Más de una década de exploración sonora
Con más de 15 años de trayectoria, Tribu Sónica ha hecho de la exploración su norte. En esta nota, sus integrantes, Diego Serafini y Belén Pinto, reflexionan sobre el proceso, la independencia artística, su último lanzamiento y el desafío de hacer música en Paraguay.
Por Laura Ruiz Díaz. Fotografía: Fernando Franceschelli.
La evolución es parte de la música tanto como de cualquier otra expresión artística. El caudal de inspiración aparece a partir de lo que sucede en el contexto, lo que consumimos, lo que nos gusta y lo que no. Y más si se trata de una banda que lleva más de 15 años en escena. Es el caso de Tribu Sónica.
El grupo paraguayo de indie rock nació en el 2009 con un objetivo muy claro: la exploración de nuevas corrientes musicales en la búsqueda de un sonido actual. A lo largo de su trayectoria han explorado distintos géneros y crearon, con el tiempo, su propia sonoridad. El nombre nació a partir de una fusión única entre dos aspectos cruciales: la identidad de la agrupación y el deseo de exploración auditiva. “Debía englobar dos caras de una misma moneda”, afirma Diego Serafini, quien trabajó desde los inicios en el proyecto.
La idea surgió con el encuentro de Serafini y Julio Ayala, que venían del mundo del rock, de Gaia y Violent Blue, respectivamente. El grupo tuvo diferentes cambios en su conformación, especialmente en la voz principal, pero siempre mantuvo la exploración como norte.
Paisajes sonoros
El primer álbum de Tribu Sónica es su disco homónimo del 2010. Allí fijan su primera etapa, con una mezcla de pop electrónico con elementos básicos del rock. La voz principal fue Marcela Lezcano. El material, producido íntegramente en Paraguay, estuvo en manos de Afi Ferreiro (guitarrista de Paiko) y Diego Serafini, y las grabaciones se realizaron en dos estudios: Casita (Caaguazú) y Supernova (Asunción), donde también se hizo la mezcla.
El siguiente material fue Gravedad, con la voz de Leda Sautú, que salió a la luz en el 2016, con 12 tracks. En él hay más elementos pop, especialmente en las canciones Al sol, Tormenta y Hechizo. Ese mismo disco fue excusa para una gira, Gravedad Tour, con conciertos en Paraguay, Argentina y Brasil.
A partir de allí publicaron varios sencillos con marcadas influencias indie, como Eclipse (2019), Fuego en el desierto (2020) y Puedo irme (2021). Este último se convirtió en el más escuchado de la banda en plataformas digitales y un infaltable en sus presentaciones.
Esta etapa dio lugar a una siguiente, Deja Vu. Este EP, publicado en 2022, tiene cinco canciones que apuestan a contar una historia en cinco partes. La narración comienza con Ritual, que habla sobre la renovación y los errores reiterativos; Deja vu, el efecto de ese círculo vicioso; Puedo irme, el quiebre definitivo; Retrovisor, la búsqueda de un nuevo camino para transitar, y Bajo mis pies, el desenlace final de esta crónica de una búsqueda de paz.
Con Deja Vu, según nos cuentan los integrantes, se intentó dar un pequeño cambio a la dinámica de lo que ya estaba hecho. Por eso contactaron con Mauri Román, quien realizó la producción del disco y ayudó a direccionar su búsqueda. “Queríamos de alguna manera refrescar el sonido, reflejar un poco lo que estábamos viviendo en esta etapa con nuevos integrantes. De igual manera siempre se mantuvo la esencia de Tribu Sónica y esa sonoridad que ya se vino trabajando a lo largo de los años”, afirma Belén Pinto, la actual vocalista, quien ha puesto mucho de sí en la identidad del grupo.
En cuanto a las influencias de la tribu, son totalmente atemporales e intergeneracionales, pero si algo tienen en común es la vocación de exploradores.
El último lanzamiento de la banda es El veneno, donde la tribu sorprendió con un sabor a cumbia totalmente inesperado, una excelente decisión, a tono con una revalorización del goce latino en la escena musical internacional. “Fue una canción que tuvo un proceso muy diferente a todas las demás”, cuenta Belén. “Es como un antes y un después para Tribu, nos sacó por completo de la zona de confort y nos gustó mucho esa exploración”, detalla.
Exploradores sónicos
Para Diego, el progreso que el grupo tuvo la oportunidad de desarrollar está profundamente atravesado por lo personal. “La mayor evolución que notamos es la que va de la mano con nuestro crecimiento como seres humanos, lo cual nos hace trabajar de otra manera”, cuenta. Esto, además, se trasladó a la creación y potenció las posibilidades: “Hoy también ha cambiado nuestra forma de componer, lo cual hizo posible que incorporemos elementos nuevos a nuestra música”.
Actualmente, según describen, el proceso creativo se realiza colectivamente. “Nos gusta mucho encarar de forma participativa, que todos aporten algo y que por sobre todo pensemos en lo que la canción pide, más allá de los egos. Intentamos darle a la música el valor que tiene realmente y trabajar en función a eso”, afirma Belén.
En cuanto a la lírica, las últimas exploraciones vinieron de la mano de Belén, pero siempre con una impronta de labor cooperativa. “Mi visión particular es tratar de contar historias vividas, mías o ajenas. Entro un poquito a jugar con las emociones, situaciones de la vida y dudas existenciales, de forma personal, porque es la manera en la que a mí me gusta escribir”, describe.
“Más allá de los géneros musicales como tales, yo creo que lo que más buscamos ahora es abrirnos un poco a lo que nos llega de todos lados”, dice Belén. Y agrega: “La idea es dejarnos llevar un poquito por diferentes ramas de la música, que nos influya también lo que están haciendo nuestros colegas y amigos, lo que suena en el mundo y nos nutre, ya sea pop, electrónica, indie, géneros urbanos… Estamos dispuestos a seguir probando cosas nuevas”.
Antes de cada show, el equipo se prepara para que todo salga bien. “Nos encanta reunirnos, conversar, relajarnos un poco, reírnos mucho, para entrar en el mood que necesitamos para transmitir eso también en escena”, cuenta Belén. Y complementa: “Nos gusta mucho pensar en cómo se va a ver el concierto, cómo nos vamos a vestir, qué detalles podemos aportar”.
Hacer música desde y para Paraguay
Trabajar arte en Paraguay y sostener un proyecto independiente es un gran desafío. “Yo creo que lo más difícil es encontrar ese equilibrio entre la vida fuera de la música y lo que es ser parte de una banda y empujar un proyecto”, plantea Belén. La crítica se repite en la mayoría de los trabajadores de la cultura. “La realidad es que todavía en este país no hay una industria musical desarrollada como en otros países y toca hacer el trabajo desde cero: juntarse para escribir una canción, hacer arreglos, ensayar, preparar un show y sobre todo solventar también el proyecto, porque al ser una banda independiente hay un montón de cosas que gestionamos a puro pulmón”, agrega.
El foco siempre está en lo colectivo. “Tiene que ver con la capacidad de elegir el equipo correcto con el que uno va a trabajar, encontrar la fuerza necesaria en los demás integrantes, el equilibrio en el que todos estén empujando hacia el mismo lugar para llegar a algo que para mí es fundamental”, dice Belén. Y, por supuesto, nunca dejan de surfear las situaciones y realidades de cada uno de los integrantes.
“Sin romantizar el amor al arte, creo que el éxito es continuar creando en un escenario no tan favorable. Por supuesto que me encantaría llegar al punto en el que digamos: ‘Sí, se puede vivir 100 % de hacer música’. Pienso que estamos en el camino correcto para el desarrollo de esa industria que tanto nos hace falta en este país”, afirma Belén y complementa que “el éxito está en sentirse bien con lo que uno hace y poder dedicarle el tiempo a esa pasión por la música, conectar con artistas, intercambiar esa energía musical que justamente se logra cuando estamos en contacto con otras personas que vibran de la misma manera que nosotros, que sienten la música como la sentimos nosotros. Eso es un gran logro”.
Tribu Sónica es representada por De la Gran Ocho. Podés contactar con la firma al WhatsApp (0991) 484-405, al mail delagran8@gmail.com o en redes sociales como @delagran8_py.
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