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Tiempo de reflexión

Una pausa para cuidar la mente

¿Cómo vivimos la Semana Santa? ¿Qué significado tiene para todas las personas, más allá de quienes observan el rito católico? Estas y otras preguntas responde el psicólogo Marcelo Reiser en esta nota sobre el necesario espacio reflexivo en esta época.

Cuando llega la Semana Santa, todo parece enlentecerse, como si los granos del reloj de arena se hicieran cada vez más livianos. Para quienes siguen el rito católico, la espera llega mucho antes: inicia el Domingo de Ramos, luego vienen Lunes, Martes y Miércoles Santos. Seguidamente aparece el triduo pascual que comienza el Jueves Santo con la Santa Cena, continúa con el Viernes Santo —celebración de la pasión y muerte del Señor—, el Sábado de Gloria y el Domingo de Resurrección, Pascua, para celebrar que Jesús ha resucitado.

Quienes no observan el rito católico aún viven inmersos en la tradición paraguaya con sus innumerables representaciones culturales, totalmente embebidas del imaginario colectivo de este territorio.

En esta nota queremos concentrarnos en un punto que todas y todos tenemos en común: el tiempo de reflexión. Esta celebración puede convertirse en una oportunidad valiosa para conectar con uno mismo, con los demás y con algo más grande. Ya sea desde una mirada espiritual, religiosa o desde el autocuidado, la época del año tiene el potencial de nutrir nuestra salud mental y emocional.

Marcelo Reiser, psicólogo clínico, coordinador de Ética y Normas de la Sociedad Paraguaya de Psicología (SPPs) y vicepresidente de la Academia Paraguaya de Psicología Cognitiva y Conductual (APPCC), analiza el fenómeno de la Semana Santa desde su campo de estudio.

Pausa para revisarnos

Épocas como la actual pueden tener un efecto terapéutico en las personas, incluso para quienes no son creyentes. “Más allá de lo religioso, es una oportunidad para hacer un alto, reconectar con uno mismo y revisar nuestro estado emocional. La Semana Santa es un tiempo de mucha reflexión, de pausas, de conexión personal que, si bien tiene su origen en el cristianismo, también puede vivirse desde lo emocional y desde lo simbólico”, afirma el especialista.

Los símbolos y tradiciones tienen un impacto muy importante y no menor para los practicantes. Muchos se concentran en hacer procesiones, ayunos y silencio, mientras que otros buscan sacrificios personales, reencuentro y perdón. “Hay que tener en cuenta que los rituales individuales y colectivos ayudan a canalizar las emociones que a veces no sabemos o no encontramos cómo expresar”, afirma Reiser.

Este es un aspecto que no debe ser descuidado. “Es importante correlacionar, no solo el ámbito espiritual, sino también el emocional, la parte socioemocional y afectiva para entendernos y entender a la persona que está frente a nosotros”, aclara.

Para Reiser, es un tiempo de desconexión y transición, en el que una cuestión clave es poder conectarnos con nosotros mismos, conocernos, descubrirnos y, más que nada, ser conscientes del momento presente, teniendo en cuenta que, a veces, la vida en la actualidad nos sumerge en la vorágine cotidiana.

El perdón es uno de los significados más importantes de la mística cristiana en estas fechas y, al mismo tiempo, una cuestión fundamental a explorar en el campo de la terapia psicológica. En palabras de Reiser, nace desde uno mismo, pero a partir del autoconocimiento, al ver qué nos gustaría perdonar, qué cosas no estamos aceptando.

No siempre un momento positivo

En Paraguay, por tradición y mandatos culturales, Semana Santa es tiempo de compartir en familia. Pero esto también puede significar otros espacios de presión social que quizás nos afecten a nivel emocional. En estos momentos es posible que tengamos tanto emociones placenteras como desagradables.

Reiser plantea que a veces sucede que cuando hacemos una pausa de la cotidianidad, todo se nos viene encima, especialmente la planificación que muchas veces nos lleva a sobrepensar. Puede pasar que las personas se sientan desanimadas, desmotivadas, con muchas preguntas sin respuestas, pero también con emociones como rabia o ira.

El consejo del especialista es rodearse de gente que traiga paz y, sobre todo, que prime el respeto mutuo. “Hay muchas formas de vivir este momento: viajar, desconectarse, quedarse en casa, todo es sumamente válido”, indica. La Semana Santa se basa en hacer el bien, ayudar al otro y, en todo caso, usar el tiempo para estar mejor.

La invitación

“La época invita a trabajar estos puntos. Hacer una pausa, tratar de desacelerar, apagar las notificaciones y tomarse un descanso digital. Pero para empezar con esto es importante una reflexión muy personal: cómo estoy, qué necesito, qué me pesa, cuáles son mis valores, en esto ahorita no me gustaría estar. ¿Qué es lo que no estoy pudiendo aceptar y no tolero?”, elabora Reiser.

A partir de ese momento, la escritura es una herramienta fundamental para bajar a tierra lo que muchas veces perturba, molesta, no solamente de uno mismo, sino de otras personas. Y, de esa manera, intentar liberarnos de muchas culpas, emociones desagradables, pensamientos, y buscar, sobre todo, una práctica de autocuidado.
“Todos necesitamos un descanso. Es una necesidad, no un capricho ni mucho menos un lujo. Tenemos que darnos tiempo de desconexión para reconectarnos con nosotros mismos y con las personas que están alrededor”, finaliza el especialista.

La Semana Santa, más allá de su esencia religiosa o cultural, se convierte en un espejo, un momento para detenernos ante el ritmo implacable de la vida cotidiana y preguntarnos qué necesitamos soltar y qué queremos abrazar.
En ese espacio de silencio o reunión, de rituales o simple quietud, reside la oportunidad de sanar, perdonar y renacer; no como un mandato, sino como un regalo que nos hacemos a nosotros mismos y a quienes nos rodean.

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