Un corto experimental acerca de Fidel Fernández
El camino que eligió un grupo de amigos para explorar la obra del artista paraguayo Fidel Fernández fue trazado en el terreno audiovisual. Lo que inicialmente se trataba de una entrevista por curiosidad y admiración, se convirtió en una serie de cortometrajes experimentales que busca retratar al pintor desde sus palabras, los materiales que utiliza y los sonidos que rodean su día a día. Charlamos con Marcelo Cáceres y Kike Lezcano, dos de los realizadores de este proyecto autogestionado.
Por Belén Cuevas Trinidad. Retratos: Fernando Franceschelli. Producción: Sandra Flecha. Locación: Casa Colombo. Agradecimientos: Amado Rivas.
Los sonidos del campo envuelven la figura de Fidel Fernández mientras busca un tacurú (termitero) para esculpir su siguiente obra. Tras las cámaras que describen con él su sendero se encuentran cuatro amigos aficionados al cine, a la comunicación y, evidentemente, a la obra de este reconocido pintor, escultor y xilógro paraguayo.
Ellos son Marcelo Cáceres, en el rango de director; Kike Lezcano, en el diseño sonoro; Armin Cabral, tras las cámaras, y Carlos Romero en la asistencia técnica de producción. Así se conforma este grupo, sólidamente unido por la amistad y el arte colaborativo.
Si bien el primer fragmento vio la luz el pasado 25 de agosto, se trata de una serie de cuatro cortos documentales de entre cuatro a cinco minutos de duración promedio cada uno. Allí se desglosa la visión creativa y personal de este artista cuyas obras gozan de un alto contenido social y político.
Cuando el corto experimental vea la luz en su totalidad, los realizadores estiman que el siguiente paso será buscar la manera de gestionar una proyección del material en un espacio también autogestionado, con la presencia del protagonista.
En un intento de aproximarse de manera más certera al lenguaje de Fidel, los realizadores decidieron incorporar una estructura quebrada a la publicación del cortometraje. “Fue intencionalmente desordenado, el primer capítulo es el final en realidad, el segundo saldrá en noviembre; y entre enero y febrero, los episodios 1 y 3”, cuenta Marcelo y agrega: “Lo llamamos Minidocuexperimental porque se tuvieron en cuenta los instintos y el deseo de explorar nuevas narrativas por sobre la técnica de cine en sí”.
De la admiración a la creación conjunta
El artista Fidel Fernández describe su obra como un arte que incomoda. Él no retrata la realidad, sino ideas alegóricas que nacen de ella, a las que los espectadores ponen nombre y significado.
En entrevista con Pausa, Fernández nos cuenta que no parte de una copia de imágenes fotográficas o de video, sino de una observación minuciosa de lo que ocurre en su entorno, de donde toma elementos separados que captan su atención y que luego hilvana en una obra. “Me apropio de eso y lo utilizo. No todo queda en un mismo trabajo, porque no es la realidad en sí, sino una interpretación de esa escena cotidiana. Por eso mis personajes son más caricaturescos”, cuenta.
Ñeembucú lo vio nacer, pero vivió también en Paraguarí, Asunción y otras ciudades, hasta llegar a Cerrito, en el distrito de Benjamín Aceval, departamento de Presidente Hayes. Él ve este espacio como una zona ideal para encontrar termiteros para esculpir, actividad que lo destaca por ser el primero en utilizar un tacurú como insumo creativo.
Precisamente, Marcelo Cáceres y Kike Lezcano explican que el capítulo IV, aquel que vio la luz antes que los demás, se llama Esculpiendo la memoria porque no solo presenta una regresión de Fernández a la niñez, marcada por los recuerdos que le trae el tacurú, sino también busca destacar la memoria histórica a la que él apela en su obra.
Y allí está el motivo por el que este grupo de amigos se sintió tan conectado con el mensaje del artista. Así como la serie Historias y anti-historias de Fidel busca revivir momentos del sentir popular paraguayo, Marcelo y sus amigos se esfuerzan por registrar las vivencias de este artista.
Los realizadores cuentan que el primer encuentro con él fue casi casual: lo vieron en un taller de serigrafía que regularmente recibía artistas invitados. Desde ese momento, la química entre el grupo y Fernández solo creció. Para la realización de este audiovisual, él los recibió tres veces en su casa de Benjamín Aceval.
Inicialmente, la intención era grabar una entrevista, pero en el proceso notaron que el trabajo de Fidel es inseparable de su contexto, de donde consigue la materia prima de sus esculturas. Además, la conversación demostró tener potencial para mucho más. “Era demasiado contenido para un solo capítulo, entonces la idea fue dividir por entregas el documental, para que cada uno tenga un sentido propio y no necesites ver todo el material para entenderlo, pero que las partes dialoguen entre sí”, explica Marce.
En esa aproximación al arte de Fernández, concibieron el diseño sonoro como un ángulo crucial para conocerlo como persona. El sonidista Kike Lezcano percibió la fuerte presencia de características del campo —animales, pájaros y viento— que acompañan al artista en medio de su proceso creativo. Retratarlo sin estos elementos les parecía casi imposible. “El sonido es la base para que el espectador ubique dónde estamos y conozca la forma de hablar pacífica y tranquila de Fidel”, menciona.
Con presupuesto e insumos propios, totalmente autogestionados, este grupo decidió registrar los efectos de sonido por separado, precisamente como requiere el cine tradicional, a lo que se llama foley o efectos de sala. “Es una forma de mejorar la calidad de la producción. Al grabar por separado uno tiene el control, elige cómo direccionar el micrófono y en qué momento hacerlo, para conseguir el mejor resultado”, explica Kike.
Y aunque la línea de tiempo quebrada exigió mucho más de ellos, esta elección es parte de la interpretación que los realizadores tienen de Fidel. “Su obra cuenta con más detalles cuanto más la ves; él es un personaje único y, si lo dejás ser, no hay linealidad, sino pura libertad”, cuenta Marcelo.
Por ende, esta manera de narrar tiene como objeto principal tratar de entender, desde las propias palabras de Fidel, cómo ve el arte, y ahondar en su postura a través de sus experiencias y procesos creativos. “Por eso, en el siguiente capítulo, que es el segundo también en el orden oficial, exploramos su posición política”, cuenta el director.
Todo en uno
Fueron casi dos años de trabajo, desde el segundo semestre del 2021 hasta la publicación del primer material en agosto. Sin embargo, este grupo de amigos ya se formó hace varios años y no es la primera vez que trabajan juntos.
Cuando se trata de explorar el cine, los cuatro se agrupan como Mucho Loco Media; para la posproducción toman el nombre de Mano Negra Films y, en la cobertura de eventos culturales, se convierten en Disidentes. Ellos nos cuentan que esta diversidad de denominaciones es, en primer lugar, el resultado de un camino independiente donde uno hace todo a la vez. En palabras de Marce, “en la autogestión entra la convicción como persona, para dedicarle tantas horas a algo aparte de tu trabajo oficial, algo que no genera remuneración, pero que te gusta y te despierta satisfacción”.
Y es aquella libertad creativa la que los impulsó a esta exploración del cine, porque si algo los une es el deseo de contar historias de la escena cultural con un contundente mensaje político. “Hacer este audiovisual fue buscar un escape hacia la creatividad para todo el equipo. Nos permitió explorar otras cosas, promover la cultura y dejar registro de ella”, finaliza.
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