Nueva York antes, durante y después
¿Qué buscamos al viajar? Nuevas experiencias, recuerdos inolvidables, desconexión, diversión. Son distintas las motivaciones al momento de planificar una nueva aventura. Por eso, qué mejor que explorar la ciudad que lo tiene todo.
Sabemos mucho de Nueva York y, al mismo tiempo, nada. Crecimos viéndola desde cada ángulo posible, en las cuatro estaciones del año y, sin exagerar, en prácticamente toda época. Canciones, libros, series y películas; tanto se dijo, contó y mostró de ella, pero aun así cada viaje es único en su experiencia, pues cada persona es distinta.
Esa es la magia de viajar. Aunque ya sepamos cómo se ve el lugar, cuando se llega ahí, se convierte en una memoria indeleble en nuestra vida. Los viajes en sí no cambian las situaciones que pasamos; sin embargo, nos empujan también a una travesía interior.
A mirarnos a nosotros mismos de manera introspectiva y descubrir cosas que no sabíamos de nosotros mismos al exponernos a nuevas experiencias. Por eso los viajes nos gustan tanto. Nos enseñan tanto.
A Nueva York ya la vimos desde la terraza del Empire State Building en la película Sleepless in Seattle, en la aventura de un hotel cinco estrellas con Kevin en el icónico Plaza en Mi pobre angelito; descubrimos la Bethesda Terrace de Central Park en Gossip Girl y fuimos testigos de la guerra del progreso en The Gilded Age. Y podríamos seguir así con una lista interminable de películas y series que la aman para sus locaciones.
A Nueva York, antes de conocerla en persona, ya nos la presentaron como glamorosa, divertida y capaz de cumplir nuestros sueños si estamos ahí. Ya lo dice la canción de Jay Z y Alicia Keys, Empire State of Mind: “In New York / concrete jungle / where dreams are made of / There’s nothin’ you can’t do / Now you’re in New York / These streets will make you feel brand new”. En castellano: “En Nueva York / jungla de concreto / en donde los sueños se hacen realidad / No hay nada que no puedas hacer / Ahora que estás en Nueva York / Sus calles te harán sentir como nuevo”. Las expectativas ya son altas desde que escuchamos por primera vez de ella. Es la ciudad bandera del “sueño americano”. Quizás por eso la idea ya está incrustada en nosotros cuando crecemos y visitar EE. UU. alguna vez es aspiracional, gracias a su gran influencia en la cultura.
Desde la ciudad de los rascacielos
La primera impresión se queda con nosotros, no se puede controlar o dosificar. La que nos toca, nos toca. Eso no quiere decir que marcará todo el sentimiento o el espíritu del viaje, así que una “mala impresión” no necesariamente es un presagio de que todo continuará así. ¿Por qué se los comparto? Porque cuando se idealiza tanto a un destino o tenemos muy altas expectativas, estamos más susceptibles a lo que suceda. Así que si tu impresión de la ciudad al llegar no es la mejor, no te desanimes, seguí descubriéndola, porque tiene muchísimo que ofrecer.
¿Por dónde comenzar?
Lo más importante es que el itinerario que armes incluya lo que siempre quisiste conocer. Más aún si es un viaje que soñabas o hace tiempo planeabas para el futuro. No incluyas solamente los sitios turísticos que todos recomiendan. Te debés a vos mismo el tachar lugares de tu bucket list o de “tu lista de cosas por hacer antes de morir”.
Lo que sí hay que tener claro es que no importa la cantidad de días que tengas para recorrerla, nunca serán suficientes. Por eso, de tu itinerario dependerá que disfrutes a pleno y aproveches al máximo, por ejemplo, 72 horas en Nueva York bien exprimidas.
Lugares y edificios de películas (y series)
Toda persona —me atrevo a arriesgarme— que viva en América Latina tiene un sitio de Nueva York que quiere conocer sí o sí. Estamos sumamente influenciados por Hollywood, por eso es imposible nombrarlos todos aquí, pero veamos algunos.
¿Por qué será que las experiencias vividas en nuestra niñez nos marcan tanto la vida? Recuerdo que la primera vez que tuve conciencia de Central Park fue con Mi pobre angelito, y eso que nos la presentan en invierno, pero con la magia de la Navidad que tiene Nueva York. O simplemente funcionó conmigo asociar esa época con el aura especial que tiene cuando se trata de un lugar frío.
Central Park es parte de esa sensación especial gracias a la película, pero no se puede negar que es el lugar de incontables historias y tiene mucho guardado. Este es un sitio que aunque sumamente popular, no se puede dejar pasar. Lo mejor de todo es que, al ingresar allí, se van diluyendo los sonidos de la ciudad.
Es como señalan los cartelitos dentro: “Central Park es la calma en medio del ajetreo y bullicio de la ciudad”. Tiene un prado enorme en donde solo se puede estar en silencio y otro para que los perros corran y jueguen a sus anchas. Esto, además de espacio para bicicletas, caminatas y bancos para sentarse a disfrutar y hacer un descanso.
Porque si hay una forma de recorrerla a pleno es caminando. Preparate para llevar tus mejores zapatos deportivos para aplanar toda la Gran Manzana. Así irás descubriendo más lugares a tu paso que te recordarán a algún icónico momento de película.
Marcá qué sitios irás visitando y así planificás tus caminatas de un punto a otro —considerá el tiempo que te tomarán— para que disfrutes de todas ellas. Los lugares de película que vas a poder ver son Radio City Music Hall, Grand Central Station, Guggenheim Museum, Bryant Park, Washington Park, Saint Patrick’s Cathedral, la icónica Quinta Avenida, New York Public Library, Brooklyn Bridge, The Rockefeller Center y más.
MoMA o MET
Cuando de visitar solo un museo se trata, hay dos bandos claros. El Metropolitan Museum of Art, llamado simplemente MET, que es icónico y reconocemos por las galas anuales que realiza, a las que asisten grandes personalidades. Ni hablar de su amplia colección, que abarca distintas épocas y temáticas. Y el MoMA (Museum of Modern Art), centrado en el arte contemporáneo y por eso no muchos se animan a descubrirlo.
Por supuesto, todo depende de cuántas horas puedas dedicarle y si sos de los que pueden medirse en los museos o quieren verlo todo. Por eso, va una recomendación poco común: animate a lo inesperado e ingresá al MoMA. Te sorprenderá la muestra en el último piso sobre la evolución del audiovisual, que abarca desde cómo se presentan las noticias hasta la invasión a la privacidad. ¿La mejor parte? Un contraste de las noticias de las últimas décadas, acompañado de auriculares en donde suenan los Billboard Hits de cada una de esas etapas.
También, una muestra sobre la historia de los videojuegos, que recorre desde el arcade hasta las mejores apps de juegos premiados en diseño por Apple. El centro de todo es una muestra inusual, única: Unsupervised, de Refik Anadol, que usó IA para interpretar y analizar más de 200 años de arte del MoMA. Mutando entre color, forma, textura y acústica, es una obra que medita sobre la tecnología, la creatividad y el arte moderno. Lo mejor de la experiencia en el museo, ya que apreciarla relajaba los sentidos y estaba instalada en una pared de más de 15 metros que también tenía efecto 3D.
Y no olvidemos las obras de innovadores artistas como Monet, Picasso, Mondrian, Dalí y Warhol, además de corrientes como la Bauhaus. Hay toda una sección dedicada al mobiliario de la corriente alemana que incluía maquetas de sus diseños de arquitectura más reconocidos. Memorable, más aún si disfrutan de lo bello y funcional.
La mejor parte del tour de la Estatua de la Libertad
La forma de verla un poco más de cerca es tomar el ferri gratuito. Sin embargo, el tour que te lleva hasta la pequeña isla donde está la estatua y el museo que cuenta la historia de su construcción, también incluye otra isla como parada: la Ellis Island. Que además de ser mucho más grande, con más espacio al aire libre y verde, también cuenta con el Museo de la Inmigración, uno de los lugares imperdibles en una visita a Nueva York. La estoy recomendando.
El museo no solo tiene circuitos ordenados y fluidos, sino también muchísima historia que contar y documentos que evidencian que Estados Unidos fue construido, cimentado y levantado por inmigrantes. Sin ellos, nada hubiera sido posible. Líneas del tren, edificios e industrias. Esa fue la mano de obra que el Gobierno salió a buscar y que impulsó la época de la industrialización del país.
Ellis Island era el primer punto al cual llegaban los barcos llenos de inmigrantes. La película Brooklyn, protagonizada por Saoirse Ronan, que relata una de las olas de inmigrantes irlandeses que llegaron a la ciudad, muestra cómo los inspeccionaban médicamente, además de chequear sus documentos.
Es durísimo leer las cartas de quienes se aventuraban a cruzar el océano en busca de mejores oportunidades. “Solo puedo recordar el ajetreo y el bullicio de esas últimas semanas en Pinsk, las despedidas de la familia, los abrazos y las lágrimas. Ir a América entonces era casi como ir a la Luna”, escribía una inmigrante ruso-judía en 1906.
Los delis son un sentimiento
En Nueva York se les llama delis a los lugares que son una fusión de tienda de comestibles con platos listos para disfrutar. Son mucho más económicos que los restaurantes y es donde el newyorker promedio compra su comida, si no es de los foodtrucks, claro. Todo es riquísimo y hay desde sándwiches con productos gourmet hasta onigiris, ramen y más.
De hecho, uno de ellos ha logrado perdurar en la memoria: Katz’s Delicatessen fue inmortalizado en la película Cuando Harry conoció a Sally, una de las memorables comedias románticas que Meg Ryan protagonizó, y hasta ahora sigue siendo todo un éxito.
Para comer allí hay que tener paciencia y formar una fila larguísima, a no ser que el metro que te llevaba hasta la zona no haya funcionado y la única opción sea desayunar su sándwich de pastrami.
Katz es un deli de estilo kosher que se volvió mítico. Su sándwich de pastrami cuesta 25 dólares y es para comer entre dos. Una experiencia que no tiene comparación, una carne que se deshace con cuchara y que es de lo más jugosa. No necesita nada más que un poco de mostaza, y su sabor te cambia el día.
El mejor mirador
El Summit One Vanderbilt se inauguró en 2020 y es a la fecha el mirador más nuevo, de más altura, con vistas más limpias en diversos ángulos y mejor curado. La entrada se compra únicamente en su página web, porque no se encuentra en los distintos city pass disponibles, estos que permiten ahorrarte algunos dólares al adquirir varias entradas a lugares juntas. Desde la bienvenida en planta baja, cuando te reciben para darte lentes de sol y protector plástico para la suela de los zapatos, hasta que te acompañan en el ascensor mientras se disfruta de una experiencia de sonido y luz bien tecno.
Al llegar, se recorre un pasillo con luces que van cambiando de tonalidad para llegar a todo un piso cubierto por espejos. Sí, por eso se volvió tan viral en TikTok e Instagram. El efecto que crea al también tener el techo cubierto de espejos es el de sentirse en una película de Christopher Nolan, a la manera de Inception.
De piso a techo, las ventanas son completamente de vidrio, de ahí que sea necesario usar lentes de sol, por la gran luminosidad y los reflejos, además de los protectores plásticos para no dañar el vidrio del suelo. Desde allí se ven los más hermosos edificios de Nueva York: el Empire State Building, el Chrysler, el puente de Brooklyn, Central Park. Una vista limpia y hermosa si toca un día de sol.
También cuenta con un segundo piso con un balcón circular que permite seguir disfrutando de la doble altura de ese espacio enorme, para luego pasar a una sala llena de pelotas reflectivas, para llenar de más fotos la memoria del teléfono móvil.
Al salir de allí está la parte más arriesgada: un balcón de piso transparente, pero que da a la calle. Sí, pisar sobre el vacío. Finalmente se sube por una escalera mecánica y se llega a un lugar en donde se ve aún desde mayor altura la ciudad, mientras se disfruta de la muestra Clouds, dispuesta en el piso y realizada por la artista Yayoi Kusama.
La experiencia finaliza en un bar-cafetería con más vistas envidiables, que da paso a la tienda de recuerdos con souvernirs curados por artistas plásticos. Muchos de ellos son de colección, y también encontramos los más clásicos, como llaveros, imanes y remeras. Pero se aprecia el cuidado al detalle en estos.
Lo que solo puede suceder en la ciudad que nunca duerme
Estar caminando y de repente ver a Amy Adams saliendo de un hotel. O que Ed Sheeran cierre una calle para dar un concierto sobre un taxi. Las ratas que incluso se meten a una cabina de metro y quedan encerradas allí durante todo un viaje mientras corren desesperadas, y las personas también. Nueva York tiene tantos contrastes como culturas alberga, pero no encontré a nadie que diga que no volvería a visitarla.
Lo que perdura mucho tiempo después
Los viajes son las mejores ocasiones para practicar el “estar presentes en el momento”, porque queremos absorber todo lo que podamos de esa experiencia, y como no sabemos si la volveremos a repetir o, en todo caso, cuándo sucederá, se aprecia al máximo.
A los viajes los disfrutamos mientras los planeamos, pulimos, editamos y confirmamos; cuando llegamos al destino y la emoción de ver todo con ojos de niños nos invade. Y también cuando regresamos, pues seguimos recordando y compartimos las anécdotas con amigos o damos consejos viajeros. “Un viaje se vive en tres tiempos: cuando lo soñamos, cuando lo vivimos y cuando lo recordamos”.
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