La vulnerabilidad como símbolo
Camila Cadogan y Silvana Nuovo dejan al descubierto la intimidad y el universo femenino en la exposición A (cerca) de ella, un análisis reflexivo sobre los paradigmas sociales con el foco puesto en el cuerpo de la mujer, una invitación al universo femenino desde una perspectiva femenina.
Por Karina O. Conteiro. Fotografía: José Alderete.
Durante junio tuvo lugar la exposición A (cerca) de ella en la galería BGN/Arte en Paseo La Peregrina de Asunción, una propuesta que reunió a varias generaciones de entusiastas y connoisseurs para celebrar a dos jóvenes referentes del circuito: la pintora Camila Cadogan, originaria de Areguá, y su par colombiana Silvana Nuovo, cuyas obras están dando de qué hablar en nuestro país, y fuera de él. Esta colección fusiona ele mentos que derivan en la provocación, la crudeza y la sensibilidad, con la silueta femenina en el centro, muchas veces tan expuesta, pero que aún recae en manos de artistas masculinos.
El contacto entre las artistas se produjo a finales de 2019, luego de que una galerista acudiera a ellas para exponer en Miami (Estados Unidos). Debido a la pandemia, el proyecto no avanzó y quedó en stand by desde ese entonces. En esa época de incertidumbre y larga espera, la relación entre ambas se fue afianzando, sin dejar de lado el entusiasmo de trabajar juntas. Tuvieron que pasar varios meses para que el proyecto viera la luz nuevamente, al caer en manos del curador de arte francés Jean-Baptiste Messié.
Un universo compartido
“Descubrimos que Silvana y yo tenemos mucho en común”, expresa Cadogan, responsable de la serie titulada Bombón, una colección de 24 obras en la que acude al autorretrato como estilo personal. En esta misma expresión artística también se encuentra Nuovo quien, con su serie Watermelons (“sandías”, en inglés), busca transmitir las distintas etapas que atraviesa una mujer, como la tranquilidad, la felicidad y la incertidumbre, que al final llevan a ese disfrute en medio de una serena corriente de los placeres instantáneos sobre pequeños flotadores en forma de sandías que, en sus palabras, representan el mundo del deseo, además de una alegoría de la película El sabor de la sandía, del director malasio Tsai Ming-Liang.
Aparte del estilo y el medio de expresión que las caracteriza, el punto en común entre ambas radica en el universo de los colores vibrantes y las formas. Una conversación armoniosa visual entre colegas, en la cual sus obras congenian entre sí para lanzar el mismo mensaje. “Se trata también de un acercamiento a la intimidad que de alguna manera puede ser representativa, no solo en muchas mujeres, sino como un conjunto de preguntas sobre arquetipos femeninos de identidad y deseos”, argumenta Nuovo.
Históricamente las mujeres, e incluso sus cuerpos, han sido representados en su mayoría por hombres en la pintura.
Camila Cadogan.
Por su parte, Cadogan añade que lo que se busca plasmar es la sensibilidad y la cotidianidad de la vida diaria de las dos a través del lienzo, tanto de Silvana, madre y artista, como de Camila, pintora en la búsqueda constante de la exploración. “Históricamente las mujeres, e incluso sus cuerpos, han sido representados en su mayoría por hombres en la pintura”, comenta Camila.
Bombón
La serie Bombón, que toma de referencia a un personaje del programa animado Las chicas superpoderosas, fue elaborada por Cadogan por meses. Cuenta una historia a través de sus poses y la atmósfera creada por ella en solitario, con un proceso que contribuyó a darle forma al proyecto. En la mayoría de los cuadros se aprecia la ducha de su casa, la sala y su dormitorio como escenarios reales que intervienen en el mensaje.
Los colores rojo y azul se encuentran muy presentes en cada pincelada. Según Camila, el primero es su favorito, pero también hace alusión al ciclo menstrual: “Representa el dolor que, más allá del físico, también es el emocional”. En contrapartida está el azul, que simboliza la calma. Un contraste que sugiere que ambas sensaciones tienen cabida en la figura femenina; un vaivén de escenarios probables dentro de lo habitual; estar con el periodo menstrual como la posibilidad de engendrar una vida en el vientre. Todas esas posibilidades contenidas en una sola figura.
Una particularidad suya es la predilección por mostrarse sin ropa en la mayoría de sus autorretratos. Es un estilo que hizo propio a mediados de 2017, en los tiempos que estudiaba pintura en el taller dictado por Ricardo Álvarez, en el atelier Álvarez Nuovo. Fue a partir de aquel momento que Cadogan lo eligió como su sello personal.
De un tiempo para acá, Camila manifiesta que hubo una aprobación verdadera hacia el cuerpo femenino, que se volvió mucho más aceptable con respecto a épocas pasadas, pues “hace cinco años, yo sentía que había prejuicio en torno al cuerpo de la mujer. Pero ahora ya no, incluso les pregunto a las personas si es que les genera algún tipo de impacto más allá de lo erótico, sobre todo al público masculino”.
Actualmente, la paraguaya siente que la gente se encuentra un poco más interiorizada respecto a los géneros en la pintura y entiende que el desnudo forma parte de la disciplina. En ese sentido, asevera que, a diferencia de lo que ella expone, en el rubro fotográfico sí sentiría cierto pudor de mostrarse así: “La pintura es representación. Cuando yo me pinto, no me pinto tal cual soy, sino que muestro una representación mía”.
Neorrealismo paraguayo
Hace un tiempo, el historiador de arte Jean-Baptiste Messié catalogó a Camila Cadogan como una exponente del neorrealismo paraguayo. Aunque si bien el origen del concepto se encuentra más relacionado con lo cinematográfico, el punto en común con ella es la voluntad de reflejar la realidad social o, como en este caso, la cotidianidad diaria de lo real. “Pienso que Jean-Baptiste me denominó [neorrealista] por la primera serie que venía trabajando, que era muy cruda, muy visceral, y trataba sobre el tema de la intimidad en pareja. Muy realista en ese entonces”, recuerda ella.
Aquella primera serie representó un gran reconocimiento en el ámbito local, dado que marcó una tendencia dentro de la industria paraguaya. “Es más bien una influencia positiva, un disparador para que otras pintoras u otros pintores se animen también. Creo que ese es el mayor logro”, asegura Cadogan.
Camila está libre de toda restricción y no se esconde para mostrar su realidad; mantiene ciertos códigos muy paraguayos. De ahí el concepto ‘nuevo realismo paraguayo’ o ‘neorrealismo paraguayo’.
Jean-Baptiste Messié, historiador de arte y curador de A (cerca) de ella.
“Camila está libre de toda restricción y no se esconde para mostrar su realidad; mantiene ciertos códigos muy paraguayos. De ahí el concepto ‘nuevo realismo paraguayo’ o ‘neorrealismo paraguayo’”, dice Jean-Baptiste Messié, curador y egresado de la carrera de Historia del Arte de La Sorbona de París (Francia). Para él, las obras de Camila evocan cierta similitud con los cuadros del pintor francés Gustave Courbet, máximo exponente del realismo europeo del siglo XIX. Asimismo, considera que el punto de encuentro entre ambos es la capacidad de mostrar escenas no convencionales para la época.
En suma, Camila es una artista que busca mostrarse desde la autenticidad y honestidad consigo misma, y lo exterioriza a través de su obra. Es una postura que no tiene en cuenta los comentarios adversos que podrían originarse y su actitud la enfoca específicamente en lo que busca transmitir. Su —relativamente— corta carrera es un recorrido que, conscientemente, la ubica en una posición de observadora respecto a su vida cotidiana y le permite un análisis en torno a la figura de la mujer dentro del hogar. “Es por ello que mis obras se fueron volviendo más intimistas y se relacionan mucho con el erotismo, la sensualidad y lo personal”, cierra Cadogan.
Watermelons
Silvana Nuovo no pasa desapercibida en la escena artística local. Su serie Watermelons ofrece una mirada más social, además de la personal que acostumbra mostrar. El proyecto, que nació en pandemia, apunta a las consecuencias del encierro como el aislamiento existencial, que la mayoría de la gente atraviesa a dos años de distintos niveles de cuarentena: “Vivimos en mundos ilusorios creados por nuestros deseos egoístas”.
Esta colección abarca diferentes perspectivas para analizar y tener en cuenta, además de lo que representa para la propia artista. Ella supo darle forma a lo que quería transmitir desde una postura personal e íntima, con un enfoque colectivo que agrupa a un eslabón de la escala social, ya que apunta a los anhelos de la clase media latinoamericana, que “aspira a un estatus y a extraerse de la realidad social, llena de iniquidades”.
El deseo como condena
Silvana toma a la mujer como punto de partida y le da un valor en sus obras para transmitir ese mensaje desde su rol de pintora, mujer y madre: “Normalmente vivimos en conflicto entre querer ser y deber ser, y en esa dialéctica construimos nuestra vida”.
El agua es símbolo de sabiduría, humildad y fluidez, pero también, estancada puede simbolizar la lujuria y el mundo de los deseos incontrolados.
Silvana Nuovo.
El título en inglés se refiere una vez más a lo que Nuovo quiere dejar en evidencia: la pretensión de este lado de la región de querer ser parte de la cultura anglosajona, que “la globalización nos invita a desear constantemente”.
Dentro de la serie, el agua se roba gran protagonismo en sus obras. La vemos a veces sucia, otras, limpia y, muchas, en calma. Es un elemento más que añade a su discurso y al que da espacio para que cumpla una función dentro de la pintura. “El agua es símbolo de sabiduría, humildad y fluidez, pero también, estancada puede simbolizar la lujuria y el mundo de los deseos incontrolados”, manifiesta.
El agua como espejo también muestra lo que se refleja en ella. En este caso es un reflejo inducido por la vanidad o los deseos desenfrenados. “Tenemos imágenes distorsionadas de nosotros mismos”, cierra la artista. Su serie deja constancia de que la realidad sudamericana tiene impronta propia y que la historia de su país (Colombia) guarda cierta relación con la historia local (de Paraguay): aspectos como la creación artística, el legado de cada tierra y las heridas abiertas que aún cuesta sanar.
Apuntar a la industria internacional
Para Jean-Baptiste Messié, el arte local tiene mucho que ofrecer. Reconoce que en el país hay bastante creatividad concentrada y es posible que el mercado marque presencia en las principales capitales del mundo. Sin embargo, considera que se “requieren proyectos que no estén sólo orientados a los paraguayos, sino al público internacional”. Expresa que el trabajo artesanal debe dar un salto de fe en la innovación para no quedarse en el tiempo, ya que la demanda actual atraviesa otras necesidades.
Desde su llegada al país, Jean-Baptiste se ha visto involucrado en varios proyectos de esta índole y apoya constantemente a los artistas emergentes y al talento local. Considera que la relación entre creador y curador siempre logra enriquecer a ambas partes y ayuda a fortalecer las colaboraciones. “Esta exposición es el resultado de un trabajo de curaduría, pero sobre todo de un intercambio de ideas”, cuenta.
Para A (cerca) de ella lo que tuvo en cuenta para apostar por la curaduría fue el enfoque semejante de los proyectos y la misma sensibilidad por el arte que mantienen las involucradas: “Se trata, por supuesto, de historias, de edades distintas y experiencias diferentes, pero confluyen en torno a la puesta en escena y la autorrepresentación”.
La exposición A (cerca) de ella seguirá habilitada hasta el 8 de julio en la galería BGN/Arte en Paseo La Peregrina, sobre Augusto Roa Bastos casi España, Asunción, y puede ser visitada de lunes a viernes de 12.00 a 19.00. Para más información está habilitada la vía de contacto (0971) 200-483 o a través de la cuenta de Instagram @bgnarte.
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