La guarania de José Asunción Flores
Vino al mundo como José Agustín Flores un 27 de agosto de 1904, pero más adelante decidió llevar el nombre de su querida capital asuncena. Inmortalizó su legado en un género musical inédito, un mba’epu pyahu en tributo a sus orígenes guaraníes. En la Semana de la Guarania, nos tomamos un tiempo para ver más allá de la obra artística de este gran militante político y cultural que murió en el exilio.
Por Belén Cuevas Trinidad. Ilustración: Bruno Aranda Pertile.
Hijo de la lavandera ribereña Magdalena Flores y José Volta, un padre ausente que no lo reconoció, el pequeño José Agustín pasó su infancia jugando en las calles de La Chacarita de Asunción. Comenzó a trabajar como lustrabotas desde muy pequeño para ayudar a su madre. Allí, entre travesuras y malas compañías, el robo de una galleta marcó su destino como uno de los compositores más grandes de la historia nacional.
En 1915, con solo 11 años, el padre de la guarania tomó sin permiso un pedazo de pan de una despensa en las cercanías de la parroquia San Roque de la capital. El castigo fue mucho más que una ida a la comisaría: don Tomás Matto, el jefe de Policía, ordenó que Flores y sus amigos se unieran a la Escuela de Música de la Banda de la Policía Nacional.
Así, el arte tomó la batuta en la vida de aquel niño travieso. Sus dotes instrumentales fueron evidentes desde el inicio, tanto en el bombardino (un instrumento de viento de sonido suave) como en el violín y la guitarra. Pero fue en el ámbito de la composición donde se destacó especialmente.
Hacia su segunda década de vida, una preocupación que le robaba el sueño al compositor era dar una nueva voz a la música nacional, con notas de representación nativa. En busca de esa melodía que retratara verdaderamente a su pueblo, tomó una polca de Rogelio Recalde, llamada Ma’erãpa reikuaase, y le hizo los arreglos que darían origen a la guarania en 1925. Luego, según el periodista villarriqueño Catalo Bogado Bordón, José Agustín oyó “en su interior fluir el rumor viviente de la selva, el murmullo de las aguas de un río lejano”, lo que dio inspiración a la primera obra del nuevo género: Jejuí.
En los años posteriores, enlazado a las palabras del poeta guaireño Manuel Ortiz Guerrero, o Manú, Flores dio vida a algunas de las músicas más recordadas en los corazones paraguayos. India, Panambi vera, Paraguay, Yvága hovy, Kerasy y Ne rendápe aju son solo algunas de las bellas obras que produjo esta amistad entre dos íconos culturales de nuestra tierra.
Las guaranias de José Asunción gustaron tanto a los intelectuales de su época que el entonces presidente Eligio Ayala se sintió cautivado por la gracia del compás de seis por ocho, y grandes poetas como Augusto Roa Bastos, Hérib Campos Cervera y Maneco Galeano le dedicaron versos. Sin embargo, aunque su música se ganó el afecto de sus compatriotas, su férrea conciencia social y política le impidió vivir de su arte con tranquilidad.
La indiferencia no era el camino para el padre de la guarania en ningún caso. Ya lo había demostrado como combatiente en las trincheras de la Guerra del Chaco y, en 1949, José Asunción rechazó la Orden Nacional al Mérito en protesta por el asesinato de Mariano Roque Alonso en prisión, un joven que había sido detenido ese mismo año por repartir panfletos del Partido Comunista Paraguayo.
El artista fue tachado de “traidor a la patria” y enviado al exilio en Buenos Aires (Argentina). Incluso, en 1954, cuando quiso volver a su país ya durante la dictadura estronista, el régimen le prohibió la entrada.
José Asunción nunca más pudo volver a su querida Madre de Ciudades y murió en Buenos Aires el 16 de mayo de 1972, víctima del mal de Chagas. Unos meses antes de partir, en un escrito de despedida publicado en un periódico argentino, nos dejaba su mensaje imperecedero: “El compromiso no termina con la muerte de uno, sino que se intensifica. La victoria corresponde siempre a la juventud”.
Un pueblo hecho guarania
En honor a esa esperanza en las generaciones que le sucedieron, su género musical sigue siendo una estampa de lucha. En 2020 comenzaron los esfuerzos para que la guarania sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), título que ya tienen otras expresiones musicales de la región como el chamamé y el tango.
Su vida tan musical e insurrecta no puede menos que celebrarse con su propio arte. Por eso, el concierto Un pueblo hecho guarania se suma a la celebración del natalicio de José Asunción Flores y al deseo de que este estilo alcance el reconocimiento que merece ante los organismos internacionales. El evento se llevará a cabo en el cumpleaños número 118 de Flores, el próximo sábado 27 de agosto desde las 20.30, en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay.
La ocasión contará con la presencia de Ricardo Flecha, el grupo Vocal Dos, Susan Zaldívar, la Banda Sinfónica de la Policía Nacional y el Conjunto Folclórico de la Sinfónica Nacional, con un repertorio cargado de las melodías más representativas del padre de la guarania: Arribeño resay, Ñasaindýpe, India, Ne rendápe aju, Ñemity, Guyrau, Panambi vera, entre otras.
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