El teatro las vuelve a unir
Los caminos de estas tres grandes maestras de las artes interpretativas se volvieron a unir. La obra Verbo las reúne en su puesta, y a propósito de su estreno, hablamos con ellas sobre sus expectativas, sus vivencias, la influencia de García Lorca y su gran amor: el teatro.
Por Leticia Ferro Cartes.
Dirección de arte: Alejandra Núñez. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía y retoque digital: Javier Valdez. Locación: Teatro de la Alianza Francesa de Asunción.
Una tarde de té entre amigas, como tantas que tuvieron en la última temporada, ensayando diariamente en la casa de María Elena Sachero… ese es el sitio del cual parte la obra Verbo. “Somos nosotras mientras hablamos, las tres, ¡así como somos! Tomamos un té y cada una es como es”, cuenta Margarita Irún. Y Hedy subraya: “El té de María Elena es a las 4.00. ¡A rajatabla! Primero el té y después el ensayo”.
Además de verter sus historias, afectos y vidas en esta puesta, también buscan un lenguaje casi metafórico del ejercicio de la dramaturgia, del teatro y de llevar a escena una obra. Verbo combina tragedia, comedia y drama con muchos guiños que el espectador podrá ver entre las vidas de María Elena, Margarita y Hedy, influencias de un gran dramaturgo español y la vida misma, que se hace palabra en esta particular propuesta.
Historias que se entretejen
Esta nueva creación parte de la idea del director Diego Mongelós, con la coordinación de Andrés Ovelar y el acompañamiento musical a cargo del renombrado guitarrista Alejo Jiménez, en vivo en cada función. “Es un reencuentro entre las tres y con la poesía. Vivimos mucho juntas, tuvimos varias obras”, rememora Margarita. “Además del teatro, los encuentros, las comidas con ellas… Estoy muy feliz, esta puesta me mueve los huesos y estoy contenta con mis compañeritas”, dice, risueña, María Elena, quien el mes pasado recibió un homenaje en forma de emisión postal con su imagen, por parte de la Dirección Nacional de Correos del Paraguay.
El trabajo de Diego Mongelós se inició con unas preguntas que fueron disparadoras de la producción colectiva, basada principalmente en las vivencias de estas tres grandes actrices. “Hablamos de nuestras historias personales, recuerdos y personas que hemos amado”, comenta Margarita. Para ella, todo el trabajo fue hecho con mucho amor, con idas y venidas. “Es una responsabilidad muy grande. Somos personas con trayectoria, es normal que haya mucha expectativa sobre la obra”, sostiene.
“María Elena y yo ya estamos retiradas. Yo me retiré no solo del teatro, sino que fui a vivir al interior. Fue aquel señor llamado Diego Mongelós el que nos volvió a unir a las tres”, cuenta, riendo, Hedy, pero se cuela Sachero en la conversación para enfatizar: “Yo no estoy de acuerdo con Hedy, que dice que se retiró. Mientras haya vida, una no puede retirarse. La vida es la vida. Aunque sea soñando, mirando, hablando. Margarita y Hedy ¡son grandes maestras, sobre todo!”.
Para Hedy, la manera en que el director propuso el trabajo fue atrapante y muy tentadora. Ellas coinciden en que el componente especial radica en que no es una obra previamente escrita. “Nosotras realmente la fuimos creando y él le dio forma con la dramaturgia”, acota Margarita. Si no había un texto previo, ¿cómo fue el proceso creativo? “A veces, él preguntaba cosas; otras, espontáneamente nosotras comentábamos detalles que eran registrados por Mario, su asistente. Grababa las voces y en ocasiones incluso la imagen en la mesa, en la casa de María Elena”, cuenta Hedy.
Un compromiso de vida
Para Margarita Irún, Verbo es un homenaje a la vida. Y es también la celebración de uno de los creadores favoritos de la lengua hispana de María Elena, Hedy y Margarita. Entretejer la poesía de García Lorca junto con sus propias vivencias, anécdotas y guiños cómicos y trágicos es lo que las vuelve a juntar como actrices y guionistas a estas tres grandes luminarias del teatro paraguayo.
En un momento de la entrevista, durante los últimos ensayos del trío en la sala Molière de la Alianza Francesa de Asunción, Hedy menciona que este mes de agosto es el aniversario del fallecimiento del dramaturgo español Federico García Lorca. Y sin dudarlo, Margarita propone: “¿Ves cómo las casualidades no existen? ¡Existen las causalidades! Por algo estamos haciendo esto. ¿Quién mejor que nosotras para homenajear a Federico?”.
Hedy González y María Elena Sachero recuerdan 1983, cuando llevaron a las tablas del Arlequín Teatro la pieza de Lorca La casa de Bernarda Alba, en plena dictadura militar. “Ahí Lorca denuncia el autoritarismo. Cuando hicimos nosotras la obra, los testaferros de la dictadura no se percataron de ese mensaje. María Elena hizo magistralmente de Bernarda Alba y el personaje mío, su madre, representaba la libertad”, rememora Hedy.
Tanto ella como Margarita dan fe de que el Gobierno autoritario de Alfredo Stroessner fue un gran impedimento para el surgimiento de un desarrollo libre y fructífero de las artes escénicas en el país. El quehacer teatral era perseguido, visto como subversivo y, muchas veces, censurado; coinciden en lo difícil que fue dedicarse al teatro en aquella época.
“Con María Elena, Myrian (Sienra), Mario (Prono), Clotilde (Cabral) y José Luis (Ardissone), fuimos a parar al Archivo del Terror cuando hicimos Las troyanas. La obra Usted preguntará por qué cantamos no la pudimos llevar a las facultades ni hacer un hermoso espectáculo con Jorge Garbett y Juan Carlos Dos Santos. Fuimos censurados”, agrega Margarita. “Lo primero que la dictadura hizo fue cortar el desarrollo del pensamiento: pensar es un pecado. Por eso le dieron con un palo a la educación. Los grandes maestros sabían que morirían, lo que sembraban era lo que se cosecharía. Te jugaban al estómago, te dejaban sin trabajo”, detalla Hedy.
Además del compromiso, para las tres es importante la coherencia entre sus historias, el hecho de unir sus vivencias y hacer un ejercicio grupal de memoria. “Fueron brotando las conversaciones que teníamos, se ve que somos nosotras actuando. El diálogo de la tragedia sí estaba escrito, eso es Federico, y los poemas también. Hemos transitado por la poesía, sobre todo Hedy y yo, no había necesidad de diagramar nada”, indica Margarita.
“Si la gente es inteligente y está atenta, se va dar cuenta de cómo se enlaza cada poema, qué es lo que decimos con cada momento y cómo surge la lírica, inclusive la tragedia. Hasta a nosotras nos costó hilar. Por eso, de repente, vienen los olvidos», reconoce Margarita, pero acota: «Se asume totalmente, porque la memoria también es frágil; hay que estar en permanente ejercicio, es así”. A lo que Hedy subraya: “La memoria es importante para la fluidez del teatro”.
A las actrices les llama la atención cómo la gente joven no piensa en la proyección del teatro clásico, de la dramaturgia. Coinciden en que este es difícil de hacer y no se puede amar lo que no se conoce. Para ellas, tiene que ser una práctica constante para que eche raíces. “La poesía nos ha catapultado a nosotras. Hemos trabajado mucho la voz. Hedy dice: ‘La voz es lo que no perdí’. Claro que no, obvio que no se va a perder porque eso fue trabajado; los tonos, los timbrados, todo fue muy fuertemente moldeado y eso es lo que les falta a los jóvenes. También la dicción”, reflexiona Margarita sobre la escena actual.
“¡Y qué culpa tienen los jóvenes si los mayores de su entorno hablan mal!”, agrega Hedy y se remonta a su historia: “Yo me formé en una escuela donde Federico García Lorca era una materia. No hablemos de las tragedias griegas, lo digo porque Federico es trágico. No volaba una mosca en el conservatorio cuando lo estudiábamos, de tan apasionante que era”.
“Es un hito en la literatura universal. Se fue y se rompió el molde. Era tan particular, manejó los símbolos y las metáforas de una manera única”, completa Margarita.
El renacer del teatro pospandemia tiene en estas actrices una propuesta más para volver a llenar las butacas tras una difícil temporada marcada por el distanciamiento social y un aforo reducido. Importantes obras como esta, Los amantes de la casa azul, Dean el inmoral y Hemingway demostraron que la gente está ávida por volver a ver abrirse el telón. El retorno a las tablas es inminente, con condiciones mucho más alentadoras, con nuevas historias por ser contadas y, sobre todo, con trabajo intenso e incansable de la comunidad artística, dispuesta a continuar una época fructífera de creación.
Detrás del telón
Dirigida por Diego Mongelós, cuenta con la coordinación dramatúrgica de Andrés Ovelar y la asistencia de dirección de Mario Gonzalez Martí, mientras que la jefa de producción es Leti Fleitas. El concepto, diseño y puesta de escenografía son de Adriana Ovelar; el concepto, diseño y realización de vestuario pertenecen a Belén Fretes, y la asistente de escenario es Natalia Cálcena. Concepto, diseño y puesta de luces: Martín Pizzichini. El movimiento escénico está a cargo de Naty Aldana; el concepto, el diseño y la gráfica de la obra son de Silvia Canillas; la fotografía fija fue realizada por Andrés Goyburú y la gestión de prensa quedó a cargo de Ale Szpecht. El proyecto cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de la Cultura y las Artes (Fondec).
Las entradas tienen una variedad de costos según la ubicación. Para el sector Ver es de G. 120.000, precio por compra anticipada hasta el día previo a la función, mientras que en días de función y boletería es de G. 150.000; Sector Bo, G. 90.000 anticipadas hasta la fecha anterior a la función; en boletería es de G. 120.000; para Platea es G. 70.000 para compras anticipadas hasta el día previo a la función, y en días de función y boletería queda en G. 85.000; la ubicación Sillas Perimetrales tiene un precio por compra anticipada hasta el día previo a la función de G. 70.000, pero en días de función y en boletería es de G. 85.000. Se pueden solicitar por WhatsApp al (0992) 306-010.
Para más información se puede acceder a las redes sociales Facebook e Instagram: Verbo Teatro Py.
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