Un relato colectivo que siembra memoria y futuro(s)
A partir de la producción y la mirada de artistas paraguayas se constituye la nueva propuesta de la Colección Mendonca para el Arte Contemporáneo, en conjunto con el Centro Cultural de España Juan de Salazar: un país relatado desde las distintas perspectivas de más de 30 autoras, desde los 60 hasta hoy, bajo la curaduría de Adriana Almada.
Por Nadia Gómez. Retrato: Fernando Franceschelli. Imágenes: Gentileza. Portada web: Claudia Casarino.
La idea de la mujer paraguaya es una que fácilmente se dibuja en el imaginario colectivo nacional; una que aún se relaciona y que cada año se reivindica con adjetivos como “gloriosa y abnegada”. Al buscar la palabra “abnegada” en Google, rápidamente se vincula con “mujer”. Según la Real Academia Española, una persona así se sacrifica o renuncia a sus deseos o intereses, generalmente por motivos religiosos o altruismo.
En Paraguay, este adjetivo ciertamente se puede aplicar a la realidad de innumerables mujeres, quienes históricamente fueron asignadas a tareas de cuidado que se perciben como parte del rol de género que deben cumplir. Según la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2022, el 36,8 % de las familias paraguayas tienen jefa de hogar, no jefe. Sin embargo, según la misma, hay más trabajadoras con empleos informales que sin empleo. Al respecto, la economista e investigadora Verónica Serafini señala —en un artículo de Última Hora— que “el trabajo informal femenino en el país obedece a la gran carga de labor doméstico y cuidado que tiene, pues no hay políticas públicas al respecto”.
Ahora, la otra palabra, “gloriosa”, acuñada como homenaje por el papa Francisco en su visita a Paraguay en 2015. Él llamó a la mujer paraguaya “la más gloriosa de América”, y tampoco se condice con la realidad que vivimos. Un país que desde que empezó este año, ya registra un total de 28 feminicidios, según el Observatorio de Violencia de Género, y en el que, según una encuesta del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), el 78,5 % de las mayores de 18 años sufrió algún tipo de violencia, al menos una vez en la vida.
En el ámbito del arte, para Adriana Almada, crítica, escritora, curadora y editora, la invisibilización de las mujeres es un fenómeno de larga data al que tanto la academia como el circuito del arte prestan atención recién a partir de las últimas décadas. “Los gobiernos militaristas que despuntaron en la década del 30 del siglo pasado, en su lectura sobre la Guerra de la Triple Alianza, alimentaron el mito esencialista de ‘la mujer paraguaya’ fuerte, sufrida, abnegada, heroína reconstructora del país ante la ausencia de hombres, pero siempre respetuosa del orden patriarcal establecido”, explica.
El hogar, el espacio doméstico, es otro de esos lugares asignados a la idea o al concepto de ser mujer. Un sitio desde el cual construyó desde las tareas de cuidado, sin poder disputar otras posibilidades o escenarios. “Sin embargo, el poder político y el simbólico permanecieron en la esfera masculina. Las luchas por la igualdad en Paraguay fueron suplantadas en el imaginario nacional por la narración heroica de la guerra, centrada en hechos militares. Ya más recientemente, en el terreno político, y muy especialmente en los partidos tradicionales, salvo excepciones, la participación de las mujeres se reduce a complemento de listas o a mero apoyo logístico”, agrega Adriana.
Sacudir la memoria
Todo este contexto sobre la situación de la mujer paraguaya, pensado desde aspectos históricos, sociales, económicos y artísticos, deviene en la nueva propuesta de la Colección Mendonca de Arte Contemporáneo, para esta edición de Pinta Sud Asu, a desarrollarse en agosto: El país de las mujeres. “Con Daniel Mendonca, coleccionista, hace años venimos imaginando una exposición de artistas femeninas del Paraguay y vimos ahora la oportunidad de materializarla con un aliado excepcional, el Centro Cultural de España Juan de Salazar”, comenta Adriana Almada.
De la mano de un equipo amplio y diverso, con profesionales específicos para documentación y relevamiento de obra, investigación histórica, restauración, expografía y diseño de montaje, fabricación de dispositivos, comunicación y, por supuesto, curaduría, El país de las mujeres se materializó y tendrá su inauguración el jueves 3 de agosto, a las 19.00, en la sala Goya del Centro Cultural de España Juan de Salazar (CCEJS).
Adriana, quien está a cargo de la curaduría de la exposición, explica que el título proviene de un libro referencial sobre la historia social femenina en el Paraguay, publicado por la investigadora alemana Bárbara Potthast en 1996, ¿“Paraíso de Mahoma” o “País de las mujeres”? El rol de la familia en la sociedad paraguaya del siglo XIX.
Para ella, el abordaje de Potthast fue muy inspirador, pues se dio a partir de instancias laterales en busca de respuestas en elementos sin aparente relevancia, como documentos oficiales que daban cuenta del universo doméstico y las acciones micropolíticas de mujeres de todas las clases sociales: “Como bien lo explica la historiadora paraguaya Ana Barreto Valinotti, cuando a fines del siglo XIX y comienzos del XX los viajeros y artistas europeos llegaban al Paraguay, se encontraban, literalmente, con ‘un país de mujeres’. Era lo que veían. Quizá ese sea el motivo íntimo de esta exposición, sacudir la memoria y dejar al descubierto este ‘país de mujeres’. Y de mujeres clave en la cultura y el arte”.
En el texto curatorial de la muestra Iluminando la ausencia, de la artista paraguaya Claudia Casarino (Centro Atlántico de Arte Moderno de Las Palmas. 2018), Lia Colombino, máster en Museología y directora del Museo de Arte Indígena del CAV/Museo del Barro, menciona la obra de Potthast como una investigación que cuenta con un relato basado en fuentes revisadas de manera crítica que apartan esa mirada romántica sobre la mujer en Paraguay.
Sobre las obras y las artistas
La Colección Mendonca comenzó a construirse en los primeros años de la década del 2000 y, cuenta Adriana, desde sus inicios incluyó obras de paraguayas, residentes en el país o que desarrollaron un trabajo vinculado con su imaginario. “Para esta muestra hicimos un relevamiento de las artistas que había en la colección y pensamos en el relato que podía darse a partir de ahí. Es importante señalar que esta exposición no se limita a reunir expresiones por el solo hecho de ser mujeres, sino que busca levantar, desde las mismas, problemáticas sociales y culturales vinculadas a su condición”, relata.
En el cuerpo de obras que integran El país de las mujeres hay piezas que datan del comienzo del modernismo en Paraguay, hasta las últimas expresiones contemporáneas. La muestra incluye formatos artísticos como pintura, dibujo, grabado, escultura, objeto, instalación, fotografía, fotoperformance, videoarte, piezas sonoras, etcétera. “Creo que esta diversidad no solo enriquece la narrativa curatorial, sino que permite accesos múltiples a cuestiones que pueden ser leídas como una red de vasos comunicantes. Recuerdo una frase de Didi-Huberman: una exposición no solo se recorre con la mirada, sino con todo el cuerpo. Esta diversidad aporta justamente eso: la posibilidad de una práctica corporal autopercibida en el espacio expositivo”, agrega Almada.
La importancia histórica de esta exposición puede ser considerada desde dos variables; no separadas, sino interconectadas. Por un lado, la reflexión que genere en ámbitos como el académico y/o político sobre la condición social de las mujeres en el país; y por otro, el modo en que este relevamiento puede incidir en el campo de la historiografía del arte en Paraguay: “Hago la salvedad de que no considero esta exposición como un ‘estado del arte’ o una presentación exhaustiva de la producción de mujeres artistas, pues continuamos en la búsqueda de obras que consideramos importantes. De todos modos, creo que es un relato muy completo y, como una colección es un organismo vivo que se renueva constantemente, seguro pronto habrá nuevas incorporaciones”.
A partir de la narrativa construida con las obras se visualizan los diversos intereses, las realidades y las condiciones de las artistas en el país, así como los cambios que atravesaron. “Son las situaciones que ha vivido la humanidad en las últimas seis décadas”, reflexiona y explica: “Sin embargo, hay elementos que persisten, hábitos y prejuicios con respecto a las mujeres que no han cedido, que se ven como preocupación en muchas obras. Por ejemplo, hay un grabado de Miguela Vera, de 1964, que refleja una problemática que vivimos nosotras todos los días. Hoy, para abordar esa situación, una artista contemporánea hubiera apelado quizás al video, pero la cuestión es la misma”.
Conforman esta exposición: Claudia Casarino, Cucherane Marina Picanere, Mónica González, Bettina Brizuela, Leticia Casati, Laura Márquez, Olga Blinder, Julia Isidrez, Edith Jiménez, Lotte Schulz, Esperanza Mayor, Rosa Brítez, Silvana Nuovo, Karina Yaluk, Mabel Arcondo, Laura Mandelik, Mabel Valdovinos, Yuki Hayashi, Mónica Matiauda, Adriana González Brun, Nélida Mendoza, Sara Hooper, Sara Leoz, Teresita González, Adriana Almada, Josefina Plá, Miguela Vera, Keka Zaldívar, Francene Keery, Leonor Cecotto, Leonor De Blas, Milena Coral y Mayeli Villalba.
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