Desbaratando los mitos de la fruta del verano
Se podría decir que la sandía es una fruta incomprendida: hay mitos que rodean su consumo, algunos de los cuales datan de las abuelas de nuestras abuelas. En esta edición de Pausa queremos romper con la desinformación y traer datos de primera mano, con la experiencia profesional de la licenciada en Nutrición y cocinera Meche Chávez.
Por Patricia Luján Arévalos. Producción: Sandra Flecha. Fotografía: Javier Valdez.
La amiga de la casa Meche Chávez saltó a la oportunidad de ayudarnos a desmitificar todo lo que creemos saber sobre la sandía. Como licenciada en Nutrición, se especializa en alimentación consciente e intuitiva, vegetarianismo y alimentación complementaria; como cocinera profesional, utiliza Instagram (@healthychefpy) para brindar consejos y recetas saludables. Actualmente lleva el bloque de nutrición de La mañana de Unicanal.
Entonces, ¿cuáles son algunos de los mitos que rodean al consumo de la sandía?
Las semillas no se pueden consumir
¿Cuántos de nosotros sufrimos estrés al tragar accidentalmente una semilla? Ni el miedo al Creador era tan grande como el que nuestras abuelas nos hacían sentir en aquellos momentos. Al respecto, Meche es muy clara: “Muchas personas evitan comer las semillas, pero la verdad es que son bastante nutritivas, aportan grasas saludables, proteínas y minerales como magnesio, hierro y zinc”. ¡Una buena!
No se debe consumir de noche
“Un mito muy común es que nos puede provocar problemas digestivos o aumento de peso”, reflexiona la nutricionista y agrega rápidamente que no existe evidencia científica que respalde estas afirmaciones. Por el contrario, es muy baja en calorías e independientemente de la hora del día, aporta lo mismo.
“En las porciones justas y combinada con fuentes de proteínas o grasas, podemos ayudar a que esta sea una opción factible para las personas con diabetes”.
Meche Chávez, licenciada en Nutrición y cocinera.
No es apta para personas con diabetes
Otra idea errónea es que las personas con diabetes deberían evitar la sandía debido al azúcar (fructosa) que contiene. Meche nos explica que este compuesto es natural y, al mismo tiempo, su índice glucémico es bajo, “lo que significa que tiene un impacto mínimo en los niveles de azúcar en sangre”.
“En las porciones justas y combinada con fuentes de proteínas o grasas, podemos ayudar a que esta sea una opción factible para las personas con diabetes. De cualquier manera, todas las frutas deberían consumirse con moderación y en combinación adecuada con otros tipos de alimentos”, agrega la profesional.
Un temor intergeneracional
“Existe el mito de que la sandía y la leche son incompatibles y que pueden causar diarrea o vómito”, comienza Meche al recordar otro de los tantos mitos que rodean a esta fruta, pero “la realidad es que no hay afectación alguna entre estos alimentos”.
“No afecta en nada si la consumís con un vaso de leche, yogur o queso”.
Meche Chávez, licenciada en Nutrición y cocinera.
En sus palabras, la sandía es como cualquier fruta en este aspecto: “No afecta en nada si la consumís con un vaso de leche, yogur o queso. De hecho es una práctica común en varios lugares del mundo incluir una fruta en el desayuno, entre ellas sandía, y acompañar los alimentos con una taza de café con leche o solo leche fría”.
La explicación detrás de este mito es que la sandía aporta mucho líquido. La creencia popular es que al combinarse con leche, ocasiona vómitos. “Creo que, como paraguayos, la gran mayoría de nosotros tiene la costumbre de sentarse en el jardín con media sandía y acabarla de a cucharones. Esta gran cantidad de fruta sí podría llegar a caernos mal si la mezclamos con cualquier otra cosa, pero sería así también si comiéramos de una sentada ciruelas, durazno, mamón, etcétera, en esa misma porción”.
En conclusión, lo que puede ocasionar malestar estomacal no es la fruta en sí, sino las grandes cantidades que consumimos de una vez por ser “simplemente” una fruta.
La elegida del verano
Meche explica que la sandía, la fruta del verano por excelencia, es amada por muchos por su sabor refrescante, sus propiedades hidratantes y su alto contenido de líquido. “Si bien es cierto que tiene mucha agua, alrededor del 92 %, está lejos de ser un alimento nutricionalmente vacío”, aclara.
Esa fruta milenaria salió de África para enamorar al mundo entero, donde se consigue muy fácilmente, especialmente en zonas tropicales o subtropicales: “Está repleta de vitaminas A y C, esenciales para mantener un sistema inmunológico saludable y promover una piel sana. También contiene licopeno, un poderoso antioxidante relacionado con un riesgo reducido de ciertos tipos de cáncer y enfermedades cardiovasculares”.
“Además, es una buena fuente de potasio, que ayuda a regular la presión arterial y a mantener niveles adecuados de hidratación en el cuerpo”, acota. Así que es una buena alternativa a la banana, la favorita de abuela para consumir potasio de manera regular.
Es una buena fuente de potasio, que ayuda a regular la presión arterial y a mantener niveles adecuados de hidratación en el cuerpo.
Cómo incorporarla al menú diario
Podemos consumirla en el desayuno, acompañarla con una tostada y huevos revueltos con aguacate, por ejemplo. De media mañana, en un batido con menta y hielo. También en una ensalada, con queso feta o ricota, y un poco de aceite de oliva con aceto balsámico. Ideal como entrada para algo más sustancioso.
“Si bien estamos acostumbrados a no mezclar dulces con salados, la sandía no solo se puede usar como plato dulce, sino también ofrecer en cócteles con o sin alcohol y ensaladas deliciosas que hacen un contraste perfecto con algunos ingredientes”, detalla.
Restricciones alimentarias
La licenciada en Nutrición Meche Chávez nos explica que no hay restricciones para el consumo de sandía, para alguna parte de la población. “Si existiera alguna patología como insuficiencia renal o diabetes, consumirla de forma moderada y combinarla con otros alimentos para mayor saciedad”, y enfatiza que “no está prohibida”. Solo es recomendable que las personas que tienen alergia alimentaria dejen de consumirla.
Ensalada de ricota y sandía
Esta ensalada sabe a verano en un bol. La sabrosa rúcula y su amargor contrarrestan la sandía dulce; el queso ricota salado, la frescura de la menta, la cebolla morada y su picor se mezclan con un delicioso glaseado balsámico para una explosión de sabor.
Ingredientes
• 4 tazas de sandía picada sin semillas.
• ½ taza de ricota fresca o queso feta.
• Dos tazas de rúcula.
• ¼ de taza de menta fresca finamente picada.
• ½ cebolla morada cortada en plumas.
• Aceto balsámico glaseado a gusto.
Caprese de sandía y burrata
Esta burrata caprese es una versión de la omnipresente ensalada de mozzarella, tomate y albahaca. La albahaca fresca resalta el delicado sabor de la sandía dulce madura. El delicioso queso burrata equilibra la dulzura y el pesto destaca el plato.
Ingredientes
• 1 porción gruesa de sandía sin semillas.
• 1 burrata.
• Albahaca.
• Tomates cherry.
• Pesto.
• Aceto balsámico glaseado.
Preparación
1. Seccionar con un cortante circular la sandía, que no quede tan fina ni gruesa, sino aproximadamente del grosor de un dedo.
2. Abrir la burrata con las manos y colocarla encima de la sandía.
3. Agregar los tomates cherry picados en cuartos.
4. Decorar con una hoja de albahaca y terminar de condimentar con pesto y aceto.
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