Una introducción al teatro schemboriano
¿Cómo nos relacionamos en tiempos en que el celular parece ser una extensión de nosotros mismos? #MODO_AVIÓN, la obra dirigida por la consagrada directora Tana Schémbori, regresa a los escenarios para seguir explorando esa pregunta. En esta entrevista, conversamos con la laureada artista sobre el teatro schemboriano, la hiperconexión de la contemporaneidad y la relación entre el cine y el teatro.
Por Laura Ruiz Díaz. Producción: Sandra Flecha. Retratos: Fernando Franceschelli. Retoque digital: Beto Sanabria Britos. Imágenes adicionales: cortesía de la producción.
El teatro es un espacio de experimentación y de encuentro, donde las emociones se transmiten sin filtros y la conexión entre los actores y el público es inmediata. En ese universo efímero y vibrante, la directora Tana Schémbori ha logrado construir un lenguaje propio, una visión que trasciende el guión y se centra en la verdad escénica. Con #MODO_AVIÓN, su más reciente propuesta, invita a una reflexión sobre la hiperconexión en la era digital, un tema que nos interpela a todos.
El año pasado, #MODO_AVIÓN conquistó los escenarios, con varias funciones agotadas. Ahora regresa a pedido del público, en alianza con el Teatro de las Américas del Centro Cultural Paraguayo Americano (CCPA). La obra es el resultado del Taller de Especialización Teatral para Actores Profesionales, organizado por el TIA (Taller Integral de Actuación), y en esta edición, la revista Pausa tuvo la oportunidad de conversar en una entrevista exclusiva con la directora, Tana Schémbori.

Los profesionales, seguidos muy de cerca por Tana, trabajaron por más de seis meses bajo una dinámica que el reconocido actor Nicolás García Hume bautizó como “método schemboriano”. Es único: no tiene un guión establecido previamente, se parte de lo que los mismos actores pueden dar en una simbiosis colaborativa sin igual.
En modo avión
¿Qué significa estar conectados? Esta es una de las preguntas que guiaron el inicio del taller. El punto de partida fue la desconexión, y desde ahí surgió el elemento del celular como distractor. “Es una reflexión sobre nuestra hiperconexión, la inmediatez, incluso sobre los estados de ánimo que transitamos en redes sociales. Todo cambia muy rápido y los procesos también embeben de esta dinámica”, describe Tana Schémbori.

“Tuvimos en cuenta la dificultad que implica conectarnos con el otro y darle toda nuestra atención, porque está el elemento distractor que es el celular, con las redes y la sobredosis de información”, cuenta.
La obra trata temas como la soledad, el amor y la desconexión en la era digital. “Me da mucho miedo la cantidad de información, los peligros, las amenazas. Evidentemente son herramientas que podemos tomar para bien o para mal, pero lo más importante es acompañar la conexión e intentar desconectarnos, no de los seres humanos, sino del aparato”, reivindica Schémbori.
“Tuvimos en cuenta la dificultad que implica conectarnos con el otro y darle toda nuestra atención, porque está el elemento distractor que es el celular, con las redes y la sobredosis de información”
Tana Schémbori.
El equipo creativo
El elenco está compuesto por 19 actores profesionales de diversas partes del país, como Lourdes García, Manu Portillo, Natalia Cálcena, Marlene Sautu, Firu Páez, Carlitos Ledesma, Natalia Valdez, Claudia Laterza, Carlos Fernández, Enrique González, Jackie Neuman, Fernanda Cibils, Dulce Solano López, Osmar Toñánez, Ana Viedma, Axcel Ruiz Díaz, Christian Cuadra, Lizzi Acuña y Juan Manuel Aguilera.
La asistencia de dirección está a cargo de Evelyn López, mientras que Walter Hermosa colaboró en la dramaturgia. La experiencia incluye el uso de pantallas y proyecciones audiovisuales a cargo de Alfredo Galeano, con música original de Derlis González, coreografía de Toto Ricardo, diseño de luces de Santiago Schaerer y la producción general de Magalí González.

El método schemboriano
El proceso inicia sin transitar la palabra. Este punto es muy interesante porque #MODO_AVIÓN tiene mucho texto. “Yo les daba un punto de partida o ellos venían y hacían una acción, entonces tratábamos de fijar eso y lo escribíamos”, relata la directora con respecto al proceso creativo que propone.
Es un enfoque que prioriza la creación colectiva y la “absoluta honestidad. Partimos de sus corporalidades, sus silencios, los tiempos que se dan, las miradas. Nunca vi tanta verdad como en este proceso que tuvimos en el taller, porque los ejercicios conducen a eliminar los vicios que tenemos como actores, posturas ya preestablecidas, para quedarnos con la esencia misma del actor-persona”, explica Schémbori. “Se inicia desde arriba y excavamos hasta llegar a la verdad”, añade.

El trabajo, generalmente, comienza con un grupo numeroso que permita variedad para el intercambio en la creación. Desde hace años que Tana trabaja con estos ejercicios que son, de alguna manera, a prueba y error. “Nos vamos por un camino, después cambiamos totalmente el rumbo; de repente hago que salgan de su zona de confort… Es un proceso de mucha observación”, cuenta.
La diversidad fue vital. Para dinamizar el equipo es necesario pensar en distintas edades, experiencias, la capacidad de escucha del otro. “Deben tener una forma de transitar la creación homogénea, pero una diversidad de quiénes son ellos”, revela.
“El proceso es lo fundamental. Si bien el fin del camino es la obra, lo más importante es transitar y que el proceso se dé muy honestamente”
Tana Schémbori.
“El proceso es lo fundamental. Si bien el fin del camino es la obra, lo más importante es transitar y que el proceso se dé muy honestamente”, afirma la directora.
“Los actores me nutren, ellos son mi guión, mi libreto”, afirma Tana, “mis héroes”. “Casi todo lo redefinieron ellos y los tonos incluso fueron cambiando a partir de las propuestas de cada uno”, cuenta. Así, hay momentos en donde rompen el cliché de las relaciones familiares o afirmaciones populares como que “los hombres no lloran”.

El aporte audiovisual
Desde el principio, la visión de Schémbori fue crear una experiencia envolvente, e incluso soñaron con un formato 360°, como si pudiera presentarse dentro de un domo. Y es que, en esencia, la obra se construye a partir de elementos mínimos pero poderosos: sillas, actores y proyecciones, lo que le permite adaptarse a cualquier espacio.
La proyección nos sitúa en una especie de realidad expandida, como si los personajes estuvieran dentro del celular, en un juego constante entre la escena y la imagen. Esto no solo enriquece la obra, sino que la dota de una profundidad visual que potencia su impacto. Y lo mejor es que la propuesta sigue evolucionando, con nuevas incorporaciones que seguirán sorprendiendo al público.

Entre el cine y el teatro
“La otra vez me enviaron dos publicaciones diferentes de Instagram”, cuenta la directora. En una de ellas, Quentin Tarantino afirmaba: «Yo voy a hacer teatro». Su reflexión surge en un contexto en que el cine, afectado por la crisis de las salas y la inmediatez de las plataformas, está perdiendo su permanencia entre la gente.
Ella compara el fenómeno incluso con 7 Cajas (2012) y Los buscadores (2017), cuando las películas permanecían en cartelera por más tiempo. “Hoy, después de la pandemia, quedan dos o tres semanas y pasan a plataforma para traer algo nuevo”, reflexiona.
En este escenario, el teatro emerge como un espacio insustituible. “Es un espacio vivo, en el cual yo le miro, estoy frente a frente, no hay ningún dispositivo entre nosotros”, expresa la directora. En coincidencia con Tarantino, Schémbori destaca que el teatro está cobrando un rol fundamental, no solo en el entretenimiento, sino también en la reflexión sobre quiénes somos y dónde estamos en el siglo XXI.

Lejos de volverse obsoleto, sigue siendo ese lugar de encuentro donde la presencia y la conexión con el otro marcan la diferencia. “Es hermoso ver que eso que nació hace tantos años nunca dejó de existir y nunca va a dejar de existir”, concluye y reafirma el valor de la experiencia teatral en un mundo cada vez más digitalizado.
“Siempre hablamos del mensaje que queremos dejar; creo que, más que mensaje, es una invitación a la reflexión: que la gente al salir vaya a charlar, que baje el celular, se mire a los ojos y hable de la obra. Si se da eso, ya voy a ser sumamente feliz”, finaliza.
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