Una guía paso a paso
Quienes frecuentan la capital paraguaya en su tiempo de ocio seguro ya se habrán cruzado en algún momento con la comunidad rollera (como ellos mismos se denominan). Armados con sus patines en línea y a distintas velocidades, en grupos que pueden llegar a ser de 50, se juntan a tomar las calles y rollear. En esta nota te contamos quiénes son y cómo iniciarte en este mundo.
Por Laura Ruiz Díaz. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Fernando Franceschelli.
El patinaje en rollers gana cada vez más espacio en las calles, parques y costaneras, y se convierte en un fenómeno deportivo y recreativo que reúne a personas de todas las edades. Si bien es una excelente actividad física, también es una forma de conectarse con el entorno y disfrutar de la ciudad desde una perspectiva diferente.
Si estás interesado en aprender, lo básico es contar con un buen par de rollers, equipo de protección como casco y
rodilleras, y un lugar seguro para practicar, con superficies lisas y amplias. Para comenzar, es clave enfocarse en el
equilibrio, aprender a frenar correctamente y mantener una postura relajada, pero firme. Con paciencia y práctica,
cualquiera puede sumarse a esta tendencia que, además de saludable, es sumamente divertida y, de paso, ocupamos
los espacios públicos, que nos hacen buena falta.
Chau, miedo
“El miedo a caerse y lesionarse es el mayor desafío”, nos cuenta Enrique Kike Núñez, instructor de RolleaPy, una comunidad social y deportiva sin fines de lucro. “Lo esencial es aprender —desde el principio— a caer correctamente, para que se sientan más seguros. [En RolleaPy] enfatizamos la importancia de la postura y el uso del equipo de protección. El apoyo constante de los instructores ayuda mucho”, agrega.
En sus palabras, es importante empezar poco a poco, siempre con la ayuda de alguien más, seguir los tips y no compararse con otros patinadores más avanzados, pues cada uno tiene procesos de aprendizaje distintos. Y agrega
dos puntos clave: “Utilizar equipo de protección es crucial para ganar confianza” y “practicar con la mayor frecuencia posible, para lograr tener seguridad”.
El dominio de las habilidades básicas de roller skating es relativo. “Cada uno es diferente y se toma su tiempo. Influye mucho la constancia, pero generalmente en unas tres a cuatro semanas de práctica constante ya se dominan las habilidades básicas, como el equilibrio, el desplazamiento y un freno básico”, explica Núñez.
Para todos es recomendable utilizar rollers de calidad, con buen soporte en los tobillos: “A quienes se suman a rollear con nosotros, les sugerimos que nos consulten antes de comprarlos, ya que se suelen comercializar
artículos poco seguros que ofrecen malas experiencias y exponen a lesiones. De más está decir que alentamos fuertemente el uso de protecciones como rodilleras, coderas, muñequeras y cascos”.
RolleaPy se conformó a inicios de 2018 con la intención de darle más visibilidad al deporte en el país y llegar a la mayor cantidad posible de nuevos patinadores. Jorge Dávalos, acompañado de un grupo de personas, fue uno de los pioneros en plantearse la necesidad de crear comunidad.
“Lo iniciamos un grupo de personas con distintos niveles de habilidad en el patinaje, desde los más expertos, con muchos años de práctica, hasta los que nos estábamos iniciando”, recuerda. “Con la idea de promocionar y hacer crecer la comunidad, creímos necesario hacer talleres de entrenamiento, los que, dada la diversidad socioeconómica de los practicantes, decidimos que fueran gratuitos”, remarca.
Hoy, siete años después, sigue siendo uno de los pocos espacios de práctica completamente gratuita de un deporte.
Vivir rolleando
Este deporte tiene incontables beneficios para la salud, pero siempre serán superados por las experiencias. Desde que inició el proyecto, Jorge ha observado un gran impacto en la comunidad. “Se puede mencionar la satisfacción personal que sienten los participantes al lograr microavances en las múltiples maniobras que hacen. Caída tras caída, uno se vuelve a levantar para seguir intentando”, expresa.
“Al patinar se tiene un rato con uno mismo, se escucha buena música y nos abstraemos de los problemas cotidianos; se hacen grupos de rodadas con gente que curte la misma onda, y sin darnos cuenta quemamos calorías, fortalecemos los músculos, ganamos confianza y rejuvenecemos con cada kilómetro recorrido”, sostiene.
Frecuentemente, el grupo es un espacio donde reciben agradecimientos y comentarios de compañeros. “Señalan que el habernos conocido les transformó la vida, al encontrar una comunidad solidaria, receptiva, colaborativa, en donde son acogidos y desarrollan actividades sin ser prejuzgados ni rechazados de ninguna forma”, cuenta emocionado. “Este tipo de devoluciones nos recargan las baterías para seguir luchando por llegar cada vez a más personas y lugares dentro del país”, detalla.
Las clases
El grupo de RolleaPy es muy diverso. Hay niños pequeños, de alrededor de 4 o 5 años, hasta personas de más de 60 que desean probar experiencias nuevas o retomar algo que hicieron en su juventud. Aunque la gran mayoría
son chicos y jóvenes, cada vez hay más adultos mayores interesados en la práctica de este deporte.
Esto implica, necesariamente, distintos niveles de experiencia, que son contemplados en las clases. “Nos dividimos por zonas y niveles de habilidad”, afirma Kike. Y explica: “Por un lado, están los que empiezan de cero, que se enfocan
en lo básico, como el equilibrio y la postura; por otro, los intermedios, que ya logran desplazarse de forma fluida pero necesitan adquirir habilidades para girar, saltar, frenar, etcétera; los avanzados son entrenados para realizar maniobras más radicales, como frenos bruscos, saltos, derrapes”. En los niños se repiten los esquemas de los adultos, de acuerdo con los diferentes niveles de aptitud y habilidades. El objetivo es que cada grupo reciba atención específica
para avanzar al siguiente nivel.
La seguridad ocupa un rol importantísimo. “Exigimos el uso de equipo de protección y al inicio de las clases hacemos una introducción de seguridad, como caerse de manera correcta y una postura adecuada para evitar malas caídas”, afirma Jorge. Además, los instructores supervisan constantemente para evitar situaciones de riesgo.
“Patinar parece una actividad inocente, pero es todo lo contrario. Es un deporte de riesgo, es extremo y, por ende, como grupo lo advertimos en todo momento y no nos hacemos responsables por los daños o lesiones que pudieran sufrir en la práctica”, declara. Y agrega: “Damos lo mejor de nosotros al enseñar las técnicas y señalar la necesidad de protecciones; de ahí en adelante, la gente se lanza a la aventura”.
Los profes
El grupo de colaboradores de RolleaPy es de alrededor de 20 personas. Todos ayudan en lo que pueden, de acuerdo con sus posibilidades y alcances. “Ninguno de nosotros es profesional ni profesor certificado, pero si de algo estamos seguros es de que la gente aprende; sale contenta y satisfecha de nuestras clases”, cuenta Jorge.
El grupo de colaboradores es muy dinámico y rota constantemente. En la actualidad, se puede mencionar a Rossana Frutos, Karina Fernández, Juan Pablo Riveros, Maotsa Mier, Jorge Dávalos, Enrique Núñez, Milva Servián, Luis Rodríguez, Derlis Cardozo, Alexis Gómez, Sofía López, Patricia Álvarez, Agustín Riveros, Omar González, Fran Pinteño, Stefi Brítez, Diego Burgos, Ismael Lucero, entre otros. “No tenemos financiación de ningún tipo, lo hacemos a puro pulmón y por pasión”, afirma Kike.
Como comunidad, solo ofrecen clases gratuitas los fines de semana, no así encuentros particulares. Pero dada la cantidad de requerimientos recibidos, los patinadores más avanzados cotizan sus servicios en horarios a convenir con los interesados.
Una ciudad desafiante
“Uno de los mayores desafíos siempre fue encontrar espacios públicos seguros y adecuados para patinar”, confiesa Kike. Sin embargo, trabajan para adaptarse y fomentar el uso responsable de los lugares disponibles. “Creemos en la importancia de demostrar que estas áreas comunes pueden ser usadas compartida y responsablemente. Organizamos actividades para hacernos visibles, invitamos a la comunidad a unírsenos y promovemos el respeto mutuo entre los
diferentes usuarios de estos espacios”, reivindica.
Actualmente cuentan con el apoyo de la Municipalidad de Asunción, que cede un área en la Costanera, todos los domingos. Además, realizan actividades en el interior del país. Recientemente viajaron a Encarnación, en donde la Comuna local brindó su apoyo para realizar las actividades en la Avenida Costanera con la protección y el acompañamiento de la Policía de Tránsito local.
¡A rollear!
Desde sus inicios, RolleaPy ha crecido sin pausa. Y los objetivos también. “Tenemos pendiente formalizar nuestra asociación de manera a obtener mayor apoyo de los organismos del Estado y de las empresas que quieran apoyar la organización. Deseamos expandir nuestras actividades a otras ciudades y coordinar más eventos que promuevan el deporte, para lo cual estamos constantemente abocados a formar nuevos instructores que fortalezcan la comunidad”,
cuenta Jorge.
“Alentamos a todos a rollear, para mantenerse sanos, en forma, felices, disfrutar de sus beneficios, y mejor aún si lo hacen como parte de nuestra comunidad”, invitan, para cerrar.
Clases gratis los domingos
En la Costanera de Asunción cuentan con un espacio habilitado de 17.00 a 20.00 y las clases con los instructores se desarrollan de 18.00 a 19.00. Podés encontrar más información en sus redes sociales, @rollea.py
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