Cultura

Breve aproximación a la literatura regional

Narrar con voz propia

Cada 23 de abril se celebra el Día del Libro y queremos rendir homenaje al objeto que marcó un antes y un después en el desarrollo cultural de la humanidad. Además de reflexionar sobre él, traemos algunas sugerencias para descubrir o volver a visitar.

Por Laura Ruiz Díaz.

Para algunas personas no hay nada mejor que sus bibliotecas. Decenas o centenas de libros que encierra cada uno su propio mundo llenan los anaqueles de algunos salones, que quizás sean leídos en varias ocasiones o quizás no tanto. Hoy es un día para homenajear a ese objeto que cambió la historia (y encima la registró).

El objeto libro, después de todo, es una herramienta que desarrollamos para poder trasladar grandes cantidades de información. Desde las tabulas latinas hasta los papiros egipcios, pasando por el cuero y hasta la piedra, ha mutado en materiales hasta llegar al papel y la forma que hoy conocemos.

Con la creación de la imprenta pasó de ser privilegio de pocos a democratizarse más y unos cuantos años después se podían encontrar obras cumbre de la literatura (aún no lo eran, pero estaban destinadas a serlo) impresas en papel pulpa o libros que bien se acomodan en la cartera de la dama y el bolsillo del caballero.

Por un lado, podemos hablar sobre el libro como símbolo de capital cultural (y nuestras bibliotecas como la acumulación del mismo); pero no es solo eso. Amaranth Borsuk, en su obra El libro expandido. Variaciones, materialidad y experimentos, reflexiona acerca de este objeto como idea, sobre las nuevas formas de utilizar la tecnología y la materialidad para ampliar el horizonte a distintas formas de comunicación y expresión.

Por todas estas razones, el mayor homenaje para el Día del Libro es embarcarse en una nueva aventura a través de sus páginas. Pero no cualquier aventura, sino una contada desde nuestro territorio, con voces literarias latinoamericanas.

Como muchos sabemos, el canon literario es un corpus de obras que forma parte de la “alta cultura”. Podemos citar desde Homero hasta James Joyce, pasando por William Shakespeare hasta Mary Shelley. Pero, ¿quién decide qué se incluye y qué no? ¿Nos cuestionamos la alta literatura o solo la acatamos como el deber ser? ¿Por qué es importante leer nuestras voces? Como todo producto cultural, esta disciplina reproduce significado y a través de ella se traslada una casi infinita inferencia de sentido. Una palabra puede cambiar por completo el sentido de todo un argumento: así de poderosas son. ¿Alguna vez pensamos en cómo cambian las historias según quien las cuenta?

En esta nota traemos 10 propuestas para disfrutar de autores que traen o trajeron una voz nueva a la literatura latinoamericana, que cuestionan e interpelan, muchas veces desde los márgenes, qué es el canon y por qué seguir sus reglas.

La venganza del cordero atado, de Camilo Blajaquis

Escribir desde los márgenes nunca es ni será fácil; pero a veces necesitamos alguien que nos cuente un par de verdades. Ese es Camilo Blajaquis, seudónimo de César González. Nació en la villa Carlos Gardel, de Morón, y es parte de una rica tradición de literatura villera argentina que sin dudas vale la pena descubrir, un grito desde la exclusión que busca un poquito de justicia social.

Un libro escrito desde el encierro, desde donde Camilo —o César— nos cuenta una porción de su realidad, sin enmascarar nada: «Escribir allí adentro no era una metáfora de la libertad. No experimenté ningún poder de la imaginación; las ideas no abrían los candados, mis ilusiones literarias no hacían que la requisa nos dejara de pegar”. Con la obra, según cuenta, se hacía más consciente de la opresión del sistema penitenciario.

Cadáver exquisito, de Agustina Bazterrica

¿Cómo nos alimentamos? ¿Qué pasaría si la sociedad se dividiera entre los que comen y los que son comidos? Este libro —que junto a las obras de Mariana Enriquez propone una nueva narrativa de terror latinoamericano— cuestiona la alimentación.

En el tétrico relato, la autora cuenta con frialdad y precisión de neurocirujana un futuro distópico, una sociedad que, debido a un virus que afecta solo a animales y se transmite a los humanos por medio del consumo, se vuelve caníbal. Bazterrica interpela lo que construimos como sociedad: nuestra desconexión de la alimentación, el individualismo y la deshumanización.

Plástico cruel, de José Sbarra

El amor (casi) siempre duele y Sbarra lo sabía bien. Ni hablar del no correspondido, el tema central de la obra. En esta novela polifónica, el autor busca deconstruir las ideas que tenemos de lo romántico al reflejarnos en ese estado de cursilería máximo.

Los afectos caóticos entre un poeta, la hija de un multimillonario, una travesti y una retahíla de personajes exóticos bien porteños en una ciudad de Buenos Aires que vivía el neoliberalismo a pleno en los 90. Los deseos perduran y “cualquier plástico dura más que un amor eterno”.

Los hijos de los días, de Eduardo Galeano

Una vez más, la magistral narrativa de Eduardo Galeano sorprende con la visión crítica del uruguayo que ya conocemos. Y si no conocemos, es un deber hacerlo. En Los hijos de los días, una suerte de almanaque de relatos, nos presenta pequeñas historias, 366 para ser exactos, una para saborear cada día. El relato de las vicisitudes cotidianas, el ojo fijo en lo que debemos ver y las historias que poca gente quiere o puede contar son las particularidades de una obra que, seguramente, emocionará a más de un lector.

Tengo miedo, torero, de Pedro Lemebel

Otra historia de amor, pero en Santiago en el 86. El año es importante porque fue el del atentado a Pinochet. Un muchacho del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que va a participar en la acción, vive una relación sentimental con su pareja, que lo apoya, sin saber-sabiéndolo, en sus planes políticos.

Con su barroquismo, nos lleva al caos de una crisis social y política que anunciaba el principio del fin de la dictadura y la transición a una democracia recién estrenada, donde al final a algunos solo les importa el amor.

Las doce y veinte de la noche, de Daniel Galera

Porto Alegre es escenario de un encuentro de tres amigos después de 30 años. Juntos, en los 90, crearon un fanzine digital que logró repercusión en todo Brasil. Hoy les une la tristeza de la muerte de un ser querido, el esbozo de un retrato que se empieza a borrar y la confusión de un grupo que tuvo que reinventarse para una nueva era.

Esta novela, que transcurre en medio del calor brasileño, es un retrato vivo de una generación que vivió el cambio de milenio y quedó atrapada entre la nostalgia del pasado y un presente angustioso y apocalíptico.

Magdalena en el paraíso, de Tito Gutiérrez Vargas

Magdalena sufre un fatal destino, que cambia para siempre la vida de todo su pueblo. Esta novela nos transporta a Bolivia, donde Gutiérrez Vargas describe el mundo violento del narcotráfico y su influencia en los habitantes de la región selvática llamada El Chapare. El libro fue publicado en medio de una polémica por el intento de erradicar el cultivo de la hoja de coca, para acabar con las plantaciones existentes.

Celda 12, de Moncho Azuaga

Muchas cosas quedaron sin contar en nuestro pasado reciente y por eso el valor de quienes recuerdan y utilizan su narrativa para sanar heridas y crear conciencia es muy importante. Es el caso de Moncho Azuaga. Algo que resulta muy importante es el lenguaje tan familiar que el autor emplea; en las primeras líneas te sumerge en una historia que podría bien ser de terror, pero que en realidad es de terrorismo de Estado.

La querida, de Renée Ferrer

En esta novela, la escritora paraguaya trabaja el tema del autoritarismo. “El poder se ejerce no solamente desde el sillón presidencial, sino también en el íntimo ámbito de la existencia cotidiana por intermedio de los espectros del terror”, dice, y con tanta razón. El argumento sigue a una heroína-antiheroína, Dalila, la querida; a su amante y a su hermano, que por sus ideales se arriesgó hasta las últimas consecuencias.

Chico Bizarro y las moscas, de Mónica Bustos

Una banda de delincuentes integrada por malandros de las más disímiles extracciones: un gánster enamorado que busca conquistar a una arpista, un artista fracasado narcotraficante, un falso jesuita que intenta establecer nuevas misiones con cultivos dudosos y otros personajes de lo más desopilantes.

La obra se asemeja a una película en velocidad 4x, con escenas que cambian de dirección rápidamente y dan giros modernos, pero nos recuerda a un par de clásicos del cine, sin duda. Una novela surrealista, con un lenguaje peligrosamente semejante a cualquier libro de Raymond Chandler, que busca un retrato crítico de la sociedad paraguaya traducida al lenguaje pop.

Recomendados

Sin Comentarios

    Dejar un comentario