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24 horas en Panamá

Un destino para descubrir, no solo una escala de conexión

Su Casco Viejo es encantador: la arquitectura bien cuidada se luce en calles angostas de adoquines. Es el epicentro de cafés de especialidad y una escena gastronómica vibrante e internacional para elegir. Desde allí podemos recorrer la cinta costera que nos ofrece las mejores vistas de la ciudad, o bien realizar el check de toda primera visita: el canal.

Por Jazmín Gómez Fleitas (jazmingomezfleitas@gmail.com).

¿Alguna vez consideraste a Panamá como destino para vacacionar? Es un punto obligatorio para quienes viajamos de América Latina a prácticamente cualquier otra parte del globo. Un hub que nos conecta, y quizás sea justamente esa la razón por la cual no la veíamos con ojos curiosos. Lo que me empujó a realizar ese descubrimiento fue una travesía reciente en la cual me percaté de que al hacer la conexión allí, la aerolínea me permitía marcar sin costo un stop over, es decir, pasar la noche, así que decidí darle la oportunidad y conocerla por primera vez en 24 horas.

Fue una de las mejores decisiones viajeras que tomé en mi vida. Su centro histórico —o Casco Viejo, como lo llaman— me enamoró con su arquitectura bien conservada y realzada en destaque. Sus calles barriales se encuentran llenas de viajeros que caminan encantados y disfrutan de descubrirla paso a paso, porque es una constante pasarela de cafeterías de especialidad, con el café panameño reconocido mundialmente, restaurantes y bares que también honran su construcción original, lo que hace que la experiencia cobre incluso mayor significado.

Es una lección de historia, de preservar el legado que puede verse a simple vista y que cuenta mucho más por debajo de la superficie. Es Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y se remonta a 1673, cuando la capital se asentó luego de abandonar su primera ubicación, Panamá Viejo, debido al ataque del pirata Henry Morgan: se fundó en 1519 y aún hoy se puede visitar, ya que está preservado como sitio arqueológico. 

El Casco Viejo se compone de unas cuantas cuadras con plazas e iglesias. Eso hace que sea muy fácil explorarlo y se sienta muy a gusto al caminar. Al ser una zona altamente turística, los vehículos priorizan a los peatones, hay mucha seguridad local en cada cuadra, así como también una gran cantidad de personas hasta altas horas de la noche.

Es el lugar ideal para hospedarte por primera vez en Panamá porque sin dudas te va a enamorar. Cuenta con un montón de cafeterías, restaurantes, bares y rooftops; sitios históricos, museos y plazas. Desde allí te queda todo cerca: a menos de 10 minutos a pie ingresás a la cinta costera y a menos de 20, en Uber, llegás al canal de Panamá. 

Casa Sucre Coffeehouse está a una cuadra y media de la Plaza de la Independencia. El primer café ya fue un latte frío del geisha panameño.

La gastronomía: uno de los mayores atractivos

¿Sabían que Panamá tiene una pequeña zona que es ideal para el cultivo de café de especialidad? Es la provincia de Chiriquí, el hogar del geisha panameño, de fama mundial. Las cafeterías del centro histórico cuentan con esta variedad en distintos procesos y tuestes, lo que hace que sea un paraíso para los amantes de esta bebida.

Realmente, ese olor a café fresco y recién preparado es irresistible. ¿Lo mejor? Sus cafeterías no solo tienen el mejor producto, también una excelente gastronomía. En Café Unido, por ejemplo, cuentan con un Breakfast Sandwich de huevo frito, tocino, guacamole, queso Cheddar y mozzarella con salsa búfalo, que es la mezcla perfecta entre crujiente, jugoso y bien sazonado. ¿Volvería por él? Volvería. 

Es de destacar que su menú tenía una variedad de opciones saladas, ya sea que quieras almorzar, merendar o cenar —veganas, gluten o lactosa free—  así como también cócteles, cervezas y vinos. 

Recomendadísima también Casa Sucre Coffeehouse, ubicada en una construcción colonial española de dos pisos que data de 1873, y lo comprueban sus postales que los viajeros llevamos de recuerdo. De aquí pueden comprar su café para traer de regreso a casa. Escogí un geisha de la finca Hartmann que recomendaban disfrutarlo mejor como espresso y era el que servían allí mismo. Amor a primer sorbo de americano frío.

Y es que si de gastronomía se trata, hay muchísimo por probar. Por eso no puedo dejar de recomendar Mahalo Cocina y Jardín. Si una persona te ve leyendo el menú desde la vereda y se acerca para decirte que es “el mejor lugar en el que comió y que solamente se pone mejor”, es sencillamente porque no se puede pasar por alto. Entré y conquistaron mi corazón y paladar dos pizzetas: una de hongos y trufas, y una de pollo al curry con salsa de mango y cilantro. Explosión inolvidable de sabor. Volvería, parte dos.

El Casco Viejo + el centro financiero

La Cinta Costera 3 es uno de los espacios públicos más lindos con los que cuenta la ciudad. Es una peatonal en semicírculo que, vista desde el mapa, “encierra” al Casco Viejo y tiene 3,4 kilómetros de largo. Es la tercera parte de un proyecto que rodea toda la urbe y se puede recorrer caminando en 40 minutos aproximadamente.

Es posible completar el trayecto de punta a punta al ingresar por un extremo del Casco Antiguo y salir por el otro. Cuenta con una bicisenda llena de plantas a lo largo del trayecto, con bancos para sentarse y miradores. Desde allí se observa el contraste de la ciudad: el horizonte del centro financiero con sus edificios imponentes, entre los que destaca El Tornillo, la variedad de la fauna gracias a las aves que sobrevuelan la costa y la vista del Casco Viejo con su arquitectura colonial. 

La vista de la Catedral Metropolitana: sus dos torres blancas a los costados son las que tienen nácar en la parte superior.

Apuntate a un walking tour para descubrir joyas escondidas

Serendipia, eso me pasó con Ricardo Julio. Mientras admiraba la Catedral Metropolitana desde la cuadra frente a la Plaza Mayor —o De la Independencia, como aparece en Google Maps— se acercó un guía turístico que con mucho carisma compartió datos desconocidos para amateurs: que la iglesia frente a mí tenía nácar en sus dos torres laterales; que antiguamente sirvió de faro para los navegantes y se encendían antorchas en las cúpulas para señalar que llegaban a destino. Sin embargo, más adelante se añadió el nácar pues reflejaba la luz de la luna y facilitaba el rol del faro. ¿Quería saber más? Por supuesto, y acordamos un tour a pie de una hora y media de duración. 

La joya que Ricardo Julio me enseñó me hace estar eternamente agradecida con él. El Hotel Central de Panamá se encontraba del otro lado de la plaza y ya le había echado el ojo el día anterior cuando salí a caminar al atardecer. Un hermoso edificio de influencia francesa que además es el primero del país y fue abierto en 1874. No solo fue el primer hotel, sino que dentro suyo se gestó la independencia de Panamá, se realizaron las negociaciones para la construcción del canal y hasta el día de hoy aloja a importantes autoridades locales e internacionales. Allí se hospedaron, por ejemplo, el presidente Theodore Roosevelt, el vizconde Ferdinand de Lesseps y el cineasta James Cameron.

Este dato para los cinéfilos: a James Cameron tanto le fascinó la arquitectura del hotel que se inspiró en ello para  Titanic, y es que nada más ingresar nos recibe una escalera de madera que grita “¡Titanic!” en toda su estructura. Es imposible no asociarlo con la película. Además, la parte interna recuerda a la vista de la primera clase del barco y cabe mencionar que pude ingresar gracias a la autorización que le dieron a Ricardo Julio como guía oficial, ya que no era huésped.

Ricardo Julio, el guía que ofrece walking tours por el Casco Viejo y los alrededores de Panamá.

Caminar dentro es detenerse en el tiempo. Sus balcones ornamentados, su escalera imponente de madera, la luz natural que ingresa y que hace que no se necesite de la artificial, y el piano de cola que sonaba para los huéspedes: uno se sentía dentro en una película. Ricardo Julio (54) es un guía turístico independiente que inicia sus recorridos desde la Plaza de la Independencia, la zona central del Casco Antiguo. La duración del mismo depende del tiempo que dispongan; incluso se puede incluir Panamá Viejo.

En mi caso, lo hice a la mañana siguiente de mi llegada y, como debía ir en pocas horas al aeropuerto, acordamos USD 10 por hora y media. Está más que recomendada su guía para aprender todo tipo de curiosidades que comparte gratamente, y responde todas las inquietudes actuales. Lo pueden contactar al WhatsApp +507 6777 0222.

Conocer el icónico canal de Panamá

Lo importante para hacerlo es saber que el mejor horario para ir al Centro de Visitantes de Miraflores es desde la 13.00 hasta las 17.00, porque podrán ver a las distintas embarcaciones de cerca, así como también aprender de primera mano cómo funcionan las esclusas, que llenan los compartimientos para que las embarcaciones avancen por el canal; así que dependerá de que tu horario de llegada te lo permita.

Este es un recorrido ideal para introducirte a la historia del país, ya que su relevancia es indiscutible y una gran lección de superación con estrategia y trabajo en equipo. El mismo grupo que construyó el canal de Suez intentó realizar el canal de Panamá en 1881; sin embargo, no tuvieron en cuenta dos aspectos: la diferencia del terreno con el anterior que habían conocido, ya que se trataba de plena selva, y los pronunciados desniveles debidos a los cerros. 

Por eso los franceses se vieron obligados a dejar el proyecto y los estadounidenses tomaron la posta en 1902, para reiniciar la construcción en 1904. Se inauguró oficialmente en 1913 y el resto es historia. Los panameños recuperaron la administración del canal en 1999 y en 2016 incluso ampliaron las esclusas, ya que los barcos se habían ido actualizado con el tiempo y aumentaron considerablemente su tamaño para transportar mucha más carga de la que antes era posible.

La entrada al canal ahora vuelve a incluir la experiencia en Imax —una sala un poco más grande que el Cinemark que conocemos en Paraguay— del documental y que además está narrado por el único y querido Morgan Freeman. La historia dura menos de una hora y se ejecutó tan bien que uno sale consciente de la envergadura de tal hazaña en construcción, navegación, ingeniería y alimentación mundial. 

La vista de la Catedral Metropolitana: sus dos torres blancas a los costados son las que tienen nácar en la parte superior.

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