El fenómeno social de Asu 2022
Por dos semanas, las distintas delegaciones de los Juegos Suramericanos llenaron la capital nacional y otros escenarios del país con colores, acentos y una nueva vida; se crearon escenarios innovadores y todo el pueblo paraguayo disfrutó de las actividades saludables. ¿Es necesario seguir estimulando estos lugares de fomento al deporte y al entretenimiento sano? ¿Cómo se sintió ocupar esos espacios públicos?
Desde principios de octubre, un solo tema copó la opinión pública: Asunción y otras ciudades del país fueron escenario del megaevento deportivo XII Juegos Suramericanos. Celebramos cada medalla con furor, e inclusive alentamos a atletas de países vecinos con la misma pasión. Pocas veces antes pudimos ver a todo un pueblo emocionado por otro deporte que no sea el fútbol y cientos de deportistas tuvieron la oportunidad de competir frente a su pueblo.
Esto significó una revitalización total de la sociedad paraguaya, que viene muy golpeada; primero por las incontables pérdidas de la pandemia y segundo por la recesión económica surgida a partir de esta. Los juegos trajeron un nuevo aire de esperanza en las calles, en los escenarios e inclusive hubo muchos rubros beneficiados por esta momentánea reactivación económica.
Lo que Asu 2022 nos dejó
Andrés Bartrina es licenciado en Sociología, especializado en el Deporte. Particularmente, se dedicó a estudiar a las hinchadas de fútbol. En ese sentido, las observaciones principales que tuvo fueron dos: la primera, que el apoyo del público se vio reflejado en la cantidad de medallas obtenidas en diversas disciplinas, al punto de que solamente en estas olimpiadas sudamericanas ganamos más preseas que en todas las ediciones anteriores juntas. Y, por otro lado, que a la gente en nuestro país le atraen todo tipo de deportes y disciplinas.
Entre los posibles impactos que podría tener un evento de este tenor en nuestro país caracteriza, en primer lugar, lo que esperamos que suceda: que tanto el Estado como el sector privado inviertan más en los competidores, en infraestructura y en generar las condiciones ideales para que las prácticas deportivas profesionalizadas puedan ser desarrolladas plenamente, pero que también la sociedad tenga acceso a los deportes con fines meramente lúdicos y atléticos.
“Aparte de los futbolistas y de ciertos casos puntuales contados con los dedos de las manos, los deportistas en Paraguay no pueden vivir de practicar y competir, deben tener otras fuentes de ingreso y en su tiempo libre dedicarse a sus disciplinas. Eso debe empezar a cambiar, hay demasiado talento desperdiciado”, afirma.
“Para que todo esto suceda se va a necesitar mucha voluntad política, el diseño de planes nacionales de gran alcance y las ganas reales de hacerlos efectivos por parte del poder público; esto, sin luchar y sin presionar, no se va a lograr, lamentablemente”, analiza Andrés.
Según el sociólogo, el rol del Estado es clave en todas las áreas de la vida de la población del país, y en el deporte no lo es menos, aunque muchas veces se menosprecie la importancia que la actividad física tiene a nivel social. Estas competencias siempre estuvieron vinculadas al uso de espacios públicos, y son necesarios más sitios para su práctica.
El deporte genera cohesión social al facilitar el contacto entre distintos miembros de la comunidad. En ese sentido, Andrés Bartrina considera que gran parte de la violencia social que vivimos podría amainar mediante su práctica.
“Habilitar y mantener en condiciones canchas y gimnasios, así como acercar a la población información para la promoción de la salud y la importancia de la recreación, son solo una parte de la tarea que el Estado debería garantizar; otra gran parte de la tarea necesaria para lograr la inserción
popular del deporte está relacionada con la distribución de la propiedad inmobiliaria en las distintas ciudades, el tema de la ocupación ilegítima del espacio público por distintos actores, ni hablar de la especulación inmobiliaria”, se explaya.
Si algo demostraron estos juegos fue la necesidad de las personas de contar con nuevas formas de entretenimiento público, de ocupar espacios colectivos de la ciudad. “Sin entrar a detallar demasiado, porque para eso es necesario hacer varias investigaciones científicas, muchos problemas sociales se mitigarían si se habilitaran espacios públicos de esparcimiento bien distribuidos en las ciudades”, concluye Bartrina.
Garantía constitucional
La Constitución Nacional, vigente desde 1992, consagra la promoción de los deportes por parte del Estado, especialmente los de carácter no profesional, al mismo tiempo que estimula la participación de atletas nacionales en eventos internacionales.
Por un espacio público para todas y todos
“Las ciudades siempre se configuraron en torno a las formas de trasladarnos”, comienza la arquitecta Melina Pekholtz. Afirma que necesitamos empezar a utilizar los lugares de otras maneras, priorizar el espacio público y desincentivar el uso de los automóviles particulares. “Tenemos que entender que otra forma de movilizarnos y utilizar el espacio público es posible”, enfatiza.
Una propuesta que trae a la mesa es la de las “supermanzanas”. Según explica, se trata de una reconfiguración de la manzana tradicional de 100 m × 100 m, pero en la supermanzana se agrupan cuatro tradicionales y las vías de circulación se vuelven espacios peatonales y bicisendas.
Manifiesta que el fenómeno de la identidad se da en un doble sentido: nosotros configuramos el ambiente en el que nos movemos, vivimos y nos desarrollamos y, al mismo tiempo, la ciudad nos da una identidad.
“Es clave recuperar y poner en valor los espacios que ya existen y liberar las calles del tránsito vehicular”, explica. Esto se realizaría al evitar el estacionamiento en lugares indebidos, ya que Asunción está llena de aparcamientos en sitios públicos, en violación de cientos de contravenciones municipales.
“También necesitamos recuperar espacios que fueron usurpados: hay muchas plazas que hoy están tomadas por seccionales coloradas o incluso inmuebles privados”, destaca. Y agrega: “Asunción en este momento no cuenta con el área de esparcimiento social mínima por habitante, que es de 11,6 m²; ese es un índice de la OMS”.
Muy por debajo de lo mínimo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) fijó un indicador óptimo entre 10 m² y 15 m² de zonas verdes por habitante. El objetivo de esta cifra es mitigar y amortiguar el impacto de la contaminación de las ciudades. Según el exconcejal municipal Federico Franco Troche, en el 2021 Asunción solo contaba con 2,9 m² de espacio público por habitante.
Reapropiarnos de lo nuestro
La urbe no es solo para las personas, sino que está inserta en un ecosistema. “Debemos salir de esa visión especista de que la ciudad es para las personas y renaturalizar las ciudades”, explica Melina. En palabras de la arquitecta, Asunción es una bahía y tenemos que reestablecer esa conexión con el ecosistema acuático, con lo que significa el paisaje que envuelve a la ciudadanía, reconectar con el entorno y generar espacios verdes que puedan restituir este vínculo.
Otro factor clave es el de la especulación inmobiliaria, con precios exacerbados en la capital, lo que genera que cada vez más personas vivan en ciudades del área metropolitana, mientras Asunción se deshabita. “Es un desafío muy grande para el Municipio y para la Gobernación de Central, pero tienen que ser capaces de lidiar con esta responsabilidad y generar proyectos que incentiven la habitabilidad urbana”, enfatiza.
Melina es arquitecta, máster en Viviendas Colectivas y especialista en Antropología de la Arquitectura. También es parte de Asunción Causa Nacional, una plataforma de más de 25 organizaciones ciudadanas gestada en el 2020 con el objetivo de articular iniciativas para el mejoramiento de la calidad de vida en la capital.
Desde esa plataforma, en varias ocasiones han realizado conversatorios e inclusive invitado a representantes municipales a fin de intercambiar opiniones: “Consideramos que aunque las autoridades no tengan la misma visión, es importante hacerles saber que lo que están haciendo daña tanto el entorno físico natural y construido, como a las personas que vivimos en la ciudad”.
Iniciativas ciudadanas
Además de Asunción Causa Nacional, son varias las iniciativas ciudadanas que buscan proteger espacios públicos. Salvemos al Parque Guasu, por ejemplo, articula desde hace nueve años a residentes que defienden la integralidad de las 125 hectáreas del lugar. “En este momento estamos en etapa de elaboración de un Plan de Manejo, ya que se definió como área silvestre protegida”, mencionó Arturo Bregaglio, miembro de la plataforma.
El Parque Guasu es un ecosistema del bajo bosque chaqueño que genera una mitigación del calor en el verano; además, es hogar de más de 255 especies de aves, mamíferos como el jaguarundi, el aguara pope, el aguara’i y el hurón, entre otros, y también una cantidad enorme de flora.
Según contó Bregaglio, el objetivo de este Plan de Manejo es que se cumpla tal como dispone la ley n.° 352/94, “De áreas silvestres protegidas”, y la ley n.º 6941, que declara al Parque Guasu como tal. “Hay antecedentes, como el banco San Miguel, de la bahía de Asunción, y el caso reciente de los Médanos del Chaco, que entendemos que son señales de alerta. No podemos permitir que esto suceda en el Parque Guasu”, resaltó. Por eso, están tomando los recaudos necesarios para desarrollar un plan de contingencia si llegara a ocurrir algo parecido, ahora o en el futuro.
Realmente es preocupante que hoy sean los ciudadanos quienes defienden el ecosistema y el territorio frente a las avanzadas que proponen desde los organismos, cuya misión patriótica debería ser justamente protegerlos.
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