Una celebración del color
La artista camëntŝá honra sus orígenes y habla con Pausa sobre lo que significa ser una creadora en la Amazonía colombiana, sus motivaciones y las fuentes de inspiración de su arte, que la llevó a diferentes lugares del mundo.
Por Leticia Ferro Cartes. Agradecimientos: Embajada de Colombia en Paraguay.
Su obra amalgama su tradición ancestral con una mirada contemporánea muy particular, destacada por paletas de colores intensas y motivos figurativos y geométricos. Ella pertenece al pueblo indígena Camëntŝá, del Valle de Sibundoy en el Putumayo, lugar donde nace la puerta de la Amazonía colombiana y habitan dos comunidades originarias, Inga y Camëntŝá. Eliana María Muchachasoy Chindoy estuvo en el Centro Cultural del Puerto de Asunción para hablar sobre su trabajo, y conversó con Pausa sobre su camino y su quehacer como creadora y portavoz de su cultura.
Desde niña, Muchachasoy tuvo un marcado interés por el arte y contó con el acompañamiento de su abuela y su mamá, que son tejedoras: “Mi abuela me enseñó muchas historias de mi comunidad a través de la simbología dentro del tejido. Entonces, para mí fue muy mágico también entender mi territorio con la imagen, cómo por medio de tejer se podía empezar a leer, a entender historias que hablaban de diferentes elementos que surgen en el territorio. Entonces, siento que esa fue la semilla que nació del color y eso me llevó a tomar la decisión de estudiar Artes Plásticas».

Pintar
Estudió en la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, donde exploró distintas técnicas y maneras de ver el arte: la academia la orientó para llegar nuevamente al territorio y encontrarse con su expresión. Para ella, la pintura es algo sagrado, un regalo de su origen, el don de llevar y elevar la voz de la tierra a través del color.
Por ello, en el momento en que empieza, se plantea ciertas preguntas: “¿Qué voy a pintar? ¿Para qué voy a pintar? ¿O para quién? Entonces, empezar a pensar en ese tema fue como un encuentro conmigo misma como mujer, ver cuál ha sido el papel de la indígena dentro de mi territorio. Las comunidades también hemos encontrado esa forma de escribir la historia y de mantener viva la memoria de los pueblos. Es en el arte donde se pueden evidenciar diferentes problemáticas, la idea de las comunidades, la cosmovisión, que es algo que a veces no se ha visibilizado porque tampoco se le ha prestado mucha atención. En nuestra comunidad, el territorio es una parte fundamental, porque sin la tierra tampoco estaríamos aquí”.
¿Qué voy a pintar? ¿Para qué voy a pintar? ¿O para quién? Entonces, empezar a pensar en ese tema fue como un encuentro conmigo misma como mujer, ver cuál ha sido el papel de la indígena dentro de mi territorio. Las comunidades también hemos encontrado esa forma de escribir la historia y de mantener viva la memoria de los pueblos
Eliana Muchachasoy Chindoy.
Antes de embarcarse en sus estudios de arte en Bogotá, nunca había salido de su territorio, y describe la experiencia como un gran contraste y una forma de vida que fue muy desafiante. No tenía ejercitada la dinámica de crear desde la academia y en cada semestre que pasaba, sentía que la pintura no era lo suyo. “Me bloqueé. Me cuestionaba porque creo que había otras expectativas y sentía que no las cumplía. Decidí parar, creo que dejé de pintar varios años hasta que retorné al territorio y, bueno, mientras tanto, aprendí otras técnicas como el grabado, la fotografía… Había varias líneas que podía explorar, pero la pintura quedó pausada. La vuelta a mi tierra fue lo que me permitió encontrarme con el color otra vez”, rememora.
Cuando volvió a su lugar de origen estuvo trabajando un tiempo como docente y después renunció, porque no era su vocación. “Entonces volví a la casa y mi mamá me dijo que me pusiera a tejer. Así que volví al tejido, y un día, buscando materiales que tenía en la habitación, encontré mi caja de pinturas y un lienzo en blanco que tenía de la universidad. Creo que esa fue la señal. Me cuestioné por qué dejé tanto tiempo mi arte y sentí que era el momento de volver a hacerlo. Y bueno, desde ahí no he parado. Sentí que fue un regalo de la vida y del territorio para continuar”, detalla.

Muchachasoy busca recuperar la memoria colectiva de las comunidades a través de la pintura: ella asegura que es una forma de que llegue más lejos el mensaje que pronuncian sobre la defensa y el cuidado de la tierra. “En mi camino artístico exploré un poco la música y a través de diferentes ceremonias hemos encontrado cantos para agradecer, para encontrarnos con nosotros mismos y conectarnos mucho más con nuestro territorio a través de lo espiritual. También nuestras taitas, nuestras abuelas, están en esa búsqueda constante del equilibrio”.

Memoria colectiva
En sus cuadros podemos encontrar muy presentes motivos como plantas medicinales, flores y árboles, el colibrí o el picaflor, que es para su cultura un mensajero espiritual, “porque nuestros abuelos y abuelas dicen que tiene el don de conectarse con los seres que ya se han ido. Entonces, cuando nos visitan o llegan en nuestros sueños, traen mensajes de los seres queridos que ya no están físicamente”.
La artista invita, a través de su obra, a asomarnos al mundo del pueblo Camëntŝá, mediante una mirada a las estrategias de supervivencia que esta comunidad mantiene en su territorio. Sus colores narran historias de música, medicina ancestral y danzas milenarias; sus paisajes oníricos nos transportan a su cosmovisión, a la sabiduría y al legado de sus ancestros. Mediante sus pinturas proyecta al mundo su cultura, sus rituales, su vida cotidiana y, con ello, contribuye al rescate de la memoria milenaria que las comunidades del Putumayo tejen en defensa de la naturaleza.
En mi camino artístico exploré un poco la música y a través de diferentes ceremonias hemos encontrado cantos para agradecer, para encontrarnos con nosotros mismos y conectarnos mucho más con nuestro territorio a través de lo espiritual. También nuestras taitas, nuestras abuelas, están en esa búsqueda constante del equilibrio
Eliana Muchachasoy Chindoy.
Además, las mujeres de su comunidad son parte fundamental de sus obras y artífices de su proceso creativo, como custodias de los saberes ancestrales de los camëntŝá, porque anteriormente se consideraba de dominio masculino. Su trabajo destaca especialmente el rol de la mujer indígena y las luchas que enfrenta en diversos ámbitos.
“Con el tiempo, ha sido también un lugar que la mujer se ha ido ganando para poder estar en estos espacios. Entonces, es muy bonito resaltar ese papel femenino en relación con la sabiduría”, enfatiza. Para Eliana, toda esa construcción de la memoria le ha permitido traer a la pintura esas formas y ese lenguaje de la naturaleza, tan particular de su arte. Para ellos, la tierra es como la madre, “es donde nosotros nacemos, a donde volvemos, de la que nos alimentamos y mantenemos la vida de la humanidad. Entonces, cuando retornamos, cuando partimos de este cuerpo físico, volvemos al vientre de esa madre, de la madre Tierra. Es por eso que para nosotros es muy importante dar el mensaje del cuidado, de la protección de los territorios para que podamos continuar también perviviendo en el tiempo”.

Ella destaca que su comunidad no es ajena al machismo, y muchas figuras femeninas han sido invisibilizadas a través del tiempo. Sintió que era necesario empezar a resaltar el papel de ellas y ser una voz más de entre las mujeres de su comunidad. Con el tiempo no solamente fue una voz de su territorio, sino también de muchas otras que han sentido una conexión con su obra.
Como muchas veces la historia ha sido contada por las personas que llegaron de otros lados, y no por los mismos pueblos, para Muchachasoy es crucial empezar a abrir esos espacios, informarnos sobre otras formas de vivir para entender cuáles son sus pensamientos, su cosmovisión y conocer su historia, que ha quedado opacada. Eliana resalta la importancia de que las comunidades indígenas escriban su propia historia, ya sea desde el arte, el canto u otros medios de expresión, ya que la representación es importante desde el territorio y también para quienes están fuera de él.

Para Muchachasoy, este es un momento de florecimiento del arte indígena de Colombia, que se permite avanzar como nunca antes. Llevarlo a otros países y espacios es seguir conduciendo esa voz a través del arte y, por supuesto, representa un valioso fortalecimiento profesional para ella. Eliana es consciente de que para mostrar su trabajo en el mundo, hubo el trabajo de toda una comunidad que cimentó con su historia el camino que ella lleva recorriendo. “Entiendo que nuestros abuelos han hecho una siembra desde hace mucho, mucho tiempo. Y es esa siembra también la que nos permite a las nuevas generaciones continuar escribiendo esa historia, ¿no? Para que todo eso que ellos realizaron tenga un florecimiento”, subraya.
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