Un acercamiento a lo autóctono
Josefina Plá nació en Canarias en 1903 y falleció en Paraguay en 1999, y a lo largo de su vida se convirtió en una figura clave del arte y las letras de nuestro país. En una nueva muestra retrospectiva se explora un momento de su producción artística: la elaboración de obras propias inspiradas en la estética de los indígenas payaguás.
Por Patricia Luján Arévalos. Imágenes: gentileza de la galería Exaedro. Agradecimientos: Carlos Ojeda y Ticio Escobar.
Motivos payagua se titula la colección de serigrafías curadas por Osvaldo Salerno para la exposición de la galería Exaedro, elaboradas por Josefina Plá a partir de la estética payaguá. “La apropiación, diríamos hoy”, explica Ticio Escobar en su texto de sala: “Más allá de las posibilidades expresivas que ella permite, esta selección responde básicamente a la vigencia que adquiere hoy el cruce intercultural y el respeto de la diferencia. Los payaguás eran extraños no solo para quien viniera de Europa sino para los propios paraguayos, quienes veían en ellos los temibles guerreros, los adversarios históricos que habían ensombrecido la historia colonial: los radicalmente otros”.
Según lo relató la propia artista en un texto publicado en los años 90, su encuentro con “lo indígena local” data de mucho antes de su llegada a Paraguay. Su marido, el también artista Andrés Campos Cervera —conocido con el seudónimo Julián de la Herrería—, le había regalado un tintero escultórico cuando todavía eran novios.
Cuando Josefina llegó a Paraguay, quedó encantada con las expresiones del arte popular. A través del interés de Campos Cervera por los dibujos encontrados en unos mates esgrafiados y pirograbados, conoció los motivos de origen payaguá. “Los diseños ingenuos, casi infantiles, le fascinaron”, escribió al respecto.

A mediados del siglo pasado descubrió libros y revistas con diseños payaguás en pipas rituales, un acontecimiento que la inspiró a empezar a esgrafiar distintos elementos con estos motivos. “El éxito me llevó en algún caso a ampliar el repertorio de motivos con diseños geométricos guaraníticos o inclusive a hacer de la fauna no autóctona elementos para la composición. Y más tarde, ‘apoyar’ esta en el ámbito del mestizaje, con figuras de vendedoras, labradores, campesinos y campesinas tomando mate, etc. Creo que he realizado más de 1500 cacharros y cacharritos. Inclusive realicé diseños que tuvieron buena aceptación”, explicó en su momento.
Al respecto, Ticio Escobar escribe: “El gesto de Josefina se presta a ser confrontado con ciertas tendencias americanistas o indigenistas de los primeros años del siglo 20. Estas tomaban figuras de las antiguas iconografías precolombinas desde una posición romántica y exotista que, enunciada desde afuera, las volvía estereotipos antes que puntales de una memoria postergada. Josefina no mira los motivos payaguás como objetos pintorescos, curiosidades del ‘buen salvaje’, sino que los trata como verdaderas expresiones artísticas: expresiones diferentes, interpelantes. Formas de un arte ‘otro’ con el cual su obra establece una tensión y una complicidad que dura muchos años y se resuelve en una imaginería densa y provista de una nueva originalidad”.
Descubrí más de la extraordinaria producción de Josefina Plá durante el mes de marzo en la galería Exaedro con acceso libre y gratuito.

Paraguay, su hogar
Josefina Plá llegó al país con el artista paraguayo Andrés Campos Cervera, conocido con el seudónimo Julián de la Herrería, una relación que empezó en Valencia (España) y que fue, inicialmente, laboral, ya que había colaborado con la traducción de textos en francés, inglés y alemán. Desde su arribo se dedicó al periodismo y la comunicación; colaboró con numerosas publicaciones nacionales e internacionales de Argentina, México, Francia, Alemania y Estados Unidos.
Fue crítica de arte, escribió poesía y teatro, y aprendió cerámica de su marido. Expusieron sus piezas en conjunto en Madrid, Buenos Aires y Asunción. Después del fallecimiento de Campos Cervera, Josefina se dedicó a la enseñanza y a la producción propia.
Aunque muchos de sus contemporáneos fueron exiliados durante la dictadura estronista, Josefina permaneció y nunca puso en duda que Paraguay fuera su patria.
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