más dinámico y divertido.

¿Experimentar vuelve a la clase bulliciosa y desordenada? Giampaolo responde que “uno pensaría que sí, pero no es así porque se les inculca un proceso en el cual ellos tienen que trabajar. Sí pueden hablar, pero no serán eficientes en compartir ideas y experimentar si todos gritan, no se van a entender”.

Coral González, profesora de robótica educativa y terapeuta ocupacional. Fotografía: Javier Valdez.

De estudiantes a profesores

A poco de cumplir dos décadas de trabajo perseverante, la robótica —así como todas las áreas de la educación— no es una chispa que se convierte en una fogata de inmediato. Es más bien una semilla que requiere su tiempo y proceso para desarrollarse en profundidad y así poder dar frutos. Estos frutos son los profesores que ayer eran estudiantes, y a quienes acudimos para conocer algunas historias.

Carlos Alarcón (35) fue quizás uno de los primeros estudiantes. En 2007 su madrina le contó de un instituto que daba esta materia y a él la idea le emocionó muchísimo. Se recibió en la carrera de Análisis de Sistemas Informáticos en la Universidad Católica y enseña a tiempo completo Robótica Educativa desde 2013 en Espacios de Ser. “Lo que me gusta es que te permite diseñar, programar, crear, ver tus creaciones, ya sean mecánicas o de programación, funcionando en el mundo físico”, resalta.

Y agrega: “Me gustaría que la mayoría de los colegios cuenten con Robótica Educativa como materia curricular o extracurricular, ya que puede ayudar enormemente al desarrollo de los niños, niñas y adolescentes. Creo que falta más apoyo de parte del Gobierno y las empresas a competencias como la First LEGO League, que se realiza todos los años en el país con poca ayuda por parte de estas instituciones”.

Emile Candia (23), estudiante de Diseño Industrial en FADA-UNA, profesor de Robótica Educativa y STEM, campeón nacional de robótica (2015-2018) y parte del primer equipo nacional en participar en la First LEGO League. Fotografía: Javier Valdez.

Por otra parte, Emile Candia (23) nos cuenta que descubrió la robótica educativa gracias a su pasión por los LEGO. “Un día mi mamá me preguntó si me gustaría construir robots con LEGO y para mí fue una idea increíble. Sin dudarlo dije que sí. Fue así como a los 13 años comencé a estudiar Robótica en Espacios de Ser, en donde completé los cinco niveles disponibles en ese entonces”, detalla.

Su afición trascendió las aulas cuando descubrió las competencias locales e internacionales. Fue campeón nacional en los años 2015, 2016, 2017 y 2018 en PYBOT, un torneo nacional interdepartamental de robótica educativa, organizado anualmente por Espacios de Ser desde 2015.

“Me encantaría que la robótica educativa formara parte de la malla curricular y llegara a cada colegio del país. Siempre creí que la mejor manera de aprender es jugando, y qué mejor forma de acercarse a la ingeniería que programando y construyendo con LEGO en un entorno en donde nuestras ideas cobran vida y aprendemos continuamente gracias a una retroalimentación constante”

Emile Candia (23), estudiante de Diseño Industrial en FADA-UNA, profesor de Robótica Educativa y STEM, campeón nacional de robótica (2015-2018) y parte del primer equipo nacional en participar en la First LEGO League

Pero eso no fue todo. Formó parte del primer equipo nacional que participó en la First LEGO League, lo que le permitió competir en dos torneos sudamericanos: Chile 2016 y Uruguay 2017. Representó a Paraguay en el mundial First LEGO League por dos años consecutivos, primero con el equipo Mbotics con la temática Animal Allies (2016-2017) y de vuelta con los Mbotics para la temática Hydro Dynamics (2017-2018).

Ahora cursa su último semestre de la carrera de Diseño Industrial en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Arte de la Universidad Nacional de Asunción (FADA-UNA) y también es profesor de Robótica Educativa y STEAM en el colegio Liberty. “Me encantaría que la robótica educativa formara parte de la malla curricular y llegara a cada colegio del país. Siempre creí que la mejor manera de aprender es jugando, y qué mejor forma de acercarse a la ingeniería que programando y construyendo con LEGO en un entorno en donde nuestras ideas cobran vida y aprendemos continuamente gracias a una retroalimentación constante”, expresa con emoción.

Fotografía: Javier Valdez.

De manera similar, Santiago Cattebeke (18) estudió Robótica desde 2015 hasta 2022, gracias a que sus padres identificaron su pasión por la ciencia y la tecnología. Este año se estrenó como coach del equipo Capybaras del colegio Cristo Rey en la competencia anual First LEGO League, celebrada en febrero pasado. De su experiencia comparte: “El haber contribuido desde otra posición me dio la posibilidad de tener una perspectiva distinta, así desarrollé mis habilidades de comunicación y de transmitir conocimientos. Además, fue una oportunidad de devolver al colegio el apoyo que siempre me brindó de la mano del profesor Ariel Galeano, con quien iniciamos este desafío de posicionar al Cristo Rey en la disciplina”.

Santiago cursa el primer año de la carrera de Ingeniería en Informática en la Universidad Católica. En paralelo, está postulando para la Beca MOFA, para realizar su carrera universitaria en Taiwán.

A la consulta de si su temprana iniciación en la robótica educativa tuvo relación con su elección de carrera, responde: “Sí, efectivamente, mediante esta disciplina conocí más sobre el mundo de la programación y el uso de robots para resolver los desafíos que se nos presentaron. Gracias a eso tuve mayor interés en los avances tecnológicos y, sobre todo, entendí cómo nos ayuda a resolver y automatizar diferentes procesos para una mayor eficiencia. Al concluir la universidad me gustaría incursionar en el mundo de la inteligencia artificial para implementar esto en el desarrollo de sistemas operativos y automatización”.

Santiago Cattebeke, estudiante de la carrera de Ingeniería en Informática y coach del equipo Capybaras del colegio Cristo Rey. Fotografía: Javier Valdez.

De Paraguay al mundo: competir en la First LEGO League

La First es un paraguas de programas que buscan inspirar a los niños y adolescentes en el campo de las disciplinas STEM y es, además, la competencia más grande de robótica en el mundo. Tiene diferentes categorías y una de ellas (la que se lleva a cabo anualmente en Paraguay) es la First LEGO League, que organiza Espacios de Ser.

Cada año niños, niñas y adolescentes compiten en las dos categorías: Explore, de seis a 10 años, y Challenge, de nueve a 16. Es el equipo ganador de esta categoría el que tiene la oportunidad de representar a Paraguay en el mundial, First LEGO League World Festival, en Houston (Texas, EE. UU.).

El año pasado, el equipo que nos representó, Breaking Bot de Ciudad del Este, ganó el tercer puesto. El profesor Carlos Alarcón resaltó: “Paraguay tiene mucho talento. Ese no fue el único trofeo que se consi guió a nivel internacional y tampoco será el último”.

Carlos Alarcón, licenciado en Análisis de Sistemas Informáticos y profesor a tiempo completo Robótica Educativa. Fotografía: Javier Valdez.

De hecho, este año el mismo equipo volvió a ganar y viajará para representar a Paraguay del 16 al 19 de abril. Y eso no es todo: el team que logró el segundo puesto, Eagle Tech del Liberty School, también se llevó un pase a otra competencia, el Open de Sudáfrica, que será del 7 al 9 de mayo en Ciudad del Cabo. Probablemente estarán viajando el 4 de mayo para llegar con tiempo y aclimatarse.

“Con los Eagles Tech trabajamos arduamente cada fin de semana, traducimos documentos y presentaciones, ajustamos estrategias y optimizamos nuestro robot para que logre la mayor cantidad de puntos posible en la competencia. También conectamos con otros equipos de diferentes países, compartimos experiencias y aprendemos unos de otros. Entre semana, nuestra misión es otra: buscar apoyo. Vamos a reuniones, enviamos correos, tocamos puertas y hablamos con empresas y organizaciones para que nos ayuden a hacer este sueño posible. Sabemos que no es fácil, pero estamos comprometidos y hacemos todo lo que está a nuestro alcance para lograrlo”, detalla su coach, Emile Candia.

Fotografía: Javier Valdez.

La robótica educativa en Paraguay recorrió un largo camino desde sus inicios, hace casi dos décadas, y hoy se posiciona como una herramienta clave para el desarrollo de habilidades STEAM en niños y adolescentes. Más allá de la tecnología, su verdadero impacto radica en la formación de futuros profesionales con pensamiento crítico, tolerancia a la frustración y capacidad de trabajo en equipo.

Cada nueva competencia, cada estudiante que se convierte en profesor y cada colegio que incorpora esta metodología permite que la robótica educativa siga abriendo puertas, y demuestra que el aprendizaje va más allá del aula y que el talento paraguayo tiene el potencial de brillar en el mundo.

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