Fito Cabral es periodista, conductor de radio y tevé. Actualmente es presentador en el canal NPY, co-conduce los programas Leyendas Urbanas y La Jornada. Además, es panelista de La Lupa en Telefuturo y En voz alta, en Radio Monumental.
Dos palabras que te definan: Loco lindo.
Libro que te marcó: Terra nostra, de Carlos Fuentes.
Plato favorito: Ñoquis.
Destino nacional favorito: Areguá.
Algún miedo inusual: Síndrome del impostor.
¿Cuál fue tu inspiración para decidir ser periodista?
En realidad, se dio sin planearlo. Siempre les decía a mis amigos que yo iba a estar en radio y TV. Mi sueño era tener un bar donde funcione una emisora y todos los asistentes participaran como si fuera un teatro. Un día se dio gracias a la generosidad de Mario Ferreiro, a quien acompañé en su campaña presidencial, y pasaron ya 11 años de aquel 31 de mayo de 2013 en el que me inicié en los medios. Por supuesto, que mi abuelo y mi madre sean periodistas hizo que ya desde la cuna me picara el bichito.
¿Cuál es el mayor desafío de dedicarse al periodismo en política?
La política es apasionante; con todas sus virtudes y vicios sigue siendo la actividad humana que marca el rumbo de
una nación. Opinar e informar sobre los acontecimientos y actores en ese ámbito requiere de un contacto suficiente para obtener información, pero al mismo tiempo de la distancia necesaria para cuestionar y criticar el mal desempeño. Es un equilibrio muy delicado que hay que saber mantener.
¿Qué opinás de la neutralidad periodística? ¿Es posible o necesario mantenerla?
No creo en la neutralidad en el periodismo, creo sí en la pluralidad. Escuchar todas las campanas y tomar
posición. Respeto a quienes creen en ella y la practican, pero mi postura ante la vida —y por tanto, ante las noticias— nunca es neutral.
¿Con qué personaje histórico te sentarías a tomar un café?
Me tomaría un café con Rafael Barrett. Vivió y retrató con una pluma, que más parecía una espada, la realidad de un
Paraguay que todavía duele.
¿En qué momento te tomás una pausa?
Tengo todas las mañanas libres, afortunadamente, y no me desconecto del todo porque mi radio a pilas me acompaña
por la casa. Disfruto de poder despertarme sin apuro y sin el estrés del tránsito ni la locura de la ciudad.
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