Travel

Arena y mar

Tres gemas latinoamericanas para descubrir

Las vacaciones casi siempre terminan guiándonos hacia el suave balanceo de las olas del mar, a días de sol radiante en la playa y reposeras con vistas naturales distintas a las del concreto a las que la rutina nos tiene acostumbrados. Por eso aquí presentamos tres destinos de los cuales no solemos oír a menudo y que merecen la aventura.

Mancora (Perú): un idílico estilo de vida surfista

Arena blanca, aguas cristalinas y la temperatura ideal de diciembre a marzo cuando el sol está en su apogeo. Es uno de los destinos elegidos por los citadinos para escapar del ajetreo en Lima, lo cual le valió el mote de “la mejor ciudad de playa de Perú”.

¿Su encanto? La belleza natural que invita a sentarse en uno de los locales de comida frente al mar y ver pelícanos por doquier o algún que otro lobo marino de fondo, que descansa en una roca saliente. De hecho, es debido al surf que se hizo de fama este poblado pesquero del distrito de Piura que cuenta con costa sobre el océano Pacífico y en donde además se puede realizar avistamiento de ballenas jorobadas, buceo y kitesurf.

Mancora (Perú).

Mancora es atípica, muchos la llaman la “playa en el desierto” por la sabana tropical o bosque seco ecuatorial, a pocos kilómetros de la costa. Su agua verde-azul en verano —y turquesa en invierno— contrasta con el beige claro o semianaranjado de su arena.

Gracias al surf, es un destino que muchos mochileros visitan, ya que invita a una estancia relajada, con comida local —que es muy accesible—, paseos en motocarro o a pie, y a disfrutar de la playa todo el día. Existen varias propiedades frente al mar para alquilar o casas privadas convertidas en hoteles y regentadas por locales. Los hostales no son la única opción, aunque sí la favorita de los mochileros. Las Pocitas es la zona en donde se encuentran la mayoría de las disponibles y con unos atardeceres de ensueño.

Gracias al surf, es un destino que muchos mochileros visitan, ya que invita a una estancia relajada.

Los Roques, Venezuela: un archipiélago paradisiaco

A media hora de vuelo de Caracas, Gran Roque es el único de los 42 cabos que componen el archipiélago caribeño de Los Roques que se encuentra habitado. Se llega más rápido a través de un vuelo en avioneta desde la capital, aunque también se accede por mar mediante el alquiler de un yate, y el traslado dura entre cuatro y cinco horas.

El Parque Nacional Archipiélago de Los Roques es considerado el segundo parque marino más grande de América Latina y además posee el arrecife coralino más grande del sur del Caribe. Allí la estadía se realiza en hospedajes, ya que, al tratarse de un parque nacional, no está permitido realizar nuevas edificaciones. La mayoría incluye todas las comidas, pero si se quiere salir a comer afuera, de noviembre a abril es temporada de langosta, y el resto del año la estrella es el pescado, como muchos destinos de playa.

Parque Nacional Los Roques (Venezuela).

Desde Gran Roque se visitan los otros cayos —sí, que están completamente deshabitados— para ir a pasar el día y disfrutar de esa belleza exuberante: arena blanca y agua turquesa. Caribe en su máxima expresión.

Los cayos más visitados son:

  1. Madrisqui y Francisqui. Al estar más cerca del Gran Roque, a unos cinco minutos, son también los más económicos en traslado y los que los hospedajes suelen ofrecer.
  2. Noronqui, Crasqui y la laguna de Rabusqui. Se pueden visitar mediante un tour que ofrecen en el muelle. En Rabusqui se aprecian las estrellas, que ofrecen un espectáculo envidiable. Cabe recordar que está prohibido sacar rocas, estrellas de mar —se mueren fuera del agua— o similares al abandonar el lugar, y que se revisa el equipaje al salir. Cuidar el ecosistema es parte de la buena educación de todo viajero.
  3. Dos Mosquises, Carenero y Cayo de Agua. Todos ubicados en la misma dirección, el último es el más lejano y famoso por su puente natural de arena. Contemplar la unión de las aguas es impresionante y queda a unos 45 minutos del Gran Roque. Sin duda, uno no puede irse de este destino sin conocer Cayo de Agua.
  4. Saqui Saqui. El indicado para los amantes de los deportes acuáticos, ya que es el lugar ideal para practicar kitesurf, gracias a sus aguas de bajos niveles y buen viento.

El Parque Nacional Archipiélago de Los Roques es considerado el segundo parque marino más grande de América Latina y además posee el arrecife coralino más grande del sur del Caribe.

No está de más recordar que en los cayos hay pleno sol y que se debe ir bien preparado con protector solar, gorros, sombrillas y lentes. En la mayoría prácticamente no hay nada de sombra, solamente se está acompañado de agua y arena.

Los precios en Los Roques están dolarizados, así que conviene confirmarlos al momento de que planees tu viaje. Los mejores meses para visitarlos son los de temporada baja: mayo, junio, octubre y noviembre.

Agua Blanca, Oaxaca (México), playa virgen con piscina natural

De Oaxaca ya escuchamos bastante como un destino gastronómico que es cada vez más y más conocido, así que como destino foodie es un gran deber visitarlo, pero lo que no se sabía —fuera de México— es que también tiene varias playas hermosas.

Buena comida para probar cada día y una playa donde tumbarse a disfrutar del tiempo libre dan como resultado las vacaciones perfectas. Agua Blanca está a media hora de Puerto Escondido, Oaxaca, y realmente es una de esas informaciones que los locales mantienen bien cuidadas. Es una playa tranquila gracias a ello, aunque sí es un destino del cual disfrutan los locales. La época más concurrida es justamente noviembre y diciembre, ya que es la ideal para nadar. Es popular para salidas familiares los domingos. La gente viene solo por el marisco, lo que significa que vale la pena el viaje.

Agua Blanca (México).

El resto de los meses del año se disfruta de las piscinas naturales que se forman entre las rocas gracias a las mareas. Agua Blanca tiene arena suave y fina, y es una playa mayoritariamente plana. Se puede empezar a caminar en cualquier dirección y a lo largo hay varios tramos rocosos. Debido a las rocas cercanas a la orilla arenosa, las olas rompen y crean piscinas naturales ideales para que los niños naden o simplemente las personas disfrutan un tiempo agradable sin preocuparse por ser llevados por la marea.

La comida tradicional de la zona es con pescado, camarones y langosta. Cerca de allí, los pescadores locales sacan atún medregal —conocido también como pez limón—, ostras y langosta. Los lugareños también protegen los huevos de tortuga golfina y laúd.

Agua Blanca es una playa virgen, no explotada por el turismo y que parece un set de película. Una verdadera joya para admirar.

El agua es templada y si uno se queda todo el día, podrá ver cómo el sol se pone en el horizonte. Agua Blanca es una playa virgen, no explotada por el turismo y que parece un set de película. Una verdadera joya para admirar.

Recomendados

Sin Comentarios

    Dejar un comentario