Juan Pablo Pistilli Miranda es escultor, pintor, artista visual, docente y diseñador de joyas.
Dos palabras que te definan: Soñador y perseverante.
Comidas favoritas: Buseca y marinera de carne.
Destino nacional preferido: El Mbiguá y San Bernardino.
¿Qué ventajas tienen las nuevas generaciones de artistas con respecto a la tuya o anteriores a la tuya?
Creo que la generación pasada nos abrió camino en la etapa más dura, la dictadura. Nos toca seguir trazando puentes culturales para que el arte nacional trascienda internacionalmente, ya que la visualización de las obras a nivel local se facilita gracias a los centros y gestores culturales, al trabajo de los galeristas y, también, a la prensa.
¿Qué lugar tiene el arte paraguayo en el mundo?
Deberían crearse políticas para que los puentes de la cultura sean permanentes y fluidos, y las misiones de nuestras embajadas en otros países tendrían que contar con un porcentaje definido del presupuesto para ese tipo de acciones. Sumaría la presencia en las bienales internacionales.
También dibujás y pintás. ¿Qué tiene la escultura que decidiste dedicarte a ella?
Todas mis obras son parte de un proceso y llegan con mayor contundencia a través de la escultura, ya que ocupa un lugar en el espacio y uno debe enfrentarse a ella desde varios ángulos. Hay que recorrerla, interpretarla, sentirla. Igualmente, el dibujo es uno de los pasos de esa creación que disfruto mucho.
¿Qué significó para vos la creación del monumento al arpa paraguaya, en la Costanera de Asunción?
Un sueño compartido materializado en conjunto a través del trabajo de mucha gente.
¿Qué libro o película cambió tu vida?
Rocky 1 fue algo impactante —creo que— para toda nuestra generación. Suena su música y uno ya siente que se prepara paraenfrentar lo que sea y concretar un sueño. El libro Vida contemplativa, de Byung-Chul Han, me llegó mucho porque me identifico de muchas maneras con él.
¿En qué momento te tomás una pausa?
Me levanto y preparo mi desayuno acompañado de mis mascotas; me gusta orar y agradecer a la virgen de Caacupé tantas bendiciones; y riego mis plantas. Esa es la pausa antes de arrancar el día laboral y que llegue mi gente al taller, ¡después ya no paro!
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