Devenir crisálida
Al subir al escenario, lo primero que hace es encender un palo santo e invitar a sus amigos, quienes la acompañan en cada etapa. El 24 de noviembre, Lucero se convierte en Crisálida, en una puesta que promete cautivar todos los sentidos.
Por Laura Ruiz Díaz. Dirección de arte: Gabriela García Doldán. Dirección de producción: Betha Achón. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: José Alderete. Vestuario: Fauvé.
Su nombre es Lucero Aramí, pero cuando era pequeña y hacía travesuras, su familia le decía: «Lucero Sarambi, ¡¿qué estás haciendo?!». Hasta ahora la llaman así. Cuando pensó en su nombre artístico, se dijo: «Esto está buenísimo», y tomó ese apelativo para identificarse ante el mundo.
Para Lucero, la música y la literatura llegaron juntas. La primera siempre existió en su familia, desde que nació estuvo rodeada de ella, pero también la segunda, ya que tanto su padre como su madre escriben. Ella cree que en la música las dos cosas se conjugan, y las letras tienen su propia musicalidad aparte del instrumental que las acompaña.
«Cuando era pequeña, me encantaba contar cuentos; después fui hacia la poesía y ahí me encontré con la música», relató, en un encuentro muy de ella, un día soleado y un patio con mucha vegetación.
Siempre quise hacer música, siempre tuve la certeza de que ese es el camino que quería tomar.
Lucero Sarambi empezó a estudiar música hace más de 10 años, pero recién se animó a subir a un escenario a tocar sus canciones desde hace cinco. «Siempre quise hacer música, siempre tuve la certeza de que ese es el camino que quería tomar», expresó, con seguridad.
Desde la música, le gusta mucho expresar las emociones, reivindicarlas: «A veces nos cuesta aceptar lo que sentimos, que es incontrolable».
Según cuenta, sus inclinaciones musicales son muy diversas. Escucha desde el reguetonero Bad Bunny hasta Aca Seca Trío, que es música folclórica. «Me gusta mucho hacer eso porque siento que todo se puede mezclar», afirmó.
Identifica, como su influencia más importante, el folclore latinoamericano. «Escucho a Mercedes Sosa, Violeta Parra, Papina de Palma, Ezequiel Borra, Adrián Berra; cantautores que hacen canciones como nosotros acá pero en países donde hay un mercado más grande», mencionó.
Lo que más le inspira son los días soleados, que le obligan a levantarse a activar la vida. «Cuando está nublado ya me pongo triste», expresó. También tiene una hermanita de seis años, que con solo pensarla, la hace feliz; de hecho, fue la inspiración para muchos temas: «Canción de siesta para Daniela, que está en mi EP, se la dediqué a ella».
Haciendo sarambi
Lucero es cantautora y multiinstrumentista. Inició sus estudios musicales en el IMA. Formó parte del proyecto Jeporeka, de Berta Rojas, en donde tuvo la oportunidad de tomar clases con maestros como Juan Quintero, Víctor Heredia, Popi Spatocco, entre otros. Actualmente, la artista forma parte de los grupos California Superstars y Passiflorx.
Compartió con proyectos como la Orquesta Filarmónica Guaraní, con quienes viajó a Uruguay; con el Grupo Caracolí, a Bolivia; con su proyecto también pudo recorrer Buenos Aires, Formosa y Corrientes. En 2020 grabó su primer material titulado Ormitar, que se encuentra disponible en todas las plataformas digitales.
Esta vez, carnavales
Sus tópicos líricos deambulan entre la naturaleza, el amor, la emocionalidad y las costumbres regionales. En sus canciones cuenta sus días y lo que siente, sus vivencias y procesos. Su música conversa muy de cerca con el folclore latinoamericano, según dice: «Allí me dirijo, pero todavía no sé si realmente llegué a donde quiero llegar».
«Cada región de Latinoamérica tiene un sonido particular, que a mí me encanta explorar; por eso creo que lo que me define es la exploración del continente», expuso. Sus canciones tratan de incursionar en sonidos que quizás están más lejos, geográficamente hablando, para acercarse y acercarnos.
Cada región de Latinoamérica tiene un sonido particular, que a mí me encanta explorar; por eso creo que lo que me define es la exploración del continente.
Otro factor que ella ubica como clave dentro de su arte es la comunidad. «Aunque sea ‘solista’, tengo un equipo y una red de personas que están batallando lo mismo que yo; entre todos nos sostenemos», analizó. Esta comunidad no se circunscribe solamente a Paraguay. Su primer EP lo grabó con músicos de otros países, con quienes fue tejiendo redes en viajes.
«Ahora estoy tratando de volver a encontrarme con la espiritualidad, es como un reencuentro conmigo y con lo que está más allá de mí misma también», exteriorizó. A través de la emocionalidad, rasgo caracterizado como femenino, trata de reivindicar su lugar como mujer en el arte, desde las dificultades que vive día a día.
Telaraña de apoyo
Acá en Paraguay, hacer arte no es nada fácil. «Como mujer, incluso, creo que es más difícil llegar a un escenario. Todas mis inspiraciones y referentes son mujeres, quienes me llevaron a creer en mí y que estoy lista para el escenario», detalló. Lucero considera que las redes sostienen e impulsan.
«Creo que en este proceso es importante buscar en qué podemos ayudarnos y qué podemos aprender, juntos», expresó, al referirse a las redes de apoyo. Mencionó a la organización Mujeres por la Música, conformada por todas las representantes paraguayas, como un recurso clave.
«Si estás solo, ¿qué aprendés? ¿Qué ofrecés al mundo?», se preguntó. Para ella, es muy importante dar y recibir todo lo que se pueda, todo lo que se aprende y lo que se siente. «Las redes que creamos a nuestro alrededor son nuestra familia», afirmó.
Si estás solo, ¿qué aprendés? ¿Qué ofrecés al mundo? Las redes que creamos a nuestro alrededor son nuestra familia.
Autogestión y comunidad
Lucero Sarambi creció musicalmente en un ambiente de autogestión. «Viví y trabajé en casas culturales (Drácena, Mango Tango), entonces siempre estuve muy metida en esto y mi carrera se hizo de esa forma, porque era lo que yo conocía», relató.
«Yo creo que de alguna manera, todos nos autogestionamos, en distintos niveles», explicó, al relacionar esta herramienta, la autogestión, con la comunidad. Tiene que ver con generar espacios para el arte propio, pero también para los demás.
«Es un camino por el cual creo que somos libres de elegir qué queremos hacer y de qué forma, con libertad», aseguró. Y advirtió: «Tampoco es que esté en contra de formar parte de algo más grande, pero la autogestión pienso que nos ayuda a encontrarnos».
«Un concierto donde no se me vea»
Hablando de creaciones colectivas, así nació Crisálida, en una charla con su pareja, Clari Lezcano. Lo que después se convertiría en toda una experiencia, comenzó con una lluvia de ideas y un montaje escénico. «Hice como una maraña del bosque, una estructura tejida, porque Lucero había dicho que quería un concierto donde nadie la viera», recordó Clari. Y agregó: «Entendí que lo que deseaba era sentirse contenida, segura».
«A mí me cuesta bastante exponerme, por eso tengo un montón de rituales al subir y al bajar del escenario», confesó Lucero, entre risas. Pero el escenario la llama, entonces no permite que la ansiedad le supere.
El concierto busca simbolizar un cierre de ciclo, el pase entre lo de antes y lo de ahora. Empezó a partir de un viaje y la idea era que sea una gran despedida; una travesía que finalmente no fue física, por distintas razones, pero que sí fue mental.
La metáfora
«Lo que a mí me llamó la atención es que la oruga, cuando está lista para convertirse en mariposa, empieza a comer todo lo que hay. Se cuelga en una ramita y se hace líquido», contó la artista.
Esta metáfora es la que lleva a las transformaciones que cada uno vive. «Todo el tiempo estamos aprendiendo cosas nuevas, nos imponen otras y llega un momento en el que tomamos solo lo que nos sirve y ahí empieza ese proceso de reconstruirnos para llegar al ser que nosotros visualizamos», explicó.
La puesta va a comenzar desde que las personas pongan un pie en la sala y busca llegar a todos los sentidos. «La experiencia abarca desde lo que se verá en el escenario hasta lo que se sentirá desde los asientos», adelantó.
En su Crisálida, se van a conjugar la música y la poesía. «Voy a mostrar mi mundo, mi refugio, con todas las cosas que a mí me hacen bien y feliz», anticipó la cantautora. «Básicamente lo que hacemos es materializar un sueño», añadió Clari.
«Me siento muy lista, tengo el equipo correcto, las personas correctas y sé que después de Crisálida se vienen un montón de cosas increíbles», finalizó.
CRISÁLIDA
¿Dónde?
Teatro García Lorca de la Manzana de la Rivera
¿Cuándo?
Jueves 24 de noviembre
¿A qué hora?
Las puertas se abrirán a las 20.00 , para compartir café y comida de la mano de Kayfudie y Contacto Café. El show comenzará a las 21.00, de forma puntual. Una vez que empiece, las puertas se cerrarán y no se abrirán para quienes lleguen después.
Entradas
Las entradas tienen un costo de G. 50.000, se pueden adquirir al (0982) 275-717.
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