La historicidad visual de lo efímero
Teatrografías es el nombre de la exposición con la que el reconocido fotógrafo de artes interpretativas cele bra y pone a disposición un acervo y una mirada íntima al trabajo escénico local de toda una década.
Por Nadia Gómez.
Si alguna vez fuiste a una obra de teatro en Asunción, es probable que, sin saberlo, hayas compartido sala con Dani González. Docente, actor y fotógrafo —empírico, como recalca él—, es un miembro activo de la comunidad de artes escénicas del país, y no siempre ejerció ese rol detrás de la cámara. Justamente fue eso lo que, además de su amor por la fotografía, lo llevó a profesionalizar su ya existente registro de espectáculos, danza, performances y otras manifestaciones interpretativas.
Dani cuenta que hace fotografía desde siempre, y “desde siempre” para él significa desde los 20 años. “Para mí, ahí empezó mi vida. Conocía gente que trabajaba haciendo cobertura de eventos, bodas, etcétera. Ellos, sin darme elección, porque necesitaban a alguien más en el equipo, me pusieron una cámara en la mano y me indicaron más o menos cómo funcionaba. Eran amigos de infancia y los considero mis primeros maestros”, añade Dani.
Cuenta que al interactuar con la cámara, empezó a percibir distinto a lo que veía con los ojos. Rápido notó que el rubro en el que trabajaban sus amigos no era el que le interesaba. “Me gustaba hacer fotografías más espontáneas, me molestaba muchísimo usar el flash, me repelía, porque le cambia a la persona, y yo prefiero que uno ni se dé cuenta de que estoy captando una imagen. A eso le llamo un proceso de invisibilización, me vuelvo invisible”, agrega.
Antes de saber que quería dedicarse a la fotografía de artes escénicas, en la década del 90, Dani enseñaba teatro y también fue organizador de festivales juveniles del rubro. “Como mis compañeros sabían que tenía cierta inclinación hacia la fotografía, me ocupaba del registro de todos los eventos y actividades que hacíamos. Yo seguía pensando que era una cuestión de mi interés. Siempre tuve conmigo una cámara fotográfica, pero suponía que todos podían y sabían hacerlo”, explica. Fue cuando las redes sociales acapararon los medios de información y masividad comunicacional que recibió la recomendación de publicar sus fotografías. En el paso al año 2000, Dani hacía fotos, pero motivado por un interés propio, por un deseo personal.
En ese entonces, trabajaba con procesos analógicos. Luego de tomar las fotos, las revelaba él mismo. “Cuando llegó la época digital, para mí fue un momento maravilloso, como que se abrió el cielo. Antes tenía que hacer poquitas capturas, era mucho más costoso todo. La gente siente nostalgia por el negativo, por lo analógico. Yo no. Más estoy en el desafío de qué se cuenta con la fotografía. No es el soporte lo importante para mí, sino el contenido”, comenta.
Me gustaba hacer fotografías más espontáneas, me molestaba muchísimo usar el flash, me repelía, porque le cambia a la persona, y yo prefiero que uno ni se dé cuenta de que estoy captando una imagen. A eso le llamo un proceso de invisibilización, me vuelvo invisible”
Durante el tiempo que se dedicó a la docencia, enfatizó un interés particular en la cuestión colectiva que se reforzaba a través del teatro. “Terminé la carrera de Ciencias de la Educación porque quería entender más cómo era el proceso de enseñanza. Me especialicé muchísimo en actividades lúdicas. Cuando enseño teatro, hago muchos juegos y también creación colectiva, eso es lo que más trabajo. Pero porque siempre perseguí una función más bien social del arte”, explica.
También actuó bastante en los 90, principalmente en películas. “Le tengo mucho respeto a la actuación. Creo que no es algo que, como andar en bicicleta, uno no se olvida. Tenés que estar muy entrenado todo el tiempo”, acota. Y cuando no actuaba o enseñaba, hacía producción. Claramente su historia personal estuvo —y está— fuertemente ligada a la historia del teatro en el país.
Un encuentro irreversible
Su relación con la cámara se empezó a definir más y más cuando, tiempo atrás, tomó un taller de ensayo con el reconocido fotógrafo Jorge Sáenz. Entonces la decisión se hizo evidente. “Dije: ‘Lo que tengo cerca de mí, el clan al que pertenezco, es el de las y los teatreros. Voy a hacer fotografía de teatro, es donde estoy y donde pertenezco”, agrega.
A partir de ahí empezó a trabajar y especializarse mucho más. Antes, el trabajo de fotógrafos como Luis Vera, con un amplio bagaje en fotoperiodismo y con el Ballet Nacional, ya llamaba su atención de manera especial. “Profesionales como Luis Vera para mí estaban en las alturas. Lo siguen estando, pero no se me ocurrió que algún día íbamos a ser amigos y colegas”, comenta. El 2013 marcó el año en que oficialmente se dedicó profesionalmente, y de lleno, a la fotografía de artes escénicas.
La cámara tiene muchas limitaciones, y configurarle, hacer que se aproxime a cómo vemos nosotros, es todo un desafío. Hay que realizar los ajustes muy rápido, todo el tiempo
Hacer fotos de este tipo implica muchas cosas, y está marcado por retratar eventos fugaces, efímeros, muchas veces con movimiento, con mucha rapidez. “Si no atendés, ya fue la obra, pasó la oportunidad”, explica. Dani cuenta que la velocidad de lo que acontece es algo que le gusta. Sabe que los ojos humanos tienen capacidad de adaptarse a las condiciones lumínicas que haya, pero la fotografía no funciona así. “La cámara tiene muchas limitaciones, y configurarle, hacer que se aproxime a cómo vemos nosotros, es todo un desafío. Hay que realizar los ajustes muy rápido, todo el tiempo. De repente en escena están muchos, otras veces son pocos, las luces cambian constantemente”, comenta.
La sensibilidad, empatía y entendimiento que tiene Dani del funcionamiento y las dinámicas de las artes escénicas vienen de su propia experiencia en el rubro. “Y trato de comprender siempre, como hice tanto tiempo teatro, como estoy con tanta gente del área; y salgo, convivo, almuerzo, me divierto con estas personas, trato de saber qué quieren contar con una escena, de ayudar a que se vean de acuerdo con lo que tienen planeado”, agrega.
Teatrografía | El teatro asunceno en fotos (2013 – 2023)
Según Fernando Moure, curador de la exposición de fotografías de Dani, la motivación de la muestra es dibujar una visión de la condición humana y su búsqueda de los significados en el lado simbólico de la realidad, al tiempo de constituir un archivo antológico de las artes escénicas en Asunción. El valor de su cuerpo de trabajo artístico es ciertamente invaluable. Constituye una manera de analizar con ojo histórico y permite a la comunidad del teatro la oportunidad de observarse a sí misma.
Para Dani, la importancia también radica en que él ve una desconexión de las políticas culturales del país con respecto a las personas que producen arte. “No hay una mirada de lo que se hace acá. Entonces, es importante mostrar lo que pasa en Asunción”, explica. En honor al aniversario del Centro Paraguayo de Teatro (Cepate), la muestra debía inaugurarse el viernes 20 de setiembre, pero finalmente la fecha quedó para el 27, a las 20.00, en la Casa Bicentenario del Teatro Edda de los Ríos.
De hecho, fueron sus compañeros de teatro los que lo animaron a hacer esto. “Me hablaron de una convocatoria de la Secretaría Nacional de Cultura y pensé: ‘¿A quién le va a interesar esto?’. Porque soy de los que no sobrevaloran su trabajo, son mis compañeros los que lo hacen. Este registro de artes escénicas existe y hay que moverlo”, agrega.
Confiesa que también tiene un interés político en que la Casa Edda de los Ríos se emplee como una vidriera de lo que se hace en Asunción, en términos de artes escénicas, que se convierta en un punto de referencia importante.
De acuerdo con el curador, las tomas que veremos en la exposición son esencialmente retratos que relatan aspectos de la condición humana: el amor, la fragilidad, la justicia, la fatalidad, la responsabilidad, la traición, entre otros. La exposición tendrá una duración de 30 días y también habrá actividades complementarias, como lanzamientos de libros relacionados con el tema, así como la gala de los Premios Edda. “Actualmente hay un museo ahí que es muy importante, pero también es fundamental lo actual, porque son muy dinámicas las manifestaciones que suceden en el campo de las artes escénicas, pero duran muy poco tiempo”, agrega.
Este acervo, este pedazo importante de la historia del teatro, es también parte de la historia de Asunción y una celebración del trabajo y las creaciones que se realizan desde la danza, la performance, el circo, la gestión cultural…
No hay una mirada de lo que se hace acá. Entonces, es importante mostrar lo que pasa en Asunción
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