Vida plástica, pero no fantástica
Por Javier Ferreira (@javoff) de Seriéfiloz.
Luego de un largo camino y una descomunal campaña publicitaria, la muñeca más famosa del mundo llegó a la pantalla grande con una película colorida y visualmente despampanante, repleta de vida y corazón.
Dificultades de ensamblaje
La idea de hacer una película de acción real inspirada en la emblemática muñeca de Mattel lleva más de una década recorriendo Hollywood y llegó a contar incluso con la comediante Amy Schumer (Trainwreck) como protagonista, en una de sus primeras propuestas. Pero entre cambios de productores, directores y hasta estudios, la cinta parecía destinada a permanecer en el infierno de desarrollo como muchas otras que no logran concretar un equipo capaz dar forma a algo con un peso como el de Barbie.
No fue hasta 2019 que esta versión de la película comenzó a cobrar vida, primero con el casting de Margot Robbie (I, Tonya; Babylon) en el papel protagónico y, luego, con el anuncio de que la directora Greta Gerwig (Mujercitas, Lady Bird) tomaría el timón del barco. Gerwig, además, se encargó del guión junto a su pareja, el también cineasta Noah Baumbach (Historia de un matrimonio).
La adición de Gerwig, conocida sobre todo en el género independiente, puso definitivamente al proyecto bajo la lupa del mundo del entretenimiento y dio a entender que no sería una película en la misma línea de las cientos de cintas animadas protagonizadas por la muñeca en el pasado.
Afortunadamente, la directora logró dejar su huella en el filme, con su característica habilidad para tratar los distintos matices de sus temas centrales de modo sincero y eficaz de una forma que difícilmente hubiera resultado tan bien bajo la dirección de otra persona. Perder eso que lo distingue a uno de los demás es algo que sucede fácilmente en producciones de este calibre, con tantos capitanes que estiran el barco en distintas direcciones, pero Gerwig y su equipo llevaron la cinta exitosamente a buen puerto.
Un duro despertar
La Barbie de Margot Robbie es estereotípica. Rubia, alta, delgada, siempre alegre y el centro de atención, permanentemente rodeada de sus amigas (las otras Barbies) y lleva una vida perfecta en Barbieland desde que sale el sol hasta que cae la noche. Todos los días. Una y otra vez. Algunas de las demás son doctoras (Hari Nef), presidentas (Issa Rae), sirenas (Dua Lipa) o raras, pero sabias (Kate McKinnon).
Todas demuestran las distintas posibilidades que el personaje, como marca, ha representado a lo largo de los años: tienen un trabajo, una vocación y/o una función dentro de su mundo.
Por otro lado están los Ken, asignados a sus respectivas Barbies, quienes también viven en Barbieland y son simplemente eso: muñecos (Simu Liu, Kingsley Ben-Adir, Scott Evans, entre otros). El principal, de la Barbie estereotípica, es interpretado por un Ryan Gosling (Drive, Lala Land) totalmente comprometido con su papel de muñeco hueco y risueño, y brinda una de las actuaciones estelares de la película mientras flexiona sus músculos cómicos (como ya lo hizo en la infravalorada Dos tipos peligrosos, de 2016).
Pero en este mundo idílico, gobernado por y para mujeres, las cosas comienzan a salir mal, al menos para la Barbie protagonista: luego de una reunión casual con amigas en su casa, llena de música, complicadas coreografías y despampanantes atuendos, ella pregunta en voz alta: “¿Han pensado alguna vez en la muerte?”. Este punto, que causa confusión en los demás habitantes de Barbieland, es el primero de una serie de quiebres que la impulsan a abandonar su perfecto mundo color pastel por la realidad. Y fue también ese preciso momento, plasmado en uno de los primeros avances (tráileres) la señal definitiva al público de que esta sería algo más que una simpática aventura rosa.
En su misión por “arreglarse” y salvar a Barbieland, Barbie deberá enfrentarse a la dura realidad de que nuestro mundo es completamente distinto al suyo, y que todo aquello que ella creía inspirar en las niñas probablemente haya tenido un efecto contraproducente en ellas. Y sí, la película no disimula ni maquilla el papel que la muñeca y los estereotipos que representa han jugado en moldear, para bien o para mal, la mente de varias generaciones de niñas y mujeres; y apunta, a veces, el dedo directamente a Mattel, quien está representada en la película por Will Ferrel, director ejecutivo de la empresa, y America Ferrera (Ugly Betty, Superstore) como su secretaria.
Ferrera es, en realidad, una de las armas mejor guardadas de la película, ya que su personaje es básicamente el corazón humano de esta, una guía para la Barbie de Robbie en lo que respecta al mundo real y las vicisitudes de la mujer actual.
Sé lo que quieras ser, Barbie girl
Una aventura de autodescubrimiento y reflexión, con una protagonista curiosa, interesada en encontrar su lugar en el mundo y ganar autonomía, aunque eso implique cambiar o enfrentarse a lo desconocido. Sí, es un relato feminista, guarda importantes lecciones para todos y las presenta con la gracia y amabilidad que toda persona merece, independientemente de los prejuicios con los que llegue hasta el cine.
Si hay algo que reprochar a la película es, tal vez, su necesidad de sobreexplicarse a sí misma con tantos detalles, lo que desalienta al espectador a pensar por sí mismo. Pero, teniendo en cuenta el alcance de una producción como esta y el variado público que probablemente irá a verla, estas explicaciones aseguran que el mensaje llegue sin problemas de interpretaciones hasta a la persona más despistada.
El hecho de que Barbie lograra llegar de esta manera a la pantalla grande requirió de un gran esfuerzo delante y detrás de cámaras, principalmente por parte de Mattel, que bien pudo ser más rígido y menos permisivo. Pero, en definitiva, la espera valió la pena.
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