Cine

Ña Jacinta

Desde la ciudad del agua

“Oúma la y, peñeatendéke, oúma la y”, es la primera frase de un cortometraje casi sin diálogo, Ña Jacinta, escrito y dirigido por Sandra Flecha. Aquí, el agua también es protagonista y la producción nos invita a preguntarnos qué significa para nosotros. En esta nota, conversamos con la cineasta paraguaya y con Teresa González Meyer, la actriz principal.

El agua es un recurso que muchas veces se da por sentado, sobre todo por quienes tienen acceso fácil a un suministro seguro y abundante. En esta edición, buscamos darle valor, reconocer su importancia y cómo afecta a nuestras vidas. Y en esta historia, el líquido vital es protagonista.

El cortometraje Ña Jacinta, dirigido por Sandra Flecha, retrata la vida de una mujer en una comunidad ribereña de Asunción. Es el reflejo de miles de paraguayas que, día tras día, libran una lucha incansable por sobrevivir. Cada mañana se despierta con la misma incertidumbre: “¿Oúma piko la y?”. Sin embargo, su vida da un giro cuando una tormenta desata una inundación, un fenómeno que las comunidades aledañas al río en la capital conocen demasiado bien. Esta historia no es solo la de Jacinta, sino la de muchas que enfrentan la adversidad con dignidad y resistencia.

A través de una narrativa casi sin diálogos, la historia explora dos problemáticas interconectadas: la falta de agua potable y las inundaciones, ambas resultado de la ausencia del Estado. La obra, de estilo semidocumental, usa sonidos ambientales para sumergir al espectador en el contexto de su protagonista, visibiliza realidades marginadas y abre diálogos sobre la vulnerabilidad y el abandono de comunidades olvidadas.

Desde el estreno, el cortometraje tuvo una importante recepción a nivel nacional e internacional. Se hizo con casi una decena de premios en Paraguay, fue galardonado en festivales regionales e incluso llegó a Santo Domingo. Además, fue seleccionado en una decena de visionados en el exterior. En esta nota, conversamos con las creadoras del proyecto.

En el lugar sensible

“El arte tiene esa capacidad de llevarte a lugares sensibles y mostrarte más allá de lo que vemos cotidianamente. Te invita a profundizar en realidades que a veces pasan desapercibidas”, afirma Sandra Flecha, directora del corto, al inicio de la entrevista.

El agua, como temática, siempre le ha llamado la atención. Creció en Tacuatí, un pueblo en San Pedro, en donde la relación con el vital elemento era muy cercana. “Cuando escuché el relato de Héctor Micó sobre una mujer que no tenía agua, se me quedó grabado por años. Esa historia formaba parte de un monólogo suyo y, al empezar a explorar el tema en el cine, fue lo primero que me vino a la mente”, subraya.

“Cuando escuché el relato de Héctor Micó sobre una mujer que no tenía agua, se me quedó grabado por años. Esa historia formaba parte de un monólogo suyo y, al empezar a explorar el tema en el cine, fue lo primero que me vino a la mente”

Sandra Flecha.

Las historias de figuras femeninas es otra temática que Flecha considera fundamental en sus proyectos. “En este caso, al investigar la situación de las mujeres mayores en barrios populares como la Chacarita o los bañados, me encontré con muchas realidades preocupantes. Existe una ley de adultos mayores, pero en la práctica no llega a quienes más la necesitan”, remarca, “en 2018, cuando decidí embarcarme en este proyecto, el río estaba creciendo, de ahí surgió la idea del guión de Ña Jacinta”.

El cortometraje aborda dos problemáticas aparentemente opuestas: la falta de agua y las inundaciones. ¿Cómo se relacionan los fenómenos? “La dicotomía se conecta en la ausencia del Estado. La falta de agua potable es una muestra de esa ausencia, al igual que las inundaciones en barrios populares como la Chacarita. No hay soluciones reales para sus habitantes, y eso refleja un Estado ausente en estos espacios. Jacinta, como personaje, probablemente fue expulsada del mundo rural, y sus familiares tuvieron que migrar debido a la falta de oportunidades. Todo esto habla de un desinterés estatal hacia las comunidades vulnerables”, reclama la realizadora.

Dominio creativo

El proceso de trabajo incluyó una investigación exhaustiva sobre la realidad ribereña, especialmente la situación de mujeres de la tercera edad. Así descubrió que el 70 % de las personas afectadas en este contexto son mujeres, lo que refleja una desigualdad profunda. “Además, pasé tiempo en la Chacarita, conocí a la gente, observé a las mujeres mayores y busqué locaciones adecuadas para la filmación”, recuerda.

El cortometraje tiene un tratamiento semidocumental. “Acompañamos a Jacinta en su silencio, con sonidos ambientales que refuerzan su soledad y su lucha. En los momentos más dramáticos, como la inundación, los sonidos de la tormenta envuelven al espectador y lo invitan a ponerse en su lugar”, remarca Sandra.

El corto casi no tiene diálogos, lo que lo hace más universal y conecta con la propia experiencia de la directora. “Mi abuela, con el tiempo, desarrolló hipoacusia, era sorda y vivía en un mundo de silencio”, comparte la directora.

La actriz Teresa González Meyer y la directora del cortometraje, Sandra Flecha.

El trabajo de la actriz

Teresa González Meyer es la actriz protagonista. Su experiencia, que se remonta al teatro de protesta de los 70, es sumamente importante a la hora de encarnar a Jacinta, lo que la llevó a ganar varios reconocimientos nacionales e internacionales.

Entre Teresa y Sandra hubo varios encuentros previos a los días de rodaje, en donde trabajaron, sobre todo, la corporalidad. “Logramos que su interpretación fuera tan convincente que, al ver el cortometraje, ya no se nota a Teresa, sino solo a Jacinta. Ese es el trabajo maravilloso de una actriz”, expresa Sandra.

“Jacinta es una de muchas mujeres sufrientes que afrontan cotidianamente sus problemas, sin quejarse, con entereza y resignación. Encuentran la manera de sobrellevar la vida a pesar de las creencias y del abandono”, cuenta Teresa al hablar sobre los desafíos en el rodaje de este cortometraje.

“Jacinta es una de muchas mujeres sufrientes que afrontan cotidianamente sus problemas, sin quejarse, con entereza y resignación. Encuentran la manera de sobrellevar la vida a pesar de las creencias y del abandono”

Teresa González Meyer.

Cada inundación es, para mujeres como Jacinta, una nueva migración. Y esta es una de las percepciones que tuvo Teresa al encarnar a su personaje. “La escena que la lleva a dejar su casa y emigrar a las zonas más altas de la ciudad, corriendo de la crecida, me llevó a entender profundamente lo que viven los compatriotas con cada inundación, lo que significa abandonar sus casas, sus pertenencias, con la incertidumbre de volver y no encontrarlas”, cuenta.

Para ella, el público que tiene una oportunidad de ver esta obra recibe una mirada a la “realidad acuciante de los que habitan las zonas inundables, que año tras año son afectados con la subida de las aguas”.

El otro cine

El cine independiente tiene una gran responsabilidad y es un compromiso que Sandra Flecha reconoce muy bien. “Los que hacemos este tipo de obras estamos interpelados por realidades que queremos cambiar. En Latinoamérica, el cine independiente cuenta historias desde otras perspectivas, con narrativas y desafíos distintos a los del mainstream. Juega un papel fundamental en la construcción de memoria y en la visibilización de temas como la diversidad, los derechos de los pueblos indígenas y las clases populares”, reivindica la artista.

Por ahora, Ña Jacinta no está disponible para el público en general, pero este año será liberado en plataformas como YouTube. Mientras tanto, sigue recorriendo muestras de cine y está disponible para estudiantes o quienes lo soliciten.

Para Sandra, el arte es una herramienta poderosa: “Instala en el imaginario colectivo temas que a veces se ignoran. No sé si un cortometraje puede transformar la realidad política, pero sí puede sumar, denunciar y abrir diálogos. Este corto viene a hablarnos de lo que está pasando aquí, al lado nuestro”.

“En Latinoamérica, el cine independiente cuenta historias desde otras perspectivas, con narrativas y desafíos distintos a los del mainstream. Juega un papel fundamental en la construcción de memoria y en la visibilización de temas como la diversidad, los derechos de los pueblos indígenas y las clases populares”

Sandra Flecha.

Los premios

El cortometraje ha obtenido numerosos reconocimientos, entre los que destacan Mejor Cortometraje y Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine Guacarás (Argentina), Mejor Cortometraje en el Festival de Cine Global Santo Domingo (República Dominicana), y Mejor Cortometraje, Mejor Guión y Mejor Actriz en el Festival Internacional de Cine de la Sociedad Cultural (Coronel Oviedo). Además, fue galardonado con Mejor Cortometraje, Mejor Actriz, Mejor Dirección de Sonido y Mejor Fotografía en el Festival Ñepyrũha, de la Universidad del Pacífico. Asimismo, ha formado parte de la selección oficial en una decena de festivales internacionales.

El equipo creativo

La dirección y el guión estuvieron a cargo de Sandra Flecha, con Teresa González Meyer como actriz protagonista. El director de fotografía fue Pascual Glauser, mientras que la producción fue llevada adelante por Sandra Flecha, Pamela Paredes y Luis Bogado. La dirección de arte fue realizada por Diego Saravia y Andrés Velaztiqui, con Ana Arza como asistente de dirección. El diseño de sonido estuvo a cargo de Dahia Valenzuela, la música original la compuso Néstor Amarilla y el montaje fue de Bayena Sosa. La colorimetría y posproducción fueron responsabilidad de Paula Izaguirre, el vestuario fue diseñado por Luján Riquelme y el maquillaje estuvo a cargo de Edy Romero. La locación elegida para la filmación fue el barrio Ricardo Brugada, Chacarita, en Asunción.

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