El arte de encontrarse
Conversamos con la reconocida cantautora paraguaya sobre el viaje en el que se embarcó para fusionar su búsqueda de identidad personal con la exploración artística a lo largo de toda su carrera.
Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.
Desde sus primeros pasos en el Grupo Sembrador hasta su proyecto como solista, la trayectoria de Julia Peroni es un relato de autodescubrimiento, de tomar raíces familiares y culturales para reinventarlas en un espacio íntimo y propio.
Este trayecto refleja su espíritu en constante transformación, un acto de resistencia y libertad que se plasma en su álbum Rafaela, que, casi como un paralelismo con su propia búsqueda, grabó en el exterior. Te invitamos a conocerla.
La historia empieza con pasitos
Julia se inició en la interpretación profesional en el Grupo Sembrador. “Fue clave para ese momento, musical y familiarmente. Había vuelto a Paraguay para estar cerca de mi papá, a quien le diagnosticaron cáncer, y empecé a convivir con lo que parecía su grupo de amigos. Compartían formas de ver la vida, valores, pensamientos muy parecidos”, recuerda. También la llevó a entender la historia de esa época, de “vivir accionando a favor de la libertad de expresión con el arte como bandera”.
“Estaba representando una época, un momento que, al mismo tiempo, hacía que me preguntara cuál era el mío»
En esos cinco años adoptó y fue adoptada como familia por todos los integrantes del Grupo Sembrador, grandes referentes del nuevo cancionero paraguayo: menciona a Jorge Garbett, Gilda Heisecke, José Antonio Galeano, Tuga Ramírez, Pulgo Barriocanal y Jorge Arturo Aponte. “Aprendí cómo continuar algo que ya estaba hecho, a ser parte de un engranaje, servir, ponerme a disposición y aportar lo que tenía para dar desde mis propias formas”, recuerda.
Su camino muy pronto la llevó a buscar su propia identidad. “Estaba representando una época, un momento que, al mismo tiempo, hacía que me preguntara cuál era el mío. Pasaba por los teatros más importantes como si fuesen mi casa, donde tenía éxito, me iba bien. Y así era”, rememora. Pero la Julia que decidió ser artista tenía algo que seguía muy guardado, una búsqueda interna continua: “Me di cuenta de que requería de mi entrega total, sabía que no sería fácil y debía empezar ya”.
Rafaela Mood
La búsqueda la llevó a Rafaela Mood. Tras cuatro años de exploración, encontró a quienes la acompañarían en esa nueva etapa: Rolfi Gómez, Celso Joabe y Ariel Ramírez. Tuvo la idea de hacer un recital en su departamento con los dos últimos. “Ese concierto me cambió la vida. Y la decisión de seguir haciendo música”, afirma.
Esta decisión surgió en medio de un brote creativo. Julia escribía durante tres o cuatro horas diarias. Su idea fue hacer un concierto dentro de su casa, donde se pudiera sentir lo suficientemente contenida para atreverse a ser ella misma, aun sin saber lo que pasaría. “Esas ideas se volvieron canciones, improvisaciones, expresiones, movimientos. Y ahí empezó lo que hasta ahora continúa”, afirma.
¿Por qué Rafaela? Es un nombre familiar: “Por un lado quise llegar a la raíz a partir de lo que traigo y por otro, también quebrar con los mandatos y comprometerme a ser yo desde todo lo nuevo que es vivir y experimentar”, dice.
Este proyecto fue el puntapié inicial para encontrarse. “Me permitió aceptarme más profundamente, me puse el nombre de mi tatarabuela y también el de papá, fue como tomar lo que viene de antes, de lejos y dejar que se transforme en mí, donde me reconozco cambiante, espiritual, sensorial, y es desde Rafaela que me atreví a vivir más como artista, en estados más sutiles, emocionales”, sostiene.
Rafaela, el álbum
El proceso del disco llevó más de tres años y tuvo una pandemia en medio. Se grabó en Brasil, junto con el productor Raúl Misturada, que convocó a músicos brasileños y, en una segunda instancia, paraguayos. Para ella, poder incluir a sus connacionales era necesario: buscaba plasmar la esencia de su país.
Participaron del disco Raúl Misturada (guitarra acústica), Giovanni Domínguez (guitarra eléctrica) Conrado Goys (guitarra eléctrica), Celso Joabe (trompeta y piano), Fernando Dom Diego (teclados), Adriano Magoo (acordeón y Fender Rhodes), Serginho de Carvalho (bajo eléctrico), Jotaerre (batería y percusión), Ariel Ramírez (bombo legüero y batería), Mestre Dalua (percusión) y Julia, quien puso voz y percusión.
A nivel creativo, Rafaela representa, para Julia, “el primer eslabón para pertenecer al ámbito profesional. Es como decir: ‘¡Acá estoy, existo!’”.
CREAR EN COLECTIVO
Para Julia, “tener equipo es muy importante para crecer, sentirse acompañada, acompañar. La dinámica de trabajo es juntarnos a tocar, a sentir ese momento, crear según el escenario que nos toque; los arreglos de los temas también van cambiando con el tiempo y las personas que están”. En el equipo busca la improvisación y poder conectar con quienes están a su lado en cada uno de los proyectos.
La exploración de los caminos creativos
La experimentación forma parte de su identidad como artista y la acompaña especialmente al momento de crear. De hecho, busca fomentar aún más esa relación y especialmente las exploraciones sonoras: “Mi estado de ánimo tiene mucho que ver con mi proceso creativo. Lo que siento sale y, al salir, todo se transforma”.
“Como solista llego a lugares más profundos con la palabra escrita, y crear en colaboración me permite soltarme melódicamente, en el sentir, en la catarsis. Por lo pronto, elijo mayormente en conjunto, pero estoy trabajando para llegar más lejos sola, darme música a mí misma”, comenta Julia respecto a su dinámica de creación.
“Me encanta el movimiento musical de las mujeres y disidencias, que crece cada día, disfruto mucho y me inspira»
Los desafíos de ser música en Paraguay
Ser mujer en Paraguay, en cualquier rubro, viene con una maleta bien cargada de desafíos. “Para mí, el mayor fue no tener referencias”, cuenta Julia. Y explica: “La identificación sirve mucho, para entender el camino, las acciones, lo que nos gusta y lo que no”. Por otro lado, un reto es llegar al público desde lo lento y reflexivo.
“Me encanta el movimiento musical de las mujeres y disidencias, que crece cada día, disfruto mucho y me inspira”, afirma Peroni. “Por lo pronto me siento cercana a muchas de ellas, aporto lo que puedo y ellas también aportan lo que necesito”, agrega. Están articulando un espacio que permita compartir música más seguido.
“Siempre voy a incitar a vivir mejor, a darnos permiso al amor, al juego, a sentir, a evolucionar desde la verdad, la confianza, a poner límites sanos, a divertirnos con respeto y libertad. Esos son los valores que busco en mi vida y que me gusta expandir”
Vientos de cambio
“Creo en el arte como medio de transformación social. Definitivamente apuesto a que mi música aporte a la reflexión y que los que me escuchan tengan un canal donde sentir, entregarse, pensarse. Creo que ese es nuestro papel en la sociedad, plasmar en una canción un deseo, una emoción, un sentir, un pensamiento”, afirma.
“Siempre voy a incitar a vivir mejor, a darnos permiso al amor, al juego, a sentir, a evolucionar desde la verdad, la confianza, a poner límites sanos, a divertirnos con respeto y libertad. Esos son los valores que busco en mi vida y que me gusta expandir”, sostiene.
El año que viene Julia presentará un nuevo álbum. “Quería que sea el disco feliz, pero parece que se viene el más triste, a veces las canciones tienen su propio tiempo”, reflexiona.
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