Sometida a décadas de abandono, la antigua estación del tren de Pirayú está siendo objeto de una rigurosa restauración que le devolverá la vida. Así se convertirá nuevamente en el punto de referencia vital para la ciudad, que la definió en su momento.
Breve fue el periodo de gloria de la estación de Pirayú, antes del estallido de la Guerra Grande. Desde el 26 de mayo de 1864, cuando se inauguró, funcionó como una de las más lejanas terminales de la red ferroviaria paraguaya hasta que el conflicto bélico impuso su cierre. El 25 de mayo de 1869 fue capturada por las tropas brasileras e incluso se la ocupó como Comandancia por el infame Gastón de Orleans, conocido como Conde d’Eu. Con el tiempo, los avatares de la República y las calamidades sucedidas durante la Guerra hicieron que todo el sistema de transporte ferroviario paraguayo fuera vendido a capitales ingleses, lo que de alguna manera significó la reactivación de la estación. Caracterizada por sus dos torres y una buena cantidad de detalles decorativos −como los capiteles corintios de una sola pieza de sus columnas y los arcos de medio punto de las aberturas−, esta construcción se erguía estoica en medio del paisaje natural con unas pocas construcciones bajas alrededor
Secuelas del abandono
La magíster en Restauración Arquitectónica y arquitecta Bettina Bray estuvo a cargo de la realización del protocolo de intervención del proyecto de restauración y actualmente tiene en sus manos las obras de restauración de la estación. Ella opina que los problemas que presenta la edificación están directamente ligados al abandono. Después de 1999, que fue el año en que el ferrocarril dejó de funcionar, la estación cayó prácticamente en el abandono. Al no estar en funcionamiento, el deterioro de la edificación que hoy cuenta con más de 150 años se acrecentó de manera tal, que puso en juego su supervivencia. Cuando este año, gracias a una licitación gestionada por el Ministerio de Obras Públicas, el consorcio Icatec contrató a Bettina Bray y los trabajos comenzaron, los trabajadores encontraron paredes con rajaduras, maderamen que sostenía los techos parcialmente descompuesto por el paso de los años −el cual además había sido atacado por termitas− y muchas otras patologías que ponían en peligro el edificio.
Sorpresas bajo la pintura
Durante los trabajos, el hallazgo del acabado original de las paredes hizo aparecer el color con el que se las pintó en aquella época, con lo que se trabajará para igualarlo con materiales similares. Así también, se descubrió un increíble basamento de piedra cincelada en los pilares de la galería, que estaba cubierto con revoque y muchas otras sorpresas.
Tras incontables años de modificaciones aparecieron aberturas que habían sido cegadas en algún impreciso momento o la construcción de subdivisiones internas que no correspondían en lo más mínimo al proyecto original. Según Bray, la recuperación y puesta en valor de la estación no solamente tiene que ver con salvar un edificio antiguo que representa el testimonio tangible de una época de apogeo tecnológico en nuestro país, sino que también representa la posibilidad de generar un espacio renovado, para la integración, la difusión y el crecimiento de propuestas positivas.
De la mano del arquitecto Osvaldo Salerno, en el lugar se prevé la implementación de un proyecto museológico y museográfico para el Museo Histórico de la Estación de Tren de Pirayú, también una oficina de información turística que será manejada por la Municipalidad y un salón multiuso destinado a eventos culturales para la comunidad. Con estos trabajos, tal vez resuenen nuevamente los ecos de lejanos pitidos de vapor, por lo menos en nuestra imaginación, esperando volver a ver el esplendor de un pasado ferroviario hoy, ya no tan olvidado.
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